Coloquio

jesus callejas 001He buscado a dios, aunque la Venus de Willendorf prefiera admirar su ingente, desplazante peso en el finito espacio, divergencia de pechos atolones o ritual canibalismo, poder de cintura que orbita estrellándonos contra matriz de fósiles para así deformar nuestros rasgos o humanoide credo. Cabeza trasplantada por gravitaciones y geografía de pies lamidos por barro infatigable, piernas de cónico aquelarre a las que me aferro temiendo borrachera peregrina. La astral Venus de Willemberg, templo de raíces burocráticas y serpientes apócrifas afiliadas a la horda, es madre que se niega horrorizando, pero nunca falla al decretar atributos: bestia protegida contra obstinada especie de humanos ademanes. La Venus exige rupestre alegoría o lenguas autopistas que se enredan en sí mismas y tierra sangre torrenciada sobre sílex. Gusta complacida, y complacida debe ser, de bisontes verdes en busca sureña de Matisse; gusta de aviones que no levantan vuelo por considerarse reptiles de fija astronomía cuyo deber se debe sólo a estrellas sempiternas, refractarias. Gusta la Venus de regir pigmentos pisoteando la belleza e impasible mata para reconstruir su carne pedernal.

He buscado a dios, pero ello no interesa a la Dama de Warka, pues tiene asuntos importantes que atender. Anda ella, observadora de misma y otras, las otras otras, arcaicas lontananzas, disgustada porque aún se le denomina Mona Lisa sumeria. Atrevimiento: Osan los mal llamados arqueólogos, historiadores, especialistas en arte irrespetarle arcano de arrugas betún-oro, testimoniales ojos huecos, compendio civilizatorio o calizo altorrelieve marmóreo; a ella, toda calcolíticas vísceras, primigenia púrpura, hígado pictográfico de las crónicas, reverenciada sobreviviente de Uruk, madre mesopotámica con pezones dadivosos: Tigris y Eufrates. ¡Supeditarla, amorosa y fértil, a la plana llanura de óleo tabla! Mas bien debió ser conocida la Gioconda cual Eanna del Renacimiento. ¿No valen más de 3,000 años antes de nuestra genealogía de signos? ¿Qué de la experta vanidad creyéndose inventora cuando los dioses inspiran en el hombre impulsos de representación? Hoy las tablillas llamadas mensajes digitales provocan dolencia vaginal y la dama sabedora desdeña monólogos reumáticos. Se harta de melancolía y convoca firme: Hoy es de nuevo el día de la destrucción. Hay que derrumbar museos hasta las cimientes y dejar el bronce en favor del hierro.

He buscado a dios, sin embargo, no menos altiva, la Dama de Elche, busto íbero o púnico, o tal vez mezcla de ambos, piedra caliza reformada que se cree datada entre los siglos V y IV a. c., porta en su espalda cavidad semiesférica que la incomoda, ya que a pesar de huevos religiosos, le hurta feminidad, ella diría. El sitio fue llamado Helike por griegos y Colonia Iulia Illici Augusta por romanos. Arabizado, Illici devino Elche. Quisiera la señora de Elche, ésa de recóndita sonrisa y asesinato urdidos por ojos que no ven, pasear mantilla colorida y ruedas, las que mueven en toda unidad cardinal el carro de Ceres, Demeter romana, señora de Eleusis, en orejas decepción, mientras penetra vanidad de bulímicas portadas o revistas verticales, cortesía prosaicas consultas de doctores némesis, mercenarios, oh, bisturí telúrico, pero la desidia es vanidosa y revanchista. No se viaja de Valencia a París y se regresa a Iberia para ser acto de mutilación, es decir, inconcluso manifiesto. No se resbala en palabras de charlatanes que se creen inexpugnables. La dama que propone la venganza y su cabeza avanza, las ruedas arrastrando en círculos de bautizo octagonal arbustos, matorrales, enanos de marrón textura. El martirio de la especie es su divisa… No cambiará.

He buscado imperioso a dios descendiendo al templo inexistente de la hembra, he escalado orificio bajo nuca, he atravesado laberinto desde adentro porque en él nací, he espiralizado neurosis, he sumergido ruinas en oblicuas aguas de aceras que reclaman ríos y valles que reclaman océanos, he trepado desde vientre hacia andamios de impertérrita leche ácida, he gritado en susurros y estentóreo: ¡Abrid, pido refugio!, pero las puertas de la carne cósmica me llaman desterrado e impuro sin yo saber por qué. He regresado desnudo, friolento y tembloroso al cubil de paredes arropadas con carcomidas litografías renacentistas donde el Clonazepam esfinge efectúa revelaciones no secretivas sino amenazantes. Dios o el dios, es un satélite artificial, hoy de reconocimiento, mañana quizás de infrarrojo castigo. Duermo: alerta espero su edicto de pavores.

 

Jesús I. Callejas
Cuba, (1956). Ha publicado los siguientes libros de relatos: Diario de un sibarita (1999), Los dos mil ríos de la cerveza y otras historias (2000), Cuentos de Callejas (2002), Cuentos bastardos (2005), Cuentos lluviosos (2009). Además, Proyecto Arcadia (Poesía, 2003) y Mituario (Prosemas, 2007). La novela Memorias amorosas de un afligido (2004) y las noveletas Crónicas del Olimpo (2008) y Fabulación de Beatriz (2011). También ha reseñado cine para varias revistas, entre las que se cuentan Lea y La casa del hada, así como para diversas publicaciones digitales. Recientemente ha publicado los trabajos virtuales Yo bipolar (2012) (novela); Desapuntes de un cinéfilo, (2012), que incluye, en cinco volúmenes, historia y reseñas sobre cine; y Arenas residuales y demás partículas adversas (2014) (relatos), y Los mosaicos del arbusto (2015)( relatos), así como la novela en tres partes Los míos y los suyos (2015-2016).

 

 

 

"Coloquioenviado a Aurora Boreal® por Jesús Callejas. Publicado en Aurora Boreal® con autorización de Jesús Callejas. Foto Jesús Callejas © Jesús Callejas.

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