Piso de milonga
Piso bailado en noche de milonga,
presencias los cuerpos amanecer,
el alba los descubrió abrazados,
miradas cómplices y coquetas,
que atravesaron la atmosfera húmeda
del viejo y añejo bodegón.
Piso acariciado por pies musicales,
pisando al tiempo del bandoneón,
órgano de viento de ceremonias lejanas,
adivina mis penas y las libera,
seducido por las notas que me invitan
al abrazo sentido y cálido del malevo.
Piso adornado con sinuosas figuras,
sobre vos pasearon las parejas,
que bailando se adoraron,
en un instante de piano romántico,
de violín melódico y de voz colosal,
hallándome contenido y amado.
Garrotillo
Cae garrotillo, cae tímido,
queriendo ser copo de nieve,
sencillo y triste,
en una mañana gris
de melancólico invierno.
Cae garrotillo, cae feliz,
no llegó a ser copo de nieve,
pequeñito y efímero,
humecta los pétalos del rosal,
cristales de la cúpula celestial.
Cae garrotillo, cae sin afán,
deseando ser bello copo de nieve,
desapercibido y tenue,
te atravesó un haz de luz
convirtiéndote en un pequeño farol.
A mis perros
Dotando de beldades, sus cualidades,
en el brillo de sus ojos, descubro la luz,
que en los oscuros días de invierno,
su pelaje resplandeciente me abraza.
Ternura empalagosa…
que adorna las largas tardes de café en aislamiento,
motivándome a explorar las sendas vecinas,
aquellas que un día recorrimos juntos.
Sin palabras que vuelan en el aire,
como hojas secas que el viento barre,
nido crujiente que lo incita a jugar,
en un estallido de ímpetu y energía.
Compañía fiel que no decae,
en el tiempo que transita su efímera vida.
Sabe romper el hielo de la desolación,
con ingenuas caricias que nacen de su ser.
Ausencia
La enfermedad de tu ausencia
es un estado crónico
que he aprendido a sopesar
pero aceptarla, nunca.
La enfermedad de tu ausencia
me hace débil y febril
es un dolor que callo
es una pena muy honda
La enfermedad de tu ausencia
tiene ya una magia
que intriga, que no devela
el hechizo de tu amor en mi
Tango del sur
El piso fue adornado
con las huellas en ocho,
por rastros de caminatas y barridos
dibujados lamentosamente,
restos de pasiones y fracasos.
Quizás un bandoneón
siguió a un violin quejumbroso,
y este decoró el ritmo
de un piano solitario,
triste ritmo romántico y sensual
Elegancia de gestos,
delicadeza de escarceos,
motivados musicalmente
por una historia del sur,
donde el viento heló el corazón.
Material enviado a Aurora Boreal® por Juan Pablo Gómez García. Publicado en Aurora Boreal® con autorización de Juan Pablo Gómez García. Fotografía Juan Pablo Gómez García © archivo del autor.