Poesía de María Alonso Herrero

maria alonso 207Papel.

Tened papel siempre en vuestro cuarto niños, no sabéis cuándo podéis descoseros.
No sabéis si será de noche y no podréis hacer ruido mientras salen vuestros sueños. Y estará todo demasiado oscuro como para que podáis recogerlo.
Tened siempre papel en vuestro cuarto niños, no vaya a ser que pronto tengáis un funeral y ese espacio de dos horas no sea cupo suficiente para llorar.
Tened papel niños, rollos y rollos, que no se os pueden acabar. Son de gran necesidad.
No sabéis cuando tiraréis la pared abajo a base de estornudos y por no poder dormir vuestro hermano se quejará.
Pero si en un despiste de tal magnitud, olvidarais tener papel, niñas, no os preocupéis. Agarrad un bolígrafo y llenad las paredes de tinta.
Así, cuando os encuentren por la mañana, vivas pero frías, todos entenderán para que sirve el papel, y si no, que sean ellos los que limpien la sangre del suelo.

 

 

Haiku.

Un haiku, al que sus normas han sido estrictamente aplicadas, debe ser algo verdadero, algo donde no cabe la imaginación, las metáforas o las fantasías.
Si es así, en un haiku no cabe el carro de Apolo a punto de estrellarse con nuestro planeta, Ícaro subiendo cuanto su soberbia le deja, los mitos que inspiraron los cuadros de Botticelli o los días en los que mi autoestima no es una mierda.
En un haiku no hay sitio para la abolición del patriarcado, la paz entre Israel y Palestina, mi hermano leyendo poesía o el día en que me agraden los Estados Unidos.
Un haiku es limitado, pequeño, concreto, violento, pero pacífico, escupe verdades cotidianas, pero si quisiera hablaría de todo lo que este mundo ha visto.
Crear un haiku,
es algo complicado
por eso callé.

 

 

Deprímame.
Deprímame señor escritor. Dígame que la poesía está muerta. Que estamos acabados. Que quién coño nos creemos que somos los poetas.
Deprímame señor escritor. Repita que está todo ya escrito. Que no sabemos innovar. Que estamos destinados a extinguirnos y que ese será el único favor que le haremos a la humanidad.
Deprímame señor escritor. Hábleme de la torre de marfil, de la teoría del genio, y multiplique asi el odio que tengo hacia Dario, pero ahora reflejado en usted, "escritor" que habrás vivido y habrás visto y habrás sentido todo lo que tú quieras, pero ahora vienes aquí, a mí, a nosotros, a decirnos que todo aquello importa una mierda.
Deprímase usted, señor escritor, porque yo al menos, jamás renunciaría a todo lo que hace que me sienta poeta.

 

 

Cadáver:
El cadáver que un día fui
algunas noches me reclama.
Me recuerda aquella época
en la que mi armario era su morada.
Yo lo planchaba con el alba,
me ajustaba todos sus pliegues,
abría la puerta de mi casa
y me arrastraba hacia mis quehaceres.
A veces me rebelaba,
intentaba cortar los hilos que nos unían.
Le chillaba: “¡No soy aquella que habitas!”
pero ni yo misma me lo creía.
Ahora lo tengo preso bajo llave,
condenado a extrañar mis venas,
me murmura promesas de amor eterno
y yo tengo que pisarle la lengua.
Cuando no puedo dormir,
a veces, todavía,
el cadáver que un día fui
me susurra: “eres mía”.

 

 

Otoño:
El otoño no sabe habitar esta ciudad.
Tu decías que era el tiempo perfecto,
pero ha estado aquí un par de semanas
y ni siquiera me he percatado de ello.
El frio ha inundado mi casa,
ahora solo sé echarte la culpa
de haber invocado a este invierno temprano
sin quedarte para la lucha.
Por favor, ve y exígele que nos devuelva los veinte grados,
no sé quién se ha creído para arrebatarnos la brisa,
y suplantarla con estos azotes gélidos
que hacen que me pregunte
por qué no abandoné esta ciudad hace tiempo.
No importa si suben las temperaturas,
los días se caen del calendario,
no puedo pararlos por mucho que me empeñe
y prometiste que no nos haríamos daño.
Escribir no me lleva a ninguna parte,
no hay solución para este dilema,
pues tú quieres que sea siempre otoño
y yo solo soy feliz en primavera.

 

 

B.
Míralos B.
Se han quedado sin inspiración.
Míralos, de verdad,
son mis versos,
están huérfanos de autor,
porque ya no los saco a bailar.
Pero tengo una mala noticia B.
He estado ordenando mi cuarto
Y guardo demasiadas cosas.
Ha aparecido la entrada de esa película que fuimos a ver
aquel jueves que fingimos ser ricos y felices.
No estaba enumerada
así que creo que acabamos en la fila más alta
porque me encanta jugar a lo que nunca seré.
Se que fue bonita y me gustó,
pero siendo sincera no vi el final
porque estaba mirándote.
Cuando salimos ya era viernes
y de camino a casa
me prometiste que no ibas a acelerar.
Fue la última vez que nos besamos sin tristeza.
Fue la noche que te dije que quería vivir en tu mandíbula.
Fue el momento en el que me di cuenta de que te quería.
Pero he guardado la entrada
y he asumido que yo nunca acabo las películas.

 

maria alonso 375Sobre María Alonso Herrero
España. Estudia Filología en la Universidad de Sevilla.

 

 

Material enviado a Aurora Boreal® por María Alonso Herrero. Publicado en Aurora Boreal® con autorización de María Alonso Herrero. Fotografía María Alonso Herrero © archivo del autor.

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