Un detalle de amor

alejandro_lopez_001Mónica se levantó un poco antes y se dirigió a la cocina para colar el café. Diez minutos después Andrés hizo lo propio, pero él se encaminó hacia el acuario para alimentar los peces (así habían hecho las cosas todas las mañanas durante los últimos siete años). En cuanto a ropa, ella estaba con el baby-doll negro que en otros tiempos había

enloquecido a su esposo, él en calzoncillos y con la camisa del día anterior (como dormía desnudo, acostumbraba vestirse de esta manera mientras llegaba el momento de la ducha). Y todo habría continuado según indicaba la rutina, de no ser porque Andrés echó de ver un papel doblado en el bolsillo de su camisa. Extrañado, lo abrió furtivamente (aprovechando que su mujer aún no salía de la cocina con el tinto recién hecho). Leyó con rapidez lo que allí asomaba en letras de computador:
"Gracias por hacer de mi cama un sitio maravilloso". Alejandro José López Cáceres (1969). Ha publicado, entre otros, los siguientes libros: Tierra posible (1999), Entre la pluma y la pantalla: reflexiones sobre literatura, cine y periodismo (2003), Dalí violeta (2005) y Al pie de la letra (2007). Entre el 2004 y el 2008 dirigió la Escuela de Estudios Literarios, en la Universidad del Valle, Colombia. Actualmente reside en Madrid y cursa estudios doctorales en la Universidad Complutense. Más información sobre el autor.
Un escalofrío de pánico recorrió el cuerpo de Andrés. Regresó la nota a su escondite. Se apresuró entonces para meterse al baño y deshacerse del indiscreto papel, pero Mónica apareció con las dos tazas humeantes y le entregó la suya. Tuvo que regresar a la mesa para compartir el primer café del día, como siempre (aunque se esforzó en simular tranquilidad, la mirada insistente de su mujer lo derrotó una y otra vez). Hasta que ocurrió lo peor. Ella enfocó sus ojos en el bolsillo prohibido (Andrés supuso que el papel había quedado visible, que, en su prisa, había dejado algún borde por fuera; sin embargo, intentar ahora una rectificación sería fatal, pues con eso no haría más que incrementar el interés de la esposa).
El sudor bajaba a chorros por la espalda de su marido cuando Mónica se puso de pie y se le acercó; seguidamente, abrió sus piernas y se le acaballó en los muslos:
-¿Te gustó? -preguntó ella después de recorrer con su lengua la oreja de Andrés.
-¡Qué! -profirió él asustado.
-La cartica, mi amor -le susurró Mónica al oído-: feliz aniversario.

Suscríbete

Suscríbete a nuestro boletín y mantente informado de nuestras actividades
Estoy de acuerdo con el Términos y Condiciones