'Cántico' en 'Orígenes': niñez en el Creacionismo

Inédito

Diversos estudios han ahondado en el Cántico de Jorge Guillén (1893-1984), con especial énfasis en la primera y segunda edición, dejando a un lado la tercera y la cuarta, salvo algunas excepciones. Cántico, como es común en numerosos poemarios[1], sufre diversas modificaciones y ampliaciones hasta su versión definitiva[2]. En las construcciones y ampliaciones de Cántico, hasta su versión final, hay que destacar suscolaboraciones en la revista cubana Orígenes, que albergará una gran colección de poemas que  formarán parte de Cántico e incluso de Clamor (1956).

Las mismas colaboraciones de Guillén en Orígenes muestran un especial interés por la niñez. La imagen de la niñez es relacionada por el poeta con el Creacionismo. Por ello, el propósito de este ensayo es acercarnos a sus poemas sobre la niñez publicados en la revista Orígenes y observar su posterior inclusión en Cántico. Allí diluye y esconde el tema de la niñez como fase primordial del Creacionismo, según la poética de Vicente Huidobro. Cuando sea pertinente se observará la inclusión o la ausencia de poemas de Orígenes en Cántico, particularmente en la última versión de 1950.

 

La revista Orígenes sigue la fuerte tradición cultural hispana de las celebradas Revista de Occidente (1923-1936) y la mexicana Contemporáneos (1928-1931). Fundada por José Lezama Lima y José Rodríguez Feo en 1944, tuvo desde sus inicios un claro perfil aperturista que compaginaba tanto lo local como lo extranjero. Esta idea se corrobora por los estudios sobre Orígenes de José Prats Sariol[3] y por el propio Rodríguez Feo en la introducción de su libro Mi correspondencia con Lezama Lima (1991), tal como éste expresa a continuación:

Para alcanzar la universalidad tan cara a Lezama emprendía una amplia labor de captación de algunas figuras de renombre internacional, en mis estancia fuera de Cuba, como los españoles Vicente Aleixandre, Francisco Ayala, Luis Cernuda, Jorge Guillén, Pedro Salinas, y los latinoamericanos Aimé Cesaire, Alí Chumacero, Efreín Huerta, Gabriela Mistral, Octavio Paz, José Revueltas y Alfonso Reyes. También colaboraron escritores de otras lenguas como Louis Aragon, W.H. Auden, Henri Michaux, Saint-John Perse, George Santayana, Wallace Stevens y Willian Carlos Willians. (Rodríguez 9-10)

Antonio Herrería Nació en Santander en 1977. Escritor y crítico literario. Actualmente es profesor en Arizona State University y editor adjunto de la revista Letras Femeninas. Colabora en diversas revistas de habla hispana e investiga sobre modernismo y literaturas de la vanguardia hispana.

 antonio herreria 001A su vez, la dualidad regional y universal de la revista concuerda con la apreciación de Gloria Videla[4] sobre los movimientos de vanguardia hispanoamericanos. Aspecto que también observan las revistas cubanas de vanguardia que antecedieron a Orígenes. Entre estas revistas hay que destacar para nuestro estudio Verbun[5] (1937) y Espuela de Plata[6] (1939-1941), las cuales cobijaron los primeros textos de los exiliados republicanos españoles. La importancia de estas revistas y Orígenes se muestra en el gran número de intelectuales españoles que publicaron en ellas, parte importante del núcleo de la Generación del 27. Entre los escritores españoles en Orígenes encontramos a Vicente Aleixandre, Francisco Ayala, Luis Cernuda, Jorge Guillén, Pedro Salinas, Juan Ramón Jiménez, Manuel Altoaguirre, José Bergamín, Luis Cernuda, María Zambrano y Manuel Arroitia-Jáuregui…

El destierro de los escritores y su silencio en la prensa y literatura nacional a partir de 1936, que los vetaba de las antologías y textos peninsulares,[7] supuso un verdadero trauma y la obligatoriedad de crear nuevos círculos literarios en el exilio. Baste notar la anécdota de Rodríguez Feo sobre su conversación con Luis Cernuda en 1947, el cual “dijo que todos sus libros se habían quedado en España y que los peregrinos como él siempre viajan ligeros” (Rodríguez 22). Jorge Guillén también sufrió los avatares de la guerra, ya que fue encarcelado y destituido de su cátedra sevillana en 1937, aunque logró emigrar a los Estados Unidos en 1938, tal como explica en su correspondencia con Gerardo Diego el 17 de noviembre de 1938:

Yo estoy en este colegio de Middlebury –con autorización del gobierno de Vitoria- Aquí continuaré hasta el fin de semestre, o sea, hasta el 27 de enero. Tengo trece horas de clase por semana; me queda tiempo para seguir con mis poemillas adelante, hacia una nueva edición de Cántico (que acaso pase a subtítulo de un probable “Fe de vida”).

¿Qué es de tu poesía? (¡Lo cortés no quita lo valiente!) Escríbeme. Un gran abrazo de tu amigo-verdaderamente ya viejo amigo. (Salinas, Guillén y Diego 186)

Se recalca la falta de comunicación y noticias de la península con los desterrados en la siguiente correspondencia mantenida entre Jorge Guillén y Gerardo Diego el 7 de marzo de 1941:

Mi querido Gerardo: ¡Feliz Año Nuevo! Para mí lo sería si tuvieras la bondad de enviarme tus Ángeles de Compostela. De este libro no tengo más noticia que la dada por Dámaso [Alonso] en una carta acabada de llegar: […]. ¡Textos, mándame textos! […] Dice Dámaso también: “Hay muchos poetas en ciernes”. ¿Quiénes? En cuanto al creacionismo… ¿Los poetas creacionistas, qué se hicieron? Escríbeme. ¡Qué hambre de conversación, Dios mío! (189-90)

La carta anterior muestra el difícil ámbito cultural en que se movían los escritores desterrados. La respuesta de Gerardo Diego muestra la situación de los escritores que se quedaron:[8]

Actualmente hay ciertas dificultades para enviar libros y lo siento porque pienso este año publicar cerca de diez, entre reediciones, cosas añejas, cosas nuevas y clásicos. […] Se trata de una Primera antología de sus versos (míos) bastante completa y representativa con mucho inédito. […] De los poetas creacionistas no sé absolutamente nada. Juan veo que colabora en México. Supongo que estará por ahí. Vicente [...] dicen que en Buenos Aires o en Chile. (191)

Como es de suponer, la necesidad de adaptarse a las realidades[9]del momento motivó que los escritores buscasen espacios y conexiones en su nuevo entorno. La academia fue una de las principales formas de conexión de los exiliados, entre los que se encontraba Jorge Guillén.[10] Este tipo de relaciones académicas, probablemente, llevaron a conectar, de forma indirecta, ¿quizás a través de María Zambrano?,[11] a Jorge Guillén con Orígenes, ya que sabemos por Rodríguez Feo que ni Lezama ni él mismo conocían personalmente a Guillén en su primera colaboración:

En Middlebury decidí seguir el consejo de Henríquez Ureña y para iniciar mis estudios de literatura española e hispanoamericana me inscribí en el curso de Jorge Guillén sobre poesía española y en el de Pedro Salinas sobre Rubén Darío. En cuanto a mi trabajo para la revista, los dos veranos que pasé en Middlebury me brindaron la oportunidad de conocer personalmente a Pedro Salinas y a Jorge Guillén –Quienes ya habían colaborado en Orígenes desde 1944- y a otros escritores que después nos enviarían sus textos. (Rodríguez 14)

Los textos inéditos de estos autores exiliados en Orígenes enriquecieron la revista. Ellos, además, recibían justa remuneración por cada texto. Las sinergias entre la revista y sus colaboradores se vieron recompensadas por las relaciones supranacionales que llegaron a establecer con otras revistas hermanas, como por ejemplo la argentina Sur, dirigida por Victoria Ocampo; la peruana Las Moradas, dirigida por Emilio Adolfo Westphalen; la mexicana Letras de México, dirigida por Ermilio Abreu Gómez;[12] la francesa Poésie 47 y la norteamericana The Sewanee Review, entre otras.

Jorge Guillén contribuye en Orígenes en siete ocasiones y sus poemas se pueden agrupar bajo dos categorías. Una reúne los que formarán parte de Cántico y la otra contiene poemas, no todos, que formarán parte de Clamor.[13] Los pertenecientes a Cántico se pueden dividir a su vez en dos subcategorías: las colaboraciones que forman parte del tercer Cántico y las que pertenecen al cuarto y definitivo. Las que pertenecen al tercero se distinguen, a su vez, en dos aportaciones. La primera, titulada “El pájaro en la mano”, pertenece al número dos de la revista y fue publicada en el verano de 1944. La segunda, titulada “Poemas”, pertenece al número 6 y apareció en el verano de 1945. Dentro del “El pájaro en la mano” observamos los siguientes poemas:  “Casa de dos patios”, “Tras la gran sed”, “Hasta la sombra”, “La hierba entre las tejas”, “Un niño y la noche en el campo”, “Una pared”, “Anulación de lo peor”, “Camposanto”, “Ser”, “Hija pequeña”, “Los recuerdos” y “Sin embargo”. En “Poemas” encontramos: “Como la noche mortal”, “Descanso en el jardín” y “Esperanza de todos”.

En la cuarta y definitiva edición de Cántico encontramos las colaboraciones de “Antonio”, en el número 21, primavera de 1949, y “Noche de caballero”, del número 25 de 1950. En el cuaderno Antonio localizamos los poemas “El niño dice…”, “Niño con atención”, “Niñez”, “Arranques” y “Feliz insensato”. En la Noche de caballero  encontramos su poema homónimo.

Jorge Guillén aborda el tema de la niñez a partir del tercer Cántico, ausente en las dos primeras ediciones. Así observamos la inclusión de los poemas “Niño” y “Nene” en la tercera edición, no incluidos en Orígenes, junto con “Un niño y la noche en el campo”, “Anulación de lo peor” e “Hija pequeña”. Estos tres últimos incluidos en Orígenes dentro del apartado El pájaro en la mano.

En la cuarta edición se observa un incremento de textos relativos a la niñez. En este sentido, encontramos los poemas no presentes en Orígenes: “Niñez Antigua”, “Cunas, rosas, Balcón”,[14] “El infante” y “Más vida”. Junto con ellos se haya el cuaderno titulado Antonio[15], dedicado exclusivamente a la niñez. También es relevante, para estudios posteriores, otra colaboración de Jorge Guillén a Orígenes: Isabel[16], algunos de cuyos poemas formarán parte de Clamor. Aquí nos detendremos en los poemas concernientes a la niñez aparecidos en Orígenes y recogidos en Cántico.

Quizá la primera pista a la aproximación de Jorge Guillén al tema de la niñez se presente en el subtítulo añadido en la tercera edición de Cántico, “Fe de vida”. Apunta, de forma explícita, hacia la visión positiva del poeta ante la vida, la cual implica una fe en los hijos. Los primeros textos respecto de la niñez se agrupan bajo el nombre “El pájaro en la mano”,[17] lo que muestra la intención de Guillén de incluirlos en Cántico, al ser este nombre un subapartado del poemario.

En El pájaro en la mano encontramos “Un niño y la noche en el campo”, “Anulación de la peor” e “Hija pequeña”. El primer y segundo se acercan a la noche y sus pesadillas, las cuales en general siguen la pauta observada por Joaquín Casalduero, en donde a partir de la tercera edición, “la dimensión de Cántico va del despertar al dormir, rechazando los sueños o la muerte, pues cuando se refiere a ella el poeta la ve únicamente como una ley de gravitación, como un final” (8). Tanto “Un niño y la noche en el campo” como “Anulación de lo peor”, abordan el tema de la niñez que triunfa sobre las pesadillas. En concreto, “Un niño y la noche en el campo” nos revela el terror de un niño ante los toros: “¿Contra quién se encarnizan —no hay nadie—las tinieblas? / Temblando el miedo con sus sombras se exhala en ráfagas. / Entre el ver y el dormir / Un niño dice: /—¡Ya estarán pasando los toros! —”. Ante esta situación, la voz poética, jugando con la palabra defensa, a la cual desdobla en su significado, propone una solución para poner fin a las pesadillas del niño: “¿Entonces? / Bastará / Disponer más oscura la defensa: / ¡Esconderse en el sueño!”. Después de  situarse el niño tras la defensa, la voz poética observa: “Y el niño va durmiéndose mientras de las tinieblas / Surgen bultos campales, noche agolpada, toros.”

 “Anulación de lo peor” continúa la temática de las pesadillas y la solución que el propio título observa. El poema nos describe las pesadillas de un niño en la noche: “Sin luces, ya nocturna toda, bárbara, / En torno a los silencios encrespándose, / La noche con sus bestias aulladoras se yergue”. La voz poética calma al niño con  la luz del día: “¿Una aprensión te angustia? / No temas. / Los aullidos, El mal con sus galápagos y sus gárgolas, /Noche abajo enfangándose, cayendo, /En noche se transfunden. La noche toda es fondo. /Espera, pues. / El sol descubrirá, / Bellísima inocente, la simple superficie”. Es decir, las pesadillas en los poemas, como parábisis del hombre, son anuladas ya sea por la llegada de la luz o por el sueño.

El tercero presente en Orígenes es “Hija pequeña”. Allí se aleja de las pesadillas para acercarse a la maravilla del nacer, tanto en su forma humana como poética. En este sentido, la voz insta, como si fuera un padre, a alejarse de la tristeza para adentrase en un mundo de júbilo: “No, no vale ese llanto. / La Creación[18] a dar su poesía empieza. / ¡Tú creces! Y con tanto / Paraíso en tu estrépito que la naturaleza / Sola es jardín: tu encanto.”. En observar el desarrollo de la niña-poesía reside la alegría incontrolable del poeta: “Gracia tan inmediata / De manantial, de luz con arranque de aurora, /De alborada invasora,/ De ramo con rocío—¡Tú creces!—no enamora. / Más, más, más: arrebata.” Vemos que las colaboraciones de Orígenes a Cántico concuerdan con la siguiente afirmación de Joaquín Casalduero:  

Cántico, a partir de la tercera edición, recibe un subtitulo: Fe de vida, es el momento en que el poema tiene que dar entrada a la injusticia y el desorden, a la enfermedad y a la muerte. Tanta negación choca contra esa fe en la vida, en el orden y en la creación, en el orden de la creación. (11)

Estos tres poemas muestran tanto la alegría de la niñez como las sombras que la asustan. Las sombras y los miedos son un rasgo que subyace en Cántico a partir de la tercera edición. Tanto el propio Jorge Guillén[19] como Joaquín Casalduero y Francisco Javier Díez,[20] hacen notar la presencia de elementos pesimistas en Cántico. Podemos observar, por tanto, un clinamen pesimista respecto del Cántico anterior, aunque manteniendo, o intentando mantener, un final en donde prevalece la esperanza.

Los siguientes poemas en Orígenes sobre la niñez, que serán integrados a la versión definitiva de Cántico, muestran las diferencias entre El pájaro en la mano yAntonio. Los de Antonio, a diferencia de los de El pájaro en la mano, no fueron concebidos como entes independientes, sino como un todo que pretende ahondar en la imagen de la niñez. Por otro lado, la ruptura y dispersión de Antonio, a través de la última edición de Cántico, provoca una dislectura del sentido original y un clinamen en Cántico, ya que los aspectos negativos de las pesadillas desaparecen dando lugar al pasmo eufórico ante la vida, convirtiéndose los poemas, juntos o por separado, en un panegírico. Otro aspecto diferenciador entre ambas contribuciones es la posible edad de los niños referidos, ya que de los primeros poemas, pertenecientes a El pájaro en la mano, se desprende una edad en donde el niño ya tiene cierta capacidad de discernir el mundo que le rodea, de ahí sus pesadillas. Los poemas de Antonio, por el contrario, muestran un infante en su primer o segundo año de vida, donde cada experiencia es un descubrimiento.

El primer poema de Antonio se titula “Niñez”. De tintes creacionistas, forja una plegaria en donde la voz poética, consiguiendo el ritmo a través de la aliteración de los tres primeros versos, describe una “Disparada inocencia de albor animal, / Destello de joya en bullicio, / Diamante impaciente que canta, / Pájaro nítido:” y luego implora: “Llévanos tú bajo los soles / Que te descubren y dan sus dominios, /Arrebátanos en tus ráfagas / De paraíso, / Elévanos /A la alegría sin tacha de tu infinito”. Así, la equiparación religiosa del niño con Dios conlleva una kenosis[21]jubilosa.

Si “Niñez” trae la felicidad, el siguiente titulado “El niño dice…” describe, a partir de una copla real, la situación de la criatura frente al poeta: “¿Qué dice? Ni un balbuceo. / Sólo un susurro en apunte. / Basta que a los labios junte, / Aguzándose en deseo, / Este espíritu que veo / Pendiente de mi respuesta.” No obstante, irónicamente, el que habla, por medio de una lítote, es el bebé: “Él es quien se manifiesta / Sin palabras, de tal modo / Jovial que lo dice todo / Con una salud en fiesta”.

El siguiente poema, en orden lineal, perteneciente a Antonio es “El más claro”. También compuesto en copla real, describe la ascesis del párvulo ensimismado que juega con su propia mano contra la luz: “Recreándose en más luz, /La palma se expone, juega: Mano de niño hacia el sol”. Después de la descripción de la imagen, la voz poética salta a un  apotegma en donde desea que la luz, como metáfora de la alegría, acompañe a la criatura que todavía no es consciente de sí misma: “¡Alumbren así, dominen, / Embelesen a su mundo / Las simpatías rosadas / De una piel que aún se ignora!”. El poema termina identificando al niño como un pequeño dios que irrumpe con fuerza en la vida: “Mano de niño solar: / Palma del único en tierra / Tan denso de amanecer”.

“Niño con atención”, como define el título del próximo poema, sigue la curiosa mirada del nacido que interioriza lo que ve: “—Ojos. Azul. Sus destellos, / De repente inquisitivos, / Reservan en los archivos / De la atención los más bellos / Datos”. De ahí que la voz poética se pregunte de forma retórica, en un hipérbaton, la posibilidad de la existencia en este mundo de ojos tan bellos: “—Y así, todos ellos / Tan bellos ¿serán reales? /—Tan azul exige tales / Acordes con su belleza. / Que de nuevo el mundo empieza / Con todos sus manantiales”.

            “Arranques” se titula el siguiente poema que se divide a su vez en otros dos titulados “Por el agua” y “Por la hierba”. El título se relaciona con la fuerza metafórica del nacer, la cual se ayuda del encabalgamiento de las erres para reforzar el vigor de la palabra.

“Por el agua” muestra la anécdota de una carrera risueña del niño al mar, adentrándose y salpicando hasta que la resistencia del agua le hace caer. Para ello la voz poética comienza con una sinécdoque que focaliza los pies, a los que sigue como una cámara de cine:

Entran los pies en el mar

Que ya ondula

Chispeando: sobre el agua,

Luz más rubia.

 

Precipitándose corre

Con tumulto de roturas

Una alegría que cae

De bruces sobre la espuma.

 

La voz poética continúa el desarrollo de la acción con la fusión metafórica del agua y de la voz del niño, la cual crece en intensidad en forma de espiral a través de las reiteradas eses y por el sentido marino de adjetivos y adverbios:

 

El tan niño hacia su voz

Se aúpa,

Se multiplica, resalta,

Onda aguda.

 

Rizándose va y creciendo

Con ondulación de suma

Todo un caos de salud

Que se crea ya su curva.

 

El poema termina con el “arrollador” empuje de la fuerza vital del niño:

 

Arrollador griterío,

Absoluta

Vida sin sombra ni término:

Criatura.

 

“Por la hierba” es el poema hermano de “Por el agua”, lo cual ya nos indica unos patrones a esperar, entre ellos la métrica. No obstante, existen dos diferencias principales entre “Por el mar” y “Por la hierba”: la inclusión de un estribillo, que se intercala entre los versos de “Por la hierba”, y la equiparación metafórica de la hierba con el mar, lo que convierte la relación metafórica entre los dos poemas en unidireccional, de la hierba hacia el mar.

El poema arranca con la misma situación de seguimiento del niño por parte del observador, el cual describe metafóricamente el correr y caer del niño por la fresca hierba como si fuese el mar; mar y frescura como metáfora de la vida:

Se arroja el niño a la hierba

Que es un mar,

Y por lo fresco y lo blando

Nada ya.

 

A continuación la voz poética irrumpe con un monólogo que juega con la conocida frase latina “nihil novum sub solem est”, para preguntarse por el destino de los hombres, metafóricamente referidos como ondas. Inmediatamente después, esta voz pide el deseo de alcanzar el Edén en la tierra:

 

(¿Hacia dónde tantas ondas

Bajo el sol?)

—Dame el campo con el cielo,

Dámelos.

 

La hierba, como sinónimo de vida, se ve rodeada de la mar, la felicidad. La cual pretende universalizar:

¡Cuánto mar por esa hierba,

Ah, ah, ah!

¡Para todos ahora mismo

Quiero más!

 

—Dame el campo con el cielo,

Dámelos.

(¿Hacia dónde tantas ondas

Bajo el sol?)

 

Tras la repetición del estribillo, el poema termina mostrando la imagen del verde tumbándose, como si fuesen olas, y donde el significado de la metáfóra es la alegría de la vida que pasa por nuestras manos: “La hierba es un oleaje / De verdad / Entre las manos del niño / Pasa el mar”.

            Finalmente, “Feliz insensato” es el último de los poemas que Guillén incluye en Antonio. Comienza con el juego del escondite que los adultos hacen con los bebés, en el cual, el adulto, tapándose la cara, comenta: “—¿Dónde está, dónde estará? / —¡Aquí está!”. A continuación  el poeta juega con la idea del “creacionismo”, al identificar al niño con la felicidad y el juego: “No deja de jugar el feliz insensato. / Como suma armonía / La Creación acoge este arrebato / Pueril.”. La palabra “arrebato” indica la fuerza enérgica de la vida. El poema continúa en el ejercicio de vida del niño que se acoge confiado a su destino: “¡Nadar, volar por la vacía / Primavera de un aire sin morada! / Y ascendiendo a su cumbre de alegría / Se arroja al sol más cándido la niñez confiada.” Para este niño todo es una aventura fantástica y una excusa para marchar sin que el adulto sepa el motivo:

Ya todo es elemento

De alguna encrucijada

Donde el mundo no cesa

De referir su historia como un cuento.

Una mesa—no más, aquella mesa—

Hoy descubre su fondo:

Un secreto de gruta,

Un islote redondo.

¡Niñez! Y todo, libre, se trasmuta.

Basta la diminuta

Persona.

Por su voz y sus manos,

A través de minúsculos arcanos,

La gracia de un espíritu ya acciona.

 

A su vez, este poema incluye un estribillo, en forma de pareado, que hace de coro con frases hechas y refranes. El estribillo, no siempre igual, se intercalará entre las descripciones de las aventuras y pensar del pequeño. Los siguientes versos muestran la escena de un niño subiendo por las escaleras ante la preocupación y admiración del poeta:

Compás

De gracia

No sacia

Jamás.

Uno a uno por los peldaños...

¡Tente,

Primer inocente!

Son muchos más que tus años.

 

 

 

Vive con tu fe,

Ríe sin porqué.

 

Atracción, seducción

De cima

Se ofrece a quien la ve desde una sima

De suelos explorados. ¡Él quisiera

Conocer, escalar aquel sillón,

Tenderse en la tierna ladera

Que de súbito allí se anima

Sin nada y verdadera!

 

Estos versos nos enseñan la perspectiva del infante, el cual uno a uno, desde su pequeñez, “sima” y escala los peldaños hacia la vejez.

Posteriormente, contextualiza el tiempo del niño proyectándole hacia la atemporalidad del momento de su psique, que consigue en el caos de la vida organizar su mundo:

 

Todavía no existe el mal.

Un ser ahora inmortal.

 

¿En desorden el candor?

Adorable incoherencia.

El mundo se oye mejor

Su cadencia.

 

Compás

De gracia

No sacia

Jamás.

 

Jorge Guillén continúa describiendo la psiquis del niño, cuya preocupación es el juego, pese a las sombras que le rodean. Ha llegado a un mundo del que es parte, aunque todavía no sea consciente de ello: “¡Jugar, jugar en medio / De esa masa de asedio / Que en implacables círculos rodea / De espesura al nacido: / Nacido a la realidad que aun no es idea, / Y ya con él palpita!”

La voz poética equipara la luz como alegría y niñez, uniéndoles en un todo. La Creación hace posible esta fuerza, mientras juega “feliz el insensato”:

Siempre doble el latido,

Continúa la cita

Prodigiosa: la luz y esa niñez.

Sin cesar en acecho,

¡Ah, cómo se responden a la vez

Los brazos tan pueriles

—Que en ímpetu derecho

Se arrojan a los miles

De esplendores fundidos al gran hecho

Del día-

¡Y el ámbito en espera que al sol fía

Su amplitud desvelada entre perfiles!

La Creación acoge este arrebato

De fe como armonía

Suma. ¡Juegue el feliz más insensato!

 

Finalmente, termina con el juego inicial del escondite “¿Dónde está, dónde estará? /¡Aquí está!”.

Por los poemas que giran en torno a la niñez publicados en Orígenes y que posteriormente conformaron parte de Cántico podemos observar, primeramente, la actitud de pasmo jubiloso ante la nueva vida. Esta criatura es observada como un ente de otro mundo, al no ser todavía consciente de los peligros que le circundan. La curiosidad ensimismada y el rechazo a los peligros y obstáculos hacen que el niño se comporte como un pequeño dios, aspecto en íntima relación con el creacionismo —recuérdese el Altazor de Vicente Huidobro— y, en general, con los movimientos de vanguardia.

Los poemas de Guillén le relacionan de forma directa con el Creacionismo, aspecto poco conocido, ya que la crítica le suele identificar con la poesía pura en el sentido de Juan Ramón Jiménez y de Paul Valéry, a quien tradujo. La carta que Guillén que escribió a Gerardo Diego en 1941, en la que le pregunta sobre los creacionistas, es una pista que ayuda a entender el contexto de creación de este poemario. Para apoyar la idea del interés creacionista de Guillénveremos que sus  intereses en las cartas se corresponden con sus poemas. Así, por ejemplo,el cuaderno de Guillén Que van a dar a la mar,[22] publicado en Orígenes en 1953 y que posteriormente será el subtítulo de Clamor, parece corresponder con la influencia del libro de Pedro Salinas, Jorge Manrique, o tradición y originalidad (1947). Este libro fue leído con entusiasmo por Guillén, tal como se desprende de su carta enviada a Salinas el 9 de mayo de 1949: “Leí bien, despacio, con toda la lentitud que exige el placer de la verdadera lectura, tu Rubén Darío. Libro tan magistral como el de Jorge Manrique” (cit. en Martín 299). La observación de las fechas, 1947 para Salinas y 1953 para Guillén, muestra el clinamen de la obra de Guillén sobre la de Salinas. La influencia creacionista sobre Guillén también va a la par con las fechas. Se ha observado que el interés por el creacionismo en Guillén, pese a que se le relaciona con la poesía pura, se mantiene a través el tiempo hasta 1941. Unos años más tarde, el 3 de marzo de 1948, leemos la siguiente carta que nos anuncia la motivación de Guillén por la niñez: “Soy abuelo, vosotros sois académicos… ¡Dios mío!” (Bernal y Guillén 207). Al año siguiente, en la primavera de 1949, saldría publicado Antonio enOrígenes. Sólo podemos suponer que las escenas de las nuevas criaturas,[23] sus nietos,[24] fueron un estímulo para su imaginación creacionista. Finalmente, otro aspecto a destacar en los textos de la niñez en Orígenes,Antonio en concreto, es la ruptura del imaginario organizativo de Cántico. El cambio organizativo de los poemas de Antonio de Orígenes en Cántico provoca una ruptura o clinamen del sentido original del cuaderno, ya que la lectura de un poema distanciado de sus hermanos, influye en la pérdida de la fuerza temática original.

Cántico en Orígenes, niñez en el Creacionismo, Jorge Guillén en el exilio, forman un hito en la poesía contemporánea del habla hispana.

 

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Notas

[1]Rubén Darío o Juan Ramón Jiménez, entre otros, tenían esta costumbre.

[2]La génesis de Cántico se compone de cuatro tempos bien diferenciados que siguen las pautas de cada edición. La primera edición se compone de setenta y cinco poemas y fue  publicada por la Revista de Occidente en 1928. La segunda, publicada por Cruz y Raya en1936, consta de ciento veinticinco poemas. La  tercera está compuesta por doscientos setenta poemas y fue impresa en México en 1945. Finalmente, la cuarta y versión definitiva de Cántico es la de Buenos aires de 1950, compuesta por trescientas treinta y cuatro poemas.

[3]Véase el estudio de José Prast Sariol titulado “la revista Orígenes”, en Coloquio Internacional sobre la obra de José Lezama Lima, vol 1; Poesía. Centro de Investigaciones Latinoamericanas, Universidad de Poitiers, Francia, ed. Fundamentos, Madrid, España, 1984, pp 37-57.

[4]Aunque el estudio de Videla en  sus Direcciones del vanguardismo hispanoamericano (2011) se ciñe a las décadas de 1920 y 1930, la ideología subyacente se prolonga en el tiempo; aspecto que se muestra en las colaboraciones de las principales figuras vanguardistas del momento.

[5]Esta efímera revista de tan sólo tres números y dirigida por Lezama Lima contó con la colaboración de Juan Ramón Jiménez.

[6]Manuel Altoaguirre fue miembro del comité editorial y en las páginas de la revista publicaron Juan Ramón Jiménez, Pedro Salinas, Jorge Guillén y Luis Cernuda.

[7]Un ejemplo es el siguiente comentario de una carta de Gerardo Diego a Jorge Guillén en 1946:El verano pasado me llegó tu nuevo, espléndido Cántico, que agradecí  en el alma aunque inexplicablemente me lo callara. Verdad es que entonces se decía que tu llegada a España era inminente y me reservaba para la efusión moral. Ahora volvemos a esperar tu visita. ¿Pronto?”(Salinas, Guillén y Diego 201)

[8]Numerosos intelectuales como Gerardo Diego, Dámaso Alonso o Francisco Vighi tuvieron que pasar un proceso de depuración para poder volver a enseñar en sus cátedras.

[9]“Ya en 1949 el perspicaz Francisco Ayala formuló el grave problema de la incomunicación de los escritores exiliados con el que debiera ser su público natural en el artículo Para quién escribimos nosotros” (Pedraza y Rodríguez XII, 37).

[10]Jorge Guillén y Pedro salinas establecen “una serie de relaciones con otros intelectuales españoles y europeos (Américo Castro, Amado Alonso, Dámaso desde 1947; pero también Leo Spitzer, compañero de Salinas en Baltimore, Saint-John Perse, a quien Guillén conoció en Washington, Jacques Maritain, orador junto a Guillén en un homenaje a San Juan de la Cruz -1942-, Pedro Enríquez Ureña, el comparatista Renato Poggioli, el impresor austriaco HerbertSteiner) lo cual ayuda a mantener un cosmopolitismo efectivo, tenue línea de continuidad con el pasado” (Weber 69).

[11]María Zambrano llega a Cuba en 1939, aunque ya había conocido a Lezama Lima en 1937.

Publica en el número 3, octubre  de 1944, de Orígenes el ensayo “La metáfora del corazón”.

[12]Ermilio Abreu colaboró en Orígenes en dos ocasiones, en los números 13 y 27.

[13]Dentro de Clamor encontraremos en el número 31 de 1952 los poemas publicados en Orígenes “Desnuda perfecta” y “Poesía eres tú”. En el número 35 y año de 1954 encontramos “Tréboles”,  “Isabel”, “Clamor inicial” y “Adoración a la criatura”, los cuales, en su mayoría, se relacionan su vez con el tema de la niñez.

[14]Sara Robles Ávila en su tesis doctoral titulada Jorge Guillén en su realidad esencial: Indagaciones semántica sobre Cántico  considera al poema titulado “Villancico” como antecedente del poema  “Cunas, rosas, Balcón”.

[15]El título se inspira y está dedicado a Antonio Gilman, hijo de Teresa Guillén.

[16]El título se inspira y está dedicado a Isabel Gilman, hija de Teresa Guillén.

[17]“Eso se me agrupó en cinco partes. En cuanto al título, dice ‘Al aire de tu  vuelo’, como una especie de movimiento espiritual; se refiere al alma, al espíritu. Es algo así como una especie de impulso espiritual o del alma. Segundo, ‘Las horas situadas’ es el despliegue del mundo, de las estaciones, de los días, de las horas. ‘El pájaro en la mano’, lo entendía, primero, como poema corto. Tengo ‘el pájaro en la mano’ —es poema corto que tengo en la mano y lo domino mejor porque es pequeñito. No está en vuelo; es un momento más concreto. En ‘Aquí mismo’, insistiendo en lo presente y en lo inmediato, cuando no hay vuelo ninguno sino lo puro inmediato- la poesía de lo inmediato en el tiempo y en el espacio. Ya ahondandodentro de eso, ‘Pleno’ será es el tema por dentro, es el sentimiento del ser. Yo Cántico lo veía como una especie de impulso hacia fuera, y luego se le recoge este movimiento, se queda en lo inmediato, y al final, ya a lo más interno, ‘Pleno ser’” (cit. en Weber 118-119).

[18]Nótese el uso de la mayúscula inicial en “Creación”, lo que muestra la intencionalidad de Guillén de relacionar este poema con el “creacionismo”

[19]“De este modo, el hecho de que en junio de 1949 anuncie el proyecto ya estructurado de Clamor, subtitulado tiempo de historia, entonces dividido en  Cántico nunca ha sido un Cántico rigurosamente puro, en el sentido de que no todo es Cántico. Ha sido siempre un poco mordido, un poco rebajado. Desde el primer momento el Cántico rigurosamente Cántico está acompañado de otros poemas en que hay elementos negativos, fuerzas de oposición: el tiempo, la muerte, el azar, el desorden, el mal. Yo, desde el primer momento, he querido que eso estuviese” (cit. en Weber 109).

[20]“Aunque también hay que decirlo, con el propio Jorge Guillén, ‘ya en Cántico se insinúa clamor’.Pero tan sólo se insinúa. Atendemos a lo que desde nuestro punto de vista puede interesarnos, pero advertiremos que tan sólo unos veinte poemas de los 334 que componen Cántico nos ofrecerán sus versos pare descubrir nuestro mundo, nuestro ingrato mundo contemporáneo, en ellos reflejado. Por tanto, hay que tener mucha prudencia a la hora de contrarrestar el apelativo de puro que se atribuyó al Guillén de Cántico y con el que se le tildó de deshumanizado” (Díez 20).

[21]Según el glosario de Harold Bloom, Kenosis es Dios menos algo. Es decir, un pequeño dios.

[22]Publicado en 1953 en  el número 33 de Orígenes

[23]Son dos los textos en donde la niñez fue pensada de forma monotemática; Antonio e Isabel.

[24]El cuaderno Antonio se inspira en Antonio Gilman, nieto de Jorge Guillén e hijo de Teresa Guillén.

Ensayo "Cántico en Orígenes: niñez en el Creacionismo" enviado a Aurora Boreal® por Anotnio Herrería y José Prats Sariol. Publicado en Aurora Boreal® con autorización de Antonio Herrería. Foto de Jorge Guillén tomada de internet. Foto Antonio Herrería © Cortesía Antonio Herrería.

 

 

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