PLAÇA D’ESPANYA
El mundo nos resulta ajeno, inhóspito.
Debiera ser destruido por completo.
Construir un mundo nuevo sin sus ruinas.
Y estrenar una vida diferente.
Pero al pasar el tiempo el nuevo mundo
tampoco hallarán propio nuevos hombres.
También ellos querrán un mundo nuevo.
Mejor fuera destruirlo y no hacer otro.
AVINGUDA DEL PARAL·LEL 2
Hay que huir de la gente. Los amigos
tienen palabras, gestos y miradas
con una piedra dentro que hace daño.
Hay que huir de la gente. La familia
es la mano que aguanta la cabeza
para que permanezca bajo el agua.
Y el amor es tan sólo una palabra
que una mujer nos pone entre los brazos.
Al irse la mujer duele su nombre.
Estar aislado es grato para el alma.
Estar aislado es grato para el cuerpo.
Morir es sólo aislarse un poco más.
CARRER DE MAGALHÃES
Podemos elegir entre estar juntos
y hacernos mutuamente desgraciados.
O separarnos ahora y ser también
cada uno por su lado desgraciados.
CARRER NOU DE LA RAMBLA 1
Hoy me ha dicho mi madre: «Ya he tenido
en mis brazos los hijos de mis hijas.
Quizás un día alcance a ver los tuyos».
Yo no le he contestado. No acostumbro
a hacerlo. Rara vez. Sigo comiendo
mientras leo un periódico cualquiera.
Pero ella no se queja. No se queja
de mi duro silencio. Envejecida
queda ante mí, distante, humildemente.
Y ella debe haber sido, de mi vida,
el centro importantísimo en mi infancia.
Ahora es un casi olvido de la muerte.
Cual si estuviera muerta su presencia.
Yo no le digo nada. Me molesta
que esté pendiente siempre de mis actos,
con afán de ayudarme, de serme útil.
Me siente desdichado. Y piensa, acaso,
darme una solución. Dice, por eso:
«Quizás un día alcance a ver tus hijos».
Sin haber terminado de cenar
he salido de casa. Tengo que huir
de mi entorno, de mí. Ser yo, distinto.
No es fácil escapar de lo que es uno.
A veces se consigue, por un tiempo,
con un libro. O el cine. O la bebida.
Miro la cartelera de espectáculos.
CARRER VILA I VILÀ 3
Todos lo saben, pero callan todos.
Lo saben los dos hombres que me llevan.
Los ojos que me ven cuando camino.
Lo sabe hasta el acero en mis muñecas.
Aún lo saben las piedras de la calle
y el whisky que temblaba en las botellas.
Todos lo saben. Todos. Pero callan.
Callan y observan sólo. Sin dureza
ni compasión. Me miran solamente.
Si es preciso se apartan cuando paso.
Todos saben quién fue, mas no habla nadie.
Y nunca lo dirán. Ni aun yo mismo.
[I. POBLE SEC. 21:30]
CARRER DE SANT RAMON 1
Es hermoso matar. Mirar el miedo
que salta acorralado en unos ojos.
Uno se siente grande, poderoso.
Apretar poco a poco la garganta;
comprobar que la fuerza propia vence
el inútil esfuerzo de los débiles.
es como si partieran de los dedos
arroyos de placer a los sentidos.
Como si uno pudiera detener
el rayo aprisionándolo en las manos.
O despojar al mar de su alto oleaje.
Es bello ver el miedo en unos ojos
suplicando servil, rastreramente.
Uno se siente todopoderoso.
CARRER DE SANT MARTÍ
Yo le escupí: «Voy a matar a un hombre».
Ella no contestó, pero sabía
quién hallaría corta la hornada.
Y el miedo se escondió tras de sus párpados.
El frío me esperaba ante la puerta
y lo sentí en mi rostro y el revólver
que apretaba mi mano en el bolsillo.
En la primera esquina lo encontré
acechando mi puerta, como siempre.
Estaba casi muerto y lo ignoraba.
Al verme se dio vuelta lentamente
y examinó los hierros de una verja
que se erguían erectos, vigilantes.
Pero no descifró ningún mensaje.
Allí en la propia esquina le maté.
El revólver humeaba, pero nadie
se acercó un paso para detenerme.
CARRER DE LA CERA
Me miró cuando dije: «Sí, yo quiero»,
y al volver de la iglesia entró en mi cama.
Toda la ropa que ella poseía
la puso con la mía en el armario.
Todo lo nuestro estaba siempre junto.
Dos meses nos sentamos a la mesa.
Dos meses compartimos la almohada.
Fue como vacaciones en el cielo.
Mas sólo usa mi nombre lo que es mío:
mi mujer, mi camisa, mi chaqueta...
Aquello que he adquirido con mi esfuerzo.
Lo supe a los dos meses. La maté.
y nunca ha habido flores en su tumba.
[II. RAVAL. 22:15]
RONDA DE SANT ANTONI 3
Está la muerte en mí. Yo la cobijo.
Está trabajando en mi organismo
como abeja tenaz, infatigable.
Y aún nadie lo sabe. Yo camino
llevándole la muerte a los demás.
La muerte, viva en mí, pasa a su lado.
Qué agradable es llevar su dulce peso,
como lleva una rama su manzana.
Yo porto la semilla de la muerte
y la siembro en los campos de otras vidas:
amigos, conocidos y mujeres.
Yo reparto la muerte como un dios.
Y reparto la vida con mi ausencia.
Está la muerte en mí. Yo la cobijo.
PLAÇA DE LA UNIVERSITAT 1
Una revolución constante, eterna,
es la naturaleza. Mas sus planes
son de una ejecución vaga y ambigua.
No controla el detalle. Este es superfluo.
Lo importante es el fin. Nunca los medios.
A cada ser, a todos, les da un arma
para ataque y defensa y les ordena:
«Amaos —procread— en toda especie.
Y mataos los unos a los otros».
Y el modo en que el amor o bien la muerte
hasta cada uno llegue, no le importa.
Y el éxito, abundancia, hasta lo mínimo,
deja para el esfuerzo y la viveza
en aprovechar cada uno su entorno.
No hay predestinación, fasta o nefasta,
fijada de antemano, individualmente.
Es la casualidad, el azar puro,
lo que rige el destino de los seres.
CARRER DE PELAI 2
No sé por qué la gente ama los campos,
los bosques y los montes verdecidos.
El verde es un parásito arrogante
que oculta la modesta y sobria tierra
que lo sustenta. Yo amo la meseta.
Allí la tierra muestra, desnudísima,
sus suavísimas curvas, como cuerpos
tendidos, en reposo, así ofrecidos
a la mirada en toda su belleza.
Ni un árbol, matorral o altivas flores
enturbian su sereno y puro gozo.
Tal vez unos rastrojos, sol en polvo,
doran su pies turgente algunos trechos.
Es hermosa la tierra sin vestido
de hierbas. Ella sola, sin adornos.
Si acaso algunas rocas para herir
a quien tenga intenciones de violarla.
Sé que está aquí también. Bajo el asfalto.
Arropada, ensoñada, penetrada
por fálicos cimientos. Protegida.
A salvo de las plantas insaciables
que devoran los bienes que ella guarda.
[III. AGLOMERACIÓ URBANA. 23:15]
CARRER AMPLE 3
Yo no quisiera estar aquí. Me agobia
esta casa, esta gente, esta ciudad.
Aquí no. No quisiera estar aquí.
He de buscar el modo de escaparme.
Tal vez encontraría otro sitio,
en otra casa, en otra gente, en otra
ciudad, el mismo o peor desasosiego.
Mas no quisiera estar aquí. Este cuarto
inhóspito, estos seres inquietantes,
esta urbe aterradora, fría, insólita.
Aquí yo no estoy bien. No en esta casa,
con esta gente, en esta ciudad. No,
yo no quisiera estar aquí atrapado.
He de huir aunque muera en el intento.
CARRER COMERCIAL
Yo quiero que tú sufras lo que sufro:
aprenderé a rezar para lograrlo.
Yo quiero que te sientas tan inútil
como un vaso sin whisky entre las manos;
que sientas en el pecho el corazón
como si fuera el de otro y te doliese.
Yo quiero que te asomes a cada hora
como un preso aferrado a su ventana
y que sean las piedras de la calle
el único paisaje de tus ojos.
Yo deseo tu muerte donde estés.
Aprenderé a rezar para lograrlo.
CARRER DE LA FUSINA
Ella me dio el cuchillo y dijo: «Clávalo
en el segundo espacio intercostal».
«¿Cuál es?», le pregunté. Se abrió la blusa
y señaló, risueña, un punto: «Aquí».
Algo debía de haber en aquel viaje
que lo hizo diferente. Más intenso.
Se veían más cosas. Ascendíamos
a inéditos sonidos y colores.
No había confusión. Hasta el detalle
más ínfimo nos era comprensible.
Sugerí: «¿Por qué no con barbitúricos?»
«Es lento», me objetó. «Ya lo he probado.
Y el lavado de estómago es horrible.
Como un trauma mental, pero en lo físico»
Sustituí su dedo por el mío
y apoyé allí el cuchillo suavemente.
Y lo empujé de súbito. No fuera
que cambiara de idea si iba lento.
ZELESTE 6
Ese sentirse solo a la salida
del trabajo, del cine, al ir a casa...
Saber que nadie espera que uno llegue
para alegrarse al verle o rechazarle,
hace enemiga calle la desierta
e inhóspita la calle más poblada.
Los amigos... Me cuentan sus problemas
y se marchan aprisa. Y uno queda,
de nuevo, otra vez, solo y debe, siempre,
replegarse en su yo y su aburrimiento.
Qué vacío descubre uno en sí mismo
cuando uno mismo busca su yo interno.
Qué ser desagradable se contempla
cuando su propio ser uno examina.
Y aquí, entre tanta gente, en la ciudad,
siente uno que no importa nada a nadie.
CARRER CREMAT GRAN
Fuiste buena conmigo. Tus hermanas
te escupieron un nombre. Hasta tu madre
te miró con rencor cuando te fuiste.
No logré una moneda en mucho tiempo.
Pero nunca faltó vino en la mesa
y encontré más camisas en mi armario.
Eran días muy malos. Todo el mundo
me volvía la espalda. Fuiste buena,
mas te daba mis brazos cada noche.
Sabes que ahora la suerte ya ha cambiado
y en mi bolsillo crujen los billetes.
Fuiste buena. Lo sé. Pero me marcho.
No toda la madera es de un solo árbol.
Un pueblo ha de tener diversas calles.
A un cuerpo no le basta sólo un cuerpo.
Fuiste buena conmigo. Pero ahora
vuelvo a tener amigos y dinero.
La vida no termina aquí en tus brazos.
CARRER DELS FLASSADERS
Nunca acaba esta noche. Nunca acaba.
Ya pasa poca gente por la calle.
Todos duermen, malditos, y descansan.
Las ventanas, los párpados cerrados,
reposan a su vez en las paredes.
Solo yo voy sin rumbo por la calle
seguido por el ruido de mis pasos.
Todo parece estar en paz, tranquilo,
con la preocupación diaria arrojada
a un rincón, como ropa que se ha usado.
Y no acaba esta noche. Debería
llegar en este instante el fin del mundo.
CARRER DEL PORTAL NOU 2
Hay una muerte suave y apacible.
Un vivir sin sentir que se transita,
ya sin temor, por lo desconocido.
Adentrarse en un sueño intenso y grato
que no termina un despertar incómodo.
Uno en verdad es dueño de sí mismo,
aunque insista en decir que es sólo esclavo.
Uno puede elegir su propia muerte.
Como puede elegir equivocarse.
Y hay una muerte hermosa, quieta y dulce,
en un bello letargo contenido:
la dosis mal medida o bien buscada.
PASSEIG DE LLUÍS COMPANYS 1
Cuando me vaya un día, mucha gente
acudirá a decirme: —«Hasta la vista».
Con los ojos brumosos y la voz
enronquecida y rota en la garganta.
Se reunirán entonces familiares.
Las mujeres que he amado y aun aquellas
que tal vez me quisieron. Los amigos,
vecinos, conocidos… mucha gente.
Se acercarán despacio, el rostro serio,
mirándome y mirándose unos a otros
—reunidos junto a mí mis yo dispersos—
alrededor del coche en que me marche.
Aunque parta hacia el éxito, a la cumbre
de mi realización como individuo;
aunque me esperen paraísos plácidos
adonde me dirija en aquel viaje,
alguien musitará en silencio: —«Vuelve.
Te queremos aquí. Tú, entre nosotros».
Mas yo no volveré cuando me vaya.
Ni tampoco vendrá nadie ese día.
[IV. CASC ANTIC. 00:15]
GRAN VIA DE LES CORTS CATALANES
Desde dentro trabajan a destajo
las corrosivas células. Se acercan
a las menos dispuestas a violentas.
Y por la persuasión o fuerza oblíganlas
a ceder posiciones esenciales.
Van apretando el cerco a mi garganta.
Me ahogarán, lo sé, un día, acaso pronto,
para acallar mi voz con su silencio.
¿Por qué esa urgente prisa de repente?
Y en vano me rebelo y lucho en vano
por destruir esa vida de la muerte.
Por destruir esa vida que me mata.
CARRER DE SICÍLIA
Me siento a gusto aquí, en esta ciudad.
Estoy en plena selva. Un duro bosque
de cemento con cuevas de ladrillos
donde seres mezquinos y cobardes
se esconden con sus bienes más apreciados.
Mas yo con poco tengo suficiente.
Y lo consigo pronto. Sobre todo
en los días de frío en que con prisas
los viandantes se centran en su abrigo.
Van más desprevenidos por la noche.
Y son presa más fácil para mi hambre
de diversión, mujeres... De dinero.
Basta solicitarlo y te lo entregan.
Como su fruto suelta generoso
el árbol a la mano que a él se tiende.
No es difícil ganarse el jornal diario
por la calle si es uno consecuente.
Si un transeúnte se niega o lleva encima
menos de lo que estimo indispensable
le clavo la navaja en el estómago.
AVINGUDA DIAGONAL 3
Basta un paso en la calle o en el Subway
o en una alta azotea. Un simple paso.
O bien una presión en una lama
afilada de acero. O en un gatillo.
Es una solución sencilla y rápida.
A veces el ganar parece pérdida.
También la oscuridad huye del sol
pues más le dañaría hacerle frente.
Un paso. Una presión. Todo resuelto.
CARRER DE ROGER DE LLÚRIA
Yo soy sólo el hogar de muchos muertos.
Todo mi ser lo pueblan, silenciosos,
sin dar a conocer su nombre o raza.
Habitan en mi cuerpo. Lo han formado
a su antojo implacable. Y cada día
nuevos muertos arriban a mi calles.
Estos muertos —mis muertos— me regulan
el placer y el dolor, el pensamiento.
Yo no sería nada sin mis muertos.
Y un día partiré, con todos ellos,
sin recordar mi nombre, ni qué he sido,
a ser un muerto más en otras vidas.
CARRER D´ARAGÓ 1
Os prohibirán un día conocerme,
saber de mí. En prisiones silenciosas
me aislarán con los otros: los malditos
que antes que yo y después hayan expuesto
su verdad sin temor. Sinceramente.
Dirán que soy un ser insolidario,
asocial, pernicioso a la salud
de la mente oficial de aquel momento.
Que la euforia, el estímulo, el placer
de vivir —lo importante— en mí es hollado.
Pero alguien hallará siempre la llave.
Penetrará en la cárcel que me encierre
y buscará entre sombras mis palabras.
Y reconocerá que hablo de él mismo,
de su fracaso, el mío, del de todos.
CARRER D’ARAGÓ 2
No entiendo por qué causa a los que matan
los someten a exámenes siquiátricos.
Matar es natural. Los seres vivos
matan por subsistir, por amor y odio
o por acaudillar ellos los grupos.
Lo vemos en muchísimas especies.
No está claro que el hombre haya de ser
la excepción de la regla en este caso.
Se mata por librarse de algún trauma.
Para así recobrar un equilibrio
que estaba en gran peligro de perderse
de no satisfacer esa exigencia.
Quien mata, lo que mata es su complejo.
Es a los que no matan a los que
debieran entregar a los siquiatras.
PASSEIG DE GRÀCIA 1
Antes que yo lo han dicho muchos otros.
Antes que ellos lo dijo ya otra gente.
Y lo mismo dirán otros más tarde.
Uno se torna humilde y se da cuenta.
Cuanto yo pienso, siento y me sucede
es como piensan, sienten, les ocurre
a los demás que pasan por mi lado.
Es el gozo y dolor de la existencia
que entra en todas las mentes de improviso
como un tímido arroyo o gran torrente.
Gozo y dolor antiguos que percibe
cada uno cual si él solo descubriera.
Otros ya lo pensaron con sus escritos,
con música, colores o con cámaras.
Y lo hicieron mejor o lo harán luego.
Pero uno sigue hablando de esas cosas,
ya no por lograr algo: por costumbre.
Porque ha de entretenerse de algún modo
mientras gasta su vida. Tan inútil.
PLAÇA DE CATALUNYA 3
Fijaos bien. Están pasando cosas
a vuestro alrededor. Abrid los ojos.
Vigilad las ventanas y los árboles.
Detrás se esconden sombras inquietantes
que huyen antes de verlas la mirada.
Están pasando cosas con los seres
humanos. Ahora mismo. Si os sonríen
tened mucho cuidado. Es una trampa.
Quieren apoderarse de vosotros.
Lo lograrán si estáis desprevenidos.
Desconfiad del sol cuando deslumbra.
Impedirá que veáis lo iluminado.
Fijaos bien. Están pasando cosas
dentro, en vuestro interior. Cerrad los ojos
y buscad por las calles de la mente
las pequeñas ideas sospechosas.
De hallarlas expulsadlas enseguida.
Están pasando cosas dentro y fuera
nuestro para ablandarnos y alienarnos.
Nos quieren transformar en unos entes
inocuos que reflejen sus imágenes.
Tenéis que defenderos si aún sois libres.
PLAÇA DE CATALUNYA 5
Si no puedes destruir a los demás
destrúyete a ti mismo. No, no dejes
que otros lo hagan por ti. Tiene la vida
una meta tan sólo que es la muerte.
Alcánzala primero que los otros.
Morir es fácil. La naturaleza
ha puesto mil razones en tu mente
que invitan a la muerte a cada instante.
Busca dentro de ti y las hallarás.
Es la naturaleza sabia y buena.
Quiere que te realices totalmente.
Que obtengas tu valor óptimo al máximo.
La plenitud del ser está en la muerte.
[V. L’EIXAMPLE. 1:30]
(Ciudad del hombre, 2016)
José María Fonollosa (España, 1922-1991). Poeta catalán automarginado y oculto. En Ciudad del hombre, libro clave y definitivo del autor, los hablantes poemáticos son individuos amorales, desarraigados, inadaptados y solitarios, con rasgos antisociales, psicopáticos y depresivos. Muchos son manipuladores y tratan a las otras personas, hombres y mujeres, con crueldad e indiferencia sin mostrar ningún atisbo de culpa o remordimiento por su conducta. Otras veces son seres con aires de grandeza o, por el contrario, con la autoestima baja, reflejando sus propios fracasos, sus frustraciones y sus complejos. Las obsesiones mentales y los impulsos que comparten giran en torno del amor sexual y la muerte. Son habitantes de la metrópoli con los que es posible cruzarse a diario. Transitan anónimamente la ciudad, escenario cardinal que se presenta desdibujado, salvo por los títulos de los poemas que corresponden al nombre de calles barcelonesas, pero bien podrían situarse en cualquier otra urbe. Fonollosa creó su obra en castellano, con endecasílabos blancos, con un lenguaje directo y sin ambages.
Material de consulta:
Ciudad del hombre: Barcelona. Barcelona: DVD, 1996: Ciudad del hombre: New York. Acantilado, Barcelona, 2000; Ciudad del hombre. Barcelona: Edhasa, 2016.
"Domingos de poesía" es una idea original del poeta Sergio Laignelet, colaborador de Aurora Boreal®. Se publica semanalmente. Toda la selección y cura de los materiales por Sergio Laignelet.
Sobre Sergio Laignelet
Bogotá, 1969. Poeta colombiano residente en Madrid, editor, corrector de estilo y ortotipográfico de publicaciones educativas y culturales. Libros publicados: That's all Folks! (poemas animados). Madrid, 2017; Cuentos sin hadas. Canarias, 2010; Carnaval (plaquette). Bogotá, 2007; Malas Lenguas. Bogotá, 2005. Ediciones bilingües de CSH: Danés: Omvendte eventyr. H. Krarup trad. Copenhague, 2017; Francés: Contes á l’envers. R. Durand trad. Toulon, 2015, y Colomiers, 2017 (además, poemas suyos han sido traducidos al inglés, portugués, italiano, sueco, finés, polaco y japonés). Antología editada: Gatimonio: poemas de gatos de autores hispanoamericanos. Madrid, 2013.
Poemas de José María Fonollosa. Selección de poemas: Sergio Laignelet. Material enviado a Aurora Boreal® por Sergio Laignelet. Poemas publicados con autorización de ©Herederos de José María Fonollosa. Fotografías de José María Fonollosa autorizadas por sus herederos, pertenecientes al archivo familiar. Fotografía Sergio Laignelet © Lorenzo Hernández.
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