Regalos de Álvaro Mutis

alvaro mutis 250Toda obra de arte es un regalo. Y un regalo personal, con nuestro nombre en su tarjetita, como los regalos de Navidad junto al árbol. Si me apuran, en la tarjeta está el nombre y la edad a la que debemos abrirlo. Hay que confiar en que el Destino nos lo entregue en su momento, en el momento oportuno para que lo apreciemos y nos cambie la vida.

Pero los creadores no sólo nos regalan sus propias obras. A veces nos regalan obras ajenas, que descubrimos a través de su mirada. Como si nos invitaran a su casa y nos ofrecieran un plato exquisito desconocido para nosotros.

Álvaro Mutis fue un anfitrión generoso. Gran gastrónomo, supo descubrir y ofrecer platos de gran finura que dejó expuestos en sus ensayos. En mi caso, le agradezco especialmente dos descubrimientos: Aurelio Arturo y Valery Larbaud.

Un breve texto –“Mi verdadero encuentro con Aurelio Arturo”– me llevó al poeta de La Unión. Su Morada al Sur no me ha abandonado desde entonces. He intentado ser digno del regalo ofreciéndolo a mi vez a quien ha podido apreciarlo.

El nombre de Valery Larbaud había aparecido en mi vida gracias a una reseña de Borges en El Hogar, que leí en sus Textos cautivos. Sin embargo, el verdadero descubrimiento llegó cuando encontré en un número antiguo de la revista ECO la conferencia “¿Quién es Barnabooth?”, que Mutis había impartido en la mexicana UNAM en 1965.

alvaro mutis 350Larbaud no es sólo un escritor: es una literatura. Más aún: es la Literatura. Es el mayor ejemplo de regalador de maravillas. Descubrió a Joyce y a Eça de Queiroz al ámbito francés, por sólo citar dos ejemplos señeros, y dedicó su vida a explorar literaturas y trasvasarlas entre sí.

Es bien conocido que Álvaro Mutis le regaló a su amigo Gabo las notas y documentación que había recabado para su proyectada novela sobre Bolívar, una novela que se quedó reducida al relato El último rostro. A partir de ese material Gabriel García Márquez escribió El general en su laberinto. Pero hay otro regalo desconocido que me animo a aventurar.

La protagonista de El amor en los tiempos del cólera se llama Fermina Daza. En su primera novela, Larbaud habla de un colegio aristocrático y cosmopolita a las afueras de París. Allí, además de alumnos franceses, hay varios hispanoamericanos ricos, hijos de millonarios que viven en París. Y el principal personaje femenino, la muchacha de que la todos se enamoran, es una colombiana. Larbaud, tan atento a los detalles, encuadernó el manuscrito de la novela con los colores amarillo, azul y rojo.

Mutis ha debido comentarle a Gabo esta novela, incluso es posible que se la haya dado para que la leyera, como hizo en su momento con Pedro Páramo.

Larbaud fue cambiando el título de su novela a medida que trabajaba en ella, a la par que el nombre de la muchacha. El manuscrito casi definitivo se titula Portraits de la Encarnita et de ses admirateurs. Pero más tarde un homenaje personal lo llevó a cambiar el nombre. Así, el título con el que la obra salió a la imprenta fue… Fermina Márquez.

Quizá la Fermina Daza de Gabo deba su nombre a una devoción mutisiana compartida. Una contraseña literaria entre amigos. Otro regalo escondido de Álvaro Mutis.

 

Material enviado a Aurora Boreal® por Diego Valverde Villena. Publicado originalmente en el Especial Autores Colombianos de Aurora Boreal® - Número 23-24, Mayo / Septiembre 2018. Publicado con autorización de Diego Valverde Villena. Fotografía de Álvaro Mutis tomada de internet. Todos los materiales publicados con autorización de Diego Valverde Villena.

Para descargar el Especial Autores Colombianos de Aurora Boreal® - Número 23-24, Mayo / Septiembre 2018 pulse aquí.

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