CARTA DE ALEMANIA (8)

Cervantes en tierra de tedescos

Mi Carta de Alemania del pasado mes de julio concluía de la siguiente manera: "Don Quijote y el idioma alemán. Todo un tema. Pero también Cervantes y el idioma alemán, donde a cuatro años de la publicación de Rinconete y Cortadillo, y por el sencillo procedimiento de convertir Sevilla en Praga, le infirieron un plagio que merece toda una Carta aparte, él solo. Queda prometida para una próxima vez". Y esa vez es hoy.

Una buena manera de introducirnos en el asunto es decir que a Cervantes le salieron en la vida dos Avellanedas: uno en la propia España, otro en tierra de tedescos, y que de ninguno de los dos se sabe cosa alguna a ciencia cierta. El compatriota se atrevió a continuar con una segunda parte las hazañas de Don Quijote, y el alemán tuvo la desfachatez de traducir Rinconete y Cortadillo a su idioma, "hinchando el perro" hasta casi el doble de su tamaño, trasladando su acción de las orillas del Guadalquivir a las del Moldava, y sin perder el tiempo en pequeñeces tales como darle crédito al autor de la historia original. Si bien es verdad que al final de su (¿su?) libro, hablando de Zuckerbastel –el nombre con que rebautizó a Monipodio–, deja caer las siguientes palabras: "(dessen Legenda gleichwol auch anderwärts in forma authentica beschrieben)", paréntesis muy significativo dentro del cual admite que la leyenda de Zuckerbastel anda descrita ya en otras latitudes, y lo que es mejor: "in forma authentica".

Y puesto que hablamos de rebautizos, comencemos por el título del que más que plagio es robo a mano armada, aunque ese arma fuese un simple cálamo: Historia von Isaac Winckelfelder und Jobst von der Schneidt, resultando bueno y conveniente mirar bajo la lupa los nombres de los protagonistas. Winckelfelder es un polisílabo que incluye el substantivo Winckel, o sea: "rincón", mientras que Schneidt, en el segundo nombre, significa "corte". Vale decir que el mero título configura ya una especie de solapado homenaje a Rinconete y Cortadillo.

[No como por ejemplo en un libro contemporáneo nuestro, que tengo ante mis ojos y en cuya portada campean un nombre y un título: "Rainer Werner Fassbinder, Das brennende Dorf (El pueblo en llamas)", siendo así que se trata, nada más y nada menos, de una versión todo lo sui géneris que se quiera, pero tan sólo versión, de Fuenteovejuna, de un tal Loppe von Aue, más conocido por Lope de Vega. ¡Oh manes del ©!... Pero volvamos a Cervantes].

Leamos cómo arranca su Rinconete y Cortadillo: "En la venta del Molinillo, que está puesta en los fines de los famosos campos de Alcudia, como vamos de Castilla a la Andalucía, un día de los calurosos del verano se hallaron en ella acaso dos muchachos de hasta edad de catorce a quince años; el uno ni el otro no pasaban de diez y siete; ambos de buena gracia, pero muy descosidos, rotos y maltrechos. Capa, no la tenían; los calzones eran de lienzo, y las medias, de carne; bien es verdad que lo enmendaban los zapatos, porque los del uno eran alpargates, tan traídos como llevados, y los del otro, picados y sin suelas, de manera que más le servían de cormas que de zapatos".

Por su parte, y haciendo previamente la advertencia de que traduzco trasladando a nuestros días la topografía del lugar, por si el lector curioso quisiera buscarla en un plano actual de la capital checa, la Historia von Isaac Winckelfelder und Jobst von der Schneidt se inicia de este modo: "No lejos de la capital imperial Praga, a mitad de camino entre Chrustenice y la dicha ciudad de Praga, en el lugar donde comienza la subida a la colina arenosa, y del cual por el Nerudová Ulice se llega a la Malá Strana, encontráronse antaño en el verano, alrededor del día de Santa Margarita, cuando de todos modos la canícula es más fuerte, dos jóvenes vagabundos (de los que uno andaba aproximadamente entre los veintiuno y los veintidós años, y el otro, por las trazas, probablemente era algo más joven), ambos de robusta complexión y no del todo de un aspecto deshonesto, sólo que no andaban precisamente muy bien vestidos, a juzgar por su ropa, dispuesta más bien para el verano que para el invierno, pues ni el uno ni el otro llevaban capa. Los calzones del uno eran de fustán, y hechos unos sietes, y los del otro, de la pura mugre no se podía distinguir si eran de paño, cuero o lienzo. Las medias de ambos eran de piel, la misma que sacaron del vientre materno cuando vinieron al mundo. Y aunque ni el uno ni el otro iban descalzos, sus zapatos se hallaban de tal guisa estropeados y en tales condiciones, que por los del uno se le podían contar nueve de los dedos que hubieran debido cubrir, mientras que en los del otro el agua podía entrar y salir a voluntad por entre las suelas".

Las 118 palabras de don Miguel se han multiplicado hasta las 214 del «original» (no de mi traducción) de maese Niclaus Ulenhart, que así se hizo llamar el autor de tamaño desafuero, y a tenor de este ejemplo creo que queda claro el procedimiento mencionado líneas atrás, que en lenguaje periodístico llaman "hinchar el perro", y yo, bastante más melómano que zoófilo, "transcripción para acordeón". Y para que mejor se apreciase, se me ocurre que una editorial española, subvencionada suculentamente por el ministerio de Cultura checo −como una tardía indemnización por daños y perjuicios a Cervantes−, debería publicar Rinconete y Cortadillo en programa doble con esta Historia de Isaac Winckelfelder y Jobst von der Schneidt, cual si fuesen unas Vidas paralelas a la manera de Plutarco.

rinconete 001Resulta curioso advertir que en el prólogo de su atropello, el tal Niclaus Ulenhart deja caer que una de sus intenciones, y no sólo eso, sino la más noble, es ésta: que aquellos de sus lectores que tuviesen el propósito de visitar el extranjero, y en especial quienes fueran enviados por sus padres a Francia, Italia, España, los Países Bajos o Inglaterra, y debiesen pasar algún tiempo en sus grandes ciudades, dispusieran pues, con su "Tractat" (de este modo lo caracteriza, como si fuera un Wittgenstein avant la lettre), de una especie de vademécum para defenderse de las cortes de los milagros, las óperas de los mendigos y los patios de Monipodio. Y ahí está el detalle, como diría el filósofo mexicano Mario Moreno: ese buen Niclaus Ulenhart no se priva de enlistar las ciudades a las que se refiere. Y que son, a saber: "París, Venecia, Nápoles, Madrid, Sevilla, Lisboa, Bruselas y Londres". ¿Se esconde otra referencia/reverencia críptica a Rinconete y Cortadillo en esa "Seviglia" de que nos habla?

Sea como fuere, en esta relación de las ciudades donde sería bueno haber leído las aventuras de los compadres Winckelfelder y Schneidt, para estar prevenidos de los riesgos y peligros que asechan en sus calles, también se cuenta Lisboa. Y hétete aquí que en 1682, pasados 65 años de la aparición del libro de (¿de?) Niclaus Ulenhart, hubo otro plagiario también oculto tras la máscara de un singular seudónimo, La Zelande, que publicó una coletánea de historias de pícaros... y entre ellas la de Winckelfelder y Schneidt, sólo que jibarizada en una séptima parte y ubicada en Lisboa. Pero con más desvergüenza que Ulenhart, porque éste, al menos, se preocupó de convertir el "color local" sevillano en praguense, mientras que La Zelande entró a mansalva en el texto de Ulenhart y le propinó costumbres y usos praguenses a los lisboetas. Pobres mártires, diría Cortázar, como si no tuviesen ya bastante con el fado...

No menos de nueve traducciones distintas de Rinconete y Cortadillo, si bien todas dándole su merecido crédito al ingenio alcalaíno, han llegado al público lector de lengua alemana desde el plagio de Niclaus Ulenhart, que se lo escamoteó. Hasta que por fin, en 1963, con la edición de las obras completas de Cervantes por Anton M. Rothbauer, se dispuso de una traducción a la que cabe el mérito de haber vertido en jerigonza autóctona (un argentino escribiría aquí "lunfardo") las germanías del original cervantino. Y que, curiosamente, a pesar de llamarse como se llaman, nada tienen que ver con Germania.

[Germanía es aquello que el diccionario de la RALE define como "jerga o manera de hablar de ladrones y rufianes, usada por ellos solos"; doña María Moliner como "argot de la gente maleante" y sinónimo de caló, "jerga de los gitanos"; y el Seco, haciendo honor a su condición de diccionario de uso, que lo es, en su acepción más reciente: "lenguaje informal que usan entre sí los individuos de una profesión o actividad", ilustrándolo con un ejemplo sacado de la obra de Gonzalo Torrente Ballester, "la germanía de los seguros y los servicios". Y la etimología de la palabra no nos remite a toponimias boreales, sino al fraternal "germanus" del latín, que significa lisa y llanamente "hermano"].

Durante el semestre lectivo del invierno 2001/2002, en el marco del Foro de Traducción Literaria de Germersheim (cuyas siglas alemanas construyen la palabra "Flüge", es decir: "Vuelos"), la profesora Araceli Marín Presno presentó una ponencia acerca de la hazaña depredadora de Niclaus Ulenhart, y la discusión que provocó estuvo centrada en hasta qué punto y en base a qué criterios se podría considerar traducción el texto de maese Ulenhart, cuáles motivaciones −satíricas o no− hubo en los cambios de confesiones religiosas que atribuyó a los protagonistas, y cómo debe interpretarse lo único verdaderamente original de su texto, que es el prólogo del libro. Como se ve, hay tela cortada para rato. Aunque me parece que la madre del cordero anda rumiando algo que resumió una amiga mía, la escritora argentina Esther Andradi, al enterarse del tema de esta Carta: "La Europa del tiempo de Cervantes estaba tan llena de pillos que a nadie se le hubiera ocurrido que las historias de don Niclaus Uhlenhart ya habían sido escritas en otra parte. Era la Internacional picaresca".

msacre beslan 001Estando casi a punto de concluir estos apuntes, me cae ante los ojos, rastreando archivos, una crónica fechada el 6.9.2004 por el corresponsal de un diario de Colonia, enviado a reportar de la masacre de Beslan, en el Cáucaso: "La escuela es puro escombros. Delante de la destrozada puerta de su biblioteca está un ejemplar de Don Quijote acribillado a balazos junto a los consejos de Lenin a los niños". Y me digo que mejor acribillado a plagios en las imprentas de Augsburgo, que a tiros en la dizque cuna de la Humanidad.

Ricardo Bada
España, 1939. Escritor y periodista residente en Alemania desde 1963. Con una obra extensa: autor de La generación del 39 (cuentos, 1972), Basura cuidadosamente seleccionada (poesía, 1994), Amos y perros (cuento, 1997), Me queda la palabra (ensayos, 1998) y Los mejores fandangos de la lengua castellana (parodias, 2000). Editor en Alemania, junto con Felipe Boso, de una antología de literatura española contemporánea (Ein Schiff aus Wasser [Un barco de agua]), y en solitario, de la obra periodística de Gabriel García Márquez y los libros de viaje de Camilo José Cela. Editor en España de la obra poética de la costarricense Ana Istarú (La estación de fiebre y otros amaneceres, 1991), y en Bolivia de la única antología integral de Heinrich Böll (Don Enrique, 1995) en castellano.

Carta de Alemania (8). Cervantes en tierra de tedescos enviado a Aurora Boreal® por Ricardo Bada. Publicado en Aurora Boreal® con autorización de Ricardo Bada. Foto Ricardo Bada © Ricardo Bada. Tropas rusas rescatando a niños osetas de la masacre en la escuela en Beslan perpetrado por terroristas chechenos.  Foto ©Itar-Tass.

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