Alexandra Domínguez

alexandra_dominguez_002La casa de los peces

Vivo en la casa de los peces donde el hombre es un río lejano donde

el profeta de las cenizas está prisionero en sus sueños y en cada pupila quemada el espía de los silbidos vigila una estrella.
Vivo, por decirlo así, en la casa de los peces de la transparencia donde todas las escaleras llevan hasta la profunda ciencia del humo el silencio de los que se aman sobre la Tierra.
Vivo bajo las lluvias desconocidas que vienen a hablarnos, cerca de las ventanas donde se asoman los que a nadie esperan, vivo entre los que permanecen inmóviles esperando la resurrección de su nada.
Vivo en los que desaparecieron y caminan por subterráneos jardines y entre aquellos que aún no han abierto los ojos a los destinos solares, vivo en la imaginación de los que florecerán en sus lechos nocturnos.
Vivo en los que viven después de haber respirado su primera mañana, al lado de los que construyen el recuerdo de su concluida aventura, vivo junto a los cuadros borrados por la visión de otra voz absoluta.
alexandra_dominguez_001aVivo en la negación de la muerte donde todo pensamiento es un ángel que huye, donde cada persona se alimenta con alas y mensajero y caballo, vivo en la casa de los peces donde el hombre es un río lejano.


Contra las naturalezas muertas

Tú no has nacido para la muerte, ¡inmortal pájaro! ... John Keats


alexandra_dominguez_002aHe visto una luz posada sobre la línea en que respira un pájaro
y he visto al niño cuya palabra azul nombra el canto en cuya respiración
lo que dibujo es pájaro de Persia, pájaro de piedra, pájaro de Perse.
He visto a los pájaros que emigran,
a los pájaros de tinta que salen de los túneles y vuelan al papel del cielo,
y allí a semejanza de su voz permanecen en el entorno de los ángeles.
alexandra_dominguez_004He visto pájaros conmovidos por la irrealidad del blanco
entrar en los papeles del invierno donde vive la tempestad de Turner.
Y he visto en lo que he visto la misericordia real de lo imaginario,
pájaros dibujados por la mano zurda de los naturalistas, pájaros rojos
descendiendo sobre el trigal de los concilios, pájaros de las limosnas
y pájaros de la importancia sobre los grandes silencios de la duración.

alexandra_dominguez_003He visto pájaros en los lienzos donde permanecen para siempre los gritos,
pájaros de Munch en las barandillas de la cabeza de Evardv,
pájaros de Goya en la madrugada de los fusilados
donde ladran sus lámparas heridas los perros de la consolación.
En todo lo que he visto me han visto los pájaros, en Versailles
los pájaros que a Versailles llevan una gota de ámbar antiguo,
los diminutos pájaros de las constelaciones que encienden fogatas
en las islas de Patinir, los que beben las gotas de brea en las alambradas
y hacen florecer el laurel de las interrogaciones en los jardines de Klee.
alexandra_dominguez_005He visto a esos pájaros, he pintado esos pájaros hasta adentrarlos en mí,
hasta anidarme con ellos en los espacios futuros de lo que ha de ser verdadero.
He visto lo que nunca se sabe de un pájaro, el mapa que llevan en el pecho,
el silabario de la conversaciones entre los muertos y las estrellas, he visto
a todos los pájaros del universo sobre el tejado de albahaca de las sinagogas,
a los pájaros durmientes que brotan del violín de nieve de Chagall.
alexandra_dominguez_006He pintado esos pájaros, les he puesto saliva de Ana Karenina para que respiren en el amor,
les he dado migas de linterna para que busquen a Mandelstam.
La necesidad de los pájaros cruza cada mañana el horizonte de mis bastidores,
van hacia La Meca a teñir de amarillo las alcobas de la tiniebla,
cruzan las estepas de Mongolia con una pestaña de caballo en el pico.
Los pájaros que he visto viven en los lienzos de lino, traen semillas de violetas
en el corazón, guían de regreso a la felicidad los trenes con destino a Liberia.
Los pájaros que digo dicen palabras al oído, van a Pekín y se acuestan con el emperador,
van a Roma y escriben los epitafios de quienes no han nacido para morir.
He visto pájaros en el Louvre y he visto pájaros en la aldea donde nació mi padre,
pájaros zen y pájaros sufís, pájaros sobre la cruz de Tápies 
y solitarios pájaros destinados a la salvación por San Juan de la Cruz.
He pintado abismos, esferas, laberintos, he dibujado seres y consultado manchas,
he visto lo que he visto: adiós naturalezas muertas, bienvenidos pájaros.

 

Alexandra Domínguez, nace en Concepción, Chile, en 1956. Desde muy joven sintió proximidad por la creación artística. A la poesía llegó de la mano de su padre que en las tierras de Ninhue fue vecino y amigo de Violeta y Nicanor Parra, con los que compartió aula y adolescencia en el Liceo de Chillán. En el arte fueron su iniciación las manos delicadas de su madre modelando arcilla en un pequeño taller del Parque Ecuador de la ciudad natal. Realiza sus estudios primarios en el Colegio Inglés St John`s y los secundarios en el Liceo Francés Charles de Gaulle, de ahí su fervor por la literatura francesa e inglesa. Rimbaud, Verlaine, Saint John Perse, Victor Hugo, Proust, Keats, Wilde y Shakespeare fueron sus primeras y apasionadas fundaciones poéticas. Luego llegarían los viajes y junto a ellos el descubrimiento de Kooning, Vedova, Basquiat, Pollock y siempre Miró y la fascinación de Klee. En 1974 viaja a Madrid para estudiar cine en la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense y Bellas Artes en la Academia San Fernando. Dos años mas tarde se traslada a Barcelona en donde proseguirá sus estudios en Ciencias de la Información, obteniendo la licenciatura en Periodismo. Asimismo continúa sus estudios de Bellas Artes en la Academia San Jorge de la Universidad Autónoma de Barcelona. En 1982 regresa a Concepción en donde realiza su primera exposición individual, ejerciendo a la vez el periodismo en televisión y radio, actividad profesional que abandona para dedicarse por completo a la pintura. El año 1989 un jurado compuesto por Justo Pastor Mellado, Nemesio Antúnez, Jaime Cruz y Jorge Glusberg le otorga el Gran Premio Salón Sur de Pintura a su díptico El mar de la utopía. Ese mismo año regresa a España, afincándose en Madrid, donde realiza cursos de grabado en los Talleres de la Galería Brita Prinz, y ciudad en donde reside en la actualidad. Junto a su vocación por la pintura y el grabado está la poesía. El año 2000 recibe el Premio Hispanoamericano de Poesía Juan Ramón Jiménez por su libro La conquista del aire, publicado por la Fundación del mismo nombre. De ella ha escrito Gonzalo Rojas: "Alexandra Domínguez apuesta a ver y ve, como difícilmente. Allí está ese texto estremecedor: "El poeta es un asunto allí en lo invisible". Palabra necesaria, lo que se llama necesaria. Pego el oído fino y oigo tierra de Dios. Loado cuanto escribe.". El 2006 realiza una exposición individual en el Museo Nacional de Bellas Artes de Santiago de Chile. Ha realizado exposiciones individuales y colectivas en Chile, Ecuador, Argentina, Estados Unidos, España, Francia, Inglaterra, Noruega, Finlandia, Alemania, Italia y Portugal, obtenido premios y distinciones, siendo su obra gráfica catalogada en numerosos certámenes internacionales, Calcografía Nacional de Madrid, Bienal Internacional de Ourense, Feria Estampa, Premios Goya, Caja Madrid, etc.

alexandra_dominguez_007Emily

El agua se descalza, el atardecer arde con timidez de estrella solitaria.
La lluvia insiste con sigilo de anciana que quiere pasar.
alexandra_dominguez_008El murmullo de algo que no es su corazón duerme en el gato de los bosques de Noruega.
Hablo como si hubiera venido un emisario con una bella lámpara de azufre.
alexandra_dominguez_009A veces el remolino no es otra cosa que un mapa de aire arrugado por una mano desconocida.
Algo tiene que ver la poesía con esa zona donde Klee pintó un triángulo que se parece a una niña esférica en vestido de liquen nocturno.
Todos los astros viven como olvidados excepto para la los alumnos de la Escuela de la Noche.
Las palabras se descalzan, la gente que las pronuncia no debe hacer ruido para que entren en el poema.
Algo así como un niño jugando a coger pájaros atrayéndolos con migas de pan.
Aquellos que lo han visto hacer saben de la crueldad pero también conocen la inocencia de los hábitos relacionados con la curiosidad.
La agonía de algo puede ser tan tímida como el atardecer, una llave transparente que hable lo visible a la oscuridad de los naufragios solares.
Escribo como las gaviotas sobrevolando el quebrado contorno de los acantilados desde el que se arrojan los adjetivos al océano de los lugares comunes.
Oí un ruido en el piso de arriba, era Emily Dickinson en zapatillas de andar por casa abriendo y cerrando el cajón de hojas alegres de la primavera de 1847.


Mi amigo Eliot tuvo un sueño

alexandra_dominguez_010Mi amigo Eliot tuvo un sueño, yo soñé ese sueño.
Era una emigrante de Dakar, en Dakar los emigrantes no tienen equipaje,
apenas un manojillo de hierba para los elefantes, apenas un diente de león
colgado al cuello. Eliot llevaba su hierba de algodón, un pijama viejo
como cebra rayada por el peine de la sabana los días de viento.
alexandra_dominguez_011Un paquete de cigarrillos no es gran cosa, pero en Dakar el humo,
el humo en Dakar vale lo que la niebla en Londres,
un billete con la reina de Inglaterra lo mismo que una piel de búfalo,
unas gafas lo mismo que un tambor de adobe y cuero.
alexandra_dominguez_012Mi amigo Eliot tuvo un sueño, andaba confundido en ese sueño,
miraba hacia las llanuras y no veía el Támesis,
hablaba con los aduaneros, gritaba a las jirafas, ponía telegramas,
las gacelas llevaban de una parte a otra sus recados, las hienas
extendían su rumor por cada cabaña de los poblados.
alexandra_dominguez_013Ciertamente Eliot andaba confundido en ese sueño,
nadie podía hacer ya nada, el leopardo dijo: yo no puedo hacer nada,
Pound mandó recado: Eliot, dicen que estoy loco, no puede hacer ya nada.
alexandra_dominguez_014Yo soñé ese sueño, entraba en el hotel, el jaguar tenía guantes blancos,
en Dakar las nueces tienen un gusano turquesa parecido a un labio,
los labios en Dakar cantan a Paul Harrison, las avestruces visten de Cartier.
alexandra_dominguez_015Eliot soñaba obsesivamente, soñaba como nunca antes nadie había soñado.
Abría los ojos y veía el contrabajo de los hipopótamos,
cerraba los ojos y le perseguía un cuerno,
a veces pensaba: esto ha de ser el National Museum,
esto ha de ser Kensington Road esquina Ennismore Gardens.
Ciertamente Eliot andaba confundido en ese sueño,
confundido como nadie antes se había confundido en otro sueño.
En las praderas no había cabinas telefónicas,
en los almacenes no había almidón para las camisas,
sin exagerar, Eliot andaba bastante confundido en ese sueño.
Leía su Tierra Baldía a la tierra baldía, lo tomaron por chamán
cuando comenzó a llover, lo tomaron por loco cuando comenzó a nevar.
En Dakar nieva una vez cada cuatro mil años, pero tocó ese día,
en Dakar un reloj vale lo mismo que la raya de un árbol contra el Sol,
unos zapatos lo mismo que un puñado de arena,
un violín lo mismo que una cuerda de cáñamo.
Mi amigo Eliot tuvo un sueño, yo soñé ese sueño:
Hyde Park, los elefantes blancos, Green Park, los rinocerontes negros.


El poeta es un asunto allí en lo invisible

alexandra_dominguez_016Ese hombre es invisible, su materia de alondra es invisible,
anda en lo invisible con pasos que hacen ruido en las calles invisibles,
come cosas invisibles, respira lo invisible, paga con monedas invisibles.
El poeta es un asunto allí en lo invisible, cruza ríos invisibles,
se acuesta con mujeres invisibles, habla con palabras invisibles.
Está en Dublín y es invisible, va por el cielo en aviones invisibles,
en su corazón la melancolía es invisible, piensa en cosas invisibles,
lee a Kavanagh que escribía libros invisibles,
por ejemplo esto es invisible: My soul is and old horse
offered for sale in twenty fairs.
alexandra_dominguez_017Su furia es invisible, su tempestad también es invisible,
trabaja en una fábrica invisible, gasta sus codos en mesones invisibles,
Teillier era invisible, Parra casi es invisible, nadie ha visto a Rojas.
Los obreros brindan al final de la jornada con jarras invisibles de cerveza,
los solitarios se hospedan en hoteles invisibles, llaman por teléfono
a chicas invisibles, esperan en esquinas invisibles a otros invisibles.
En el verano la lluvia es invisible, abren entonces un paraguas invisible,
se van a provincias invisibles a leer poemas invisibles,
se encuentran en un parque con alguien invisible, aman lo invisible.
El poeta es un asunto allí en lo invisible, este mismo poema es invisible,
un espejo es invisible, la ciudad en la que vivo es invisible,
lo imprescindible y lo insignificante, eso es lo invisible.

LIBROS PUBLICADOS

La conquista del aire , Premio Hispanoamericano de Poesía Juan Ramón Jiménez, 2000 publicado por la colección de poesía Juan Ramón Jiménez

Poemas para llevar en el bolsillo, XIV Premio de Poesía Rincón de la Victoria, in memoriam Salvador Rueda, 2006, publicado por la editorial Renacimiento.

ANTOLOGÍA Latitudes Extremas, doce poetas chilenas y noruegas, selección de Gonzalo Rojas e Inger Elisabeth Hansen

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