Carta de Alemania (4)

¿Quién no le temería a Karl Kraus?

Sí, ¿quién no le temería a Karl Kraus, una de las plumas más sabias y más venenosas de la literatura universal? Ese Karl Kraus que recién cumplidos los 25 años, en 1899, fundó en Viena la revista cultural «Die Fackel» (La antorcha), dirigiéndola hasta su muerte en 1936 y siendo su único redactor a partir de noviembre de 1911, esto es: durante nada menos que un cuarto de siglo. Ese Karl Kraus que, por ejemplo, demolería de un suavísimo gancho a la mandíbula la estatua del intocable Hugo von Hoffmannsthal definiendo así sus obras: "flores artificiales que se mustian n a t u r a l m e n t e". Ese mismo Karl Kraus que también dejó dicho "Acerca de Hitler no se me ocurre nada", estatuyendo así el mayor ejemplo de desprecio que se recuerda en la historia desde que Jesús de Nazaret respondió a sus jueces con el silencio.

El tonelaje total de «Die Fackel» son 23.000 páginas en un alemán de lujo y a veces tan letal como la mordedura de una cobra. Embarcado en tres gruesos volúmenes, lo tengo muy a la mano en mi biblioteca, y muchas son las veces en que agarro cualquiera de ellos y lo abro por no importa qué página, para desasnarme y para gozar. Pero ahora, además, desde hace poco, dispongo de un preciosísimo vademécum que recoge un par de centenares de aforismos de Karl Kraus, espigados de entre esas miles de páginas que escribió, y no resisto la tentación de traducir algunos de ellos al correr de la vista engolosinada.

Comencemos por varios de los que dedicó a la mujer, una de sus bestias negras:
"Nada es más insondable que la superficialidad de las mujeres".
"Hay hombres a los que se podría poner cuernos con no importa qué mujer".
"La erótica consiste en la superación de obstáculos. El más atractivo y popular obstáculo es la moral".
"No solamente estoy a favor de las mujeres, sino en contra de los hombres".
"Por donde ella pasaba no volvía a crecer la hierba, exceptuando la que hacía pastar a los hombres".
"No se trata tan sólo del aspecto exterior de una mujer. También la ropa interior es importante".
"Para ser perfecta sólo le faltaba un defecto".
"El deseo femenino al lado del masculino es como una epopeya junto a un epigrama".

Sobre la literatura y el idioma:
"¿Por qué escribe alguien? Porque no tiene carácter bastante para no escribir".
"Las sátiras que entiende la censura se prohiben con todo derecho".
"Hay escritores que son capaces de expresar en veinte páginas aquello para lo cual a veces necesito hasta dos líneas".
"Sólo domino el idioma de los demás. El mío hace conmigo lo que se le antoja".
"El idioma es la madre, no la sirvienta del pensamiento".
"El bibliófilo tiene con la literatura aproximadamente la misma relación que el filatélico con la geografía".
"No tener ningún pensamiento y poderlos expresar: eso es el periodismo".
"En el arte no se trata de echar mano a los huevos y el aceite, sino de tener fuego y sartén".
"La literatura de hoy son recetas escritas por los pacientes".
"Mis glosas necesitan un comentario. De lo contrario se entenderían muy fácilmente".
"Mi idioma es la puta de todos, a la cual convierto en virgen".

Hablando del bípedo implume en general:
"Eso de que todos somos seres humanos no es una disculpa, es una presunción".
"Las conversaciones de los peluqueros son la prueba irrefutable de que las cabezas existen a causa de los cabellos".
"El diablo es un optimista si cree que puede hacer al ser humano peor de lo que es".
"Una mentira piadosa siempre es perdonable. Pero quien dice la verdad sin necesidad no merece ningún perdón".
"La verdadera lealtad abandona antes a un amigo que a un enemigo".
"Los jóvenes hablan tanto de la vida porque no la conocen. De hacerlo, se les cortaría el habla".
"El superhombre es un ideal prematuro, pues presupone al hombre".

Acerca de la res pública:
"El nacionalismo es el amor que me vincula con los débiles mentales de mi país, con quienes insultan mis costumbres y con quienes maltratan mi idioma".
"La fealdad del ahora tiene carácter retroactivo".
"Nunca duermo por las tardes. Excepto si es que por las mañanas he tenido algo que hacer en una oficina pública austríaca".
"El escándalo comienza cuando la policía le pone fin".
"La democracia divide a los seres humanos en laboriosos y haraganes. No fue pensada para quienes carecen de tiempo para trabajar".
"El secreto de los agitadores es hacerse tan tontos como sus oyentes para que estos crean que son tan listos como él".
"La injusticia tiene su razón de ser, porque si no no acabaríamos nunca".
"La escuela sin calificaciones para los alumnos tiene que haber sido pensada por alguien que se emborrachó con vino sin alcohol".
"Lo que le pido a una ciudad en la que vivo es asfalto, limpieza callejera, llave de la puerta de mi casa, calefacción y agua caliente corriente. Agradable soy yo mismo".

Mesa revuelta, o miscelánea o cajón de sastre, que también le dicen:
"Los místicos se olvidan a veces de que Dios lo es todo, menos un místico".
"Una de las enfermedades más difundidas es el diagnóstico".
"El progreso hace portamonedas de piel humana".
"El psicoanálisis es la enfermedad que cree ser su terapia".
"En caso de duda hay que decidirse por lo correcto".
"La psicología es un ómnibus que acompaña el vuelo de un zepelín".
"¡Paciencia, investigadores! La solución del misterio correrá a cargo de él mismo".
"La diplomacia es una partida de ajedrez en la que se da jaque mate a los pueblos".
"A menudo debemos pararnos a pensar en por qué nos alegramos, pero siempre sabemos por qué estamos tristes".
"La vida es un esfuerzo que sería digno de mejor causa".

karl kraus 001Y ahora hay que agarrarse, porque vienen curvas:
"El francés todavía no se ha alejado tanto de su superficie como el alemán de su profundidad".
Austríaco y vienés empedernido, resulta lógico que alguna vez apuntase sus disparos hacia los alemanes y Berlín. Bastaría el botón de muestra anterior, pero mucho mejor es el que sigue:
"Puedo demostrar que [los alemanes] son un pueblo de poetas y pensadores. Poseo un tomo
de papel higiénico, editado en Berlín, y en el que cada hoja contiene una cita de un clásico
adecuada a la situación".

Hay veces en que el aforismo karlkrausiano se disfraza de hai-ku: "Afilo mi enemigo a la medida exacta de mi flecha" (contad si son 17 sílabas y está hecho). Y en otras ocasiones,
de simpático epigrama: "Ella se dijo: Acostarme con él sí... ¡pero nada de intimidades!"

Last but not least, destaco un pensamiento aparte porque, considerando el triste espectáculo de los más liliputienses de nuestros contemporáneos, creo que lo merece: "Cuando el sol de la cultura política se encuentra muy bajo, hasta los enanos proyectan una larga sombra".

Hace poco he tenido que leer, por obligación profesional, la correspondencia mantenida por Stefan Zweig con Sigmund Freud, Rainer Maria Rilke y Arthur Schnitzler, entre 1906 y 1939, siendo así que aproximadamente la mitad de esas cartas se escribieron en Viena y estando allí en plena actividad un volcán en erupción llamado Karl Kraus. Ni una sola vez se lo menciona, y ello me dio mucho que pensar. Acerca de la miopía, si es que me lo preguntan.

¡Ay, qué sana envidia, pero cuánto placer, leyendo a este Karl Kraus! ¡Y qué alivio, saber que no está uno expuesto a sus dardos!... a no ser retrospectivamente. Porque el muy sádico también dejó dicho: "Mis lectores creen que escribo para hoy porque escribo sobre el hoy. Así es que deberé esperar a que mis cosas envejezcan. Posiblemente de ese modo conseguirán ser actuales".

¡Temblemos!

Ricardo Bada
España, 1939. Escritor y periodista residente en Alemania desde 1963. Con una obra extensa: autor de La generación del 39 (cuentos, 1972), Basura cuidadosamente seleccionada (poesía, 1994), Amos y perros (cuento, 1997), Me queda la palabra (ensayos, 1998) y Los mejores fandangos de la lengua castellana (parodias, 2000). Editor en Alemania, junto con Felipe Boso, de una antología de literatura española contemporánea (Ein Schiff aus Wasser [Un barco de agua]), y en solitario, de la obra periodística de Gabriel García Márquez y los libros de viaje de Camilo José Cela. Editor en España de la obra poética de la costarricense Ana Istarú (La estación de fiebre y otros amaneceres, 1991), y en Bolivia de la única antología integral de Heinrich Böll (Don Enrique, 1995) en castellano.

 

 

 

Carta de Alemania (4). ¿Quién no le temería a Karl Kraus? enviado a Aurora Boreal® por Ricardo Bada. Publicado en Aurora Boreal® con autorización de Ricardo Bada. Foto Ricardo Bada © Ricardo Bada. Foto Karl Kraus tomada de internet.

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