El monte de las furias
Fernanda Trías
Novela
Penguin Random House Grupo Editorial
Paginas 239
2025
Este nuevo libro de la uruguaya Fernanda Trías es muy peculiar. Su prosa, poética y desgarradora, narra una historia de una gran crudeza, donde los personajes principales son una mujer, que vive en una montaña desde su juventud y la agreste naturaleza representada por la montaña misma. El lector se verá envuelto en un tema, que le puede llegar a encantar a pesar de la fuerte manera en que es narrada la historia.
“Ella”, la mujer que no sabemos su nombre, nos cuenta su propia historia, la historia de su abuela, la de su madre y la de la montaña…
La montaña no calla y también su voz se hace sentir a través de las vivencias de la montañera y de otro personaje, el celador, empleado de no sabemos quién, pero que tiene como responsabilidad, cuidar de una parte importante de la montaña – su responsabilidad comienza, donde el llamado Pueblo Triste termina, e inicia la montaña, hasta la caseta de este celador, ubicada algunos metros más abajo de la casa donde “ella” vive.
Su relación con la montañera comienza algún tiempo después de que esa mujer sin nombre, fuera llevada a vivir en una humilde casita, ubicada en la parte alta de la misma, donde la naturaleza es más agreste, los vientos más fuertes y fríos, el sol más candente y la niebla es más espesa…
“Ella” cuenta, que la idea fue de su abuela, quien quizás lo arregló todo con los dueños de la montaña, para salvarla a ella, su nieta, de una vida, que, en ese momento se proyecta trágica y llena de penalidades, ya que la madre de “ella” lleva una vida licenciosa y malsana.
La madre sobrevive entre la actividad de vender su cuerpo y el desasosiego de no encontrar la paz interior; es por eso, que, aunque ama a su hija, se desahoga siendo cruel con ella. La saca de la escuela y la pone a trabajar en las labores domésticas, mientras ella se prostituye. “Ella” lo ve y lo observa todo. La abuela, no puede salvar a su propia hija, pero rescata a la nieta y se la entrega a la montaña, para que ésta, ojalá, la salve…
Entonces, la sin nombre, cuida la montaña, se va adaptando a la vida en la montaña y comparte con ella, lo que la montaña le da - tormentas, lluvias, naturaleza maravillosa y salvaje, cantos de aves, aullidos de perros salvajes, un pequeño jardín y una casita para cuidar. Toma conciencia de que ella es una unidad con la naturaleza. Su soledad viene interrumpida sólo por las esporádicas visitas que le hace al celador de la parte baja de la montaña, con el cual vive una extraña amistad, que, por lo menos le sirve para recordarle que es un ser social. Las conversaciones entre ellos, son muy banales y la relación que se crea es difícil de entender. Las escaramuzas sexuales se insinúan y son más importantes para “ella “que, para el celador, pero siempre la montaña está presente; ellos respiran la montaña y la montaña los respira también.
“Ella”, en el pueblo de abajo, es vista como la loca de la montaña, la bruja, que piensa diferente, pero que, en verdad, es un ser que entiende la naturaleza, es como una sabia, que entiende la montaña, que es un mundo mineral, donde también conviven animales.
Hay dos mujeres, que también la visitan: dos testigos de Jehová, que suben la montaña con zapatos inapropiados y que no se sabe bien por qué razón, deciden no renunciar a su propósito de convencerla, para que se una a esa comunidad, pero que siempre acaban tomando té de hierbas con “ella” y nada más.
Otro personaje que se presenta, es un trabajador de la montaña, con el cual “ella” sí cree vivir una historia de amor, pero este hombre no le corresponde y desaparece de su vida tan fugazmente como había aparecido.
Inquietante, es cuando en un momento dado, “ella” encuentra un cadáver en su jardín. Entonces ella limpia ese muerto con respeto y le da sepultura, otra vez, en su jardín.
A partir de ese momento, va encontrando muchos cuerpos en diferentes partes de la montaña y ella se vuelve la enterradora de esos cuerpos en su jardín. Es algo que no comparte con nadie, ni siquiera con su amigo el celador, porque ella entiende, que los cuerpos que ella va encontrando, es la manera de compartir de la montaña con ella y el acto de devolución de su parte a la montaña, es porque ella es la montaña misma….
Fernanda Trías es uruguaya, pero vive en Bogotá, ubicada a 2.640 metros sobre el nivel del mar, rodeada de bellas montañas, que a veces se ven verdes azulosas con visos violeta. La parte oriental de los cerros, ha sido explotada y talada para sacar material de construcción y por eso, esos majestuosos cerros, están deteriorándose en algunos sectores. La escritora, ama profundamente la naturaleza y en esta novela, los Cerros Orientales, son naturaleza protagonista. En un vídeo en el que la escritora habla sobre su libro, confirma, que ama esos cerros. Su novela podría ser un homenaje a ellos. Este intenso contenido narrativo de Fernanda Trías, inspirado en los Cerros Orientales de Bogotá, podría aplicarse a cualquier lugar de la Tierra, donde esté sucediendo algo similar. La manera como está escrita esta novela, hace que, muy probablemente, cada lector encuentre a través de su lectura, un acercamiento a la naturaleza, porque todos somos parte de ella; sólo, que a veces no nos damos cuenta de que es así.
El libro cierra con esta nota de la autora:
Escribí El monte de las furias en Bogotá, entre agosto de 2020 y septiembre de 2023, en compañía de los cerros orientales. Este libro es también por ellos. Los bosques de niebla son los responsables de filtrar cerca de la mitad del agua disponible para nuestros embalses. Son la casa de decenas de especies endémicas de flora y fauna. El bosque de niebla está amenazado por presiones antrópicas como la tala ilegal, la ganadería y la urbanización, y por el cambio climático. Solo el 2,5% de los bosques tropicales del mundo tienen niebla perenne.
Fernanda Trías
Uruguay, 1976. Es autora de las novelas Cuaderno para un solo ojo, La azotea, La ciudad invencible (inicialmente publicada como Bienes muebles), Mugre rosa y El monte de las furias, el libro de cuentos No soñarás flores y la plaquette de relatos El regreso. Integró antologías de nueva narrativa latinoamericana en Alemania, Colombia, Estados Unidos, Inglaterra, Perú y Uruguay. Parte de su obra ha sido traducida al danés, alemán, francés, hebreo, inglés e italiano. La azotea fue seleccionada entre los mejores libros del año por el suplemento El País Cultural, y obtuvo el tercer premio de narrativa édita en el Premio Nacional de Literatura de Uruguay. En 2006 recibió el Premio de la Fundación BankBoston a la Cultura Nacional. Fue amiga y discípula del escritor uruguayo Mario Levrero y participó en la creación de De los flexes terpines, colección dirigida por Levrero que publicó quince títulos, casi todos de autores noveles. En el número cinco de esa colección, Fernanda publicó su primera nouvelle, Cuaderno para un solo ojo. En 2004 obtuvo la beca para escritores Unesco-Aschberg y viajó a Francia, donde finalmente vivió cinco años. En 2010 se mudó a Buenos Aires, donde trabajó como traductora, lectora y correctora de estilo para diversas editoriales. En 2012 volvió a emprender viaje gracias a la beca de la New York University, donde cursó la Maestría en Escritura Creativa. A finales de 2017, Fernanda resultó ganadora de la primera edición del Premio residencia en Madrid SEGIB-Eñe-Casa de Velázquez para autores Iberoamericanos por el proyecto Mugre rosa. En 2019 fue beneficiaria del programa “escritor en residencia” de la Universidad de los Andes y actualmente enseña. En 2021 recibió el Premio Sor Juana Inés de la Cruz en la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara por su novela Mugre rosa. Fernanda reside en Bogotá, Colombia, donde ha sido profesora en la Maestría en Escrituras Creativas de la Universidad Nacional.
Material enviado a Aurora Boreal® por Edimca. Publicado en Aurora Boreal® con autorización de Edimca. Fotografía de Fernanda Trías© Daniel Muñoz. Carátula de El monte de las furias © cortesía de Literatura Random House.