Escribir al son de Tambores

julio olacireguie 259Entrevista - en exclusiva para Aurora Boreal®

 

Cruzó el Atlántico para llegar a la mítica Paris, y con el fabulario de los congos y marimondas de su natal Barranquilla, amistar la brisa del caribe con los efluvios del Sena. En sus cuentos y novelas palpita el desparpajo costeño y la trashumancia de seres que hacen de la vida una permanente visita al límite y el abismo. En cada frase que escribe Julio Olaciregui, se escucha las músicas de Carnaval y un lejano pregón de cantaoras.

 

En mi último viaje a Barranquilla creí ver en las muchachas que caminaban por la calle el rostro de Charito. ¿Fue su propósito escribir una epopeya de la intrascendencia cotidiana desde la óptica femenina?

Que hayas imaginado encontrar a Charito entre las muchachas de Barranquilla en tu último viaje me emociona. Traté de convertir en ficción algunos hechos que creía comprender, imaginando, no de manera realista, la historia de la pareja que me dio la vida, su época. Tú la calificas de "epopeya de la intrascendencia cotidiana desde la óptica femenina"; me parece pertinente dicha definición. Sin embargo ¿qué es lo Trascendente? me pregunto. "vale la pena vivir y el amor recompensa", dice Vinicius de Moraes en un poema. Charito es la historia de una mujer calificada de "ama de casa" o "madre de familia", quise ponerme en su lugar, explorar la vida de una mujer en apariencia insignificante, pero con una importancia trascendental para su familia., para sus hijos.

 


En Charito está representada la lucha por la supervivencia, el arrojo, el desamor y el amor. Si Charito escapó de su marido para rehacer la vida. ¿Escapa su novela a la fábula caribeña prototípica para festejar la ruina de los días?

La gente de la costa a veces aparece estereotipada, rodeada de un halo que está emparentado con el rumor, con el mito, con el "pre-juicio"; en general siempre hay, cuando se habla de la gente de alguna región de Colombia (los guajiros, los paisas, los rolos, los llaneros, los opitas) ciertas apreciaciones "generalizantes" que no corresponden con la realidad de cada Ser. Tú hablas de "la ruina de los días", y entonces pienso en el célebre verso de Aurelio Arturo, "los días que uno tras otro son la vida", y cuando nos ponemos a pensar la unidad de tiempo que realmente experimenta nuestro cuerpo, debemos decir que él sólo percibe el día con su noche, lo demás (semanas, meses, años) son abstracciones del calendario propiciadas por la observación del Sol y la Luna; en Europa tenemos las cuatro estaciones vivaldianas y en Colombia las lluvias y las sequías. En Barranquilla los arroyos peligrosos y el calor, las brisas de diciembre inmortalizadas por Marvel Moreno. En Charito, es cierto hay un marcado interés por la vida cotidiana, es una "epopeya" del día a día.

 

Algunos cuentos de Días de Tambor contagian de la nostalgia bañada por la bruma del exilio. ¿Ha refundado sus mitos personales luego de tantos años en Paris?

Nostalgia significa el "dolor de no poder regresar a su tierra" y exilio estar obligado a irse, a expatriarse, para salvar su vida... son acaso conceptos que no encajan con mi experiencia, pues vine a París para estudiar, y luego me quedé y fundé una familia. Sin embargo, como tú dices, es interesante ver desde lejos su propio pasado, o consultar la historiografía acerca de nuestra región para rehacernos, para intentar una reconstrucción ética. Cuando leemos el libro del cura Joseph Palacios de la Vega (Diario de viaje del P. Joseph Palacios de la Vega: entre los indios y negros de la provincia de Cartagena en el nuevo Reino de Granada 1787–1788) nos enteramos de lo poco que valían las vidas de nuestros ancestros. Sí, después de tantos años acá alcanzo a vislumbrar algo de lo que somos en el mapamundi: bailadores de cumbia, alimentados con yuca y pescao, formados por la paideia caribe, « primero estaba el mar, y el mar era la madre ». Ese mar por el que llegaron nuestros tatarabuelos esclavos y piratas... las corrientes de inmigrantes andaluces, gallegos, turcos, judíos, italianos, alemanes.

 

Leo en La Segunda Vida del Negro Adán: " Joyce suelta la trenza a los pichones de escritores en Barranquilla y en Montevideo no hay pero que valga: Se trata de respirar y estirarse, anhelos de la forma, del ser." Esa pareciera ser la premisa de su escritura. Un aluvión incontenible como los que anegan a Barranquilla en los días de lluvia...

Sí, para mi es muy importante la obra de James Joyce, su vida dedicada a la escritura, su poética, su pasión por la cultura grecorromana, su exilio, su vida en París. Hablas de un « aluvión », podría ser, es un deseo de vivir y gozar la vida que busca siempre expresarse, manifestarse, al son de tambores imaginarios, tratando de aprender a realizar la consigna de los indios Huitotos : « solo trabajamos para poder bailar » ; intentamos decir cosas sobre nuestra realidad, desde nuestro imaginario, que no tienen cabida en el periódico de ayer... « se trata de respirar y estirarse », en realidad era una metáfora para hablar de los ejercicios de yoga que practicaba en esa época. Ahora recuerdo que Goethe en sus conversaciones con Eckermann le dio un consejo valioso : « escriba como le dé la gana ». Así que yo trato de cantar a mi manera. !Como cualquier hijo de vecino bajo la ducha!


¿Comparten sus libros el propósito del carnaval que humaniza las leyendas y hace terrestres a los mitos ?

El carnaval está ligado a mi infancia. Desde niño me deslumbró ese teatro callejero en el que todos podemos participar. Los disfraces zoomorfos, las cumbiambas, los desfiles de indios, negros y príncipes; los hombres disfrazados de mujer, las letanías, la desfachatez, los « sin cabezas ». Sí, eso forma parte de mi inconsciente cada vez que me siento a escribir.

 


Su pasión por el cine y el documental lo ha llevado a explorar el exotismo de Guinea y Senegal. ¿ Ha logrado evidenciar en la danza africana la familiaridad telúrica con el Caribe Colombiano?

Descubrir en París la riqueza de las danzas de expresión africana, con algunos maestros y maestras de Guinea, Senegal, Congo, Malí, Benín, ha sido para mí tan importante como haber podido estudiar en la Sorbona. Estando aquí fue una evidencia que toda esa geometría en movimiento, esas plegarias bailadas, esas danzas de seducción de los africanos, esos homenajes corporales a la producción , ese lenguaje sin palabras, son nuestro patrimonio. En Barranquilla existe la danza del Congo , en Bolívar hay un pueblo llamado María Angola , y está por supuesto el santuario de Palenque.

 


¿Sigue siendo Paris la fiesta de creadores itinerantes que emigraron para redescubrir Latinoamérica?

« Es la vida, madre, uno se vuelve verde en París », dice en una carta el estudiante de medicina Juvenal Urbino, en El amor en los tiempos del cólera de Gabriel García Márquez. Los arcos del triunfo, los adoquines, los museos de París, sus vitrinas, su poderío de metrópoli, la inmensa riqueza de Francia, viene en gran parte del colonialismo en África, de la trata negrera oficializada por el Rey Sol, Luis el decimocuarto. « París es una metáfora », podemos leer en Rayuela , de Julio Cortázar. Lo más interesante es poder sentir aquí el peso de la Historia mundial, y vernos dentro de ese gran cuadro –ahora pienso en « El jardín de las delicias » , del Bosco, tratando de ser, de existir; alimentándonos de la música, de la literatura, de la filosofía, de las visitas a los museos, del vagabundeo, siendo anónimos caminantes o ciclistas. A mis 60 años y pucho disfruto por primera vez del poder andar en bicicleta, fresco cual lechuga, por algunas calles sin tráfico del barrio chino (más bien vietnamita, tailandés, camboyano) donde vivo. Releí hace poco una parte del libro de Hemingway al que aludes, París era una fiesta; y sí; podemos hablar en pasado. La fiesta es poder sentarse día a día a escribir, o andar por ahí viendo la gente en las calles, sin pensar en nada.

 

Julio Olaciregui
julio olaciregui067Colombia 1951. Periodista y escritor, pasa de un género literario a otro con una gran desenvoltura. Se inició en el teatro en la Universidad de Antioquia, Colombia. Viaja a París en 1978 para estudiar literatura en la Universidad de la Sorbona. Sus obras incluyen la novela, la poesía, la dramaturgia, el cuento. Ha publicado Vestido de bestia (relatos, 1980), Los domingos de Charito (novela, 1986), Trapos al sol (cuentos, 1991), Dionea (mitonovela, 2005), Días de tambor (relatos, 2012), Una mano en la oscuridad (relatos, 2013), La segunda vida del Negro Adán (2014) y El hombre caimán en el zoológico de Berlín y otros cuentos (2014). Adaptó para el cine La mansión de Araucaima, de Álvaro Mutis, filmada luego por Carlos Mayolo (1986). Sus obras de teatro: En el cabaret místico (1999), El tango congo se acerca a La Habana (2000) y El callejón de los besos (2009). Desde 1998 escribe de cine para la agencia France-Presse.


 

Marcos Fabián Herrera Muñoz
marcos fabian herrera 011Colombia, 1984. Poeta y periodista cultural. Integra el comité editorial de la revista Puesto de Combate y del periódico virtual Con - Fabulación. Sus diálogos con escritores y artistas para la prensa cultural hispanoamericana le han reportado unánimes elogios y lo han ubicado como uno de los cultores más versátiles, documentados y agudos de la conversación literaria. Autor del libro El Coloquio Insolente - Conversaciones con Escritores y artistas Colombianos (dos ediciones) y del poemario Silabario de Magia. Incluido en antologias de cuento, poesía y periodismo literario.

 

Entrevista realizada en exclusvia para Aurora Boreal® por Marcos Fabián Herrera. Publicado en Aurora Boreal® con autorización de Marcos Fabián Herrera. Foto Marcos Fabián Herrera © Carlos Andrés Beltrán. Fotos Julio Olaciregui © Adriana Rosas.

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