En el retorno, la realidad se impondrá con los daños colaterales que anuncian los pronósticos económicos. Necesitamos soportes morales para el debate que se avecina. Algunos hasta echaremos de menos este confinamiento en el que recuperamos lecturas y desempolvamos de las bibliotecas nombres imprescindibles. Yo misma he vuelto a algunos autores que marcaron mi vida. He podido reconocerme en algún momento en Albert Camus, y en narradores como el sociólogo colombiano Alfredo Molano, recientemente fallecido. Ellos podrían servirnos de guía en la construcción de un mundo mejor por las verdades que nos revelaron.
Alfredo Molano nos abrió los ojos a las realidades ocultas de Colombia. Gracias a él pudimos completar la visión, a veces sesgada y por lo general ideologizada, de nuestro país, un país marginal, rural y suburbano. Un país, que paralelo al espejismo de la modernidad, sangra en la aterradora belleza de nuestra geografía. Molano fue mucho más que un antropólogo. En sus exploraciones no se limitó a la observación distanciada de los grupos humanos, ni a la descripción de sus relaciones sociales o interpersonales. Era sociólogo de formación, pero no se quedó en las estadísticas ni en las tablas que dejan fuera los problemas humanos. Como humanista, tocó el corazón de las personas, las siguió en su travesía hasta las fronteras. Se acercó a los perseguidos y desplazados por la maquinaria explotadora, pero también a los explotadores, a los vividores, a los líderes sociales, a las víctimas y los victimarios. Las gentes del común que se aventuraron por caminos desconocidos y para quienes la vida es un asunto peligroso. En un acercamiento íntimo, supo transmitirnos la profunda y dolorosa verdad de su existencia, la grandeza y heroicidad de sus empresas, su constante afirmación del valor de la vida.
Alfredo Molano fue un poeta que con el oído atento captó los acordes del alma y la trágica verdad de un ethos colombiano que, desorientado, avanza en las sombras, entre la maleza, abriendo trocha, talando árboles, arañando la tierra. En los libros que nos deja emanan la luz de su mirada y la sensibilidad de su escucha. Nos llega la voz de la patria, la fortaleza vencida de los damnificados de todas las guerras que interrogan nuestra conciencia: “Meterse a la madre de la montaña no es para catanos. La selva se roba la salud. El que entra con colores se destiñe de puro sudor. Tumbar un árbol es como tumbar un edificio, trozarlo es como partir una cordillera, cargarlo es como mover un río”.
Alfredo Molano trae a su escritura el rumor, los susurros, el dolor de los campesinos, en títulos como Siguiendo el corte, Aguas arriba, Por la tierra del caimán, Entre trochas y fusiles, Del otro lado… Conversa con los desterrados que, entre penas y condenas, buscan otros rumbos, defendiéndose con tenacidad del desamparo; alimentando la esperanza en la derrota, en el espejismo de la riqueza que se esfuma. Por suerte para todos nosotros, Molano vive en los libros que he citado y en las gentes que nos hablan en su escritura, en la aventura de estas criaturas que sobrevivieron para contarnos su historia, nuestra historia.
Por otro lado, y en el plano individual, Albert Camus es para mí imprescindible. Su pensamiento cobra actualidad en este confinamiento gracias a su novela La peste. Aunque, principalmente se le relaciona con El extranjero, su obra más conocida. Además de novelista, Camus es un filósofo fundamental. Su contribución más conocida es el análisis del Mito de Sísifo que, como se sabe, es la criatura condenada por los dioses a subir hasta la cima una pesada piedra, que siempre cae al llegar, lo que lo obliga de nuevo a subirla, sin poder detenerse.
Trasladado al plano de la vida diaria, podemos pensar en la repetición de los actos cotidianos: Levantarse, coger el metro para ir al trabajo, regresar a las ocho horas, cenar, dormir, así durante la semana, acariciando ya mayores el momento de la jubilación, hasta que un día te formulas con espanto una pregunta trascendental: ¿por qué? Esta es la más trágica manifestación del absurdo en que está inmerso el ser humano.
Pero pese a la tragedia humana, Camus elige la vida, afirma la existencia y reivindica la rebeldía. Me rebelo, luego soy, dice Camus, parodiando a Descartes. En El hombre rebelde, sugiere que el NO marca una frontera cuando, en un momento dado, la persona considera que se ha llegado demasiado lejos y siente la profunda necesidad de poner un límite: “La rebelión va acompañada de la sensación de tener uno mismo, de alguna manera y en alguna parte, razón”, lo que a la vez significa adherirse a algo de sí mismo, conectar con la verdad más profunda e íntima de nuestro ser.
Más que un filósofo puro, fuera de la realidad social, Albert Camus es un humanista, para quien la fraternidad nace de la rebeldía. Además, su concepto de la libertad no es individualista, pues su idea de la libertad es solidaria. La justicia verdadera, para él, es la que prefiere la libertad a la comodidad. Desde ese humanismo, Camus considera que el fin no justifica los medios. Esta es una verdad que quisiera que nos acompañara a todos.
Consuelo Triviño Anzola
Bogotá, Colombia (1956). Reside en España desde 1983. Es doctora en Filología Románica por la Universidad Complutense de Madrid. Ha sido profesora de Literatura en distintas universidades de Colombia y España. Entre otros libros, ha publicado Siete relatos (Bogotá, Centro Colombo-americano, 1981), Prohibido salir a la calle (Bogotá, Planeta, 1998, Mirada Malva, 2009, Sílaba, 2012), La casa imposible (Madrid, Verbum, 2005), La semilla de la ira (Bogotá, Seix-Barral, 2008, Verbum, 2013), Una isla en la luna (Murcia, Alfaqueque Ediciones, 2009), Letra herida (Cali, Universidad del Valle, 2012), Extravíos y desvaríos (Buenos Aires, Prosa-Amerian, 2013) y Transterrados (Calambur Editorial, 2018). Tiene una entrada en el Dictionnaire Universel des créatrices (Paris, Éditions des Femmmes, 2013).
Material enviado a Aurora Boreal® por Consuelo Triviño. Publicado con autorización de Consuleo Triviño. Fotografía de Consuelo Triviño © Jorge Urrutia. Carátulas de Mito de Sísifo, El hombre rebelde de Albert Camus © Editorial Losada y Del otro lado de Alfredo Molano © Debolsillo enviadas a Aurora Boreal® por cortesía de Consuelo Triviño Anzola.