Antonio Gamoneda - Domingos de poesía

Antonio Gamoneda (Oviedo, 1931). Ganó el Premio Cervantes y el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana en 2006, y el Premio Nacional de Poesía en 1988. Es Doctor honoris causa por la Universidad de León; por la Universidad Autónoma de Santo Domingo y por la Universidad César Vallejo de Perú. El mundo poético de Gamoneda se construye con versos oscuros, poblados de símbolos sustanciales que ocultan y revelan significados en torno a la muerte desde dos perspectivas: la idea que guarda en su memoria sobre la misma, y el camino que vislumbra hacia su puerta. Incluso, cuando la belleza aflora en sus textos aparece cubierta con un velo negro. En sus versos condensados subsiste la conciencia trágica del tiempo y la percepción de la injusticia. Su particular intensidad expresiva está presente en cada una de sus voces y es una muestra de arte verbal.

 

[Mis lágrimas entran en la luz]

Mis lágrimas entran en la luz.

Miro a mi amor: es una
avecilla desnuda, negra, fría.

               (Primeros poemas. La tierra y los labios, 1947-1953 y 2003)

 

 

[Cantidades de tiempo]

Cantidades de tiempo
sitúan cantidades
de sonido. Escucho
más allá de la muerte.

La música se alza
de un pozo de silencio;
es labranza del aire
en tímpanos de fuego

y ha entrado en mí. Ahora es
música mi pensamiento.

               (Sublevación inmóvil, 1953-1959 y 2003)

 

 

IDA Y VUELTA

Has cruzado despacio la ciudad.
Por una vez, tú no vas a trabajar,
ni a comprar una medicina,
ni a entregar una carta:
has salido a la calle para estar en la noche.

Tienes suerte esta vez;
has sabido, esta vez, que se puede vivir
y sentir reunidas tu existencia y la noche,
y que es justo y es bello y es real respirar
en esta libertad oscura hasta las estrellas.

Y, de pronto,
has pensado en tu especie y en tu privación
y en que, todos los días de la vida,
los que no aman la noche nos ocultan
esta paz que hay entre nosotros y las cosas del mundo.

Es entonces
cuando, más que en la noche, tú vives en la cólera
y en el amor también. Y te detienes.

Desandas la ciudad y te reúnes
a otra profundidad también oscura.

               (Blues castellano, 1961-1966 y 2004)

 

 

[El óxido se posó en mi lengua…]

El óxido se posó en mi lengua como el sabor de una desaparición.

El olvido entró en mi lengua y no tuve otra conducta que el olvido,

y no acepté otro valor que la imposibilidad.

Como un barco calcificado en un país del que se ha retirado el mar,

escuché la rendición de mis huesos depositándose en el descanso;

escuché la huida de los insectos y la retracción de la sombra al
ingresar en lo que quedaba de mí;

escuché hasta que la verdad dejó de existir en el espacio y en mi
espíritu,

y no pude resistir la perfección del silencio.

No creo en las invocaciones pero las invocaciones creen en mí:

han venido otra vez como líquenes inevitables.

La fermentación del verano se introduce en mi corazón y mis
manos se deslizan cansadas en la lentitud.

Vienen rostros sin proyectar sombra ni hacer crujir la sencillez del
aire;

sin osamenta ni tránsito, como si consistieran únicamente en el
contenido de mis ojos, en la unidad de mis palabras, en el espesor
de mis oídos.

Son obedientes y yo siento su reunión como una salud que se
refugia en la oscuridad.

Es una amistad dentro de mí mismo;

es un estambre urdido por manos que son suaves en el interior de
los días.

(…)

               (Descripción de la mentira, 1975-1976 y 2003)

 

 

[Ah vejez sin honor. Y los adverbios]

Ah vejez sin honor. Y los adverbios

depositándose en mi alma.

(Lágrimas en los vasos prohibidos,

mariposas ávidas.)

 

 

Sé de la furia del pastor; viene apartando ramas

y ya es de noche.

                              Los adverbios

están cansados en mi alma.

 

 

AVISO NEGRO

Nada se esconde al gavilán inmóvil; arden sus ojos amarillos

y esta es su narración: aguas enfermas, mendicidad de rostros
invisibles.

 

 

No hagas incesto en los armarios; guárdate: albergan asma,
atribución, espíritus,

quizá días y alas desesperadas.

 

 

Siéntate ya a contemplar la muerte.

 

 

[Aquel aire entre el resplandor y la muerte...]

Aquel aire entre el resplandor y la muerte se hace sustancia que no
alcanzan a borrar los días y los vientos. El contenido de la edad son
estos lienzos transparentes.

Signos exactos e incomprensibles.Están en mí con el valor de una
llaga; algunas cifras en mis ojos.

               (Lápidas, 1977-1986 y 2003)

 

 

[El animal del llanto lame las sombras…]

El animal del llanto lame las sombras de tu madre y tú recuerdas
otra edad: no había nada dentro de la luz; sólo sentías la extrañeza
de vivir. Luego venía el afilador y su serpiente entraba en tus oídos.

Ahora tienes miedo y, de pronto, te embriaga la exactitud: la misma
fístula invisible está sonando bajo tu ventana: ha venido el afilador.

Oyes la música de los límites y ves pasar al animal del llanto.

 

 

[Un bosque se abre en la memoria…]

Un bosque se abre en la memoria y el olor a resina es útil al corazón.
Vi las esferas del sudor y los insectos en la dulzura;

luego, el crepúsculo en sus ojos;

después, el cardo hirviendo ante el centeno y la fatiga de los pájaros
perseguidos por la luz.

 

 

[Estoy desnudo ante el agua inmóvil…]

Estoy desnudo ante el agua inmóvil. He dejado mi ropa en el silencio
de las últimas ramas.

Esto era el destino:

llegar al borde y tener miedo de la quietud del agua.

 

 

[He envejecido dentro de tus ojos…]

He envejecido dentro de tus ojos; eras la dulzura y el exterminio
y yo amé tu cuerpo en sus frutos nocturnos.

Tu inocencia es como un cuchillo delante de mi rostro,

pero tú pesas en mi corazón y, como una miel oscura, yo te siento
en mis labios al ir hacia la muerte.

 

 

[No tengo miedo ni esperanza…]

No tengo miedo ni esperanza. Desde un hotel exterior al destino,
veo una playa negra y, lejanos, los grandes párpados de una ciudad
cuyo dolor no me concierne.

Vengo del metileno y el amor; tuve frío bajo los tubos de la muerte.

Ahora contemplo el mar. No tengo miedo ni esperanza.

 

 

[Alguien ha entrado en la memoria blanca…]

Alguien ha entrado en la memoria blanca, en la inmovilidad del
corazón.

Veo una luz debajo de la niebla y la dulzura del error me hace cerrar
los ojos.

Es la ebriedad de la melancolía; como acercar el rostro a una rosa
enferma, indecisa entre el perfume y la muerte.

               (Libro del frío, 1986-1992 y 2004)

 

 

[La memoria es mortal…]

La memoria es mortal. Algunas tardes, Billie Holiday pone su rosa
enferma en mis oídos.

Algunas tardes me sorprendo

lejos de mí, llorando.

 

 

[Arden las pérdidas. Ya ardían]

Arden las pérdidas. Ya ardían

en la cabeza de mi madre. Antes

ardió la verdad y ardió

también mi pensamiento. Ahora

mi pasión es la indiferencia.

                                                   Escucho

en la madera dientes invisibles.

 

 

[La luz hierve debajo de mis párpados]

La luz hierve debajo de mis párpados.

De un ruiseñor absorto en la ceniza, de sus negras entrañas
musicales, surge una tempestad. Desciende el llanto a las antiguas
celdas, advierto látigos vivientes

y la mirada inmóvil de las bestias, su aguja fría en mi corazón.

Todo es presagio. La luz es médula de sombra: van a morir los
insectos en las bujías del amanecer. Así

arden en mí los significados.

 

 

[¿Quién viene]

¿Quién viene

dando gritos, anuncia

aquel verano, enciende

lámparas negras, silba

en la pureza azul de los cuchillos?

 

 

[Ésta es la edad del hierro en la garganta. Ya]

Ésta es la edad del hierro en la garganta. Ya.

Te habitas a ti mismo pero te desconoces; vives en una bóveda
abandonada en la que escuchas tu propio corazón

mientras la grasa y el olvido se extienden por tus venas y

te calcificas en el dolor y de tu boca

caen sílabas negras.

 

 

Vas hacia lo invisible

y sabes que es real lo que no existe.

Retienes vagamente tus causas y tus sueños

(aún conservas el olor de los suicidas),

te alimentan la ira y la piedad.

Queda poco de ti: vértigo, uñas

y sombras de recuerdos.

Piensas la desaparición. Acaricias

la tiniebla cerebral, bajas al hígado calcinado por la tristeza.

 

 

Así es la edad del hierro en la garganta. Ya

todo es incompresible. Sin embargo,

amas aún cuanto has perdido.

 

 

[Detrás de la oscuridad están los rostros…]

Detrás de la oscuridad están los rostros que me han abandonado.

Yo vi su piel trabajada por relámpagos. Ahora

ya sólo veo, en el instante amarillo,

el resplandor de sus lejanos párpados.

 

 

[Bajo la actividad de las hormigas]

Bajo la actividad de las hormigas

había párpados y había

agua mortal en las cunetas.

 

Aún en mi corazón

hay hormigas.

 

 

[Las uñas de animales inexistentes arrancan nuestros ojos…]

Las uñas de animales inexistentes arrancan nuestros ojos en los
sueños.

Así es la noche.

               (Arden las pérdidas, 1993-2003 y 2004)

 

 

[Miras la nieve prendida en las hojas del lauro…]

Miras la nieve prendida en las hojas del lauro. Retienes en tus ojos
la blancura y la sombra y adviertes el silencio de los pájaros.

Yo sé que los pájaros han huido, que no van a volver y que tú existes
más allá de mis límites.

Tú eres la nieve.

 

 

[Con tus manos conducidas por una música…]

Con tus manos conducidas por una música que vagamente
recuerdas,

dices adiós en el umbral. Ah insensata dulzura,

dices adiós en el umbral y de tus manos se desprende

un instante sin límites.

 

 

[Yo estaré en tu pensamiento…]

Yo estaré en tu pensamiento, no seré más que una sombra
imprecisa;

habré existido en un instante en que la alegría y la piedad ardían en
tus ojos.

Pero también quiero permanecer desconocido en ti.

Desconocido. Simplemente envuelto en tu felicidad.

Tú distraída en tu luz y yo apenas viviente en ella, y así,
imperceptiblemente amado, esperar la desaparición.

Aunque quizá estamos ya separados por un hilo de sombra y cada
uno está en su propia luz

y la mía es la que tú vas abandonando.

 

 

[Eres como una flor…]

Eres como una flor ante el abismo, eres

la última flor.

               (Cecilia, 2000-2004)

 

 

[Las serpientes se desnudan…]

Las serpientes se desnudan en la luz y las madres
silban en el oído de los agonizantes. Es

la lógica mortal.

¿Para qué soportar la pureza de las preguntas? Va siendo
preferible

que empiece la inexistencia y

que las serpientes dejen de llorar.

 

 

[En heridas y sombra]

En heridas y sombras

puse mi vida

y, cualquier día, de mi corazón,

van a ir saliendo los insectos y

van a ser ciegos. Lástima de luz.

Lastima de luz.

                                             (Tango general)

               (Exentos III, 1990-2003 y 2004)

 

 

antonio gamoneda 375Antonio Gamoneda (Oviedo, 1931). Ganó el Premio Cervantes y el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana en 2006, y el Premio Nacional de Poesía en 1988. Es Doctor honoris causa por la Universidad de León; por la Universidad Autónoma de Santo Domingo y por la Universidad César Vallejo de Perú. El mundo poético de Gamoneda se construye con versos oscuros, poblados de símbolos sustanciales que ocultan y revelan significados en torno a la muerte desde dos perspectivas: la idea que guarda en su memoria sobre la misma, y el camino que vislumbra hacia su puerta. Incluso, cuando la belleza aflora en sus textos aparece cubierta con un velo negro. En sus versos condensados subsiste la conciencia trágica del tiempo y la percepción de la injusticia. Su particular intensidad expresiva está presente en cada una de sus voces y es una muestra de arte verbal.

 

Material de consulta:
Sílabas negras. Salamanca: Ediciones Universidad de Salamanca, 2006; Antología poética. España: Alianza editorial, 2007.

 

"Domingos de poesía" es una idea original del poeta Sergio Laignelet, colaborador de Aurora Boreal®. Se publica semanalmente. Toda la selección y cura de los materiales por Sergio Laignelet.

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Sobre Sergio Laignelet
Bogotá, 1969. Poeta colombiano residente en Madrid, editor, corrector de estilo y ortotipográfico de publicaciones educativas y culturales. Libros publicados: That's all Folks! (poemas animados). Madrid, 2017; Cuentos sin hadas. Canarias, 2010; Carnaval (plaquette). Bogotá, 2007; Malas Lenguas. Bogotá, 2005. Ediciones bilingües de CSH: Danés: Omvendte eventyr. H. Krarup trad. Copenhague, 2017; Francés: Contes á l’envers. R. Durand trad. Toulon, 2015, y Colomiers, 2017 (además, poemas suyos han sido traducidos al inglés, portugués, italiano, sueco, finés, polaco y japonés). Antología editada: Gatimonio: poemas de gatos de autores hispanoamericanos. Madrid, 2013.

Poemas de Antonio Gamoneda. Selección de poemas: Sergio Laignelet. Material enviado a Aurora Boreal® por Sergio Laignelet. Publicado con autorización de Antonio Gamoneda. Fotografías Antonio Gamoneda ©  Fernando Sanz Santa Cruz enviadas por Sergio Laignelet a Aurora Boreal®. Fotografía Sergio Laignelet © Lorenzo Hernández.

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