Se nos fue Saramago

En casa tengo una perra que llegó en la misma época que leí Todos los nombres. Luego vino el El ensayo sobre la ceguera y todos los demás libros que leería de Saramago. Un tarde en Roma me encontré con un amigo portugués y le conté lo maravillado que estaba con este escritor aunque el me confesó que prefería a Fernando Pessoa.

El amigo sin embargo me preguntó si ya había leído El evangelio según Jesucristo. Tuve que reconocer con vergüenza que no había leído esta obra. Partí y en la primera librería que encontré,  compré una edición bellísima de tapa dura. Comencé a leer El evangelio según Jesucristo en casa pero al regresar del trabajo al día siguiente para continuar con mi lectura, descubrí que mi perra se había devorado medio libro. Volví a comprarlo y volvió a comérselo hasta que mi mujer me dijo: "No insistas, a la perra no le gusta Saramago o al menos El evangelio ese". Nunca más volví a comprarlo aunque si seguí leyendo a Saramago. Además me lo encontraba en otros libros como en uno de Sábato que leí tirado en una playa: España en los diarios de mi vejez. Pero jamás volví al Evangelio según Jesucristo. Hace un par de horas,  después de comer con mi mujer en una barra madrileña y pasear a la perra, la misma que devoró dos veces el libro de tapa dura de Saramago, me encuentro con la noticia que José Saramago emprendió el viaje a la otra orilla hace un par de horas. Me queda en la boca ese sabor amargo y la nostalgia que otro escritor se ha ido. Tal vez es la hora de volver a comprar El evangelio según Jesucristo.

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