La columna de Consuelo Triviño
Alejandra Pizarnik en su jardín
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- Escrito por Consuelo Triviño Anzola
Alejandra Pizarnik nació en Avellaneda, localidad cercana a Buenos Aires, el 29 de abril de 1936 y murió en 1972 a causa de una sobredosis de barbitúricos. Judíos rusos, sus padres emigraron a la Argentina en 1934 huyendo de Stalin y del nazismo. Procedían de la ciudad de Rovne que durante la segunda guerra mundial fue ocupada por los nazis y al final de la
Thomas Wolfe. Una puerta que nunca encontré
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- Escrito por Consuelo Triviño Anzola
Es muy difícil escribir sobre Thomas Wolfe, un artista químicamente puro cuyo ritmo de escritura sigue los latidos del corazón y nos arrastra con el tumultuoso curso de la sangre, nos lleva hasta el fondo de ese mar agitado a punto de engullirnos. Nos oprime aquella palabra suya no dicha, como un tornado que estallara en la garganta. Con toda razón,
Coloquio internacional: Periplo colombiano - narrazione e narrativa per il nuovo millenio
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- Escrito por Consuelo Triviño Anzola
Con éxito se cerró este encuentro de narradores colombianos, al que tuve la suerte de ser invitada, los días 10 y 11 de mayo, gracias al profesor Fabio Rodríguez Amaya, Director del Departamento de Ciencias del Lenguaje, de la Comunicación y de los Estudios Culturales, de la Universidad de Bérgamo. Extraordinaria ocasión para establecer un diálogo entre
Boom, boom, boom, un asunto masculino…
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- Escrito por Consuelo Triviño Anzola
Perdonen que me meta donde no me llaman (jamás, porque no me llaman), pero es que no puedo evitar salir del silencio (de la escritura) para expresar, desde este nicho, mi opinión sobre un "cartel" que me llama poderosamente la atención. Se trata de un programa muy atractivo de tres jornadas en las que se aborda el tema: la literatura latinoamericana del
Letra herida
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- Escrito por Consuelo Triviño Anzola
Estaba en el momento más tenso de la narración, había resistido hasta ya no poder más y se disponía a declarar, tras el agotador interrogatorio. Quizás a causa del dolor físico, la mente se le nublaba. El testimonio salía a trozos y tenía que volver a empezar. Los verdugos, que sabían más que ella, no buscaban la verdad, sólo representaban una escena. Su poder de