Prefiero callar a tiempo

esteban brasca 004Entrevista a Raúl Brasca

Entrevistamos a uno de los más reconocidos cultivadores del microrrelato en América Latina, nacido en Marco Paz, provincia de Buenos Aires, Argentina. Este ingeniero de profesión, tiene en su haber múltiples publicaciones literarias tanto en las Américas como en Europa y, además, es crítico literario, conferencista y organizador de eventos internacionales sobre la microficción.

 

 

 

 


1. Entre muchas cosas que tiene tu libro Todo tiempo futuro fue peor, hay algo que me llama poderosamente la atención: el sentido del humor. ¿Es tu humor un espacio que nos abre el mundo con un toque de asombro, distancia y crítica?


Leyéndome he descubierto que mi humor es frecuentemente escéptico, ironizo sobre aquello que he perdido la esperanza de que cambie. Esto nos sucede a quienes hemos sido crédulos y optimistas demasiadas veces. El título del libro, creo, tiene que ver con ese sentimiento, aunque la microficción que se titula así parezca no tener que ver con eso. Pero es verdad lo que dices: el asombro es constitutivo no sólo de mi humor sino de mi manera de ver el mundo. Cuando era chico me asombraban esas flores que se abren cuando sale el sol y se cierran cuando se pone, pensaba ingenuamente qué clase de poleas y aparejos microscópicos se ponían en funcionamiento con la luz. Ese es el más antiguo antecedente que tengo de mis dos vocaciones: la literatura y la ingeniería (soy ingeniero). Claro que el apego al rigor del ingeniero protesta frente a la delirante imaginación del escritor y la única manera de conciliarlos que encontré es el humor. Porque lo dicho con humor es alegórico o irónico, traslada al lector la responsabilidad de establecer su valor de verdad. Entonces se introduce una distancia (el otro término que usaste) entre lo que cuento y quien lo lee: lo narrado está visto a través de la lente deformante del humor, hay una intención humorística que, tratándose de literatura, suele ser diferente de la simple comicidad y que el lector debe dilucidar para que la microficción tenga sentido. Hay también otra distancia que es inherente al género: mientras la novela es hospitalaria y nos invita a que la habitemos, a que nos introduzcamos lentamente en ella y vivamos allí hasta el final, la microficción, en razón de su brevedad y su carácter, exige que la consideremos desde fuera: no sólo nos pone en la intemperie sino que nos desafía con continuos sobreentendidos y compite con nuestra inteligencia.
Pertenezco a la clase de escritores que reflexionan sobre lo que escriben. No creo en aquello de "la literatura es como el amor: se hace y no se piensa en ello", frase con la que algunos escritores eluden hablar de su escritura. Quiero decir que soy crítico con lo mío y con lo de los otros, de hecho me he dedicado durante años a la crítica periodística de libros. Encontré en la microficción el formato ideal para ejercer la crítica porque el poder de fuego de su humor irónico es arrasador. Tal como corresponde al género, la crítica en la microficción nunca es directa, se hace mediante tiros por elevación, se da a entender mucho más de lo que se dice. Los blancos, habrás visto, son los productos "repetidos" con que nos saturan las imaginaciones raquíticas, las afirmaciones que se multiplican indefinidamente por pereza mental, ciertas concepciones trasnochadas de la literatura, ciertas valoraciones que se mantienen solamente porque provienen de fuente prestigiosa, y también algunas realidades que nos duelen.

 

2. He disfrutado mucho leyendo tu minificcón "La participación del público". ¿Es quizás un llamado a la perfección, al detalle, al trabajo?

Me parece que el tema último de esa microficción y de muchas otras que hay en el libro es el carácter elusivo de la realidad. En principio, el texto desmonta los hábitos mentales con que juzgamos lo que sucede: cuando el lector piensa que las muchachas levantan la mano por arrojo o ignorancia sucede que lo hacen por elección; cuando piensa que no las levantan por temor a la muerte, sucede que no lo hacen por temor a sufrir. La ficción parece significar que los humanos nos acostumbramos a todo y que podemos aceptar lo atroz como corriente y natural y afanarnos solamente por los matices, también que las cosas no son malas o buenas sino mejores o peores, según con qué se las compare. En cualquier orden de la vida, preferimos caer en manos de un profesional y no en las de un aficionado, trátese de médico, asesino o autor de ficciones. Sólo en ese sentido el texto se pronuncia en favor de la perfección, el detalle y el trabajo. El final, creo, provoca una sonrisa porque, aunque deje pensando en los significados apuntados y en otros, es también la culminación de una travesura que consiste en sabotear todos los intentos del lector de darle un sentido a la microficción hasta que leyó la última palabra.

 

raul brasca 0013. A propósito de un papa argentino: leyendo el texto "Adánico" Eva no es culpable de nada. La consciencia de Adán, de darse cuenta de comer una manzana, lo expulsó del paraíso. ¿El "pecado original", entonces, comienza con la filosofía?

Creo que sí: el pecado no es comer la manzana sino perder la inocencia. La inocencia es la aceptación del mandato sin preguntas ni cuestionamientos, es lo que se pide a los niños pequeños y a los monos amaestrados. La desobediencia es en sí misma intrascendente, lo grave es la conciencia de la desobediencia, haberla elegido, atreverse a pensar fuera de la ley divina: pensar todo desde el principio con la única ayuda de las leyes de la lógica y sin pedirle permiso a nadie. ¿Qué otra cosa es filosofar?

 

4. En la tradición literaria latinoamericana qué autores/as encuentras el 'buen' sentido del humor como 'estrategia de sobrevivencia'?

Esa estrategia ha sido señalada como muy argentina. Abelardo Castillo escribió: "El argentino no se ríe de contento, se ríe, digámoslo así, por instinto de conservación. Si dejara de tomarse la realidad en broma sería un perfecto amargado, cosa que suele pasarle, en cuanto se descuida un poco". Me siento aludido por esas palabras. ¿Nombres? Macedonio Fernández, metafísico y humorista, al decir de Borges. El mismo Borges, cuyo humor escrito tan sutil no es menos eficaz que el que mostraba en las entrevistas. Cortázar, por supuesto. Isidoro Blaisten, que decía que el humor es la única forma de piedad que no avergüenza, Fontanarrosa, Luisa Valenzuela, Ana María Shua, Clara Obligado y tantos otros. Seguramente me faltan lecturas para hacer justicia a los autores de otros países latinoamericanos, pero no puedo dejar de recordar el absurdo desopilante de Virgilio Piñera, los juegos verbales de Guillermo Cabrera Infante, los textos satíricos de Augusto Monterroso y las invenciones humorísticas de Alvaro Menen Desleal. Podría nombrar muchos más, sobre todo autores vivos y algunos de ellos amigos míos, pero prefiero callar a tiempo.

 

5. Si tuvieras que escribir una minificción sobre Panamá, tierra tropical, qué se te viene en mente?

Me viene a la mente el calor agobiante, pero ya lo contó García Márquez de modo insuperable. Me vienen a la mente jornadas de sudor y muerte en la construcción del canal, pero son más adecuadas al género novela. Seguramente escribiría sobre la gente, su modo de hacer confortable la existencia, algo que particulariza y describe el carácter de cada uno de los pueblos del mundo.

 

Sobre Raúl Brasca
Autor de cuentos, microficciones y ensayos. En 1989 fundó, con otros cuatro escritores, la revista Maniático Textual que estuvo en quioscos y librerías hasta 1994. Compiló quince antologías, once de ellas de microficciones, algunas en colaboración con Luis Chitarroni. Su obra ficcional y ensayística fue publicada en antologías, revistas y suplementos literarios de Argentina, Alemania, Brasil, Colombia, España, Honduras, Inglaterra, Italia, México, Perú, Portugal, Serbia, Suiza, USA y Venezuela. En su país recibió, entre otros, los premios del Fondo Nacional de las Artes y de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires. La Universidad de Carabobo (Venezuela) le confirió la Orden de Alejo Zuluoga. Fue ponente y conferencista en congresos internacionales, ha dictado clases magistrales, talleres y seminarios en varias universidades europeas y americanas y se desempeñó como jurado en certámenes literarios nacionales e internacionales. Creó las "Jornadas Feriales de Microficción" que coordina y conduce anualmente en la Feria del Libro de Buenos Aires desde 2009. Colabora con bibliográficas en ADN, revista de cultura del diario La Nación.

 

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Luis Pulido Ritter
Es doctor en Sociología y Filosofía por la Universidad Libre de Berlín. Ha escrito Matamoscas (poesía 1997), Recuerdo Panamá (novela 1998; 2005), Sueño Americano (novela 1999), ¿De qué mundo vienes? (novela 2010). Actualmente vive en Berlín. Escribe para el periódico La Estrella de Panamá y colabora con Aurora Boreal®

 

Entrevista enviada a Aurora Boreal® por cortesía del escritor Luis Pulido Ritter. Publicado en Aurora Boreal® con autorización de Luis Pulido Ritter. Foto de Luis Pulido©Christian Olguín. Foto Raúl Brasca © Raúl Brasca.

 

Entrevista para Aurora Boreal® y La Estrella de Panamá.

 

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