Gonzalo Millán - Domingos de poesía

Gonzalo Millán (Chile, 1947-2006). Poeta. Obtuvo numerosos premios: Pedro de Oña en 1968, Pablo Neruda en 1987, Premio del Consejo Nacional de la Cultura en 2003, Altazor de Poesía, Premio de la Crítica y Premio del Consejo Nacional del Libro y la Lectura en 2006. Millán posee plena conciencia sobre el acto poético y sus textos están dotados de significación y sentido. El gusto por la expresión justa y concisa y el desdén por los excesos verbales caracterizan su obra literaria, así como una marcada tensión narrativa. El poeta registra hechos comunes de realidades dispares a partir de un contexto propio, dando origen a un amplio abanico de imágenes que pasan por el diálogo interartístico, la metapoesía, el trasunto afectivo o escenas relacionadas con la dictadura, entre otras. A la edad de 59 años le diagnosticaron un cáncer de pulmón terminal. A partir de entonces comenzó a escribir un diario de vida y de muerte (Veneno de escorpión azul). Falleció cinco meses después. Sus cenizas fueron arrojadas sobre los pimientos del cerro San Cristóbal.

TU QUEBRADO VIDRIO ROJO

Tu sangre se seca en mi vientre
como una mancha de oxido
y entre tus piernas partidas
se pega el dolor del lacre.
La almohada moja mi mejilla
con tus lágrimas
y seguimos aguardando mudos,
entre encajes y sedas arrugadas,
el silencio del muerto
o el grito del recién nacido.

               (Relación personal, 1968)

 

 

48

El río invierte el curso de su corriente.
El agua de las cascadas sube.
La gente empieza a caminar retrocediendo.
Los caballos caminan hacia atrás.
Los militares deshacen lo desfilado.
Las balas salen de las carnes.
Las balas entran en los cañones.
Los oficiales enfundan sus pistolas.
La corriente penetra por los enchufes.
Los torturados dejan de agitarse.
Los torturados cierran sus bocas.
Los campos de concentración se vacían.
Aparecen los desaparecidos.
Los muertos salen de sus tumbas.
Los aviones vuelan hacia atrás
Los «rockets» suben hacia los aviones.
Allende dispara.
Las llamas se apagan.
Se saca el casco.
La Moneda se reconstituye íntegra.
Su cráneo se recompone.
Sale a un balcón.
Allende retrocede hasta Tomás Moro.
Los detenidos salen de espalda de los estadios.
11 de Septiembre.
Regresan aviones con refugiados.
Chile es un país democrático.
Las fuerzas armadas respetan la constitución.
Los militares vuelven a sus cuarteles.
Renace Neruda.
Vuelve en una ambulancia a Isla Negra.
Le duele la próstata. Escribe.
Víctor Jara toca la guitarra. Canta.
Los discursos entran en las bocas.
El tirano abraza a Prat.
Desaparece. Prat revive.
Los cesantes son recontratados.
Los obreros desfilan cantando
¡Venceremos!

               (La ciudad, 1979)

 

 

XVIII

Quiero decir amor
hasta perder la voz,
la entraña, el seso,
tal como todo
lo que en aire, mar
y tierra alienta
y clama por pareja.

Me prometo:
No más saña de alacrán
en círculo de fuego.

               (Dragón que se muerde la cola, 1984)

 

 

ANANÁS Y ANÉMONAS

Te vas y además del cepillo
te llevas a la niña
de mis ojos, el diamante
de mi pinacoteca privada.
De la pared desclavas
la reproducción de Matisse,
«Ananás y anémonas».

 

 

VASO

Un espejismo cristalizado
de la sed es el vaso;
palacio límpido con un foso
sin puente, resbaladizo.
Deseo insaciable de nada.
Salvo el aire.
Allí es leve lo pleno
y lo hueco es grave.
Bebo vidrio del vaso vacío.

          [Epitalamio]

 

 

NIÑO

Encontraran siglos después,
cuando sólo queden los envases
de una sociedad
que se consume a sí misma,
sus restos
de pequeño faraón dentro
de un refrigerador descompuesto,
enterrado
bajo unas pirámides de basura.

          [Automóvil, 1968-1982]

 

 

AUTOMÓVIL

El automóvil es celeste, metálico y cromado
con un motor, rejillas, estanque y hélices,
lubricados con aceite mineral y grasas,
que ruge, tiritan, se vacía y giran
por medio de pedales, botones y llaves.
Dentro van por tubos, líquidos minerales
que una chispa prende con ruido y humo quema.
Tiene luz generada por baterías con ácido,
cables multicolores finos y faroles,
intermitente y roja para las señales,
amarilla para las noches y la niebla.
Las puertas se abren, cierran, suaves,
y para introducir o dejar el aire
los vidrios se bajan o suben.
Los asientos acomodables se reclinan.
rellenos de resortes, esponjas y espuma,
recubiertos por el plástico y la goma.
Las cuatro ruedas de caucho ruedan
y con un volante se tuercen o enfilan.
El acelerador se aplasta sin freno corre;
las llantas resbalan, chillan y se queman,
se abolla la lata y quiebra, retuerce,
los esmaltes y cristales se destruyen,
y el hombre puede salvar ileso o muere.

          [Automóvil, 1968-1982]

 

 

PISCIS

Los ojos de los peces
estaban
siempre mirándonos,
abiertos y voraces,
desmesurados como soles.

Y lo ignoramos
con nuestra ceguera
de gusanos,
atentos únicamente
al dolor del anzuelo.

          [Piscis, 1969-1982]

                (Vida, 1984)

 

 

EXIT

Salimos de Chile en la motonave Rossini
y viajamos lo que demoró su autor
en componer «El Barbero de Sevilla»:
trece o catorce días.

Cuando cruzamos el Canal de Panamá
vimos un zapato flotando
en la esclusa Miraflores.

Yo me preguntaba
adónde iríamos una vez en tierra
cuando venciera la visa
panameña de una semana.

Mi única obsesión, saber
si era derecho o izquierdo aquel zapato
a qué pie había pertenecido.

 

 

EQUIS

Los días son cortos.
Largas las noches. Blancas
las inmensas extensiones comunes.
Si salgo ando encapuchado
como un monje por los corredores
de este monasterio frío.
Un sol de rayos equis
radiografía los bosques
de ramas desnudas, y mis manos
esqueléticas, sin guantes.

 

 

DOCTOR DE LOS PARAGUAS

Nos vamos. Y hasta el Doctor
de los Paraguas
abandona su cubículo y emigra
a climas que cree más propicios
—no sabe que lo esperan
lluvias ácidas, tornados
radioactivos— señalando:
imposible zurcir los agujeros
de este diluvio de balas.

          [En el país de la hoja]

               (Seudónimos de la muerte, 1984)

 

 

VIRUS*

Si llevas el veneno
en las fauces,
muérdete la cola
donde está el antídoto
como el ouróboros.

          *«Humor de la víbora» para los griegos.

 

 

RESERVA

Estoy sordo a la palabrería de los ágrafos.
Estoy ciego
a1 literateo de los grafómanos.
Son cada vez menos las palabras
que incrusta en el papel mi pluma.

Son cada vez menos las palabras
que salen de mi boca embozada
por el bigote que zurce mis labios
con cientos de puntos entrecanos.

 

 

AVISPA

Entintando el aguijón
en su propio vientre
blanco y negro como rea
escribe la avispa,
y se lamenta,
mas no ceja de hundirse
con desalmada obcecaci6n
en carne propia.

               (Virus, 1987)

 

 

EL MANDARÍN DE SIBARIS

Con dos palillos chinos
cojo tus pezones, dóciles
y los estiro lo preciso,
como frambuesitas rosas,
para apresarlos
                            con mis labios.

               (5 poemas eróticos, 1990)

 

 

TRASPARENCIA DE LA SANTA MARIPOSA (3)

La transparencia está fija en la pantalla
como una alucinación sumisa
o dócil espejismo.
La santa salta de la luz a las tinieblas
una y otra vez avanza y retrocede
de las tinieblas a la luz gira
en el carrusel de la luz a las tinieblas.
Va y viene de la máquina de la sala
del Claustro de los Bojes al Museo Fabre,
del simulacro a la blanca y vacía pantalla.
Permanece allí quieta por un rato
desplegándose temblorosa.
El manto púrpura que la envuelve
con sus sangrientos lazos
le da alas de dañada mariposa.

          [Zurbarán / Diapositivas de Santa Águeda]

 

 

EL ESCRITORIO (5)

San Jerónimo traduce a tropezones,
pero igual avanza la Vulgata.
Los versículos se suceden como los días.
A veces las iniciales en los folios
se abren como ventanas de catedrales.
Coros de alabanzas retumban
en la penumbra del templo.
Después del éxtasis el regreso al desierto
acompañado del león
que se pasea como enjaulado
por la biblioteca.
Los diccionarios son inservibles.
Las lenguas tartamudean
riñen y se traban
Reina el silencio en la caverna.
San Jerónimo escucha la música
que brota de las entrañas de la tierra.
Escucha las lluvias subterráneas,
las goteras de lágrimas,
los ecos del llanto en pozos y lagunas.
El viento roncando en el órgano del abismo.
La vuelta al trabajo.
La dureza de la piedra contra la acidia.
La cabeza es una fosa común,
el corazón es una tumba vacía.
Las páginas pasan y pasan como las aves que emigran.
Vuelta a los errores y terrores de la blancura,
al tintero, la pluma y la pequeña cuchilla.

          [Postales de Caravaggio / San Jerónimo en meditación {Montserrat}]

               (Claroscuro, 2002)

 

 

AUTORRETRATO LÚGUBRE

          ¿Mi secreto? Te lo diré al oído:
          ¡Estoy enamorado de una muerta!
          Amado Nervo

          Layelfuñ tañi ñuke
          Yo mismo me morí cuando se murió mi madre.
          Expresión mapuche

Yo de pie junto a las negras cortinas
de terciopelo con mi linterna.
El guardián de una memoria envenenada.
El sereno de un museo de cera.
Yo el empleado de una funeraria
enamorado de la bella difunta.
Mi corazón como una cámara ardiente.
Yo el timonel de una barca podrida
que se hunde apaciblemente en la niebla.

 

 

CON FOTO DE LUTO
(Aetatis sua: 20 años)

Imperaba una tórrida luz de rayo
en la terraza del cerro aquella tarde.
Sobrevivíamos al verano siniestro
del 67, aquel del tiro de la Violeta.
Como un casco de laca negra
mantenía la cabeza engominada
y un banlón de mangas cortas
liviano y negro como el carbón de espino.

El tiempo ha subrayado las sombras
del pelo azul y las ropas del tordo
y blanqueado la cara del muchacho
cegado por el fogonazo de la muerte.
La imagen que se desvanece con los años
va regresando a su negativo.

 

 

AUTORRETRATO CON CALAVERA

Estoy sentado en las rodillas huesudas
de una calavera
vestida con largas ropas de mujer.
Hay pulseras con monedas de oro
tintineantes en sus muñecas flacas.
Anillos con piedras preciosas ensartan
los huesos finos como las patas de un pájaro.
Collares de dientes de leche cuelgan del cuello espinudo.
Los pequeños huesos de los pies
están calzados por menudos escarpines.
La calavera sonríe sin boca y sin labios.
Sonríe orgullosa mirando el esqueleto
del niño nonato acunado en su regazo.
Estoy tan leve en sus manos
como las migas de una hostia,
amparado cual esqueleto de una hoja
o un caracol vacío.

 

 

AUTORRETRATOS NUMERADOS

#500
(Como Miles)

Tengo puñados de ojos en la frente
Cadenas de narices en la cara
Cardúmenes de bocas
Centenares de orejas
Millones de pelos.
No vengo de la unión de dos cuerpos
Procedo de muchos y voy hacia ellos.
Soy grande, pequeño, alto, bajo,
Gordo, flaco, cobrizo, negro, blanco.
Somos uno solo y sin nombre y sin rostro
Aquí me llamo Miles.

               (Autorretrato de memoria, 2005)

 

 

NOCTÁMBULOS / EDWARD HOPPER

          Trato de expresar que el café nocturno es un lugar donde
          uno puede enloquecer y hasta cometer un crimen.
          Vicent Van Gogh

          Eso pintó Edward Hopper, un mundo de cosas frías
          y rígidos encuentros entre maniquíes vivientes.
          Enrique Lihn

1.

En la esquina iluminada de la cafetería
no se oyen los chillidos de los halcones
cazando mariposas al vuelo
en los nimbos de los faroles.
Como veloces acróbatas cruzan
los altos edificios de ventanas oscuras,
las calles vacías con tiendas cerradas.

2.

Yo no soy el hombre que aparece de espaldas
sentado en la cafetería de la esquina.
El hombre que se sacó el sombrero encintado
hace un rato y se rascó la cabeza.
El que se volvió a mirar por la ventana
hacia allá afuera, hacia la calle vacía
como Orfeo se volteó a mirar a Eurídice.

3.

Tampoco soy el hombre que toma
su café tinto y fuma en silencio,
ni el mozo de blanco a punto
de hundirse detrás del mostrador.

4.

La pareja que dejó de hablarse
sigue callada rozándose los codos
quieta sobre los taburetes.
Casi nadie tose en este cuadro.
Los escasos clientes hablan
lo mínimo y sólo al mozo de blanco
sumergido detrás del mostrador.

5.

El silencio carga con café los colores.
Lo que discurre por nuestras cabezas
y no se dice es la camisa de un proyectil
que no se dispara y sólo espera el gatillo.
Detrás de la mujer del vestido rojo
que se mira las uñas con ojos de lima
la pared es de un intenso amarillo
melón con un rectángulo ocre.

6.

Mientras falla el maquillaje y la barba crece
se van poniendo las caras abuhadas.
No queda más que esperar que pase la noche
matar el tiempo casi sin mirarse ni moverse
frente a una taza de café fumando un cigarro.

7.
Termina un día que nunca empieza.
Un día que no es lo que fue
y que ya no será lo que pudo ser.
Sólo queda contemplar una mosca insomne
fija como un clavo en el mesón de linóleo
y oír la polilla que choca contra el ventanal
como dedos avisando una imposible llegada.

8.

El mozo que envasa la mostaza
se levanta con una reconcentrada parsimonia.
Envasa más mostaza de lo necesario
a la vez diligente y ocioso,
para los clientes que no vendrán esta noche.

9.

En el café aislado y visible
no se oyen las bocinas de los barcos
ni los gritos noctámbulos de las aves rapaces.
Los ojos abiertos miran sin ver nada.
En silencio cuentan los azucareros y saleros,
los escarbadientes y servilletas
frente a una ringlera de taburetes vacíos.

10.

El azúcar es un pretexto para revolver
las tazas que entibian las manos frías.
En el silencio sólo se oyen la sal
en los cascabeles del mar antes de caer
como una lluvia de arena en el plato con carne.

11.

En el silencio del acuario se oye
explotar una cerilla de cartón
como una cañonazo
y después de la expiración del humo
como un huracán sin nombre.
El ventilador de la cocina rechina
al aspirar el olor a cebolla frita
y el sésamo tostado de las hamburguesas,
los giros de las aspas barren el perfume
del Lucky Strike y el chicle mentolado,
el desodorante, el húmedo aserrín del urinario.

12.

Los sombreros pesan y hunden las cabezas
en los hombros en los hombres sentados.
Dejaron el diario plegado de un día ilegible
y están mirando fijamente
el Santo Grial sin reconocerlo
en las rojas copas con gelatina coagulada.

 

 

RETRATO DEL PAPA INOCENCIO X
SEGÚN VELÁZQUEZ POR FRANCIS BACON

Suponte que despiertas de una pesadilla
vestido como un hombre con faldas.
Estás sentado con la boca abierta
en el sillón del dentista;
en el carro de una montaña rusa,
estás aullando en una silla eléctrica.
Gritas con un largo grito sin grito,
¿de angustia, de dolor, de espanto?
un grito que se escucha con la mirada.

 

 

PABELLÓN

El pabellón es azul verdoso en la penumbra
y verde azulado cuando se prenden las luces.
Mientras los sanos fabulan males imaginarios
el enfermo asiste a la escuela del sufrimiento.
El dolor es la fanfarria de una trompeta escarlata
y la anestesia es de un hielo azul blanco.
El aire del pabellón sin ventanas está tibio.
El radiador y la unidad diatérmica zumban.
El calefactor que mantiene los instrumentos
a la temperatura del cuerpo está encendido.
No hay diferencia de calor entre la cánula
y la fosa, los fórceps y las pinzas de biopsia.
Detrás del trío de tubos de oxígeno
las vejigas de gaita del insuflador
se inflan y desinflan acompasadamente.
Sobre la mesa esterilizada y reluciente
la máquina de coser cose y descose.
El paraguas se abre y se cierra
como una gran flor negra.

               (Gabinete de papel, 2008)

 

 

El cangrejo


El cáncer es el adversario
de una lucha libre, ahora maestra,
te tiene cogido con una llave,
se esfuerza por plancharte.
Con la mano que golpea tiene
la pirámide cabeza abajo,
se endereza y recupera su lugar.

               (Veneno de escorpión azul: diario de vida y de muerte, 2007)

 

 

gonzalo millan 350Gonzalo Millán (Chile, 1947-2006). Poeta. Obtuvo numerosos premios: Pedro de Oña en 1968, Pablo Neruda en 1987, Premio del Consejo Nacional de la Cultura en 2003, Altazor de Poesía, Premio de la Crítica y Premio del Consejo Nacional del Libro y la Lectura en 2006. Millán posee plena conciencia sobre el acto poético y sus textos están dotados de significación y sentido. El gusto por la expresión justa y concisa y el desdén por los excesos verbales caracterizan su obra literaria, así como una marcada tensión narrativa. El poeta registra hechos comunes de realidades dispares a partir de un contexto propio, dando origen a un amplio abanico de imágenes que pasan por el diálogo interartístico, la metapoesía, el trasunto afectivo o escenas relacionadas con la dictadura, entre otras. A la edad de 59 años le diagnosticaron un cáncer de pulmón terminal. A partir de entonces comenzó a escribir un diario de vida y de muerte (Veneno de escorpión azul). Falleció cinco meses después. Sus cenizas fueron arrojadas sobre los pimientos del cerro San Cristóbal.

 

 

Material de consulta:
Virus. Chile: Ediciones Ganymedes, 1987; Strange Houses. Canadá: Split Quotation, 1991; Trece lunas. Chile: FCE, 1997; Claroscuro. Chile: Ril editores, 2002; Autorretrato de memoria. Chile: UDP, 2005; Seudónimos de la muerte. Argentina: Eloisacartonera, 2005; 5 poemas eróticos. Argentina: Eloisacartonera, 2005; Veneno de escorpión azul: Diario de vida y de muerte. Chile: UDP, 2007; Gabinete de papel. Chile: UDP, 2008; La ciudad. Madrid: Amargord ediciones, 2014; El viajero sin vuelta: Antología personal de Gonzalo Millán. Carlos Decap (ed.). Chile: UDEC, 2020.

 

"Domingos de poesía" es una idea original del poeta Sergio Laignelet, colaborador de Aurora Boreal®. Se publica semanalmente. Toda la selección y cura de los materiales por Sergio Laignelet.

sergio laignelet 250

Sobre Sergio Laignelet
Bogotá, 1969. Poeta colombiano residente en Madrid, editor, corrector de estilo y ortotipográfico de publicaciones educativas y culturales. Libros publicados: That's all Folks! (poemas animados). Madrid, 2017; Cuentos sin hadas. Canarias, 2010; Carnaval (plaquette). Bogotá, 2007; Malas Lenguas. Bogotá, 2005. Ediciones bilingües de CSH: Danés: Omvendte eventyr. H. Krarup trad. Copenhague, 2017; Francés: Contes á l’envers. R. Durand trad. Toulon, 2015, y Colomiers, 2017 (además, poemas suyos han sido traducidos al inglés, portugués, italiano, sueco, finés, polaco y japonés). Antología editada: Gatimonio: poemas de gatos de autores hispanoamericanos. Madrid, 2013.

Poemas de Gonzalo Millán. Selección de poemas: Sergio Laignelet. Material enviado a Aurora Boreal® por Sergio Laignelet. Poemas publicados con autorización de ©Herederos de Gonzalo Millán. Copyright y autorización de las fotografías ©Paz Errazuriz. Fotografía Sergio Laignelet © Lorenzo Hernández.

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