Manuel recomineda...

Óbito

Manuel Esteban Cabrales
18 de julio de 1943 – 8 de julio de 2019

Sabía que algún día me llegaría y me tocaría en turno esa frase que le escuché decir alguna vez al padre de un amigo, —“Estoy en esta fase de la vida en la cual se empiezan a morir los amigos y los conocidos” —. Pero jamás imaginé que sería tan pronto. Nos bombardean continuamente con mensajes en documentales y estadísticas que cada día vivimos más y en mejores condiciones. En aquel entonces éramos adolecentes y la vida se nos presentaba como un largo camino por recorrer. Pero la verdad es que la vida se nos pasa volando, en un abrir y cerrar de ojos, en un santiamén. Nacen los hijos, crecen, se van de casa, se mueren los perros y los gatos, los amigos se empiezan a jubilar o los despiden de los trabajos con esa treta que las empresas llaman “re-estructuración” pero la verdad cruda y raspada es que ya nadie quiere contratar esa sabiduría blanca y costosa, y el día menos pensado te llaman por teléfono y te dejan escalofriado con las noticias: “Murió fulanito, sutanito está en el hospital, presenta un cuadro difícil, es cuestión de días”. Como si mencionar esas enfermedades fatales por su nombre nos estuviera vetado o fueran de mal agüero. Se reúnen los compañeros escolares a celebrar los aniversarios de graduados de su promoción y muchos de los que aparecen vienen con esos caminadores con ruedas para ancianos. Pero uno se mira en el espejo y se ve bien, joven, rozagante, energético. ¿A qué horas se nos pasó la vida? Si yo puedo comer de todo, duermo como un bebe y no tengo que levantarme a orinar veinte veces en la noche. Y el vestido negro, la corbata negra, la camisa blanca, los zapatos de charol bien brillantes preparados para asistir a la cremación, al entierro, otra vez el ajuar funerario listo para ser usado de un momento a otro. Es la época de cuatro funerales y una boda…

manuel cabrales 375Hará no más de dos años estuvimos juntos en Roma hablando de libros, de autores, comiendo ese “cremolato” de frutas que le encantaba en esa heladería de Via di Priscilla. Lo recuerdo también cariñosamente, durante sus años en Dinamarca, una tarde de sábado en mi casa de Copenhague, mientras veíamos un mundial de fútbol, y en el descanso nos fuimos a dar una vuelta al Bernstorffsparken y la conversación de la posibilidad de que participara escribiendo una corta columna de libros para una futura nueva revista que lanzaría, uno o dos párrafos a lo sumo, que finalmente se plasmó en Manuel recomienda y la cual escribió ininterrumpidamente hasta que las fuerzas se le fueron y dejó de asimilar los alimentos. Ya no habrá con quién tomarse el Campari antes del almuerzo en los domingos. Ya no tendremos su buena conversación y sus opiniones de la lectura de la prensa diaria. Manuel era Caribe y como buen Caribe, excelente conversador. Recorrió medio mundo, amplió exponencialmente su cultura y su sabiduría y se afincó en Roma junto a su Angela Trezza, pero siempre volvía a su Mompox natal. Planeaba el retiro cuasi definitivo en la Cartagena de Indias. Me llamó hace menos de 60 días para pedirme que le recomendara un buen corrector de textos para un conocido suyo. Su voz, como siempre alegre. Le pregunté por su salud y me dijo, bueno ya hablaremos de eso luego, y estuvo esquivo al tema. Quedamos de vernos pronto en Roma. Se estaba despidiendo y no me di cuenta.

Y hoy me levanté y recibí esa llamada macabra con ese silencio al otro lado de la línea. Uno ya no sabe que decir y se queda pensativo, triste y nostálgico sabiendo que se nos ha ido nuestro Principe dei Caraibi.

 

Óbito enviado a Aurora Boreal® por Guillermo Camacho. Publicado en Aurora Boreal® con autorización de Guillermo Camcaho. Fotografía Manuel Esteban Cabrales © cortesía Angela Trezza.

Suscríbete

Suscríbete a nuestro boletín y mantente informado de nuestras actividades
Estoy de acuerdo con el Términos y Condiciones