Mario Vargas Llosa. En Memoria de Fernando Garavito

ricardo_sanchez_angel_001¿Puede un reaccionario ser un buen escritor? Para algunos sectores a la izquierda la respuesta es negativa, un contundente ¡No! Sin embargo, puede ser ¡Sí!
Balzac era uno de los novelistas favoritos de Carlos Marx, a tal punto que le escribió a Federico Engels que había aprendido en Balzac más sobre Francia que en todos los historiadores franceses juntos. Igualmente, Balzac era monárquico, reaccionario, conservador y católico en sus creencias. Pero, es el creador de La Comedia Humana, un soberbio realista. No es el único ejemplo. Otro inmenso de las letras universales era conde, de la nobleza terrateniente, religioso, el autor de Guerra y Paz, León Tolstoi.


En nuestra América el caso más conocido e incluso extremo es el de Jorge Luis Borges, conservador, quien recibió una condecoración de Augusto Pinochet, convivió cómodamente con la dictadura argentina y es, pese a todas estas miserias, un gran escritor. Esto indica, recuerda, que los caminos de la condición humana son insondables y los de la creación artística y literaria en grado sumo complejos. A ello acuden lo racional y lo onírico, lo lógico y lo emocional, lo consciente y lo no consciente. La creación se da conforme a una elaboración, pero suele tomar el rumbo de una manifestación automática, tal como lo propuso el surrealismo y su gran oficiante André Bretón.

Ricardo Sánchez Ángel Doctor en Historia. Profesor Universidad Nacional de ColombiaLa historia de la personalidad humana está lejos de ser unidimensional; es bipolar y coexisten varias identidades. Se complementan, o están en pugna. Se interrelacionan, se repelen. Además, los deseos son varios y están para elaborarlos.
El artista, el escritor es una persona de carne y hueso. Está situado en la geohistoria, en determinada situación sociocultural y tiene preferencias políticas, las cuales pueden o no coincidir con sus propuestas estéticas.
Bueno, el asunto es más complejo. Mario Vargas Llosa logró el Premio Nobel porque lo merecía como novelista. Su obra es una invención y recreación cruda, elaborada, de las sociedades del Perú y del continente. Una inmensa crónica de las instituciones como el ejército, los colegios, la familia, la sexualidad, las dictaduras, las costumbres, la prensa, la política, los personajes del alto mundo, los de abajo, las ideologías, Flora Tristán y Gauguín...
El realismo crítico tiene su mayor esplendor en nuestra América en las novelas de Mario Vargas Llosa. El lenguaje se conserva y enriquece, la imaginación se despliega con los soportes de las experiencias, documentos, tradiciones. Escribe desde la realidad y sobre la realidad. Pero no refleja ni copia, sino que imagina y redescubre imaginarios culturales y desterrados de la memoria.
En la polisemia de la creación literaria, García Márquez logró su singularidad en el realismo mágico y Alejo Carpentier en lo real maravilloso del barroco. Juan Rulfo en el espejo de la poética realista de lo antiguo popular. Mario Vargas es también un crítico literario: sus obras sobre García Márquez, Flaubert, Víctor Hugo, José María Arguedas, son trabajos meditados y documentados, donde se exhibe como un gran intelectual, como un investigador universitario.
historia_mayta_001Por supuesto, no toda la producción literaria, de novelista, dramaturgo y cuentista del escritor peruano-español, conserva el mismo nivel. Hay libros como La Historia de Mayta que bordean la mediocridad, el facilismo y los domina el ideologismo antiizquierdista en la construcción del estereotipo de un guerrillero peruano. Este libelo - antes que novela o cuento- carece de imaginación creativa, de la profundidad y equilibrio del realismo que son virtudes que se encuentran en otros libros suyos.
La novela más lograda de Vargas Llosa es La Guerra del Fin del Mundo, una gran epopeya de los miserables de Brasil y de América, que recupera la tradición que Euclides Da Cunha (1886-1909) en su obra Los Sertones (1902, la edición de Ayacucho es de 1980) había sacado del olvido. Sobre esta obra y sus propias investigaciones Vargas Llosa elaboró su novela, que transcurre en Brasil a fines del siglo XIX.
Es una novela cuyo alcance es continental, un fresco de la lucha de los perseguidos, humillados, aventureros, indígenas, cimarrones, bandidos, yagunzos, campesinos, que adelantan su resistencia con la envoltura de lo religioso y bajo el liderazgo carismático del Santón Antonio Consejero.
Los Canudos eran un Sertón invadido por los desterrados, por la multitud que instaura su república igualitaria, solidaria, de trabajo y en armas. Solo pudo ser derrotada por una guerra total de exterminio de la joven República del Brasil. Los rebeldes de los Sertones, de Canudos, se comportaron como héroes victoriosos que solo con la solución final mueren.
Es también la presencia de los imaginarios anarquistas, del siglo de las luces, de la Revolución Francesa que Vargas Llosa a través de uno de sus personajes, Galileo Gall emparenta con la utopía de los Santones y a partir de ahí muestra el entramado de la sociedad señorial de la época en su circularidad, desde abajo y desde arriba.
Vargas Llosa es un reaccionario en política, defiende el credo liberal y neoliberal a rajatabla. Ha frecuentado a Hayek, Von Mises y Popper. Sus demonios a atacar están más a la izquierda que a la derecha. Es un polemista y agitador. Su creencia en las virtudes del mercado y la globalización lo han llevado a adaptar sus valores a estas realidades, que no igualan ni procuran reales y formales libertades para todos. Más bien refuerzan la explotación y la opresión y, a escala internacional, el dominio de las grandes potencias. En su oposición a los totalitarismos iguala el estalinismo con el socialismo realizando una argumentación sofista.
guerra_finmundo_001En su defensa del credo liberal, Mario Vargas Llosa es un dogmático y está del lado de los poderosos del Norte y del Sur. Sus plegarias son atendidas ya que es un favorito de los grandes medios, donde reparte sus baculazos y sus elogios. En Colombia manifestó su apoyo al Burundún Burundá del presidencialismo bonapartista de Álvaro Uribe, cuyo modelo autoritario elogió. Solo al final, se opuso a la segunda reelección en tono menor.
La propuesta de Vargas Llosa de que todo escritor y novelista debe ser un político o tener ideas políticas afines a las suyas, obviamente, recuerda las concepciones del escritor e intelectual "comprometido" que en la década de los sesentas del siglo XX propagó con mucha fortuna Jean Paul Sartre. El imperativo sartreano en la versión actual desmesurada de Vargas Llosa carece del sentido para las conciencias libres que deben conservar su absoluta libertad para optar por la política o prescindir de ella. El imperativo de los escritores es el mismo de cualquier ciudadano: ejercer derechos y cumplir deberes. De allí en adelante es el territorio de las pasiones humanas. El gran deber del escritor y del intelectual sigue siendo escribir bien y, ojalá, tener una opción ético-política por la emancipación humana.
De manera sencilla, es mejor Mario Vargas Llosa como novelista que merece ser leído, que como político que merece ser enfrentado.

Artículo enviado a Aurora Boreal® por cortesía del Doctor en Historia Ricardo Sánchez Ángel. Publicado originalmente en Revista Izquierda Nº 7, Diciembre de 2010.

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