En esta entrega Roberto Burgos Cantor explora universos difíciles e importantes, como el de los amores malogrados, la impotencia ante la desgracia, el peso de la inocencia y la desdicha, los desencantos de la madurez y la constante duda.
Una siempre es la misma es una serie de aventuras íntimas, donde cada personaje es capaz de escarbar el pasado para encontrar en ese laberinto ciego una señal que quizás le sirva para comprender el presente. Es un retrato inteligente y reflexivo sobre la incertidumbre de la vida, una bitácora de historias terriblemente humanas.