António Lobo Antunes. 'Memoria de elefante'

lobo_antunes_001Hacía mucho tiempo que no escuchaba hablar de su oficio a un escritor de casta, para mí, el autor que asume el trabajo creador con todos los riesgos. No me refiero solo a abandonar una carrera para dedicarse a escribir como un profesional de la escritura (escritores/escribidores -Barthes), sino a sumergirse en las aguas del idioma e ir cada vez más al fondo, más allá de la apariencia de las cosas, intentado desentrañar su misterio. Escribir es traducir lo intraducible, el gemido, la soledad, la angustia, la culpa, la felicidad, emociones que se expresan sin palabras, que asoman al rostro modificando con el gesto, el ademán o la mirada, nuestra percepción del otro. Un nudo de emociones nos hunde o nos salva y el escritor es un artesano paciente que desenreda la madeja para saber qué tan larga es la cuerda, de dónde surge, hasta dónde llega, qué aprisiona y porqué.

Pero una cosa es lo que un autor dice, lo que opina sobre la escritura, sobre el arte y la literatura y otra es la forma como concreta su postura vital en la obra, lo que nos transmite a los lectores. En el caso de Lobo Antunes, es posible entender e incluso vivir en sus libros ese esfuerzo por "ir más allá" en busca de una verdad que nos redima del peso de una educación, de una historia, del pasado que limita nuestras ansias de existir tal como somos y no como los demás desean.

Consuelo Triviño es doctora en filología románica por la Universidad Complutense de Madrid. Reside en España, donde ha sido profesora de literatura hispanoamericana. Está vinculada al Instituto Cervantes. Colabora con la crítica de libros del suplemento cultural «ABCD las Artes y de las Letras», del diario ABC. Obtuvo el primer premio en el Concurso Nacional de Libro de Cuentos de la Universidad del Tolima con Cuantos cuentos cuento (1977) y fue finalista del Premio Nacional de Novela Eduardo Caballero Calderón (1997). Ha publicado Siete relatos (cuentos), El ojo en la aguja (cuentos), Prohibido salir a la calle (novela) y La casa imposible (cuentos), Una isla en la luna (novela) además de libros de ensayo sobre autores como José María Vargas Vila, Germán Arciniegas, Pompeyo Gener y José Martí, entre otros.

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Memoria de elefante, un libro que el autor dice apreciar poco por ser de los primeros, me resulta entrañable como todos los primeros libros que adolecen de imperfecciones que los humanizan. La perfección es inhumana para muchos pueblos. De hecho, los fabricantes de alfombras dejaban un hilo fuera del tejido para que la geometría de la forma se rompiera con una línea equivocada.

La trama es lo de menos, declaraba Lobo Antunes en la charla impartida el pasado 7 de febrero en el Instituto Cervantes,de Madrid. Lo que importa en Memoria de elefante es la forma como el autor recurre a la tercera persona para penetrar en la conciencia de su alter ego, el psiquiatra sobre quien se nos informa muy poco, pero suficiente, a lo largo del relato.

Es verdad que el discurso se hace difícil, en cuanto nos vemos inmersos en ese nudo emocional que se disipa, a medida que entendemos las circunstancias vitales de una criatura que ama y no sabe cómo expresar ese sentimiento; la rebeldía de alguien que se niega a seguir los mandatos familiares, las rígidas normas sociales y que lo pierde todo por no responder al modelo impuesto.

La sensación de abandono es mayor cuando se renuncia voluntariamente a quienes se ama, sin saber cómo tender un puente. Acaso la soledad es la condición del ser, como intuye el personaje.

Guiados por la voz del narrador, que nos lleva hasta el otro extremo de la cuerda aportando datos entreverados, en medio de una maraña de sentimientos, entendemos que la ironía es la única arma con la que se cuenta y con lo que podemos defendernos de la pregunta "¿Qué haría yo si estuviese en mi lugar?", que se formula el protagonista al final del relato.

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António Lobo Antunes. Memoria de elefante enviado a Aurora Boreal® por cortesía de la escritora Consuelo Triviño Anzola. Foto de António Lobo Antunes© EL PAÍS.com

 

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