Maimará

emilce_001Estrella que cae

I
Como un parpadeo
de ojos que huyen,
estela que atrapa
un sueño que espira.
Y nos preguntamos
donde el brillo anida,
si acaso su huida
desafía al sol.
En cierne un deseo
como rito mágico
nos convierte en ansias
que buscan respuestas.
El sueño nos vence,
nos dice: ¡Mañana!,
y así el alma vuela
en busca del alba...

II


Creo que busco mi destino.
Tal vez el destino me busque a mí,
tal vez la ruta me llame
y yo no la convoqué.
Todo está fuera de mí,
mi única posesión
soy yo y mis sueños.
Destino tal vez sea
una palabra endiosada
con la mágica investidura
de quienes hemos soñado
con un deslumbrante amanecer
contenedor de todos los milagros.

Emilse Zorzut, Argentina. Es psicóloga clínica egresada de la Universidad Nacional de La Plata. Cursó estudios de periodismo en la Escuela del Círculo de Periodismo de la misma ciudad. Incursiona en narrativa. -cuento y novela, poesía, teatro, guiones de cine y televisión. Ha publicado Sobre mundos abismales compartido con la escritora Marta Multini, Al compás de la ronda, Morada de los cuatro vientos, Morada de mi sombra (Premia Platero 2000 - Naciones Unidas - Ginebra, Suiza), Caleidoscpio, Síndrome X, Peregrinaje, Morada de mi ser, Morada mirando al sur.

 

III


Los años me donaron un espejo,
por él traspaso lo negado
en busca de una imagen que contenga
mi sol, mi ser, mi sueño, lo que oculto
en cofre mágico de esperas
condenado a contener el desamparo.
Los años me donaron un espejo
con imán hacia el abismo
para buscar en él mi propio ángel
que me guíe hacia mi único destino.
No me conformo con mi transparencia,
quiero ser vista, no reflejada.

 


IV


Mis dudas se adormecieron
sobre un lecho de espinas,
cansadas de rodar mundos
cesaron su peregrinar.
En el rincón más oscuro
de la cueva de los duendes
recuperé antiguas alas
perdidas en laberintos.
Ahora estoy completa
para terminar mi rumbo.
Las distancias evaporadas
se disolvieron en el tiempo
y la nada amaneció
abriéndome el Gran Portal
hacia los nuevos comienzos.


V


El laberinto era mi caverna,
en él enfrentaba los atajos,
la tapia de toda puerta,
la oscuridad que me negaba
lo mágico de la luz.
Oculta en la noche
busqué el norte.
La flecha estaba en mí
aunque dormida.
En el este se encendió
el primer reto
que instaba a sacudir
mi cobardía,
puso luces en la puerta de salida
y el viento con su fuerza
me impulsó.

VI


El Universo estaba allí
y yo era parte
del proceso de vida rutinario,
sólo había olvidado el sendero,
sólo había dejado
de ser yo.
Vi llegar las golondrinas
que había perdido en mi huída
cuando el afuera apagó
la luz de mi razón.
Amanecí con el sol
mientras en el oeste
la luna en plenilunio
me decía adiós...

 

VII


He puesto a dormir el tiempo
en su cuna de alabastro,
los límites se esfumaron,
las murallas son escombros,
el horizonte en vuelo
encontró nido en mi alma.
Tengo un mundo que me salva
de hondonadas y de abismos,
tengo un silencio que me duerme
con el canto de los pájaros,
tengo el cielo por testigo
y las estrellas que juegan
en laberintos mágicos
donde el afuera se pierde
y consume en su propia ermita
mil maldades en amenaza.

 


VIII


No encuentro la respuesta de mi eco.
Tal vez mi voz fue débil,
tal vez mi temor a su decir
fue avasallante.
En mi interior crecía
el miedo a ser la nada
y vivir mis sueños entre neblinas.
Algo confirmaba una imagen,
un sentir, un ser alguien,
algo informe ante el espejo
porque en él se negaba
a brotar la definición del alma.
Por eso me subí a la montaña
de la magia, la utopía, los ensueños
y allí grité todas mis dudas
esperando que el sol les diera formas.
Pero nada en el afuera animó al eco,
el silencio fue daga en las entrañas
y después que surgió el gran silencio
algo mágico fue manto de consuelo
que en mi oído susurró:
" BUSCA EN TU ADENTRO",


IX


Ahueco mi alma
para recibir la estrella
que perdió su brújula.
El oscuro nido
de mi mundo errante
donde me protejo
con puertas abiertas,
da paso a la magia
de ser la anfitriona
hacia el universo
de esa luz que busca
no cumplir su nada,
burlar su destino
convertida en faro
para mis delirios
que tejen comienzos.


X


Mi vuelo quedó suspendido
sobre árboles que se despiden.
Los pájaros emigran lejos,
donde el hombre aún
no está vacío ni muerto.
Abro la ventana cuando sale el sol
y el silencio me castiga.
La luz de la vida se va
confundida por el lado del infierno.
Maimará se perderá en la orilla
de un mar seco de recuerdos.
¿Dónde sepulté los míos?
No hay tumbas suficientes
para albergar los locos sueños
de un regreso.


XI


Bebo la tristeza de los otros
que junto a mi tristeza
desborda el vaso.
Entonces se formará un río
por el que quisiera irme
en silencio.
Quedo sin saber qué me pide
la vida que me arrastra,
tampoco sé qué me dará
si cumplo su designio.
La incertidumbre
es un vino que embriaga
entre risa y llanto sin razón
y que esconde la verdad
tras del espejo.


XII

¿Quién me esperará
cuando arribe a mi último puerto?
¿Habrá un coro de pájaros
o danzas de duendes?
Mi equipaje muy liviano
sólo guardará poesías
porque ellas me salvaron
cuando el desierto me rodeó.
El viaje de la estrella
que buscaba mi nido
fue mi único faro
que iluminó mis huellas.
Fue brújula certera
que condujo mi alma
hacia el mágico encuentro
que justificará mi viaje.


XIII

No quiero escuchar voces
que hieran de muerte al silencio,
tan sólo permito a la brisa
susurrar secretos entre los árboles
y al viento unirse a la hoja
que cae aceptando el otoño.
Por eso huí, no quise
convertirme en asesina de palabras
que con su vaciedad
cerrara la puerta de la magia
dejando sus residuos sobre el césped
porque su dar y recibir
goteaban los significados de la nada.


XIV


El silencio se tornó etéreo
envuelto en la niebla
que cubría los recuerdos
que liberé al olvido.
Poco a poco fue un manto
sanador de las heridas
que creó el camino.
Y me dejé llevar,
no imaginé algún puerto
porque el mundo es un todo
y la nada es mi sueño.
Completaré mi ruta
sin rebeldes angustias,
sin preguntas ni credos,
sintiendo que he cumplido
con el reto del tiempo.


Maimará estrella que cae enviado a Aurora Boreal® por la escritora Emilse Zorzut. Foto Emilse Zorzut©Marié Rojas Tamayo.


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