Actualidad
No hay que ser un experto en Foucault para entender que las enfermedades (y muy especialmente las psiquiátricas, por ejemplo el síndrome de Asperger) son construcciones discursivas. Más precisamente, me atrevería a conjeturar, objetos dentro de ciertas “formaciones discursivas”. Se toman algunos “síntomas”, se los reúne, a veces separándolos de un conjunto mayor (en este caso, el “espectro del autismo”), y se inventa la enfermedad. Así como, tomando y reuniendo ciertas prácticas sexuales concretas —muy diferentes entre sí, pero quizás muy parecidas a otras que quedan “afuera”—, se inventa al homosexual y la homosexualidad.
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- Por Pablo Valle
“Todos los poetas del pasado, todos los poetas del presente y todos los poetas del futuro,
tan sólo escriben un fragmento, un episodio de un gran poema colectivo que escriben todos los hombres”.
Percy Bysshe Shelley
El Día Mundial de la Poesía es un tributo y homenaje a los verdaderos artesanos de la palabra escrita, quienes, poniendo en juego su integridad, ingenio y talento, nos regalan lo mejor de sí mismos a través de sus versos, que buscan ecos profundos en el pecho y la mente de los lectores de este mundo sustentado por la palabra como el mejor instrumento de comunicación y entendimiento.
No está por demás recordar que la Conferencia General de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), proclamó la celebración del Día Mundial de la Poesía el año 1999. Desde entonces, y cada 21 de marzo, los y las poetas se reúnen en todos los países para reclamar por sus derechos y compartir su universo poético con la mente lúcida y el fuego en la palabra.
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- Por Víctor Fuentes
Una casa en cenizas
El que arrojó la tea encendida sobre la casa fue uno de sus habitantes, quien dijo estar furioso aquel otoño. Y lo estaba, según vociferó, por lo mucho que le fastidiaban las cortinas y los cuadros que adornaban la sala. Los demás habitantes fueron persuadidos por esa ira que el hombre exhalaba a través de sus ojos y sus palabras de fuego; así que pronto se sumaron, con sus furias personales, al ejercicio de la quema. Uno dijo aborrecer, desde hace mucho, la mala distribución de las habitaciones; entonces, encendió una antorcha más y la tiró sobre el piso de la cocina. Otro gritó contra las flores del jardín, cuyos colores no toleraba, y procedió a incinerarlas utilizando un cirio como herramienta. Ninguno de los antiguos moradores quiso perderse aquella fiesta de rabia y fuego; de modo que, con mucha rapidez, todo se fue transformado en cenizas. Aún humeaban los últimos escombros, cuando el invierno los saludó con sus primeros copos de nieve. La temperatura comenzó a bajar drásticamente y, sólo entonces, los viejos habitantes de la casa se acordaron de las frazadas y de los colchones y de los abrigos.
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- Por Alejandro José López Cáceres
Mi nombre es Alejandro Obregón y soy el creador de Saarland, Embutidos Gourmet. Desde muy joven me ha apasionado la gastronomía, por lo que en 2009 en España decidí hacer de ella mi futuro.
Empecé un arduo camino de formación, en el que aprendí de la cultura española en una fábrica de jamones ibéricos de bellota. Conociendo a la perfección la elaboración de jamones, chorizos y gran variedad de productos españoles, me propuse ampliar mis conocimientos y así emprendí mi camino hacia Alemania.
Para el año 2012 me instalo en la región de Saarland, en donde descubro que mi inclinación realmente está en la elaboración de productos cárnicos gourmet. Fue allí, en Alemania, donde aprendí el arte de las salchichas alemanas y la elaboración del chorizo alemán, salami, tocineta ahumada y muchos más productos que actualmente me dedico a producir con mi hermano Andrés en nuestra fábrica ubicada en Cajicá, Colombia, bajo el nombre de Saarland, Embutidos Gourmet.
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- Por Alejandro Obregón
En aquella casa nadie se ponía de acuerdo ni siquiera para hacer un café. Si alguien decía “me provoca un café”; el otro respondía, “hágalo usted mismo”, con un retintín cargado de escepticismo. Ante semejante respuesta, el antojado se dirigía a la cocina sin deseos de café y lleno de rencor hacia el escéptico que tanto se complacía criticando la ineficacia de los habitantes de esa casa imposible. Por su parte, el antojado añadía una afrenta al memorial de agravios que crecía ante sus ojos rencorosos, como quien ve infectarse una llaga sin aplicarle el remedio, acaso por culpabilizar a los otros, esos otros responsables de sus desgracias. En la casa de los imposibles se habían cometido en el pasado –y se seguían cometiendo–afrentas imperdonables, tantas que hubiera sido inútil dar cuenta de ellas. Los habitantes de la casa imposible podrían considerarse seres pasivos pero, en cambio, para infligir ofensas eran activos. El altanero escéptico sabía que no era fácil preparar el café; conocía las causas de esa dificultad, pero se callaba para no evitarles la desagradable sorpresa a los otros. Él mismo había fracasado en su intento y había quedado tan frustrado que necesitaba vengarse. Ya había comprobado que hacían faltan los ingredientes y las mínimas condiciones para realizar ese deseo. Una tercera persona se quejaba de la discusión entre el antojado y el altanero “por un miserable café”, y se dirigía a la cocina a prepararlo sólo “por restregárselo a esos dos inútiles que malgastaban el tiempo discutiendo por un café”.
El problema es que en la cocina, de verdad, no había con qué prepararse ese “miserable café” –en aquella casa todo acaba recibiendo el apelativo de miserable: “sus miserables gafas”, “su miserable camisa”, “su miserable plata”–. Lo que había surgido como un deseo inocuo se cernía sobre los habitantes como una amenaza, o un reto. Una cuarta persona –a veces se juntaban hasta cinco personas en la casa imposible– se daba cuenta de que faltaba café y azúcar en la cocina e iba calladamente a la tienda a comprarlos, con la idea de darle una lección a los demás. Estos la veían dirigirse a la puerta en dirección a la calle, con una mueca de desprecio.
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- Por Consuelo Triviño Anzola
En estos tiempos de penuria, bajo la amenaza del caos o del colapso de la economía, nos aferramos a la lectura, al frágil soporte del libro, para enfrentar el incierto futuro. De alguna manera ya hemos vivido aquello que tememos en estas dos primeras décadas de este siglo.
Asistimos al desprestigio de la razón, del saber y de las especialidades, a la destrucción de las jerarquías, al abucheo a los maestros, a la desvalorización de la cultura, que ahora se designa “cultureta”, como para no ofender a quienes aprendieron a despreciarla. Ya lo sabía Antonio Machado al referirse con pena a aquel que desprecia cuanto ignora.
En ese panorama que nos espera, y que para muchos es desolador, el confinamiento nos deja no pocas enseñanzas. Se dice que hemos recuperado el amor a la naturaleza. Al interior de nuestra burbuja antivírica, ponemos en valor lo cotidiano. Nuestros seres queridos reciben el regalo del tiempo. En los hogares se recuperan hábitos, rutinas, se aprende a fabricar panes y bizcochos, dado el desabastecimientos de harina en los supermercados. Pero, además, nos acostumbramos a ver el mundo desde los mensajes que nos llegan a los dispositivos móviles: dosis diarias de poesía en píldoras, conciertos de grandes artistas, paisajes y conmovedoras escenas de la naturaleza o vídeos de vecinos que nos comunican desde sus ventanas la emoción del momento.
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- Por Consuelo Triviño Anzola
Virginia Woolf: Una voz propia y precursora
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- Por Fernanda Balangero Musso
XII Festival de Literatura de Copenhague 2024 - 'Papeles al viento'
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- Por Aurora Boreal
El último viaje del juez Feng
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- Por AURORABOREAL
Ingredientes: 4 langostas (bogavantes) pequeñas, 3 variedades de lechuga pequeñas, tales como la lechuga maravilla (Lactuca Sativa, variedad Capitata), lechuga lollo roja y lechuga de hojas de roble, 1 calabacín verde, un pedazo pequeño de queso de oveja (o de queso añejo, ideal utilizar un pecorino italiano), 50 a 60 g de piñonens (nueces de pino), sal y pimienta.
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- Por Lars Kyllesbech
Desde la década del ochenta en el circo del arte internacional se asiste a un doble fenómeno. Por un lado, ese ente amorfo y tentacular que se llama mercado ha ido lenta pero implacablemente imponiendo una estética que no puede definirse de otro modo sino mercenaria y decadente. Por el otro, las condiciones generales de una crisis de sentido, a todos los niveles, ha ido determinando la inexorable pérdida del carácter subversivo del arte con la consiguiente homologación que lo neutraliza y reduce a una condición de llano y
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- Por Fabio Rodríguez Amaya
Los crímenes de la calle Barthes
Pablo Valle
Novedad
Cuarto título de Katzen
Marzo 2013
Capítulo I
"Si alguien leyese estos escritos, los censuraría acaso de muy personales, sin advertir que es muy difícil penetrar en los hechos y examinar sus verdaderas causas, sin conocer las personas que los produjeron."
José María Paz, Memorias póstumas
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- Por Pablo Valle