Ensayo
20 de enero, 2015.
Nocturno
(Tras una lectura de sonetos del Barroco y para poder dormir).
Me acuesto a las 10.35 p.m., y, por la ventana entreabierta, doy recreo al alma para que se vaya a jugar con las estrellas y besar a su luz divina. Convierto el cuerpo inanimado en un amasijo de objetos con-fundidos con los otros cachivaches de la habitación, y respondiendo solo al tacto: la cabeza, una bola de queso gruyer con su agujeros vacíos (los de los ojos, oídos...); el torso y el trasero un chafado chasis de aquellos diminutos autos Seat de los años 50 y 60; el sexo cayado*; las extremidades ramas secas caídas: las manos, con los dedos entrecruzados, un enredado poliedro, y los pies unas zapatillas muy gastadas. El corazón un reloj despertador con su tic-tac silente. Todo cubierto con una lona, a salvo de algún aguacero y de ventosidades, y con sueños, entrecortados, de las cosas –y personas—perdidas.
Con el alba, la retozona alma vuelve al cuerpo. Y, entonces: "Levantose y echó a andar".
* En este caso alude a cayado, bastón tosco, curvo o palo corto, y por supuesto está el juego del autor con lo de callado.
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- Por Víctor Fuentes
22 de febrero, 2014.
A un mes de cumplir los 82 años; fluye el tiempo con la rapidez del río que se desagua en la mar. ¿qué es el morir? Leyendo la interpretación de Heidegger del poema "Memoria" de Hölderlin, me encuentro esto que escribí al margen de la página del libro. "Mi sueño (10-25-2008)":
Pasando y cruzando las calles entre la glorieta madrileña de San Bernardo (donde viví de los 8 a los 21 años cuando salí de España) y la de Bilbao, queriéndome comer la tierra natal bajo el pavimento.
¿Soñé esto antes o después de lo de leer lo que se dice del grandioso poeta alemán? : "que para él la peregrinación a lo extraño es esencial para el retorno a la tierra natal". Retorno en sueños, en mi caso.
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- Por Víctor Fuentes
En exclusiva para Aurora Boreal®
La escritura, entre pornografía e ingenuidad y otros relatos
Autor: Freddy Téllez
Editorial: Aurora Boreal® (Dinamarca)
Editor: Guillermo Camacho
Colección Puro Cuento
Diseño de la colección: Leo Larsen
Fotografía de carátula: Mario Camelo
86 páginas
2015
Tal como les conté en un correo a Guillermo Camacho y a Leo Larsen, a cambio del cual ellos me propusieron escribir una reseña o un ensayo de libre extensión, he leído el libro La escritura, entre pornografía e ingenuidad y otros relatos, del filósofo y escritor colombiano Freddy Téllez (n. en Bogotá), residenciado en Europa, y me gustaron mucho cuatro de las historias; no es que me hayan disgustado las otras dos, sino que siento que les falta cierto desarrollo pues ni siquiera veo en ellas un final abierto que, a veces, es más conclusivo que otro propuesto como cíclico. Aunque, obvio, cada lector puede hacer la lista que le parezca, el orden de mis preferencias es:
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- Por Luis Carlos Muñoz Sarmiento
La epifanía del rostro como rostro abre hacia la humanidad
Emmanuel Levinas. Totalidad e infinito
¿Dónde los muertos? ¿A dónde fueron aquellos que vimos partir ? ¿Cuál fue su último rostro, las últimas palabras? A veces, vemos reaparecer rostros amados, desaparecidos, cuyo recuerdo ancla profundo en nosotros. Nos sonríen, surgen en el momento menos esperado, en un reflejo, en un momento de ausencia, saltan sobre la espalda, en sueños nos aconsejan, reaniman en momentos de desaliento. Los muertos nos acompañan, pero su ausencia ha transformado los lugares donde la amistad creció. Un vacío inmenso metamorfosea la ciudad. Los recuerdos felices no forman sino una caja de melancolía, deambulamos en su búsqueda a lo largo de un corredor deshabitado y oscuro. Caminando por las ciudades, rápidamente no vemos más que ese vacío, rostros que se cruzan en un banco de niebla espeso, ruidos apagados por pensamientos perdidos que resuenan en el espacio, y poco a poco nos damos cuenta que ese encuentro, cara a cara, para siempre está perdido– salvo acaso en la mirada fija de una fotografía. En esos largos momentos de vagabundeo creemos reconocer rostros que parecen mirarnos, o llamarnos, pero que no conocemos. Y cómo nos desestabilizan, pese a que no cesemos de buscar su aparición. Esa familiaridad de la mirada, la impresión de lo ya visto es acaso el signo lejano de un muerto que no vimos partir, un lazo familiar suspendido entre los muros del tiempo que renace en un nuevo rostro, no del todo desconocido.
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- Por David Collin
A Gustavo Pérez Firmat. Y en recuerdo de Pepe Rodríguez Feo y su correspondencia con Wallace Stevens.
The Swan Man
Debe de haber sido muy fría esa terraza donde se asomaba a la nada, a lo verdaderamente sublime del hombre. Pura escarcha. "Enebros goteando hielo", dice, mientras se burla de los misterios, el sonido del viento y las furias. Porque el hombre de nieve suele derretirse temprano entre los pinos. Es nadie.
Pulitzer
Señor vicepresidente, con su permiso, en la radio acaban de decir que le otorgaron el Premio Pulitzer a un poeta que se llama igual que usted. Qué gracioso, señor Stevens. La gente aquí en Connecticut, en nuestra compañía de seguros, se va a reír mucho de la casualidad. El Hartford Courant lo publicará mañana. Va y se lo atribuyen al abogado.
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- Por José Prats Sariol
El deceso de Cristóbal Colón, como todo lo relativo a su vida, ha sido y continúa siendo tópico de investigación, análisis y de infinitas representaciones iconográficas (1) musicales (2) , historiográficas y literarias. A las fuentes principales de su fallecimiento- los textos de su hijo Hernando Colón y Bartolomé de las Casas- se suma una extensa y disímil producción documentaria, investigativa e interpretativa centrada en la reconstrucción histórica de su última etapa de vida, en los diagnósticos de los posibles síntomas o enfermedades que padeciera o en la determinación de la autenticidad y lugar exacto y final de sus restos (3).
La historiografía reciente sobre sus últimos años destaca la preocupación de Colón por el distanciamiento del Rey Fernando después de la muerte de la Reina Isabel (1504), la poca atención que se daba a sus reclamos para la devolución de privilegios y títulos, y su precaria salud. Es el cuadro de un hombre, en un último viaje, marcado por un esforzado peregrinaje (la mayor parte en mula) tras una corte real esquiva, acompañado de su hermano y servidores, que transportan consigo sus documentos más importantes. Colón, en su itinerario se desplaza de Sevilla a Segovia, donde lo recibe el Rey Fernando el Católico (mayo de 1505), dicta un testamento nuevo (25 de agosto), parte a Salamanca (donde llega el dos de noviembre de 1505) y a Valladolid, a donde había llegado el Rey Fernando el 22 de marzo de 1506 para casarse con Germana de Foix y recibir a los nuevos monarcas, su hija Juana y Don Felipe, que venían de Flandes. Cuando éstos, en vez de llegar a Valladolid, optan por La Coruña (28 de abril de 1506), el Rey parte a su encuentro. Colón, imposibilitado de asistir y seguirle, envía a su hermano Bartolomé con una carta en la que se ponía a la disposición de las nuevas Altezas como "vasallo y servidor" y les suplicaba "que reciban la intención y voluntad, como de quien espera de ser buelto en mi honra y estado, como mis escripturas lo prometen"( Varela 532, énfasis mío). El mismo Colón se ocupa de resaltar en dicha carta su aflicción física (enfermedad) y su preocupación emocional (angustias). Sus reclamos los inscribe dentro de unos momentos que él mismo describe categóricamente como tiempos "revesados". Algo revelador de su ánimo es su deliberada intención de señalar y acusar que su actual difícil situación es el resultado de la agencia de otros ("en que yo e seído puesto") y reitera su esperanza de que se le restituyan no sólo su reputación sino sus bienes ("honra y estado") como se estipulara en las Capitulaciones.
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- Por Asela Rodríguez de Laguna
Inédito
Suelo leer varios libros a la vez. La afición es bastante común. En mi caso concierta azarosamente los volúmenes, aunque trato de que pertenezcan a distintos géneros literarios. Nunca dos de poesía o dos de ensayo o dos novelas; aunque generalmente tengo tres o cuatro al retortero. Sin que nunca falte uno de poemas, lectura esta última que dejo para la cama, pero ahora sólo de poetas reconocidos. Porque los que desconozco sólo los descubro de mañana, ya que en ocasiones me premiaron con pesadillas tenebrosas, hasta despertar con la angustiosa certeza de que el autor me acorralaba para leerme otro fajo de lo que llamaba –suspirando— poemas.
Justifico la costumbre bajo el pretexto de que recrudece la amenidad, pero no estoy seguro. La incertidumbre –magia contra las vagancias de la certeza— me impide recomendar la manía combinatoria. Aquella vez la coincidencia fue entre ensayo y biografía: Masa y Poder de Elías Canetti y César de Gerard Walter.
Masa y poder la había leído en dos ocasiones porque me abrió los ojos ante las ideologías cerradas de la modernidad, hasta convertirme para siempre en un admirador del genial escritor de origen sefardí Atesoro sus primeras ediciones en español, dicha que debemos a Mario Muchnik, editor entre editores, hasta sus aforismos y memorias; aunque hoy disfrutamos de sus Obra Completa en la Editorial Debolsillo, hasta el séptimo tomo.
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- Por José Prats Sariol
El rostro del hombre delata en los pliegues de la piel que hay una vida vivida. No se trata de edad sino de intensidad. La frente ancha hace intuir que se está en presencia de un hombre de pensamiento. El bigote áspero y las cejas espesas hablan de ancestros de tierras y aguas distintas a las de su caribe natal. La boca y sus labios señalan sensualidad y sibaritismo. El mentón, determinación. Los ojos, no sólo inteligencia sino sabiduría, una sabiduría innata recibida genéticamente de estirpes marcadas por la soledad.
Si imagináramos un imposible viaje a las neuronas y los recónditos rincones del cerebro de este hombre, tendríamos que penetrar por sus pupilas tatuadas de fantasías y sueños. Y al navegar a través de los circuitos eléctricos de su masa cerebral, nos encontraríamos con la sorpresa de no encontrar algo que explicara su capacidad de invención para crear mundos nuevos y reinventar lo conocido.
Con razón otro sabio que deslumbró a la humanidad, Albert Einstein, afirmó que sólo la imaginación es superior al conocimiento. Porque tenemos que partir de la premisa que en este mago de la palabra, este prestidigitador de ideas, lo esencial es eso: su imaginación. Una imaginación sin límites que tiene sus raíces en la capacidad de asombro que cultivó en su infancia y jamás lo abandonó. Asombro frente a la cotidianidad, los hechos y las cosas que la mayoría de los seres humanos aceptamos sin descubrir sus aristas de singularidad y portento.
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- Por Manuel Domingo Rojas Salgado
El temor a la errata es la única inmoralidad que puede
cometer un escritor que escriba con libertad y libertinaje
Ramón Gómez de la Serna
Me encanta una aparecida en el siglo XIX, en El Nuevo Regañón. La afirmación debía decir: "Un oído delicado es imprescindible a todo buen poeta". Y apareció: "Un odio delicado es imprescindible a todo buen poeta". Cuando José Lezama Lima me la mostró en la antigua Sociedad Económica de Amigos del País, se limitó a comentar —asma risueña— que el ángel de la jiribilla y no la desidia de un tipógrafo, había colocado la frase en su sitio exacto.
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- Por José Prats Sariol
Sobre algunas frases de grandes escritores se han escrito verdaderos tratados, se ha desparramado toda clase de hermenéuticas, tanto, tan densas y presuntuosas que terminan por asfixiar la inicial intención de la frase, escrita para enfrentar una encrucijada personal o para exorcizar un fantasma del pasado. La frase de James Joyce " ya que no podemos cambiar el país, cambiemos de conversación" se ha prestado a fáciles simplificaciones, a enjuiciamientos apresurados por su presunta irresponsabilidad respecto a los graves acontecimientos que estaban sucediendo en Irlanda en la lucha del movimiento nacionalista por lograr la independencia de Inglaterra lo cual llevó a una larga y cruel guerra donde los nacionalistas terminaron por caer en el más despiadado terrorismo, por convertirse en una secta de fanáticos que consideró que quienes no los apoyaban se convertían en sus enemigos de manera que el número de víctimas civiles aumentó considerablemente. Uno de los primeros films de John Ford plantea la figura del traidor desde la perspectiva de códigos crueles que ejecutaban a sangre fría a quien consideraban como un desertor. La política convertida en un dogma transforma en fanáticos a sus seguidores. Camus en Los justos daría un implacable análisis de estos fanáticos capaces de convertir lo político en un acto delincuencial, de matar inocentes en un atentado con tal de "llevar adelante la causa"
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- Por Darío Ruiz Gómez
Ambrose Bierce, el autor del logrado cuento “An occurrence at Owl Creek Bridge” (traducido en español como “El puente sobre el rio del Búho” 1), es uno de los más afamados escritores estadunidenses en el estilo de la sátira.
Crítico implacable de Henry James, Jack London, entre otros, a Bierce se le conoció como “biter Bierce” (Bierce, el amargo) y “the devil’s lexicographer” (el lexicógrafo del diablo).
Sobre la prosa de Bierce, el escritor y gran crítico literario Julio Cortázar manifestó que “An occurrence at Owl Creek Bridge” era uno de sus cuentos preferidos (“Algunos aspectos del cuento”, 1962-1963) e incluso debido a ello décadas después se editó Cuentos inolvidables según Cortázar (Alfaguara, 1984) en el que figuran Bierce y el cuento que es material de análisis en este artículo. El despliegue de técnica literaria concerniente a la ruptura del tiempo hace de este cuento memorable, uno de los mejores textos -- sino el mejor-- de Bierce y al mismo tiempo un cuento representativo de la literatura norteamericana.
Asimismo, Bierce tiene otros textos de gran valía, entre ellos: “The Stranger” (El forastero), “Haïta the Shepard “(Haïta el pastor), “The Eyes of the Panther” (Los ojos de la pantera), “The Dead of Halpin Frayser” (La muerte de Halpin Freyser), solamente por mencionar algunos; Bierce creó una producción tan cuantiosa que a Walter Neale (su editor) le tomó cuatro años (1909-1912) poder publicarla en doce volúmenes. Un muestra de la vasta literatura escrita por Bierce puede observarse en The Complete Short Stories of Ambrose Bierce (The University of Nebraska Press, 1984).
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- Por Hemil García
Un reconocido blog cubano reproduce dos “poemas” (sic). ¿Qué pasa con la poesía cubana? ¿Por qué hemos perdido la capacidad de separar las “explosiones biográficas” de los caminos de la poesía?
Cinco centavos era dinero, pero poquito. Hoy la frase ha desaparecido: nada está a dos por cinco centavos del gaseoso peso cubano, salvo los poetas en los blogs. Una patada y debajo del sitio web brotan cuatro, en ocasiones hasta siete.
Borges previó la inundación, aunque la bufonada era de André Gide: “¿Qué hacer por los poetas jóvenes?” “¡Disuadirlos!” ─ contestó.
También se cuenta que uno de ellos le entregó su cuaderno. Borges le preguntó el título. “Con la patria adentro”.
“¡Qué incómodo!” ─ respondió acongojado.
Dentro y fuera de Cuba, con o sin la patria adentro, hay una epidemia de “voces”, en cualquier género literario. La Academia tampoco se salva del torrente. Tampoco se libró de la lengua luciferina de Borges: “¿Cultura universitaria? Oxímoron”.
El oxímoron ─ la “combinación en una misma estructura sintáctica de dos palabras o expresiones de significado opuesto, que originan un nuevo sentido” ─ cae como un silencio sonoro en el ciberespacio, aunque también sobre papel, lo mismo en Miami que en Holguín, en Pinar del Río que en Madrid o Ciudad de México.
Esta semana de noviembre he recibido invitaciones “poéticas” (sic) en cinco blogs, cuatro correos y una revista de abolengo. Juro que salvo un poema, el resto son homenajes a las agudezas de Borges. Y el legible, por cierto, no en la revista Unión.
En el blog que motiva estas líneas se reproducen dos textos ─ imposible llamarles poemas ─ de una “escritora” que como por arte de trivialidad, ornada de cierta aura comercial, ha alcanzado que su nombre suene.
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- Por José Prats Sariol
En los últimos decenios el género memorialístico ha cobrado auge y prestigio con la aparición de textos autobiográficos de escritores tan notorios como Vargas Llosa, El pez en el agua (1993), Alfredo Bryce Echenique, Permiso para vivir (Antimemorias) (1993) y Permiso para sentir (Antimemorias II)(2005), José Donoso, Conjeturas sobre la memoria de mi tribu (1996), o Gabriel García Márquez, Vivir para contarla (2002), por nombrar solo algunos. Pues bien, en lo que sigue la intención es proponer que Rubén Darío, además de ser el fundador de un nuevo lenguaje poético en castellano, abre una veta en la escritura autobiográfica contemporánea en las letras hispanas. En concreto, la cuestión que esta contribución pretende perseguir es la autorrepresentación del autor en relación con el poder estatal. Para este fin se incluirá alguna referencia a La ciudad letrada de Ángel Rama y a Teoría de la vanguardia de Peter Bürger.
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- Por Julio Jensen