Sarajevo - Lourdes Vázquez

sin ti 250a 20 años de la masacre
a 7 años…

 

La guerra es solo la excusa para que Hollywood siga el rastro del humo de mis ojitos lisos, de mi garganta negra, del ultraje en aquel motel de paredes destartaladas y colchones embarrados de líquidos. Precisamente el lugar en donde el general y su siquiatra festejaron al ejército. Todos con sus pechitos inflados en aquella mañana luminosa.
Cruzarse con los lobos atraídos por esta carnicería me asusta más que cualquier otra cosa. Me transformo en un insecto frágil y con mis patitas temblorosas huyo entre la vegetación junto a otros insectos amables.
Después de la guerra estuve en cama tan enferma, tan llena de dolores y achaques, que me soñé sin esperanza, ya muerta y rodeada de cuatro sirios, para percatarme que la vida no se acaba hasta que se acaba. Solo que ahora mis ojitos permanecen lisos y sin poder esquivar el mal de ojo.

Es por eso que me da con conjurar a Pegasus en el momento que alza vuelo para dirigirse a otros destinos más amables. Organizo el vuelo e invoco la energía anterior a la desgracias para aproximarme al lenguaje de los gusanos de seda, a la abundancia del grano. Sin dolor, sin castigo.
La crónica que queda son sus soldaditos listos a la batalla, es la actriz con sus fluctuantes trajes del deseo, de la mano de la comitiva cargada de flores y en espera de que lleguen los invitados. El horizonte son esos delfines haciendo piruetas en el mar y que veo por la ventana del consultorio. El horizonte es la paciente de al lado que me cuenta que en la Santa Clara de su Cuba, hace tantísimos años, unas manzanas de un brillo especial llegaban por barco desde España. El horizonte también son esos trescientos cadáveres diarios y el bombardeo a sus tumbas + los cuatro millones de refugiados que el reportero informa por la tele y las bacterias de mi último examen de sangre del color de mi suéter de invierno.
Para colmo las pesadillas nocturnas me arrastran a aquel motel. Siempre sospeché que para los soldados de la ONU esto era como un… arroro bebéarrorro a dormir… aunque dormir en esas circunstancias: imposible. Me acomodaba en lo que quedaba de una pequeña terraza junto a un lago rodeado de sauces llorones. De vez en cuando despertaba irritada, con la respiración entrecortada y con la sensación de que un che-che colé me vigilaba. Un che-che colé muerto de la risa. Entonces, tomaba un tranquilizante que había podido conseguir en el mercado negro.
Una de esas noches soñé con una mujer. Tuve la convicción de que era una princesa heredera dueña de los puentes colgantes, las aguas que transitan por los canales y el aire de los murales. Propietaria de la bolsa de valores, además de las acacias auriculformis, bambusas vulgaris y eucalyptus degluptas: todos árboles autóctonos. Propietaria de la casa del congreso y la liquidez de las compañías de seguro, propietaria de campos, caseríos, playas y parcelas. Con todos los apellidos adecuados y un reguerete de enigmas escondidos en áticos, en bolsas de felpa dentro del joyero del palacio, en folios que garantizan la propiedad de los aires y sus baños termales + aquellas bulas papales confirmando la equidad de siempre, la igualdad de siempre. Con todos los granos del café añorado, entre la gran reserva del tráfico de esclavos y armamentos. Sin contradicciones. Sin ofensas.
Abro mis ojitos y escucho las diminutas partículas de la música de los palmares hasta que me voy componiendo como el fuego, con sus destellos multicolores de ángeles de medianoche. Ángeles con sombreros. Ángeles borrachos.
Ahora el silencio es mi aliado. Estar con silencio. Atreverse en el silencio. Entonces todo se va expandiendo para contraerse y expandirse nuevamente y me transformo en una fruta fresca, gustosa, saludable. Pero la paz no dura mucho. La habitación comienza a dar vueltas. Caen las paredes, los frascos de perfume y el último brazalete que compré. Me agarro a la almohada como puedo, pero un vómito y otro y otro me recuerdan que mi existencia nunca fue fácil. A veces ha sido un arma de tortura que evoca los demonios en los sacrificios paganos: fija la vista perennemente en aquellas esculturas diseñadas por dictadores, con sus puños alzados y las armas dispuestas para la batalla.
Fue cuando necesité que alguien recogiese mi cuerpo como se recogen los heridos del suelo después de un ataque del enemigo.
¿A quién pertenece esa flor?
Se desbarrajaban el cerebro tratando de encontrar una solución a mi cuerpo, que ya comenzaba a hincharse. Primero te destierran y luego te matan, escuché a un refugiado decir en una ocasión. Herir, matar, alterar el patrón de la energía vital. Es el tiempo anterior al tiempo.
Algo inesperado sucedió. Junto a mí se derrumbó una mariposa. El mundo animal es uno de los signos encantados. El insecto se mantenía fuerte, pero una de sus alas estaba rota. ¿Cómo reparar la estructura de su fibra? Junté todos los ánimos anterior a la muerte, tomé del suelo el pequeño insecto y me arrastré con este encerrado entre mis manos. Alcé la vista, me acordé de la elegancia del vaivén del palmar y devolví la mariposa a su origen. A los pocos minutos ya no estaba.
Es por eso que hace tiempo dejaron de interesarme los señores y señoras de mundo. Ahora lo que me interesa es la armonía de la sonrisa de aquella viejecita o la vanidad del oleaje cuando se viste de algas. Las tonalidades de verdes-azulados o negros-marrón añaden grandeza a mi ecosistema. Alucino cada vez que contemplo el espectáculo.
Queremos que se entienda bien claro de manera que lo entiendan hasta los becerros…
Pero la avalancha de sucesos me continuaron atropellando como huevecitos de tortuga que van cayendo en el río. Otro día me encontré sin poder caminar. Tenía que hacer un gran esfuerzo para mover mis piernas. Mis pasos se hicieron chicos. Chiquititos. En uno de esos días transparentes después de las lluvias de mayo, necesité llegar a la garita más cercana al hotel. Asomarme al horizonte de sal. Al azul esmeralda. ¡No pude! aquella Carta a Irma se asomó por alguna esquinita de mi cerebro. La frustración, la ira, mas el deseo de reconciliación, todo se juntó.
El poco conocimiento de los médicos me hizo sentir como el colgado del Tarot. Localicé mi paquete de cartas. Busqué al arcano mayor número doce. Aquí, delante de nosotros presentamos a un joven colgado de un pie por una soga en un tronco, que a su vez va suspendido por otros dos troncos. Este sistema gravitacional es enigmático indeed; pues el joven se encuentra en paz y con los ojos fijos. ¿En mi?
Salí al jardín con bastante dificultad. Una silla de hierro al lado de un par de amapolas y el cacharro de echar agua a las matas me invitaron a sentarme y disfrutar de la noche. Las nubes mantenían apagada la bóveda de estrellas y el sonido de la oscuridad se extendió pianissimo. Lo más significativo de esa noche es que ese aroma irrespirable que surge cuando se está enfermo desapareció.
Con el tiempo me fui recuperando. Podía leer el periódico, escuchar música, acariciar mi gato. Una tarde, mientras leía sobre la vida de Lucrezia Borgia, recibí una visita. Sus manos temblaban y la cara desencajada anunciaba desgracia. Es que la matanza continuaba. Es que morían niños, ancianos y mujeres luego de haber sido ultrajados. Es que el país entero era una tumba. Es que la población sufría de inanición por el feroz cerco del enemigo. Le acaricié la cabeza a mi amiga y abrí una caja de chocolates. Toma, dije, disfrutemos de la vida en este momento. ¿Te acuerdas del aforismo aquel… Therefore it is necessary- as fish do to the sea- that we return to the cell, so as not to forget.

 

lourdes vazquez 351Lourdes Vázquez
Entre sus últimos libros se encuentran la antología de poesía en italiano: Appunti dalla Terra Frammentata (2012); su novela Sin ti no soy yo, segunda edición (2012) traducida al inglés con el título, Not Myself Without You (2012) y que forma parte del listado en Estados Unidos de 2013 Top Ten "New" Latino Authors to Watch’‘; así como The New Essential Guide to Spanish Reading 2012, respectivamente. En 2013 se publica una selección de sus cuentos: Adagio con fugas y ciertos afectos (Madrid: Verbum).

 

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Sarajevo enviado a Aurora Boreal® por Lourdes Vázquez. Publicado en Aurora Boreal® con autorización de Lourdes Vázquez. Carátula de la novela Sin ti no soy yo cortesía© Lourdes Vázquez.Lourdes Vázquez Foto © Omar Acosta.

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