'Silabario de magia': Una caligrafía del silencio

silabarioa_001Veinticuatro poemas, conforman el tono de este breve libro que oscila entre la magia y el destierro, el conjuro y el olvido. Entre ensalmos y ruinas, bebedizos e imprecaciones, se convoca un pasado sepulto, el destello de un rostro que se resiste a la memoria, a las crepitaciones de la hoguera en el desierto.
Lo inconcluso, el entrecortamiento de la fábula, la revelación que se avizora como hierba indómita, zozobran en los retazos de una historia que se silabea en la guerra, el amago de una cartografía y su despojo. Se habita, nos dice un poema, en la casa del naufragio, la que permanece oculta e hirviente, en la tiniebla total.
Invitamos a leer este libro como se aligera una pócima. De su lectura tal vez surjan las caligrafías de lo silenciado o los delirios del desarraigo. La inmersión atare fuegos proscritos, lo que se niega entre las fragmentaciones de un palimpsesto.

 

 

Casa Habitada
Nuestra casa el olvido
El despojo de la memoria
Un pizarrón de trazos quebradizos
Una galería de ríos sin cauce.

Nuestra es el fin
El retorno de lo que no tiene nombre
De lo que nació inconcluso.

 

Éxodo

Para Ricardo Cano Gaviria

 

Por la calle de los viejos adoquines se fueron,
Se marcharon, y se olvidaron de esta vieja tierra,
De estas ruinas musgosas,
De estos animales agotados.

Blandieron sus hoces, arruinaron sus bártulos,
Descosieron sus prendas
E incendiaron sus ranchos.

Se fueron, se marcharon,
Sin vitualla ni abrigo;
Mataron los mastines, ahogaron las bestias,
Sepultaron las efigies.

Sin anuncios ni plegarias
Negaron la patria y se abrieron al éxodo
Esquivaron la gloria y proclamaron la herejía.

Se fueron, se marcharon,
Quemaron la semilla y vejaron a las parturientas,
Negaron su pasado y denostaron del presente.


Se fueron, se marcharon,
Por la calle de los viejos adoquines,
Celebrando las ruinas y cantando la derrota.

 

Ensalmo
La cofradía de dioses
Ha conjurado a los
Raptores de ángeles.
Ellos, mortales ocupados
En los retozos de la guerra,
Restañan sus heridas con las bellezas celestes.

 

Acacia
En este aserrío habita mi ascendencia
Hoy no soy más savia esfumada, follaje perdido.
El invasor de mi un cómplice para convertir mis astillas en parihuela de mortajas.
No soy más que una ramificación
Un inmóvil surco de llagas
Un susurro leñoso
Que teje el silencio.

 

Marcos Fabián Herrera Muñoz. Colombia (1984). Poeta y periodista cultural. Sus artículos de opinión y sus trabajos periodísticos se publican en revistas literarias y culturales de Hispanoamérica. Su libro El coloquio insolente: Conversaciones con escritores y artistas colombianos recibió elogiosos comentarios por parte de reconocidas figuras de la literatura colombiana y latinoamericana como Julio Ortega, Sergio Ramírez, Darío Ruiz Gómez y Pablo Montoya Campuzano. Su nuevo libro de poesía fue publicado por la editorial bogotana Trilce Editores.

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Guillermo Martínez González es poeta y traductor. Silabario de Magia: Una Caligrafía del Silencio enviadao a Aurora Boreal® por Marcos Fabián Herrera Muñoz. Publicado en Aurora Boreal® con autorización de Guillermo Martínez González y Marcos Fabián Herrera Muñoz. Foto Marcos Fabián Herrera Muñoz©Esperanza Vallejo.

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