La enfermedad
Alberto Barrera Tyszka
Novela
Editorial Anagrama,
Páginas 176
2006
El personaje principal de esta novela es Andrés Miranda, un médico venezolano de mediana edad, que debe enfrentar la dura realidad del cáncer terminal que su padre, Javier Miranda padece, pero que ignora que lo padece porque los síntomas no le han aparecido de manera contundente.
Esta realidad desencadena en Andrés y en los otros protagonistas que van apareciendo durante la trama de la novela, una serie de reflexiones sobre muchos temas, como la vida, la enfermedad y la muerte, el miedo y la valentía, la ética médica, la vocación, la pobreza y la riqueza, la paternidad, el amor filial y de pareja, las diferencias de vida entre los habitantes de una gran ciudad, el sufrimiento, la soledad, las obsesiones y los peligros que rodean al ser humano al interactuar con otros.
Andrés, hijo único, huérfano de madre a los diez años de edad, es criado con todo el cuidado y cariño por su padre, quien se esfuerza siempre por darle a su hijo una vida sana y equilibrada para que no extrañe tanto la ausencia de la madre. Javier Miranda es un padre ejemplar, que renuncia a rehacer su vida para dedicarse sólo a su hijo. Cuando Andrés crece, estudia medicina, se casa con Mariana y tienen sus hijos. La vida pasa sin contratiempos hasta que la enfermedad del abuelo Javier crea un trauma en Andrés, que como médico, no está acostumbrado a tener enfermos en su propia familia. Sus pacientes son personas que sufren y que él puede ayudar, pero que no entran en el ámbito de su vida personal. Entonces Andrés empieza a reflexionar sobre diferentes temas de manera muy seria:
¿Es él un médico por convicción y pasión o es un médico, que estudió la carrera, impulsado por un evento que lo marcó profundamente, cuando era muy joven y presenció - el cuerpo de un ser humano tendido en la calle y rodeado de policías. La persona parecía que todavía estaba viva, pues de sus ojos salía un líquido amarillo, pero la realidad era que se encontraban ante un cadáver.
¿Esto le causó compasión y curiosidad por saber qué había dentro del cuerpo humano y cómo podía salvarse una vida? ¿por eso estudió esa carrera?
Las dudas lo atormentan y lo llevan también a reflexionar sobre la vida y la muerte, sobre la relación entre médico y paciente.
¿Se le debe decir a un enfermo su estado de enfermedad o es mejor callar?
¿Y cómo se debe afrontar decirle a un ser querido, que tiene una enfermedad grave y que va a morir…?
Cada día que pasa es una tortura porque no encuentra el valor de decirle a su padre la verdad. Su esposa Mariana lo apoya y él se siente mal por desear con mayor intensidad la intimidad con ella, no porque la desee realmente en ese momento, sino porque siente la necesidad de desahogar su angustia de esa manera.
Por primera vez Andrés entiende por qué su padre lo llevó de vacaciones a Isla Margarita, apenas unos días después de que su joven madre perdiera trágicamente la vida en un accidente aéreo, cuando ella regresaba a Caracas desde Cumaná. "...Su padre quiso alejarlo de la casa mientras sus tías borraban toda huella, que le pudiera recordar a su madre y así hacer más fácil la aceptación de la realidad..." Recuerda entonces su infancia y adolescencia, siempre protegido por su padre, que fuera de trabajar, sólo vivía para él. La inminencia de la muerte del padre lo llena de dolor y miedo a perderlo y ve la vida como una crueldad. Piensa que el médico mexicano Arnoldo Kraus tiene razón al decir que “morir debería ser un acto simple: no hay nada más sencillo que un infarto fulminante; la complejidad está en lo que no concluye todavía, en la enfermedad…”
Paralelamente entran otros personajes como Merny, la empleada, que va dos veces por semana a la casa de su padre y que vive en las barriadas de los cerros de Caracas y que tiene que bajar 422 escaleras para tomar un transporte que la lleve cerca a su lugar de trabajo y subir las 422 escaleras cuando regresa a su pobre vivienda de los cerros; su vida complicada con dos hijos de una relación previa a la que tiene en el momento. La preocupación de una madre, que tiene un hijo adolescente que crece rodeado de maleantes, fumadores de crack y portadores de armas.
Los hijos de Merny - Yurber y Willmer - tienen nombres exóticos por no decir que extrañísimos, pero que representan el gusto y la imaginación de las masas proletarias; son mundos paralelos a los de Andrés y familia, que viven su dura realidad y son otras caras de la misma ciudad de Caracas. Merly, se convierte en la acompañante del abuelo y participa en las reuniones que los hospitales ofrecen a través de los expertos a los enfermos terminales…
La galería de personajes es variada y cada uno de ellos es ejemplo de alguna difícil realidad que se vive día a día.
Karina, la secretaria del consultorio de Dr. Andrés Miranda, se encarga sobre todo de controlar los correos que le llegan al doctor y descartar los indeseables. Al hacer su trabajo de lectura de correos se encuentra con la carta de un paciente- Ernesto Durán, que es un hipocondríaco, maniático, obsesivo rayando en la demencia. El doctor Miranda le ha ordenado a Karina, que cualquier llamada o mensaje de ese expaciente es no deseada y que por ningún motivo le debe pasar esos mensajes. Ella acata las órdenes del doctor, pero ante la insistencia del “loco”, ella se conmueve y decide por cuenta propia, responder a las cartas que siguen llegando, como si ella fuera el doctor Miranda. Su confidente es Adelaida, la recepcionista, quien encarna el papel de la amiga con cordura. La situación llega a un punto insostenible, pues Karina, que encarna el papel del médico, le promete al paciente que lo va a recibir, pero naturalmente eso no se cumple y el paciente no vuelve a escribir. Esto crea en Karina curiosidad que se convierte en obsesión, hasta el punto que ella empieza a sentir los mismos síntomas del paciente.
Andrés decide llevar a su padre a una vacación a Isla Margarita, para alejarlo un poco de la ciudad y decirle la verdad de su enfermedad. Se cierra un ciclo de padre -hijo en la misma isla.
Javier escucha de su hijo la verdad sobre su enfermedad y esto desencadena otras problemáticas en la relación padre-hijo. Javier es el ejemplo de lo que un paciente de cáncer tiene que padecer a causa de los tratamientos agresivos y de sus efectos a nivel físico y emocional y adicionalmente sufrir el paulatino deterioro hasta que la muerte lo libera…
Este relato está escrito excelentemente y con mucho corazón. Nos conmueve y nos hace tomar conciencia de una realidad incontestable: “nacemos para morir y la vida es una casualidad, que hay que aprovechar, mientras se pueda.”
Alberto Barrera Tyszka
Venezuela,1960. Ees poeta y narrador. Es autor de la novela También el corazón es un descuido y del libro de cuentos Edición de lujo, así como de los poemarios Coyote de ventanas y Tal vez el frío. En colaboración con la periodista Cristina Marcano ha publicado la primera biografía documentada del presidente de Venezuela: Hugo Chávez sin uniforme. Una historia personal, de gran éxito internacional. La enfermedad ganó el Premio Herralde de novela 2006 y en el 2015 obtuvo el Premio Tusquets con su novela Patria o muerte. En 2018 publicó su novela Mujeres que matan. Es licenciado en la Escuela de Letras de la Universidad Central de Venezuela. Durante años ha trabajado como guionista de televisión, escribiendo telenovelas en Venezuela, Argentina, Colombia y México. Varios textos suyos han aparecido en medios venezolanos y extranjeros como El País, Letras Libres, Etiqueta Negra, Gatopardo, entre otros. Es columnista de The New York Times (en español) y del medio digital independiente venezolano Efecto Cocuyo. Su obra está traducida a distintos idiomas y ha sido reconocido en Francia, Inglterra y Alemania. En la actualdidad vive en la Ciudad de México.
Material enviado a Aurora Boreal® por Edimca. Publicado en Aurora Boreal® con autorización de Edimca. Foto Alberto Barrera Tyszka © tomada de internet. Carátula La enfermedad © cortersía Anagrama.