Mito y modernidad en Colombia

jaime barrios 250Cuando vaya a Cúcuta te llevaré flores silvestres amarillas, caracolas, vino tinto. ¿Qué hacías tú, marinero, en el altiplano? ¿Qué hacías tú en la mar, Ícaro hermano?
Luis Cardoza y Aragón

 

 

De la historia intelectual y literaria de Colombia resaltamos aquí el legado articulador del poeta y crítico Jorge Durán Gaitán. De su iniciativa junto a Hernando Valencia Goelkel nació la emblemática revista Mito cuyo perfil define Gustavo Cobos Borda de la siguiente manera:

"Los 42 números de Mito y las ediciones de libros que impulsó constituyen una aventura intelectual aún vigente. Cuatro premios Nobel honraron sus páginas y supo mantener un diálogo con España, no solo la peregrina sino también la censurada durante el franquismo."

Una investigadora colombiana, Mar Estela Ortega González-Rubio, acertadamente consiga:

"El grupo Mito buscaba fundamentalmente superar el campo de la estética romántica en desuso y, sobre todo, la modernista y parnasiana, heredadas de las generaciones y los grupos anteriores: Centenario, Los Nuevos, Piedra y Cielo y, en menor proporción, Cántico o Los Cuadernícolas; abrirles camino a las vanguardias desconocidas en Colombia, aunque de manera insular, hubieran aparecido algunas figuras, como los poetas José Asunción Silva, Luis Carlos López y Luis Vidales, que ya constituían una ruptura para quienes buscaban sacar al país del atraso intelectual, cultural y científico propiciador de una barbarie sangrienta que en esos años va a producir más de 300.000 muertos. Hay que tener en cuenta que 1930, según Ángel Rama, es el año de inicio de las vanguardias en América Latina, y Mito aparece en 1955, es decir, el arranque de la modernidad intelectual en Colombia tiene un atraso de 25 años."

El modernismo se prolongó en algunos países, o ciudades, más de la cuenta. Ese fue el caso de Bogotá donde conservándose las formas modernistas se entrelazaron con los lazos de un riguroso catolicismo y retomaron temáticas hispanistas pre modernistas, además de encerrase también en las formas de la lírica clasisista. En otras palabras: iban en la dirección opuesta a lo que los modernistas clásicos habían pretendido, es decir seculares y a veces agriamente anticlericales y abiertamente proclives a las dimensiones francófilas.

El modernismo por otra parte no llegó nunca, plenamente, a asimilar a las vanguardias. Las vanguardias además surgieron como rupturas al modernismo. Por ejemplo, Enrique Gómez Carrillo se enfrentó con hepático criticismo a ellas, sobresaliendo su inútil debate con Huidobro y el creacionismo. Con Darío, fallecido en 1916, no había muerto el modernismo pero si su más ardiente cabeza y el corazón más lúcido y en la década de los veinte se había abierto plenamente el camino de las vanguardias y las grandes figuras del modernismo ya habían muerto o estaban por desaparecer.

Colombia salió como Estado y como nación muy debilitada de la guerra civil entre liberales y conservadores, la llamada Guerra de los 1000 días que ganaron los conservadores. La hegemonía conservadora se inicia desde 1900 con la presidencia de José Manuel Marroquín y se prolonga hasta los años treinta con el régimen represivo de Miguel Abadía Méndez, conocido por las masacres en las zonas bananeras. Tres décadas de connubio clerical y estatal (Concordato incluido) impusieron los valores de la moral conservadora. Las “desviaciones” de las vanguardias no cabían en ese marco histórico e ideológico.

Los grandes modernistas colombianos, todos ellos verdaderos clásicos hispanoamericanos y pioneros o figuras del movimiento, tuvieron que vivir y producir fuera del país. Asunción Silva en Europa, cuestionado por su modo bohemio de vivir y hasta puesto bajo sospecha incestuosa con su hermana, terminó quitándose la vida al retornar. Fue reivindicado después y sobre todo con el espaldarazo a su obra de significativos poetas españoles como Juan Ramón Jiménez. Barba Jacob abandonó Colombia para nunca volver y se significó en otros países latinoamericanos siempre con el estigma de poeta sodomizante y drogadicto. José María Vargas Vila llegó a ser excomulgado y su obra se censuró en Colombia.

La paradoja literaria en Colombia es que de todos modos el modernismo se mantiene casi hasta mediados de siglo. Pero era un modernismo de forma y no de fondo. Incluso, como ya hemos señalado, hispanista, algo diferente al afrancesamiento del modernismo de Darío. Restauración de un hispanismo a ultranza, retroceso del modernismo esencial con un mantenimiento formal y retórico del mismo. Una rutilante lista de escritores y poetas del modernismo tardío colombiano es Guillermo Valencia, Cornelio Hispano, Carlos Arturo Torres, Víctor Londoño, Max Grillo y Baldomero Sanín Caro.

El hispanismo recargado y postizo lleva a la concepción del “mejor español de América”, que sería el que hablaba en Bogotá o el “cachaco” estereotipo del ibero-bogotano, una figura superior y excluyente del resto de Colombia. Laureano Gómez, que será presidente y Emilio Ruíz Barreto, intelectual orgánico del partido conservador, llegan a concepciones racistas, despreciando lo precolombino, lo afroamericano y lo mestizo y desde luego la producción cultural de provincia. Surgen “los leopardos” o grupos paramilitares de choque cuya función era reprimir todo aquello que según ellos atentara contra la cultura hispana o que se desviara de los cánones conservadores. La conmemoración del cuarto centenario de la llegada de Cristóbal Colón es celebrado con pompa y se inaugura el teatro Colón, recinto del paradigma hispanista de Bogotá. También comienza a usarse la denominación de “La Atenas de Suramérica” para Bogotá.

mito 1Sin embargo, Bogotá desde principios del siglo XX y después de la guerra civil no era ninguna capital cosmopolita. Más bien y debido a la censura y a los frecuentes “toques de queda” la actividad cultural estaba restringida y los espacios públicos disminuidos. Se produce entonces un resurgimiento de las tertulias que como en las épocas de la Independencia permitía la discusión y el intercambio de ideas así como presentación de creaciones literarias. La más famosa fue la llamada Gruta Simbólica que se convirtió en un grupo literario y uno de los personajes de la primera década fue Calímaco Soto Borda (que usaba el seudónimo Casimiro de la Barra) del cual fue permanente animador. Seguidor de los poetas malditos franceses escribe la novela Diana la cazadora. En algún momento publica un periodiquito con crítica y crónicas ligeramente mordaces La Barra.

Pero las tertulias como espacios semi públicos ya en los veintes habían prácticamente desaparecido y en su lugar vendrían los cafés. Del mismo modo que los modernistas en París, Madrid y Buenos Aires lo habían hecho tres décadas antes los cafés se convirtieron ahora en los espacios posibles para el debate literario y político y también para la presentación de obras. Los más famosos fueron el Windsor, el Asturias y el Automático a donde concurrieron poetas como Luis Vidales y León de Greif.

mito 2Esta hegemonía conservadora y su hispanismo, secundado de censura y control cultural y social con medios periodísticos poco flexibles y bastante cerrados, causan y permite la prolongación formal del modernismo, ahora de corte hispanista, y también obstaculiza el florecimiento de las vanguardias. El poeta Luis Vidales es el jinete solitario que se empapa de las mismas e influenciado por Ramón Gómez de la Cerna publica en 1926 un libro de poesía fundamental: Suenan timbres. En la Bogotá conservadora y católica de mediados en los años veinte del siglo pasado, todavía encerrada literariamente en su modernismo tardío, el poeta ateo y comunista Luis Vidales desnuda y desmenuza la realidad que lo rodea siendo contestatario y con una irreverente lírica subversiva. Y es con humor que Vidales derriba los muros conservadores de la cultura bogotana: “Los bogotanos están atravesando en estos momentos por un idiotismo sin disidencias.” El poeta León de Greiff por su parte funda el grupo Las Pánidas en 1915 y se publican algunos números de una revista con este nombre. Diez años más tarde fundará Los Nuevos, en el que participarían entre otros: Luis Vidales, Alberto Lleras Camargo, Rafael Maya y Germán Arciniegas.

mito 3Pero el poeta oficial y loado es Eduardo Carranza, creador de una poética clasicista, con cantos patrióticos y profusiones líricas amorosas con rasgos de angustia existencial. Carranza es uno de los animadores del grupo “Piedra y cielo” seguidores del poeta español propulsor de la llamada “poesía pura” Juan Ramón Jiménez por entonces ya desplazada su influencia entre las generaciones jóvenes españolas y latinoamericanas por la poesía impura de Pablo Neruda. Ocupa cargos importantes, entre ellos director de la biblioteca nacional y agregado cultural en España y Chile. Carranza es ungido con condecoraciones de claro corte hispanista: Medalla de Honor de Cultura Hispánica y la Gran Cruz de Isabel la católica. El periodista Harold Alvarado Tenorio apunta que Carranza fue nombrado por Laureano Gómez como agregado cultural en 1951 “ante el régimen de Francisco Franco, donde estableció una estrecha amistad con su primo y secretario “Pacón” Salgado Araujo, que le promovió durante toda la dictadura como un nuevo Rubén Darío, publicando sus libros, abriéndole las puertas de diarios y revistas del régimen y organizándole encuentros y homenajes España.”
mito 4José Carlos Mariátegui había vivido e identificado críticamente el hispanismo peruano a contracorriente como una reafirmación del sistema conservador autoritario. Mariátegui vislumbraba en las vanguardias, las cuales conoce a profundidad durante su estancia en Europa, las vías de ruptura con el régimen antiguo. Si aplicamos análogamente esta convicción de Mariátegui a la Bogotá “donde se hablaba el mejor español de América”, podemos perfectamente visualizar la gran importancia que nuevas articulaciones con las corrientes internacionales tendría para el avance de la literatura y la creación artística en Colombia. Además, y desde una perspectiva de gramática generativa chomsquiana, ponderar un idioma sin la dinámica generativa de lo propio resultaría una alienación. O una construcción ideológica excluyente y dominante.

Pero el rompimiento del mito de “La Atenas de Suramérica” no lo propició ni la literatura ni la creación estética sino un contundente hecho social de dimensiones dramáticas: El Bogotazo de 1948. La presión social por cambios era enorme. El Partido Liberal se había dividido y una de las alas, la más radical y la que estaba decidida a enfrentarse a la oligarquía conservadora, era liderada por José Eliécer Gaitán, hombre de grandes dotes oratorias y carisma indiscutible. El 9 de abril es asesinado a balazos por Juan Roa Sierra, un oscuro sicario de apenas 21 años quien es en el acto linchado por una masa iracunda e irrefrenable. Los autores intelectuales del magnicidio no pueden ser otros empero que miembros de la oligarquía colombiana, seguramente con enlaces políticos con el gobierno de Mariano Ospina, entonces presidente. La masa se desborda, se incendian edificios, tranvías y cientos de automóviles. La cauda de muertos y de heridos es enorme, varios miles. Bogotá ya no será la misma: la “Atenas de América” es ahora una ruina sangrienta.

En un momento de gran agitación son tomadas las instalaciones de la radio nacional desde donde dos poetas tratan de orientar a las masas hacia otros rumbos que no fueran los saqueos e incendios irracionales. El joven Jorge Gaitán Durán y Jorge Zalamea se turnan en los micrófonos. Las fuerzas de seguridad rodean el edificio de la radio y comienzan a ocuparlo abriéndose paso a balazos. Los poetas siguen transmitiendo hasta que son capturados. Prodigiosamente no son fusilados. Gaitán Durán sale a un exilio provisional en la ciudad de Cúcuta de donde emigra después a París. Zalamea parte a su largo exilio europeo. Un nuevo actor hasta entonces ignorado y rebajado aparece brutalmente en la escena: la masa. Y con el Bogotazo se inicia un período social furibundo, La Violencia, que cobraría durante una década cientos de miles de vidas en una especie de guerra civil solapada y expandida a toda la república.

Interesante el recuerdo de Gabriel García Márquez narrado en sus memorias Vivir para contarla y que toca la presencia en el momento del Bogotazo del poeta y crítico guatemalteco Luis Cardoza y Aragón:

"De Cardoza y Aragón se dijo en concreto que había sido uno de los promotores, embozado con su credencial de delegado especial del gobierno progresista en Guatemala. Hay que entender que Cardoza y Aragón era delegado de un gobierno histórico y un gran poeta de la lengua que no se habría prestado nunca para una aventura demente. La evocación más dolorida en su hermoso libro de memorias fue la acusación de Enrique Santos Montejo, Calibán, que en su popular columna en El Tiempo, «La Danza de las Horas», le atribuyó la misión oficial de asesinar al general George Marshall. Numerosos delegados de la conferencia gestionaron que el periódico rectificara aquella especie delirante, pero no fue posible. El Siglo, órgano oficial del conservatismo en el poder, proclamó a los cuatro vientos que Cardoza y Aragón había sido el promotor de la asonada."

Cardoza negó siempre las acusaciones que no deben ser vistas más que en el marco de la plataforma anticomunista de la Guerra Fría y del macartismo exportado a América Latina, con mayor razón al haber sido Cardoza el representante de un gobierno de izquierdas, el del filósofo y escritor Juan José Arévalo Bermejo, que no comulgaba con las órdenes emanadas desde Washington. Resulta atrayente el hecho de que Cardoza haya conocido después en París a, donde fue enviado como diplomático a principios de los cincuentas a Jorge Gaitán Durán. Los dos poetas trabaron amistad y Cardoza llegaría a ser parte del gran proyecto de Gaitán Durán a su retorno: La revista Mito.

La estancia de Gaitán Duran en París resulta un período de asimilación de las escuelas y corrientes francesas que habían seguido a las vanguardias. En especial el existencialismo de Gabriel Marcel, Jean-Paul Sartre, Albert Camus, Simone de Beauvoir y Maurice Merleau-Ponty, la obra plástica de Pablo Picasso, la poesía de Eluard, Louis Aragon, André Breton y Robert Desnos, el teatro del absurdo: Antonin Artaud, Samuel Beckett, Eugène Ionesco y el nouveau roman o sea novela de Alain Robbe-Grillet, Nathalie Sarraute, Claude Simon, Michel Butor, Robert Pinget, Marguerite Duras. Un interés particular en la obra y vida del Marqués de Sade. Gaitán Durán se inspirará después en la revista Temps modernes de Sartre en la concepción de una nueva publicación en Colombia: la revista Mito.

La revista surge en 1955 y será la plataforma que articulara las corrientes francesas y europeas con el quehacer estético y literario de Colombia y por extensión de todo el continente debido a la difusión que la publicación tuvo. La publicación tuvo siempre una vocación cosmopolita y a la vez articuladora latinoamericana.

El consejo patrocinador estuvo conformado por nombres intercontinentales: Vicente Aleixandre, Luis Cardoza y Aragón, Carlos Drummond de Andrade, León de Greiff, Octavio Paz y Alfonso Reyes. Publican en Mito Jorge Luis Borges, quien entonces todavía no había alcanzado su plena notoriedad, Carlos Fuentes, Gabriel García Márquez y Julio Cortázar. Enrique Buenaventura también introduce el teatro de Bretch. Marta Traba comienza a significarse con sus concepciones del nuevo arte plástico latinoamericano y su oposición al realismo socialista. Desde Alemania llegan los aportes de los críticos colombianos Rafael Gutiérrez Girardot y Danilo Cruz Vélez. El artista plástico Alejandro Obregón participa con ilustraciones.

En definitiva, Mito es tanto un reciclaje como una actualización a través de una efectiva articulación editada con máxima calidad visual y textual. También y políticamente se enfrentó a la dictadura y al golpe del general Rojas Pinilla y brindó su apoyo a los estudiantes. Provocó debates sobre temas tabúes, incluso sobre la sexualidad presentada en los poemas eróticos de Jorge Gaitán Durán (sobre todo en su libro Amantes) del cual resaltamos los siguientes versos:Al desnudarnos descubrimos dos monstruosos
desconocidos que se estrechan a tientas,
cicatrices con que el rencoroso deseo
señala a los que sin descanso se aman:
el tedio, la sospecha que invencible nos ata
en su red, como en la falta dos dioses adúlteros.

Alienta repetir algunas voces latinoamericanas que resaltan el papel y la importancia del proyecto editorial de Gaitán Durán. Carlos Fuentes:

"A mediados de los años cincuenta, dirigía junto con Emmanuel Carballo una Revista Mexicana de Literatura, adversa al chovinismo estrecho de nuestra antañona vida cultural. Una de las maneras de romper “la cortina de nopal” (Cuevas dixit) consistió en asociarnos con revistas latinoamericanas de espíritu similar. Eran dos: Orígenes, dirigida en La Habana por Cintio Vitier, que me permitió iniciar una paradisíaca correspondencia con el gran José Lezama Lima. Y Mito, publicada en Bogotá por Jorge Gaitán Durán, y que me puso en contacto con dos jóvenes y ya grandes escritores colombianos, Álvaro Mutis y Gabriel García Márquez."

Octavio Paz resalta la calidad e innovación la revista y refiriéndose a Gaitán Durán cuando afirma: “Gaitán Duran, uno de los espíritus más despiertos y originales de la nueva literatura latinoamericana, es partidario del riesgo intelectual".

Cobo Borda por su parte afirma:

"Allí aparecieron, entre otros, textos como El coronel no tiene quien le escriba (1958), de García Márquez; la Memoria de los hospitales de ultramar (1959), de Álvaro Mutis; fragmentos de la novela de Álvaro Cepeda Samudio La casa grande (1962), editada luego en las ediciones de Mito, y colaboraron en ella escritores como Hernando Valencia Goelkel, su codirector, Fernando Charry Lara, Pedro Gómez Valderrama, Eduardo Cote Lamus."

Una anécdota de 1955 ilustra metafóricamente lo que fue la revista Mito en Colombia. Gabriel García Márquez cuenta que había roto en pedazos un cuento y lo había tirado al cesto de basura cuando ese día lo visitó Jorge Durán Gaitán para pedirle un texto urgente para la revista. García Márquez bromeo diciéndole que lo único que tenía era el texto roto en la basura el cual fue tomado y pegado por Durán Gaitán quien lo encontró sumamente publicable y también le puso el título: Monólogo de Isabel viendo llover en Macondo. Un relato que se tiene ahora como de los mejores de García Márquez.

Jorge Durán Gaitán retornando de uno de sus viajes a Francia se sube a un trágico avión en 1962 el cual se accidenta en el Caribe francés, en la isla de Guadalupe, falleciendo en el lugar de la catástrofe aérea. Con su muerte termina el ciclo del grupo la revista Mito. Una nueva era comenzaba en el continente a la sombra de las luchas radicales en las montañas y selvas y en los espacios irrenunciables de la literatura y el arte. En 1962 tenía un efecto continental los sucesos en la Cuba revolucionaria y la revista Casa de Las Américas vendría a constituirse como un espacio intercontinental de discusión y creación literaria y ensayística. Fue la década también del movimiento Nadaista, fundado en 1958 en Medellín, por el poeta Gonzalo Arango, Jota Mario, Jaramillo y otros para desafiar y provocar a la “desacreditada burguesía” pro imperialista, levantando sus textos “desde la silla eléctrica”. Una nueva etapa de violencia encarnizada entre guerrillas y contrainsurgentes bañaría a Colombia y a otras partes del continente acaso nuevamente derramada en vano, o quizá regó también el árbol del cambio emancipador de un continente en llamas pero siempre bajo el signo de la esperanza, escribía Gonzalo Arango:

Une tu mano
a nuestras manos
para que el mundo
no esté en pocas manos
sino en todas las manos.

 

jaime barrios 375Jaime Barrios Carrillo
Guatemala, 1954. Escritor, periodista y traductor. Reside en Estocolmo desde 1981. Licenciado en Filosofía (Universidad de Costa Rica), Antropología Social y Estudios Latinoamericanos (Universidad de Estocolmo). Fue catedrático de la Universidad Nacional de San Carlos de Guatemala. Columnista de Siglo 21 y el Periódico de Guatemala. Su poemario Ciudades Errantes fue finalista en el premio Casa de las Américas (1996). Poemas suyos han sido publicados en antologías de poesía guatemalteca. Publicó el ensayo “Huberto Alvarado Arellano su tiempo y el nuestro” (Flacso-Guatemala 2011) y el libro Anti Ensayos (Palo de Hormigo, 2012). Ha publicado artículos y ensayos en revistas españolas y de América Latina. Actualmente es co-diretor dela revista gAZeta.

 

"Mito y modernidad en Colombia" enviado a Aurora Boreal® por Jaime Barrios Carrillo. Publicado en Aurora Boreal® cona autorización de Jaime Barrios Carrillo. Fogotgrafía Jaime Barrios Carrillo ©Lorenzo Hernández. Las demás fotografías enviadas a Aurora Boreal® por cortesía de Jaime Barrios Carrillo.

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