Y ADEMÁS
mi corazón
tiene la culpa
porque nació
tan tibio y sorprendido
y yo también
un poco
y este cielo
y estas mañanas libres
y estas calles
por donde el aire estalla
y este gran infierno de los hombres
tiene la culpa
Pero
sobre todo
mi corazón
que no me deja
mi corazón
que me derrama
y me pierde
La culpa es mía
la traigo desde lejos
pero qué puedo hacer
sino vivir así
y andar a cada rato
con un dolor
y un sueño
custodiándome
Qué puedo hacer
si el corazón
me vino enorme
y tiembla
por cada soplo liviano
qué puedo hacer
sino abrazarlo
o cuanto más
echarlo al aire
DESDE ENTONCES
repetí día a día
mi peregrinación
hacia ese lugar de luz
Desde que descubrí
que allí estaba el centro
y que mi vida giraba
sobre ese pozo incandescente
se apoyaba en esa superficie
de mármol veteado
volví y recuperé
un poco de mi eje
tan oscilante siempre
y recuperé la modestia
la secreta confianza
los momentos que salvan
Junto a la superficie de mármol
apoyado en la madera gastada
reflejando sobre un espejo lateral
la indecisión y el miedo
descubrí la existencia
de una unidad
que excede todo lo previsto
descubrí la relación
entre los rostros
y los lugares
y los objetos
y el recuerdo
y todo lo que vendrá
y que algunos soñamos
Vuelvo
vuelvo oscuramente atraído
pareciera que para salvarse
basta el abandono
y la obediencia
a lo que no se elige
SIETE POEMAS
IV
¿Sin conocer
no puede
el ave
cantar?
¿O sí puede el ave?
Cantar no es
sino
un sol
¿Sabe
el ave
de su sol?
¿Saber versa
sobre
lo que el ave
cantar
no puede?
Pero igual
el ave
canta
sin saber
¿Qué es
entonces
saber?
Si el ave
sin saber
canta
el río
sin saber ríe
el viento
sin saber
filtra
su suave sonido
entre las
ramas
¿sobre qué versa el saber?
¿Sabe
acaso
el ave
de dónde sube
el sonido?
Voz
sonido
silbo
¿sabe el que aprende?
Pájaro luz sonido
vienen
meneándose
rodando
desde la piedra
desde el silencio solapado
tejido púrpura
rodaja azul
cuarzo
cristal
ojo
aire vibrátil
palma
vórtice
torbellino
remolino de espuma
el pájaro
sabe y no
sabe
suspira apenas
y sale
de él
un sol
Sin saber
saber
Siembra
su luz
¡su lu mi lu!
sin saber
teje
su urdimbre
el bosque
Le paradis n´est pas artificiel
pero
¿quién lo logra?
¿Es este sol
el paraíso?
¿es este trino
el bosque
el ave
el paraíso?
¿y luego
agonía?
¿Fue inútil
toda
la ardua
relojería
de los años
el ascenso de siglos
los signos en el metal
borroso
en la piedra
en la semilla
—chispa guardada en la tumba
para alimento del viaje—
¿fue inútil saber?
Si soplas sobre el viento
si agregas al nudo de aire
tu nota
tu no tan limpia nota
tu nota sola
¿sumarás algo al saber?
¿Un flash
y luego
la agonía?
¿El paraíso
será
sólo
el olor de la menta?
¿y los ojos perdidos
de la vaca?
¿y las orejas
del galgo
siguiendo
el rastro
huidizo
de la liebre?
¿y el relincho
del potrillo
cabalgando apenas
por un pájaro negro?
¿sólo un relámpago
el paraíso
y luego
la mella inevitable
de una hora
de agonía?
El oscuro
saber
del ave
la naranja
que cae
la hierba
que se
inclina
¿bosquejan acaso el paraíso?
Le paradis n´est pas artificiel
es
real
aunque
fugaz
Cruza
apenas
el aire
como la frágil mano
que atraviesa
la llama
¿y después?
¿una hora de agonía?
Saber versa paradis
paradis saber versa
mellado flash saber
saber relámpago paraíso
El ave
avala
el paraíso
sin saber
y tú
que manipulas
monedas
que degradas
tu ojo
que desquicias
tu lengua
que tanto
discurres y
acumulas
que rentas
ruedas
rumias
que sin descanso
recorres
tierra y mar
para
aumentar
no se sabe qué
¿o se sabe?
no logras
saber
lo que el
ave
sabe
al cantar
Pierde su sitio
y
ya no aprende
el hombre
Sin espacio
no puede
el alma
sin su espacio
no puede
sin su espacio
alma
ni cuerpo
pueden
Mas el ave
no pierde
ni la piedra
pierde
ni pierde
el caballo
ni la abeja
relincho gravedad silbo zumbido
¿sólo tú
pierdes
entonces?
(Jugar con fuego 1956-1984, 1996)
VARIACIONES
El vuelo blanco
sobre el agua
el movimiento del vuelo
del ala
rozando el agua
qué busca el vuelo
cuando vuela?
qué busca
cuando baja?
qué busca
el vuelo
cuando sube
y sube?
qué busca
cuando cae?
qué busca
cuando no baja
ni sube
y sólo duerme?
cuando baila
o cuando traza líneas
desganadas?
cuando un vuelo
se tiende
encima
de otro vuelo?
qué busca
en la noche
en la tormenta?
qué ha perdido
ese vuelo
que no cesa
su ala?
qué diálogo
tiene con el aire?
qué goce recibe
del rocío
de la lluvia?
qué condena
se cumple
con el vuelo
qué alegría
se alcanza?
qué destino
de amor
qué cortejo se teje
en la rama del cielo
en la luz del relámpago
en la sombra
sombría
en la tiniebla?
y si es una danza
el vuelo?
si es un duelo
incesante
con la muerte?
si es colmena de luz
que se construye
en grano
en gota
en invisible espuma
y si el vuelo
blanco
fuera la mano de dios
y el mar
su alcoba?
si fuera una señal
un signo?
si no hubiera
ave que volara
y sólo fuera
luz precipitada
blanca escritura
augurio ancestral
o cifra indescifrada?
un dibujo
una clave
si el vuelo fuera paz
que se derrama?
si el vuelo fuera flor
que se deshoja?
o si fuera
la órbita
de un alma
desasida
una respiración
un hálito
un suspiro de amor
una búsqueda inquieta
de puerta en puerta
de nube en nube
tocando techo
cima
nada?
un desconsuelo de amante
en su desvelo
que busca
y busca
sin encontrar
sin consolar
sin saciar nunca?
no hay pez
en el final del vuelo
no hay carne
no hay carnada
no hay juego en el final del juego
si el arabesco blanco
fuera
hilo que se envuelve
en un ovillo
que los ojos no ven
corpúsculos de luz
en incesante boda
deseo insaciable
vuelto y vuelto
a ovillar
en círculos perfectos
en óvalos
sin tocar nunca
pluma
cuerpo
ala?
Saint Nazaire, 20 de abril de 1989
DEL MIRAR VACÍO. Del andar
vacío. Sin palabras. ¿A quién?
Al polvo? Al viento? Al río?
A las tumbas?
Retirado. Recogido. Pertrechado.
Aguarda. Para que nada hiciera
mella. Pero todo lo hacía.
Los pasos. Recorrer. El polvo
un día. Otro día. Y el calor.
Mientras. Mientras. Todo era
mientras. Lo supo. Lo quiso.
El río, las tumbas, el camino.
Nunca nadie. Nada allí pudo.
Ser. ¿Para qué, ya? Se cierra
el círculo cuando
la noche
cae.
(Filtraciones, 1996)
VACILACIÓN
Poco a poco
se aleja
aquello que parecía
indispensable
no se pierde
está enclavado
en lo cóncavo
sólo hay dolor
en el comienzo
mas éste es un estado
transitorio
poco a poco —digo—
llega una ráfaga
inesperada y viva
calles olorosas
cielos con lluvia
persistente
piedras polvos pasiones
espeso amor
música trunca
estar sentado frente
al mar
y ver pasar los barcos lentos
mientras vencejos azules
arrasan con sus vuelos
ver esa luz inmensa
verde morada
que el viento arrastra
sobre la playa blanca
es otra donación
de la mañana
el río sin embargo
no ha sido desplazado
el mínimo hilo de agua
que corre silente
o torrentoso
por llanuras y colinas
custodiado de sauces
oculto a veces
persiste todavía
y se acrecienta
en el milagro sutil
de la memoria
en lo cóncavo yace
y aun en el olfato
subrepticiamente llega
arroyo río vibrante
y expande su murmullo
el que sale
oscila
el que asoma la nariz
recibe un viento
adverso
lenguas impenetrables
resistencia de seres
y de cosas
el tanteo es la forma
el balanceo inestable
adentro afuera
oscila el cuerpo
y el alma oscila
no hay piedra ni mano conocidas
se pierde el suelo
en la vorágine
hay que nombrar de nuevo
árboles y pájaros
nombrar nombrar nombrar
abolir el desdén
acumular palabras
acariciar sonidos
una vida
se sustenta
en mínimos milagros
cotidianos
pan carne dorada humo
los remotos ahí están
mas habrá otro
alguna vez?
llegó también inesperado
un soplo arrasante
una ráfaga
una unción
una luz temblorosa
que iluminó
baldíos y rincones
y se hizo
cada vez más sólida
y servicial
y dócil
«y mientras duró
de todo hizo placer»
a veces llega
simplemente
con dejar correr el agua
sin conducir nada
siguiendo el rumbo
indeciso de los pasos
flotando casi
en esa luz
sin ir hacia el norte
o hacia el sur
sólo yendo
la ráfaga puede
alterar
lo que parecía destino
destino hay también
en ese andar
desprevenido
allí se instala
y delimita y tiñe
el color de los días
destino es el azar
la línea zigzagueante
el espacio
la piedra del camino
¿hay acaso un lugar
que sea el lugar?
en el comienzo
cualquier desplazamiento
incuba desazón
¿cómo perder sin pesar
aquellas tardes vacías
la lluvia lenta del otoño
o la sequía
las lagunas
los mínimos arroyos indecisos
el rigor del verano
las calles
donde la luz se demora
y el viento
que sopla
y sopla hasta en el sueño?
se pierde el pie de pronto
y de cada cobijo
surge la intemperie
hay un arco de fuego inhabitable
una pólvora ardiente
una premonición
un presagio
una fractura
un día
en plena calle
una mañana
quizá de otoño
grisácea
entre el ruido
y la música
estridente
en plena calle
un ritmo que
venía en el aire de afuera
anidó
en el cuerpo
se hizo uno
y de a poco el que era
fue dejando de serlo
y fue uniéndose al contorno
y las manos y los ojos
y los labios
fueron perdiendo pertenencia
invadidos
o más bien anegados
o disueltos
el que andaba en la mañana
se detuvo
ya no podía avanzar
la calle era ruidosa
y la música estridente
y el que empezó
ya no existía
todo estaba desbordado
y lo de afuera dejó de estar
afuera y lo de adentro
salió del interior
y el movimiento se detuvo
los ojos dejaron
de ser un sentido individual
y también el oído
el tacto el gusto
el olfato y la respiración
sobre todo se hizo
espaciada lenta
y aceptó el ritmo ordenador
cesó toda diferencia
y una y la misma
fueron todas las cosas
sin intersticios
ni ranuras
ni huecos
ni vacíos
se borraron
los límites hostiles
lo mío y lo tuyo
ya no hubo negro
ni blanco ni rojo
ni alto ni bajo
ni bueno ni malo
nada mantuvo su sustancia
o quizá sí
el cuerpo apenas consciente
salió entonces de sí mismo
derramándose
sobre el contorno
y el contorno antes
inaprensible
dejó de ser hostil
o indiferente
el soplo
la ráfaga
duró sólo un instante
en el tiempo
pero salió de él
y por unos minutos
—20 más o menos— dijo
Yeats, «estaba bendito
y podía bendecir»
qué es lo que sigue?
por encima de estos desniveles
qué es lo que se arrastra
por debajo?
ecos lejanos
muertes
amigos abatidos
el propio estrago de los
años
apenas se divisa lo que fue
callecitas campos caminos
arbolados arbustos matas
viejos paraísos de sombra escasa
lagunas estáticas ganado
ambulante caballos chúcaros
pastando al anochecer alto
campanario expandiendo en
el aire sus sonidos de celebración
o muerte
brilla acaso aquel cielo
todavía?
fue tan intenso entonces
que el resto resta oscurecido?
¿es el soplo de un tiempo
intemporal sin antes
ni después
cristal aislado
en el espacio abierto?
sobre la tierra escarpada
todavía crece el pasto
en lugares pedregosos
y en los valles el sol
renueva a diario su luz
y su calor
vuelve el viento del norte
a deshacer las nubes
en la tierra
hay poco más que rotaciones
otoño primavera
un simple desfasaje
lo que al principio perturbó
se vuelve luego natural
y uno vive en un lento
desapego
la movilidad es al fin
la ley universal
toda morada es movediza
las piedras son las mismas
y también lo son las hierbas
los árboles florecen
y aquel caballo solitario
que pasta en la llanura
se lo vuelve a encontrar
en el cerro
en la colina
sauce eucalipto fresno
pino ciprés jacarandá
nubes ligeras
en un cielo verde
nubes oscuras
nubes nubes navegando
indiferentes por los cielos
y los mares
llevan
sonidos murmullos
intensidades
los mezclan los difunden
los derraman
pájaros blancos
en un cielo gris
nubes gaviotas incansables
nubes ligeras reposan
sobre la tierra escarpada
dejan su sombra
al alba suenan
las sirenas
despierta el ruido
el miedo
las plegarias
ante los ojos cimbra
la amenaza del día
el temor de la muerte
viene de nuevo
y esgrime su cuchillo
uno quisiera entonces
borrar lo que engendró
dolor
pero no puede
no alcanza la piedad
es tarde para todo
no hay gesto tan amplio
que cubra hombres
pájaros hormigas
y la pesadilla persistente
que arrebata el sueño
(Ramas sueltas, 2004)
ME HUBIERA
gustado
a mí también
como aquel viejo
de Wallace Stevens
en China sentado
bajo un pino
refugiarme
bajo un árbol
cualquiera
bajo
un sauce
o un fresno
a reposar
y repasar
momentos
vívidos
mirar de paso
pasar
como aquel viejo
no las alondras
que no he visto
nunca
sino las bandadas
de patos
y bandurrias
renovadas
sobre ríos y
lagunas
en un cielo
total
sin una nube
reposar
mientras el viento
trae sus voces
y un silbido
tenue
acompaña intervalos
luminosos
u oscuros
el reposo
recupera
mas el reposo es
también
un salto
estar sentado
bajo un sauce
y sentir correr
el río
aunque no lo veas
y sentir volar
bandadas
de cuervos
o caranchos
alejarse
alejarse
sumergirse
en la imprecisa
sombra
dejar
que vuelen
las aves
en círculos
muy altos
y que vuelvan
aquellos
círculos
atrapar
ahora
aunque desde otro
extremo
como aquel viejo
de China
el vuelo de las
alondras
o el grito agudo
de los pavorreales
desde los
bordes que asoman
en las orillas
estaban allí
en reposo
y vuelven
perfectos
soberanos
imborrables
HAY
pequeñas
manchas de sombra
en el piso
recortes
de hojas
rodeadas por la luz
pequeñas
manchas
vibrantes
que se escurren
por el viento
que aletean
en el temblor
de la mañana
distraen
y alertan
al paso titubeante
mas no sólo las hojas
tiemblan
también el aire tiembla
y no por el juego
de la luz
de sombras
tiembla el cielo
hay una grande oscuridad
que se desplaza
por nubes
e intersticios
y se precipita
convertida
en fuego
en densa premonición
es sombra
que persiste
UN TRAZO
un trozo
un tono
un toque
un punto
que vibra
una línea
que vuela
una mancha
de sombra
un círculo
puro
aquí
o en el
cielo
quizá sean
el augurio
la clave
el indicio
secreto
para la
vida
o para
esta tarde
(Retomas, 2008)
ES MÁS DIFÍCIL
penetrar
que describir
alcanzar el nudo
la semilla
la claridad sutil
que se resiste
las palabras huyen
se esconden
o se prestan fácilmente
a repetir lo visible
construir afinidades
extraer la médula
revelar los tonos
secretos
es otro cuento
MASTICÓ
sus bocados con rabia
allí no había flores
ni playa
ni sosiego
era el final
de un callejón oscuro
casas desvencijadas
ventanas caídas
puertas precarias
barridas por la lluvia
y el viento
adentro
un hombre arrinconado
sin voz apenas
con una media lengua
confusa
rodeado de un aura
inocultable
la escasa luz
en la penumbra
provenía de sus ojos
«esto es un lujo»
—barbotó—
«no puedo mantenerlo»
en un papel rugoso
escribe palabras soberanas
brotadas de no se sabe dónde
un fuego aletea
imperceptible
traído quizá desde su tierra
¿qué de aquello
le infundía resistencia?
¿los álamos altos
el resplandor del mar
el techo rojo
de su casa mansa
las piedras las piedras
los montes pelados?
(Resonancias renuentes, 2011)
Hugo Gola (Argentina 1927-2015). Poeta santafesino, escritor, ensayista, traductor, animador cultural y profesor de literatura. En 1975 emigró a Londres y posteriormente se exilió en México por más de tres décadas. La Fundación Konex le otorgó en 2004 el premio de poesía por su obra publicada. Su escritura no es programática, parte de experiencias vitales y de su interacción con todo aquello que despierta su interés y lo afecta. Para Gola, cualquier momento es sugerente o revelador, cualquier flash o destello de luz es aprovechado por el autor para dar forma, a través de un elaborado proceso de escritura poética, a textos singulares, en los que se aprecia la utilización de un lenguaje depurado, una sintaxis precisa, la ausencia generalizada de puntuación, la impasibilidad por el uso de metáforas y ningún encorsetamiento respecto a la colocación de las líneas ni a la suma de las series versales. La libertad con la que concibe sus poemas no solo se refleja en la estructura de los mismos sino también en el particular ritmo que les imprime.
Material de consulta:
El soplo y la materia (1956-2010). Selección de Iván García. Madrid: Fundación Inquietudes/Asociación Poética Caudal, 2012; Una vida sencilla (1956-2011). Edición de Iván García. Bs. As: Hilos editora, 2017.
"Domingos de poesía" es una idea original del poeta Sergio Laignelet, colaborador de Aurora Boreal®. Se publica semanalmente. Toda la selección y cura de los materiales por Sergio Laignelet.
Sobre Sergio Laignelet
Bogotá, 1969. Poeta colombiano residente en Madrid, editor, corrector de estilo y ortotipográfico de publicaciones educativas y culturales. Libros publicados: That's all Folks! (poemas animados). Madrid, 2017; Cuentos sin hadas. Canarias, 2010; Carnaval (plaquette). Bogotá, 2007; Malas Lenguas. Bogotá, 2005. Ediciones bilingües de CSH: Danés: Omvendte eventyr. H. Krarup trad. Copenhague, 2017; Francés: Contes á l’envers. R. Durand trad. Toulon, 2015, y Colomiers, 2017 (además, poemas suyos han sido traducidos al inglés, portugués, italiano, sueco, finés, polaco y japonés). Antología editada: Gatimonio: poemas de gatos de autores hispanoamericanos. Madrid, 2013.
Poemas de Hugo Gola. Selección de poemas: Sergio Laignelet. Material enviado a Aurora Boreal® por Sergio Laignelet. Poemas y fotografías publicadas con autorización de ©Herederos de Hugo Gola. Fotografía Sergio Laignelet © Lorenzo Hernández.
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