Homenaje al poeta Julio Flórez a los noventa años de su muerte

julio florez 001Texto de la conferencia que dictó Gloria Serpa Flórez de Kolbe el martes de 29 de octubre de 2013 en la Academia de Historia de Santander (Colombia) con motivo del homenaje al poeta Julio Flórez a los noventa años de su muerte.

 

 

ACADEMIA DE HISTORIA DE SANTANDER

 

HOMENAJE AL POETA JULIO FLÓREZ A LOS NOVENTA AÑOS DE SU MUERTE

 

-Venimos a rendir homenaje a Julio Flórez, coronado como Poeta Nacional de Colombia hace noventa años, pocos días antes de su muerte.
-Este año de 2013, el gobierno nacional colombiano ha tomado la bandera y se ha pronunciado en favor de Julio Flórez, poeta amado y reconocido a nivel internacional en los países de habla hispana, no solamente por la masa del pueblo sino también por los académicos, los gobernantes y por la gente culta o del común, inclusive los sensibles y amorosos iletrados analfabetas.
-La honorable ACADEMIA DE HISTORIA DE SANTANDER, se ha querido unir también a este justo homenaje, que es también de todos los colombianos.
Hoy, tras noventa años de su desaparición, la imagen y la gloria de Julio Flórez sigue viva: para los críticos literarios, como un valioso poeta representante de la escuela romántica nacional; para los sentimentales, por su fraseo poético; para los intrascendentales, por sus bromas centenaristas. Para el pueblo colombiano, como la voz triunfante de una raza oprimida y silenciosa que, por medio de su valor, ha logrado ser escuchada y admirada. Y para la mayoría de los colombianos, como un gran poeta, como leí hace unos días en la Academia de Historia de Bogotá, en las palabras del escritor Enrique Santos Molano:


"Julio Flórez es un poeta cuyos versos están llenos de filosofía y de hondas preocupaciones sobre el ser humano, como es también el caso de Silva, su amigo y compañero de generación, o de León de Greiff. Carranza, y en general los piedracielistas, cultivan una poesía preciosista e insustancial, que se ha disuelto con el tiempo, y que hoy muy pocos recuerdan o leen. Por supuesto, muchos opinan diferente."

Comienzo esta disertación, compuesta de diferentes temas, con la lectura de una poesía de Julio Flórez que, cuando tuve que enfrentarme al dilema de buscar título para mi biografía del poeta, entre muchas posibilidades escogí precisamente el nombre de este poema, resumen filosófico de la realidad y uno de los más conocidos del poeta Flórez, que ha venido adquiriendo a través de este siglo, vida propia y una total simbiosis con la personalidad pesimista del poeta:

Todo nos llega tarde ¡hasta la muerte!
Julio Flórez

Todo nos llega tarde ¡hasta la muerte!
nunca se satisface ni se alcanza
la dulce posesión de una esperanza
cuando el deseo acósanos más fuerte.


Todo puede llegar, pero se advierte
que todo llega tarde: la bonanza,
después de la tragedia; la alabanza,
cuando está ya la inspiración inerte.


La justicia nos muestra su balanza
cuando los siglos en la historia vierte
el tiempo mudo que en el orbe avanza.


Y la gloria, esa ninfa de la suerte,
sólo en las viejas sepulturas danza.

 

MIS LABORES EN HONOR AL POETA:
gloria serpa 0901. "Todo nos llega tarde..." Biografía de Julio Flórez
Mi carrera de Letras en la Universidad de Los Andes de Bogotá, me impulsó a investigar sobre el rastro que dejó Flórez en su carrera de escritor; el contenido de su obra y las bases profundas para haber logrado su gloria. Julio Flórez se convirtió para mí en un reto decisivo en la historia de la literatura colombiana. No me proponía rescatar su imagen literaria, pues ésta nunca se ha perdido, sino descorrer los velos que habían opacado la efigie de un poeta amado por su pueblo y reconocido por la crítica de la época, aunque muchas veces injuriado por quieres habían preferido, y prefieren todavía..., repetir decires callejeros antes que concretar la realidad de los hechos históricos que motivaron la gloria de este poeta chiquinquireño, quien marcó el final del período de la literatura romántica y el principio del modernismo en Colombia.
En los años setenta del siglo XX, cuando comencé a esbozar el proyecto sobre Flórez, se seguían escribiendo libros jocosos sobre el tema de su "escandalosa" bohemia, que yo comencé a indagar con el convencimiento de que la lírica es un vehículo por excelencia para expresar (y no para resolver) algunos conflictos de la psique humana. Y encontré que, tras la catarsis desesperada de este hombre, estaban presentes en su vida los mismos móviles históricos que afectaron al país durante los 56 años de su transcurrir vital: conflictos personales, religiosos y políticos no resueltos; guerras civiles, desempleo, incomprensión entre los diferentes caracteres humanos; abandono sufrido por las clases necesitadas..., que el artista en su soledad observaba, compartía y padecía, al mismo tiempo que iba convirtiendo sus miserias en poesía. La calurosa recepción que acogió a su obra de parte del público colombiano, se debió a que Flórez fue un vocero del sentir popular, una voz vibrante que se levantaba por los que no tuvieron nunca su propia voz para expresarse.
Fue de gran utilidad la consulta a fondo de los cuatro álbumes genealógicos de la familia Serpa-Flórez, que mi madre había laborado con paciencia entre visita y visita al Archivo Nacional. Me emociona encontrar documentos mecanografiados en 1946 con la firma de León de Greiff como Jefe del Archivo Nacional, quien atendía a Paz Flórez como colega, poeta e historiadora de la Academia de Historia de Santander (recibida en 1932).
Cuando en 1981 emigré hacia Alemania, la mayor parte de mi equipaje lo ocuparon los archivos de investigación sobre Julio Flórez, abultados A-Zs que se habían alimentado durante varios años de consultas a las Bibliotecas Luis Ángel Arango y Nacional de Colombia, con excelentes resultados. Mi computador en Múnich me facilitó -de una manera satisfactoria para su época- la ordenación de las cuartillas elaboradas sobre ese material, aunque los medios en esos años ochenta, no habían avanzado lo suficiente en la prehistoria del computador contemporáneo.
Cuando residía en Europa tuve la oportunidad de investigar en las Bibliotecas de Madrid, Barcelona y París sobre el paso triunfante del poeta Flórez en esas importantes urbes. No menos importantes fueron las pautas de investigación recibidas del filósofo colombiano profesor emérito en Alemania, Rafael Gutiérrez Girardot, con quien desde Bogotá había tomado contacto en los inicios de mis investigaciones, y con quien me entrevisté más tarde en la Universidad de Bonn para recibir valiosas indicaciones de metodología contemporánea.
Durante los diecisiete años que tomaron mis labores de investigación para este libro, logré conocer a fondo a Julio como poeta y como ser humano, a amarlo y respetarlo, no como el hermano de mi abuelo materno, miembro de una familia Flórez que descolló en la literatura colombiana, ni menos como el que lanzaba "melodiosos alaridos" según Eduardo Castillo en alguna de sus críticas en el siglo XIX, sino como el hombre que sostuvo con dignidad el peso de su inspiración poética para gloria de las letras nacionales y, tras un esfuerzo infinito, logró encontrar la paz al final, en su humilde retiro familiar en Usiacurí, donde entregó su espíritu cerca de las playas del mar Caribe.

 

MI RETIRO EN EL MONTE
Julio Flórez


He quemado las naves de mi gloria.
Hoy en un monte milenario vivo
el resto de esta vida transitoria,
a todo halago mundanal esquivo.

 

En la gran soledad del bosque inmenso
este resto de vida se consume,
exhalando, lo mismo que el incienso
en los altares, todo su perfume.

 

El monte, prodigioso laberinto,
es hoy mi patria, mi ciudad, mi centro;
hállome en él hasta en mi mal distinto,

 

pues me parece que la dicha encuentro
mientras más solo estoy en su recinto,
mientras más hondo en sus arcadas entro.

 

***

 

Huyendo de las míseras pasiones
de los hombres, en pos de ambientes puros,
con mi morral henchido de canciones
abandoné los solariegos muros.

 

La mentira social, el placer mismo
cien veces apurado en una hora,
me arrancaron del fondo del abismo
lanzándome a la selva redentora.

 

He entrado como el monje en "la escondida
senda" a vivir las horas placenteras
de aquella dulce y sosegada vida,

 

convencido a la luz de otro horizonte,
de que hay en la ciudad muchas más fieras
¡oh, sí! muchas más fieras que en el monte.

 

***


Cerré todas las puertas a los vicios,
abandoné las broncas banales
y huí de los inmensos precipicios
lanzándome a regiones inmortales.

 

Ya no canto aquel canto atormentado
que abrió en mi corazón surco tan hondo,
tan hondo, que aunque a verle me he asomado,
nunca le he visto asomarse el fondo.

 

Hoy mi canto es más puro, es más sereno
porque es ahora mi pensar más sano.
Canto en la soledad a pulmón pleno...

 

Y aunque en el monte estoy no canto en vano:
me aplaude arriba con su salva el trueno...
y abajo, con su trueno el océano.

 

***


Porque abajo está el mar con su llanura
verde o azul, rojiza o cenicienta.
El mar, mi único hermano en amargura,
cómplice rugidor de la tormenta.

 

Ora tranquilo y sin vigor, inerme
se arrebuja en los velos de las brumas
y en su gran lecho de coral se aduerme
bajo su frágil edredón de espumas.

 

Ora ronco y fatal cuando se enoja,
aúlla, brama, se retuerce, grita,
y espumarajos de coraje arroja.

 

Rompe sus anchas olas, y al romperlas
finge bajo la bóveda infinita,
enorme cofre azul lleno de perlas.

 

***


Ni falso amigo ni mujer liviana
cerca de mí; la azul enredadera
y el roble rico de vejez lozana
son y serán mi amigo y mi compañera.

 

Lejos del miasma, en vértigo inefable
del monte aspiro el secular perfume
y -águila enferma en jaula miserable-
mi espíritu las alas desentume.

 

Al fin bajo el magnífico frondaje
de la selva sonora y afligida
hallé paz, aunque al rendir el viaje.

 

¿Por qué por un sarcasmo de la suerte,
hoy que por vez primera amo la vida
es cuando está acercándose la muerte...?

 

***


¡Pero no importa! Mi ventura eterna
será dormir allí, tras la borrasca
de mi pasado, en una primavera,
oyendo el susurrar de la hojarasca.

 

Sé que la enredadera cariñosa
y el corpulento roble centenario
hundirán sus raíces en mi fosa
para estrechar mi cuerpo solitario.

 

Cristalinas mañanas, tardes blondas,
noches azules de luctoso velo
y albas estrellas de miradas hondas

 

llorarán sobre mí. Y alzando el vuelo,
desde las altas y tupidas frondas
me cantarán los pájaros del cielo.

 

GLORIA SERPA FLÓREZ DE KOLBE
Academia de Historia de Santander
Bucaramanga, 29 de Octubre de 2013

 

JULIO FLÓREZ  Bibliografía

1. Julio Flórez. Horas. Casa editorial J.J. Pérez. Bogotá, 1893.
2. Julio Flórez. Cardos y Lirios. Tip. Herrera Irigoyen. Caracas, 1905.
3. Julio Flórez. Cesta de Lotos. Imprenta Nacional. San Salvador, 1906.
4. Julio Flórez. Manojo de Zarzas. Imprenta Nacional. San Salvador, 1906.

 

 Gloria Serpa-Flórez de Kolbe es colombiana, columnista e investigadora literaria. Residió largos años en Alemania, donde se tradujeron al alemán algunos de sus libros de relatos y la novela corta El ojo de pescado (Múnich, 1988).
Texto enviado a Aurora Boreal® por Gloria Serpa Flórez de Kolbe. Publicado en Aurora Boreal® con autorización de Gloria Serpa Flórez de Kolbe. Foto Gloria Serpa Flórez de Kolbe© Gloria Serpa Flórez de Kolbe.

Suscríbete

Suscríbete a nuestro boletín y mantente informado de nuestras actividades
Estoy de acuerdo con el Términos y Condiciones