Maruja Vieira White - Poesía

maruja vieira 250Maruja Vieira White: Manizales, Colombia (1922) Es miembro de número de la Academia Colombiana de la Lengua y correspondiente de la Real Academia Española. Es poeta, ensayista, periodista, catedrática y relacionista pública. Inició su carrera literaria en 1946. Ha publicado 16 libros de poesía: Campanario de lluvia; Los poemas de enero; Poesía; Palabras de la ausencia; Clave Mínima; Mis propias palabras; Tiempo de Vivir; Sombra del amor; Todo lo que era mío; Los nombres de la ausencia; Todo el amor; Ciudad remanso, Popayán, Cátedra Iberoamericana de Narración Oral y tres antologías. Su poesía ha sido traducida al inglés, francés, alemán, griego, húngaro, italiano, ruso y gallego y figura en innumerables antologías de poesía hispanoamericana. Ha recibido múltiples reconocimientos y premios a lo largo de su vida.

 

 

 

 

Los muros y el recuerdo

Era blanca mi casa, con ardientes geranios
que cifraban la luz en las altas ventanas.

Había enredaderas finas y acariciantes,
lirios que recordaban la frente de mi madre.

Allá crecieron dalias, claveles y azaleas
para la cruel dulzura de mis manos pequeñas.

Allí aprendí la forma del árbol en el viento
y el viaje de las nubes en el agua del cielo.

Los pasos de mi padre resonaron alegres
en el amor lejano de mi primer recuerdo

y poco a poco fueron haciéndose más lentos,
mientras mis ojos iban hallando el universo.

Allá una tarde supe que en el trigo hay angustia
cuando siegan de pronto su dorada cabeza.

Me arrancaron del alma los geranios ardientes
y los lirios y el río de los amaneceres.

Se llevaron mis ojos a un paisaje distinto,
de montañas heladas bajo cielos de acero.

Me quedó un vago asombro de ternura y ausencia
y un camino que busco, más allá de los sueños.

 

Dirección desconocida

El sobre dice:
“¡A Maruja Vieira, poeta!”
Habrá que devolverlo
con un letrero grande que diga:
“DIRECCIÓN DESCONOCIDA”
Entre un reloj y un calendario
muere crucificada
la poesía.


Eduardo Cote Lamus

Para Alicia Baraibar

Acabo de saber cómo fue aquel camino de tu entierro.
te llevaban, Eduardo, por los montes,
por los ásperos riscos que llaman Santander.

De todas las pequeñas aldeas silenciosas
venía gente a caballo.
Lloraban unos, otros sacaron sus guitarras
y te cantaron coplas
que se mezclaban con las lágrimas.

Llevaron a los niños, tus ahijados,
para que te miraran, para que vieran
cómo la muerte se convierte en árbol.

Fueron veintiocho entierros
en los veintiocho pueblos con campanas.

Ahora quedan tus hijos
bajo el cielo de plomo azul de Cúcuta,
sobre la tierra dulce y dura
de la frontera de la patria.

Una mujer
levanta su frente sobre el llanto,
camina hacia el futuro,
con ellos con nosotros,
para siempre.

 

Clave mínima

Déjame tu recuerdo, el de esta hora.
No importa que te vayas.

Déjame este recuerdo
de la última hora del alba.

Estaba azul el monte esa mañana azul.
Eras hermoso y yo te amaba.

 

Flor de seis pétalos

Museo de Xochimilco

La pequeña estatua
me ofrece
una flor de seis pétalos

Su perfume
traspasa los siglos.

Oigo sonidos
de ocarinas y flautas,
canción de manantiales,
agua escondida
bajo las escalinatas
de un templo invisible.

 

Hospital Militar

“Dios, qué mano tan fría”
dijo el soldado herido.

En la silla de ruedas,
su figura
sería un árbol joven,
con las ramas cortadas

Porque allí no había mano.
Sólo unos ojos hondos,
muy hondos, que parecían
preguntarle algo a Dios.

 

Sueño del mar

Sangre de marineros
que me viene a cantar
en las venas dormidas
con voz de inmensidad.
Barcos en horizontes
de viento, cielo y mar,
con velas transparentes
y cordajes de sal.
Puertos para una noche
y un alba, nada más.
Camino del retorno
que no se pudo hallar.
Hombres de ojos azules
y brazos de huracán,
anclados en remansos
de inmóvil soledad.
Bajo las lunas altas
me vienen a llamar
a bordo de sus naves
de niebla y de cristal.
Marineros errantes
que perdieron el mar.

 

Detrás del espejo

Tema de Lewis Carrol

¿Qué camino debo tomar?
Eso depende
del lugar a donde quieras ir,
contesta el gato.

Me ahogo en una lágrima,
pero no soy Alicia,
soy el conejo blanco.

Serví por mucho tiempo
al Rey de Bastos
y todavía
siento impulsos de correr
sin saber hacia donde,
por miedo al Rey.

 

Raíz eterna

Tú eres más que un rostro,
más que un hermoso cuerpo.

Eres aquel murmullo del río entre la lluvia,
aquella forma vaga del monte tras la niebla,
profundamente asidos al trémulo paisaje
del sitio de la vida donde nace el recuerdo.

Tú eres más que un nombre,
más que un paso en la tierra.

Te cerca un bosque denso, de misteriosos árboles,
con pájaros errantes y canciones sin término.

Te guarda entre sus ramas de música, te encierra
lejos de la ceniza destructora del tiempo.

En ti el amor humano, de raíces eternas,
me entregará su clave segura y verdadera.

 

Material tomado de la página digital de Maruja Vieira. Publicado con autorización de Maruja Vieira y Ana Mercedes Vivas. “Los muros y el recuerdo” y “Sueño del mar” del libro Campanario de lluvia, 1947; “Eduardo Cote Lamus” y “Clave mínima” del libro Clave mínima, 1965; “Detrás del espejo” y “Dirección desconocida” del libro Mis propias palabras. Poesía 1947-1985, 1986; “Hospital Militar” y “Flor de seis pétalos” del libro Rompecabezas, 2010, “Raíz eterna” del libro Los poemas de enero, 1951. Fotografía de Maruja Vieira enviada por Ana Mercedes Vivas. Publicada con autorización de Ana María Vivas.  Publicado originalmente en el Especial Autores Colombianos de Aurora Boreal® - Número 23-24, Mayo / Septiembre 2018. Publicado con autorización de Maruja Viera White y Ana Mercedes Vivas.

 

Para descargar el Especial Autores Colombianos de Aurora Boreal® - Número 23-24, Mayo / Septiembre 2018 pulse aquí.

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