Margarito Cuéllar (México, 1956). Poeta, narrador y periodista. Obtuvo los premios: Nacional de Poesía de la Universidad Autónoma de Zacatecas; Nacional de Poesía, Calkini, Campeche (1997); Iberoamericano Bellas Artes de Poesía Carlos Pellicer (2014); Hispanoamericano Festival de la Lira (2019); Hispanoamericano de Poesía Juan Ramón Jiménez (2020) y Pilar Fernández Labrador (2021). Su quehacer literario se sustenta en hechos cotidianos, los cuales aborda desde la contemplación y una profunda reflexión. El autor observa el mundo que lo rodea y expone, con maestría y arte poético, todo aquello que afecta significativamente sus sentidos y su experiencia de vida. Su obra conjuga poesía y narratividad; trata sobre el amor, los deseos, la belleza, la familia, la felicidad, los recuerdos, la enfermedad, ciudades, animales y ciertas problemáticas sociales, sin dogmatismos de ningún tipo. En sus líneas también aparecen homenajes a escritores y artistas. Margarito Cuéllar es un poeta mayor y un referente obligado de la literatura hispanoamericana contemporánea.
UNAS PALABRAS SOBRE ESTEFANÍA
(Poema encontrado en un libro de Fernando del Paso)
De nada, pues, me serviría decirles que las piernas de Estefanía
eran más largas que las piernas de Rita Hayworth y sus labios más
sensuales que los labios de Sofía Loren. O incluso que mi prima, ya no
digamos en los hospitales, tan albeante y tan prendida, tan inaudita
y clásica, sino Estefanía en pantuflas y en la cocina, atocinando
los intersticios de un jamón y rodeada de platos sucios, ciruelas
irreparables y cáscaras de faisán, era más bella que Greta Garbo en
La dama de las Camelias, o Marlen Dietrich en El ángel azul.
Fernando del Paso
Para Humberto Salazar
Si alguna vez encuentro a Estefanía, le diré:
te voy a comprar en una tienda de bromas
un vaso con agujeros
para que la cicuta se te derrame en el pecho
y claven alfileres en tu lengua;
también tengo un invento
para que pierdas la noción del tiempo
y hacerte bolas con los minutos y los días,
para que tardes un segundo en recordar toda tu historia
y diez años para escribir el primer renglón.
Nadie como ella, con su lengua de becerra triste,
para reconocer el camino —la sal— de su dueño
y transformar mi pene en una torre de miel.
Siglos o días después la encontré
y la vi tan vieja, pero tan bella, Dios mío,
con su gabardina llena de quemaduras de cigarro,
sus medias de lana negra embarradas de yodo,
coronada con langostas que le comían el trigo rubio
que le crecía en el pelo
y nos amamos
entre las solapas de las plantas,
en los acordeones de las nubes,
en el hambre de los espejos
y la luna de los cuervos.
Comí naranja, le ensalivé los pezones, los olí
y le dije: «tus pezones huelen a naranja».
Finalmente, le dije: «te quiero por la tarde,
por la rama que cruje de humedad;
te quiero por un disco y un pedazo de vino».
Cuando encontré a Estefanía en el fin del mundo
descubrí en sus pechos la harina desprendida de la mano del panadero
y bajo su lengua una estrella con un escarabajo de Malasia.
La llevé a un restaurante a comer
coctel de moscas, sapo relleno de ojos de buitre,
sopa de tarántulas, jugo de chinches, pudín de zorrillo,
ensalada de alas de murciélago,
helado de víbora de cascabel.
Le reventé un huevo de pato en la cabeza,
le dije que Novalis nunca había existido,
le hablé mal de Pink Floyd.
Cambié el color de sus ojos
y las dedicatorias de sus versos,
me tomé horas para desvestirla,
comí fresas y le ensalivé los pezones,
los olí y le dije tus pezones huelen a fresas,
luego la azoté con pétalos de flores
para que le olieran las heridas.
(Hoy no es ayer, 1983)
JOSÉ CARLOS BECERRA MUERE EN LA CERCANÍA
DE SAN VITO DEI NORMANDI
I
Recuerdo que escribiste en uno de tus últimos poemas:
«según se ha dicho existen muertos menos densos que el aire».
Lo dijiste mientras pensabas en el ahogado de juventud
al que había que decir algo con un gancho desde el muelle,
el ahogado en la espuma y la fuerza de las olas en las rocas;
el ahogado del que te llevaste los ojos para dar forma al dolor de otros ahogados.
La muerte habitó tus labios
y tú le dabas forma de mujer ausente
hasta que tomó forma de asfalto y de Volkswagen 1500.
Te fundes con el hierro en el fondo de un barranco.
Las llamas devoran el mechón de tu frente,
el mar agita sus peces; amanece frente al mar.
II
Refunfuñas por ese deambular de un sitio a otro.
Añoras a Claudel y a Eliot desde las polillas del Hotel Chevel Blanc, al sur de
Francia, donde confundes al hotelero con Sartre y estás a punto de decirle: «Señor, yo a
usted lo he leído».
El vacío es el más blanco boulevard,
por eso abandonas la carretera,
también un poco distraído y borracho
por las catedrales-museos de Nápoles y Florencia
o porque confundes Grecia con el amanecer del Estrecho de tranto.
III
En Paseo de la Reforma, acompañado de otro Carlos:
redacción de un manuscrito sobre las ruinas de Santiago-Tlatelolco,
protesta por la invasión de yankis en Vietnam.
José Carlos con las manos en los bolsillos,
maravillado por la blancura del aire;
algarabía de los hippies en Central Park un domingo sin sol.
Grupos de ancianos en Coney Island.
Proclamas antimperialistas de los negros de Broadway.
La panda en el zoológico de Regent’s Park
y las figuras de cera de Madame Tussaud.
IV
Al caer al barranco reconstruyes tu mundo:
domingos en el chalet de tía Becerra.
Selva de Villahermosa,
muelles, castillos de sal, vidrio y arena.
Escenas de Hamlet.
Expresión de poeta que va a ser fusilado junto a un tulipán.
Planos improvisados, la Escuela de Arquitectura;
el féretro de tu madre rodeado de viejos y nuevos amigos
mientras la lluvia cae inútilmente.
Todo en un cuadro vacío
de segundos como espadas brillantes.
(Batallas y naufragios, 1985)
LA POESÍA SE COMPONE DE PIEDRAS Y GUSANOS
La literatura dañó tus mejores horas de amor.
Carlos Drummond de Andrade
La poesía
prolongó la muerte de tus pequeñas horas.
En ella vio su espejo tu tristeza salvaje.
Tus mejores horas no han vuelto todavía.
La poesía ahogó tus miedos,
sirvió de fondo al vacío de tus ojos en blanco:
pieza incompleta en el tablero de la memoria,
ficha con que esperabas ganar
la jugada final, la jugada maestra.
Dijo tu madre:
«En la palabra está su perdición:
tarde o temprano terminarán amándose
y odiándose en el peor de los suelos».
«Pulirá versos como esmeraldas
y cuando las piedras
aparezcan verdes como los árboles
buscarán acomodo los gusanos
para que las palabras duelan al golpear
y la herida se infecte
y de las pústulas nazcan ciudadanos detestables
y cilíndricos.
Para que dañe también
sus mejores horas de dolor».
(La poesía se compone de piedras y gusanos, 1986)
LOS INFIELES
Dejan la vida en el placer, amanecen desnudos y somnolientos,
le están poniendo veladoras al diablo
para que la ira del esposo dolido no los alcance;
sólo el recuerdo los hace perdurables:
un día amanecen con un cuchillo helándoles la sangre
o una bala en la frente les apaga la sed.
LOS INDOMABLES
Para María Belmonte
Llevan la mano al aire, así cortan el paso de las bestias;
si les quitan la tierra hilan su propio suelo,
si anochece dirán: «bello es el día en su traje de bastos»;
no los pisen, no les laven el alma con clavos benditos,
no aceptan oro a cambio de alabanzas,
beben agua del arroyo y el sol
—muchacho manso— les colorea el tallo de los huesos.
IMPROVISACIÓN SOBRE UN TEMA DE EZRA POUND
Es posible que ellos
tengan mejores casas que nosotros:
alguna alfombra persa, un baúl colonial,
autos de modelo reciente.
Quizá lleven el uniforme
—como una flor de paja—
del amor disolviéndoles los huesos;
otros llevan cadenas de oro para ahorcarse;
se repiten amor de la noche al delirio
hasta que Dios en loros los convierte.
Un frío de estambre nos visita,
domingo podría ser;
salud por despertar, por estar juntos.
POR DRUMMOND
Para Rumen Stoyanov
Sin religión, sin hijos,
sin aire para el vuelo de tu pulmón
bajaste al desnivel que te ofreció la muerte;
nunca imploraste: «Dios
prolonga la flama de mi vela».
En Río te despidieron
profundo y transparente
como el río en que tus versos
remaron al amparo del sol.
En México supimos de tu marcha
por una nota escueta,
viejo cansado.
Ahora tu poesía no indica otro camino
que el disparo,
no al aire,
no a la piel,
más lejos: al tren de la memoria.
Cuando el ruido se una a las rocas
de la montaña,
no estarán en el mapa nuestros nombres,
pero los venideros a distancia dirán:
«Ésa es la rosa que ayer encendió Carlos».
DIÁLOGO CON CARL SANDBURG
Construí una casa, la más bella;
prolonga la existencia;
a sus rincones llega el canto del mar,
en su patio la luna se entrega
a la promesa del amor.
nadie pasará
«a través de los barrotes
y por encima de los puentes de acero;
no pasará nada, excepto la muerte,
la lluvia y el mañana».
LA ROSA DE PAPEL
Breve como estación
y talle de muchacha,
a ratos cae
sin madurar,
a veces la encontramos
sin reconocerla.
Después,
ya sin alma,
sin ojos para buscar,
decimos:
«ah, era la vida,
la muchacha que un día
se alzó la falda
en medio de la noche».
(Tambores para empezar la fiesta, 1992)
CEREMONIAL PARA EL SACRIFICIO DE LAS TERMITAS
Mis llamas con tu nieve y con tu yelo,
cual suele opuestas flechas de su aljaba...
Francisco de Quevedo
Te prefiero habitando el destello de los enigmas
perdiéndote en el rostro del frío
serpenteante y alegre como cueva de murciélagos.
Me gustaría celebrarte a fuego lento en la llanura de mi alma, pero algo en la
distancia
lanza señales de humo para que se alejen tus lunes de mis martes.
Sugiere Amor quemar las naves, pagar los intereses, y que el sol pase en limpio el
Estallido de su trayectoria.
Por la noche tu presencia es un auto hacia el abismo y el baile de disfraces llega a
su fin, a su principio, en una plaza de músicos borrachos.
Diciembre y la neblina me hablan ya de otra historia, de otra ciudad tal vez, de otro
ceremonial para el sacrificio de las termitas.
Te esperé en el mar de los resentimientos y en el asombro de los magos,
en los días prohibidos y las palabras inconclusas;
en el olor a vino de los desvelados y en la butaca del cineclub.
Hoy domingo que el calentador entra en su tercera mañana de huelga
decido enterrarte en la luna silvestre y el temblor de los durmientes
despiertos por el aullido de los trenes.
Celebración, celebración.
(Cuaderno para celebrar, 2000)
NOCHE DE BOGOTÁ
El universo de esta noche tiene la vastedad
del olvido y la precisión de la fiebre.
Jorge Luis Borges
La lluvia inyecta su frágil gravedad en las venas del aire,
los autos ponen punto final a la ciudad.
La torre de la iglesia me recuerda
una conversación con Dios.
Edificios vigilan en sus ojos de teja
el lucerío como mil ojos parlantes.
La radio transmite una canción de Agustín Lara.
Sólo el frío no duerme:
nochitud en silencio, pies de gato.
Para Ana,
relámpago en la distancia
(Plegaria de los ciegos caminantes, 2000)
POEMA DE LAS SIETE VIDAS
Insuficientes los días de la semana
para cantar la vida de los gatos.
Venían de la guerra del amor,
del ojo del huracán o de un charco de aceite.
Encontraron leche tibia, una bola de estambre
y tierra suelta para cubrir sus muertos.
Algunos permanecen; otros
aliviaron su orgullo y se marcharon.
De vez en gato vuelven. Husmean desde el techo
con pretensiones de panteras en la barda con vidrios.
(Poemas para protegerse del sol, 2002)
LUPITA, LA PELUQUERA
Colecciona orejas. Las exhibe en una vitrina y narra historias de sus antiguos dueños. Con el frío se enconchan, se expan den al calor. «Ésta parece un guante —dice—, era de Pedro de Aguillón, actor de cine y locutor en la época de oro de la radio». «Ésta es de una bruja, éstas las orejas del diablo».
Si está de buen humor arroja un montón de orejas a los perros.
El domingo es el día en que en Ninguna Parte comen carne: caldo de caracoles —que es en realidad sopa de orejas—.
«Préstame la más grande, quiero hablar con el mar» —dice Carolina del Sur. «Siembra una semilla —le contesta la Lupe—, los árboles de orejas crecen como si los jalara el sol».
31 de enero, 2003
(Noticias de ninguna parte, 2007)
IMPOSIBILIDADES
Cuando cumpla los treinta
me dejaré crecer la barba,
llevaré de vacaciones a mis hijos,
pasarás por mi vida
como anuncio de televisión.
Vaciaré la última ubre de la vaca
y regresaré de cacería con un león sobre mi caballo.
Quitaré tus fotos del álbum del recuerdo.
Gritaré consignas en manifestaciones nuevas.
Me cegará el ébano, el barniz de tus piernas.
Te diré un cuento de brujas y bandidos.
He de sentirte flor, cerilla, caramelo
para tenerte siempre conmigo.
Te llevaré serenata con mi orquesta de pájaros
y recibiré tu risa usada por una diferente.
Al cumplir los treinta
un abril sin crueldad,
te esperaré
como el que ve las hojas que pasan
en sentido contrario.
NOCHE DE LLUVIA CON BLUSA ROSA
MEXICANO Y ESCOTE PRONUNCIADO
Para Miguel Ángel, que me regaló el título.
Para el doctor Dorasco, que gustó de la bella.
A Ernesto Lumbreras y Altazor, noctámbulos del Bar Gil.
Diecisiete pronunciados veranos,
humedecida llegas por la lluvia
—como arrojada del relámpago—
a sepultar ocho horas de oficina
en la primera cerveza de la noche.
El doctor dice, piensa, imagina
—a la doceava copa, da lo mismo—:
«en la blancura de esos promontorios
—nombrados también pechos—
yo me habría acabado de criar».
Cinco manos se elevan
en homenaje a la de enfrente
que nos ataca ahora
desde la altura de sus medias;
esa risa —qué triste—
la envidiarían la Janis y Edith Piaf.
Ella rinde homenaje al dolor y al desprecio,
pide al cantinero otra de José Alfredo
y que saque a esos pinches borrachos.
ESTAS CALLES DE ABRIL
Pero qué atrevimiento el de esa rubia,
cadera florida, espléndido seno, pierna respetable:
pasar frente a mis ojos, imprudente virgen,
es caer a un pozo de alacranes
sin esperar un solo aguijonazo:
ahuyentar las avispas con un grito
para salir ilesa.
Quisiera detenerme en su contorno:
comprobar la frescura
en sus cántaros de leche;
me recuerda a las campesinas
que bajan al arroyo
desde la sierra del Maíz.
Si fuera posible concedérseme:
recoger moras, canela, hierbabuena,
lo mejor de su siembra.
Usted avanza llena de provisiones
como si partiera a escalar una montaña.
Yo hace años que no pruebo alimentos
y la altura que conozco
es la que crece como una flor en las banquetas
(Estas calles de abril, 2008)
SAGA DEL INMIGRANTE
Pero me romperé. Me he de romper, granada
en la que ya no caben los candentes espejos biselados,
y lo que fui de oculto y leal saldrá a los vientos...
Gilberto owen
LIBRO PRIMERO
1
Al norte, en el verano,
el tren y su andamiaje de acero inexorable.
A orillas de la noche, en el valle de Texas,
los braceros se entonan al compás del mezcal.
No ha llovido en San Luis; en el salto del agua las mujeres
esperan a los hijos del desierto.
2
En los capullos de algodón el rocío duerme.
Un lago de cristal refleja el sol y la pizca comienza.
Danos fuerza, mi Dios, para contar este naufragio.
De un sol a otro el hambre nos persigue
como se acosa al sentenciado del infierno.
Mañana será abril. «¿Nos llevarás al puerto?
Coronan a la reina de la feria y hablará la jarana de don Licho».
3
El baile de los peces en salterio de pájaros,
¿en qué espejo se oculta cuando pasas?
¿Qué árbol reverdece cuando cantas?
Nos tomamos una foto instantánea en un barco pirata,
juntamos caracoles, dragones, hipocampos
(había aguamalas al borde de la playa).
Desarenas una estrella de mar y la arrojas al aire:
ya nunca más el mar, menos el fuego.
LIBRO SEGUNDO
Lumbre de antorchas y gemido ardiente,
el silencio llamándote quebranto,
hiero las sombras y te miro ausente.
Concha Urquiza
1
Arroja el mar su furia contra los arrecifes de tu sien: luciérnaga de alcohol, serpentina de vidrio
enrojecido. La autopsia dice ori ficio en el cráneo con salida a la muerte; caída libre al abismo en su doble tarea de luz y oscura.
2
La tierra te recibe tras veinte años de asfalto; se decolora espec tro tu fiel parque. A tres días, un mes, a diez mil años nada, junto al árbol caído merodeamos. Se nos llenan los ojos de salitre. (En el agua revuelta de un arroyo enseña el artificio de los peces al mayor de sus hijos.)
3
Mientras el hacha parte el tronco de un mezquite, la llama en ciende el junio en el que bajas: 1936, exacto, año de Tata Lázaro, tiempos en rebelión de los Cedillo. Lorenzo el Mano Negra asola la región bajo las leyes de Gonzalo N. Santos. Y la flama se apa ga en la estación primera, cuando a galope cayeron sobre ti los asesinos.
4
Era de madrugada cuando mordiste el polvo y renovó la luna de brillo su linterna.
Te derrumbas cual guerrero que cae cus todiado por el rayo sin vislumbrar triunfo o derrota. «Adiós —grito
herido por la perseverancia de la luz—, nos vemos en el fondo del mar».
5
Frente a la casa que tardaste veinte años en alzar, una mancha de cal espera el alba. La tierra
derramada para florecimiento del trigo es el sitio elegido para reposo del guerrero. Cuántas flores. La luna no se cansa de entonar la canción del inerte.
6
El Domingo de Ramos te levantas:
hola, domingo,
no tardes mucho, sol,
elévate para que lleguen los muchachos
entre la infame turba de sus hijos.
7
«Duerme, Isabel, ahora que es de noche. Qué grande está la casa; como fantasmas
quedaron sus fantasmas».
«En el portal, bebiendo una cerveza, saludo al aire del Cañón del Huajuco, al Cerro
de la Silla, la Maestranza.
Deja, María, esa cara de luto, mientras reine
insomne y andariego el capitán de tu alma.
¿A quién esperas tras el barandal?
Se van a violentar las niñas de tus ojos
de tanto estar nombrándome».
«El de la risa abierta como piedra en el agua ha de ser Óscar,
todo le sabe a broma a ese muchacho.
Angélica, Jair, no se acaba el abismo.
¿De qué Navidad habla esa fotografía?
La Minolta de Pablo nunca avisa, clic clic,
el fogonazo con su gesto de asombro.
Susana, José Luis, Yolanda, Margarito ¿quién encendió ese coro de violines?
Negro, Daniel, aquí se acabó el chiste.
Flor, hijo del agua, quejumbrosa tu voz ya no me alumbra;
cuánta sangre, Francisco, cuánta sangre.
Algo estalla en la noche;
caigo, resbalo hacia la piedra, vertiginoso me transformo,
como flor desmayada se nubla mi domingo».
LIBRO ÚLTIMO
1
Te rodean los toros de David, hunden sobre ti su boca de ani males rapaces, de leones murientes. Te derramas como un balde de agua. Tus huesos se dislocan. Tu corazón se hunde contra la urgencia de la cera derritiéndose en la fuente de tus entrañas. Como espiga sedienta se acaba tu vigor, tu lengua se busca en el paladar de las equivocaciones y encuentra el polvo y los ojos delicados de los muertos.
Una cuadrilla de animales te ha cercado: desgajan tus manos y tus pies, arrojan la
transparencia de tus huesos, reparten en tre sí tu sangre y tus vestidos, y sobre tu existencia
«echaron suertes»*.
* Salmos, 22, 12: 182
2
Una cobija verde cubre la desolación de tus heridas, la diosa caracol deja de oírse, tu voz se
desprende del cuerno de la abundancia. Los curiosos te despiden con su tambor de noche milenaria desde el lago de los cristales truncos. Déjenla entrar, helada y puta como el titubeo de los expedientes avivando el zumbido de la noche.
Ni siquiera, inmigrante, miraste las fieras de David deshojándote en certero ejercicio de cuchillos.
3
Se oye un zumbido tibio partiendo el corazón de la memoria.
Se oye un zumbido tibio partiendo el corazón.
Se oye un zumbido tibio partiendo.
Se oye un zumbido tibio.
Se oye un zumbido.
Se oye
un zum-bido
tibio par-
tien-do
e l cora zón
d e l a m e m o r i a
(Saga del inmigrante, 2008)
POEMA PARA FORMAR UN RÍO
Donde rujan los leones su ira.
Juan Manuel Roca
Con la saliva que gastan mis enemigos
para injuriarme
construyo un río
en el que navego por las noches
con sus novias o sus hermanas.
Con las piedras que me lanzan
construyo la casa
en la que vivo como un rey.
Si las pedradas siguen
haré un condominio, lo venderé y seré rico
mientras ellos ejercen su derecho
a la envidia.
Con las balas que me disparan
construyo un árbol de pólvora:
al encenderlo se forma la vía láctea.
Con las palabras que me arrojan
escribo mis libros;
si se dan cuenta
que en vez de enemigos
son mis mejores publicistas
exigen regalías.
Agotado su almacén
de palabras, balas, piedras, etcétera,
me declaran poeta nacional.
Yo vivo
escribiendo poemas en servilletas
y ando de chulo por las calles
de una ciudad que ni siquiera es mía.
Desde ahora pienso que cuando mueran
sentiré que algo me falta.
A Jotamario de Cali
(Pata de perro, 2011)
MI ENFERMERA
Alegre mi enfermera como viernes por la tarde
o sábado en la mañana.
El desahuciado recupera el color al paladear su nombre.
En tres letras encierra el festival de todas las campanas.
No nació de la costilla de nadie,
Dios preparó la harina para vestirla.
La tierra deja de girar en su eje para contemplarla.
Mi corazón se detiene para nacer de nuevo entre sus manos;
soy feliz cuando ella pasa alegre como póker de ases.
Su cofia escribe la crónica de los hospitales del mundo.
En su día libre crece el índice de muertos, ¿qué será si mañana se jubila?
Los pájaros la envidian, se suicidan los ángeles,
yo muero con tal de que su canto me reviva.
Sus pestañas protegen del agua aunque no llueva.
El aire se detiene cortado por el hilo de sus pasos.
El día que no está es noche siempre
y reina en el planeta la tristeza de antes.
El mundo será otro
si en vez de ejércitos hay enfermeras.
(Música de las piedras, 2012)
ALGUNAS CUCARACHAS
las cucarachas son mis hermanas
si las piso empequeñece el mundo
y mi familia disminuye
mejor dejarlas en libros y camisas
el piso y el refrigerador
algo quiere decir un cucaracho
con los alambres de sus patas
sus ojos giran el disco equivocado
lo dibuja
la letra roja de mi computadora/
mañana será signo
flecha, vocablo, señor o cucaracho
(Animalario, 2012)
BIBLIOTECAS
Mi biblioteca no contiene libros, contiene saltos de agua
risas océanos donde respira el mar,
heridas luminosas que se quiebran, líquida forma de interpretar el mundo.
Mi biblioteca no tiene enciclopedias
sólo nombres de países remotos
Ninguna Parte, Babel, Aucarimántima.
En mi biblioteca no hay diccionarios
sólo libros en blanco ilustrados por preguntas.
No hay en mi biblioteca joyas de la tipografía
y sí computadoras que piensan por nosotros.
Si buscan a Dante hallarán una hoguera.
Si aspiran a un Borges se apagarán las luces
y un laberinto lleva al jardín de los senderos que se bifurcan.
No se lamenten si los pisan cuando busquen en la K de Kafka.
En vez de las obras completas de Eliot
un nintendo Wii:
Nietszche y su Hermana se Divierten.
El Doctor Freud en el Diván de los Insomnes.
El Ataque de los Dados de Gumi.
En mi biblioteca Frankistein toma sangre de soya
y el Marqués de Sade, arrodillado ante el amor
pide perdón por vivir la época equivocada.
En mi biblioteca no hay libros, sólo contenedores de sueños,
manuscritos sobre barras de hielo, obras selectas del fuego,
antologías del aire.
(Las edades felices, 2013)
BALADA DEL CAZADOR
Porque ver es un arte
pulir de la mirada
artesanía de la imaginación.
El veedor, Terrible,
inventa, moldea, configura.
Traza en el aire su propia casa de luz.
BALADA A LAS ESTUDIANTES QUE SE GRADÚAN
¿Aprendieron el ABC del amor compartido?
¿Forjaron cigarros de marihuana
con su maestro de hermenéutica?
¿Qué dice amor de la embriaguez?
Sus medias forman serpentinas en el piso
y ustedes hablan
de la fenomenología para el estudio del barroco
del virus de la tristeza de los cítricos
y las tendencia en lingüística aplicada.
¿Hicieron striptis en el cuarto sediento
de un estudiante pobre?
¿Qué les dicen John Keats, Leonard Cohen,
las mañanas de lluvia y Monterrey?
¿Aprendieron el Braille del amor?
Hablan de cursos intensivos
de Susan Sontag y Gabriela Mistral,
el día en que las hormigas
inauguran un camino de hojuelas en la piel.
Flores de escuela, licenciadas en letras o en historia,
¿y el homogéneo fuego que sucede
en el rincón despierto de algún cine?
¿El diablo del deseo
las persigue en su potro de hierro?
¿Se encomiendan a San Juan de la Cruz?
¿Vuelan los aeroplanos de Huidobro
y las noches de San López Velarde?
Este calor ajeno que nos mata
junio ha de ser en su silbato loco.
(Baladas a las estudiantes que se gradúan, 2013)
INSTRUCCIONES PARA EL USO DE RECUERDOS
Los restos del pasado se reúnen
como los desperdicios de la playa.
Enrique Lihn
Recíclalos, pásales las llantas de un auto,
arrójalos por la ventana del avión.
Ofértalos, inaugura una fábrica de collares,
sazónalos con especias del cielo;
colócalos en orden de importancia sobre las vías.
Arráncalos, que se vayan con un poco de piel
—corazón o memoria.
Que se desangren, azules, delirantes, llenos de moscas.
Desrecuérdalos, atígralos y jáulalos,
expúlsalos de tu bestiario,
despójalos de su inoportuna melancolía.
Como las costras,
nada de su vida anterior vale la pena.
(Moléculas en movimiento, 2015)
CEMENTERIOS ILUSTRES
No es preciso saber mucho de magia
para revivir a los muertos…
Robert Graves
En lápidas edificadas con esmero descansa la historia patria. Hay capillas casas, mausoleos dignos de un rey y orquestas de metales. Si el escándalo llega a los patios vecinos se aplica el rigor de la ley. Las leyes del que parte son benignas/ nadie, por ejemplo, muere dos veces.
¡Ah, cómo sufren los quemados! En sus urnas azules añoran una vida como la de los otros.
Muertos, muertos, muertos. Dormidos y despiertos. Algunos se ponen verdes. La mayoría, como dictan los cánones, casi se transparentan.
Los muertos se divierten/ concursos de belleza, desfiles de moda carnavales.
Hablo de cementerios sin fosas comunes, donde los generales tardan una guerra en poner sus
condecoraciones y los héroes no alcanzan a contar su vejez.
¡Por favor, no quemen a sus muertos! En vez de urnas de oro prefieren divertirse. La noche sonríe a sus muertos.
EL REGRESO DE ULISES
Para Hugo Lázaro Aaguilar
cómplice hermano
El autobús da paso
a un ejército de palmas y al fuego de las horas.
Esta ciudad, la mía
gotea granos ardientes por las noches
y florece y da frutos
aunque la lluvia se niegue a acariciarla.
Llego con la flor de mi nombre
expuesta al sol, al viento
y al complejo de nubes
que animan ciudades en el aire.
Late como un reloj
en la soberbia de las horas
y delata los años de abandono
y me saluda con un maullido
que para mí es un beso.
Esta ciudad, novia de los silencios nemorosos
me deja celebrarla a fuego lento
en la hoguera del mundo.
Pero mi mundo es ella
la que desnuda mis viejas cicatrices
y da a beber a sorbos su veneno.
Si un día me besa
mis labios estarán menos partidos
y los suyos dejarán de ser piedra.
Esta ciudad, la mía, florece todo el año
y sus hombres la podan cada tarde
y sus mujeres de grandes ojos lunares
la inventan mientras duermen.
(Las edades terrestres, 2016)
CANCIÓN DEL HOMBRE EN VENTA
(Versos encontrados en una libreta de Geo Bogza)
Por diez televisores me ofrezco.
Si alguien da menos mantengo firme mi oferta
Los mercaderes tenemos dignidad.
Porque una cosa es el mercado de la carne
y otra la esclavitud a secas.
Si alguien ofrece más ahí estaré
para gritar a los cuatro vientos:
¡Alguien se interesa por mí,
eh aquí un hombre de bien!
La palabra vendido vibra en mi corazón
como la nota de una flauta de pan,
voy a ella como el pedazo de carne
a los colmillos del perro.
No siento pena al ofrecerme en los mercados,
ofertaría a mi mujer y a mis hijos
de no haberlos vendido antes.
No me juzguen,
ustedes venden su dignidad
a cambio de una pantalla de plasma
un auto, una tablet o un teléfono celular.
Llámenme, basura, chatarra humana si quieren.
Seguiré ofertándome en tanto el mundo no ofrezca
otra razón de ser.
POÉTICA DEL COLOR
Soy oscuro como el alma del que gobierna,
oscura la Tierra, ciertos ríos
y lagos manchados por extrañas raíces,
pero un día fui blanco como algodón bañado por el verano.
Si la tierra es negra, ¿por qué mi corazón ha de ser blanco?
Piden demasiado en un mundo en el que hasta los cerdos juran
ser buenas personas.
¿Han visto una pantera del color del día?
¿Y no es oscura la superficie marina cuando el petróleo se
derrama como una flor abierta?
¿Y no es oscuro el sueño vestido de pesadilla?
Estuve en la guerra de mi país y todo en su interior era
oscuro
y en el infierno no vi una sola alma que irradiara
transparencia.
Si el tono de la bilis es negro, el de la sangre no tiene por
qué dar otra coloración.
Tengo un caballo negro, un gato negro y un perro del mismo
color.
Negras las perlas y no por ello deslucen.
El carbón no siempre tiene el mismo matiz.
¿Y qué me dicen de los pulmones, de la historia y los tumores
malignos?
Soy oscuro porque el día no me ve.
(Teoría de la belleza, 2018)
ESTACIÓN ALZHÉIMER
Tienen costumbres raras los fantasmas.
Hablan cuando nadie los ve
hacen señales a la sombra de un hijo
que arrastraron las rachas de un tornado
y se perdió en las grietas de la historia.
Llaman a alguien que solo oyen sus ojos.
En diarios del tamaño de una letra
anotan cifras, pronósticos, recetas invisibles.
2019 es 1920.
Pero hay otro fantasma, más persistente aún:
el que borra lo escrito.
Mi madre y yo olvidamos su nombre.
[DE LO QUE PUEDO HABLAR…]
De lo que puedo hablar es de Veneno
fiera amarga que me presta su ladro
y recita a Vallejo en la cocina.
Bestia menor de la jauría
otorga como premio una herida
un trazo limpio y púrpura
del que caen unas gotas que ya forman un río.
De la parte más triste del agua
un hombre se incorpora y se derrumba
y cae hecho pedazos y al golpearse
se parten entre sí y de su consistencia
un coro de cristales se abre paso en la niebla.
(Nadie, salvo el mundo, 2020)
[SI ACERCAN LA MIRADA…]
Si acercan la mirada al cristal
vean un cuadro
que para nada favorece a la historia.
Las columnas de humo
en las que brillan todavía unas chispas
aferradas a un madero en la noche del mar
fue la poesía.
En su honor estas sílabas arrojan
señales luminosas bajo el cielo de cobre.
[EL QUE CULTIVA AMOR…]
El que cultiva amor
va con la mirada en blanco
y motivos de alerta en la vigilia.
Sabe que es peligroso
dibujar palabras como beso, te extraño
o lluvia de flores.
El que ama tiene varias vidas para morirse.
Desdichado el que odia. Sus días son más breves
que unos pantalones largos.
Traje un tarro de miel, amor
flotemos juntos sobre este mar de espinas.
(Señales luminosas bajo el cielo de cobre, 2020)
POEMA DE LOS QUE SE AMAN EN LOS PARQUES
No les preocupa la densidad del bosque.
Para los que aman en los parques
el bosque es un desierto y a veces es el mar.
Desnudos por las dunas lunares
si el bosque es un desierto.
Y si el bosque es el mar
se arrojan ciegos a los acantilados
los que aman en los parques.
Para los que aman en los parques
la otra orilla no existe
el mar no tiene fondo
y aprenden pronto el arte de los peces.
Caminan sobre el agua sin hundirse
y cuando encuentran a otros
que como ellos se aman en los parques
comparten la música del bosque
y anidan en las ramas y procrean hijos verdes.
A los que se aman en los parques
la lluvia los bendice
y los enseña a cazar a las bestias del tedio
a contar piedras, a masticar gorriones
y a no morir de nada.
Los que aman en los parques
encienden fuego con los ojos cerrados
florecen todo el tiempo
se alimentan de hongos y lombrices
y no les faltan corazones atravesados por flechas
en la corteza de los árboles para volverse a ver.
Ahora que el amor está lejos, la lluvia no cesa
y la noche trae notas de más
encenderé una fogata en el parque
y si me recuesto en la hierba
tal vez mi sueño sea feliz
y el aire del domingo me confunda
con uno más de los que se aman en los parques.
Abril 11 de 2017
Bogotá, Colombia, Hotel Virrey Park
(Ensayo sobre la belleza y el desorden de las cosas, 2021)
Margarito Cuéllar (México, 1956). Poeta, narrador y periodista. Obtuvo los premios: Nacional de Poesía de la Universidad Autónoma de Zacatecas; Nacional de Poesía, Calkini, Campeche (1997); Iberoamericano Bellas Artes de Poesía Carlos Pellicer (2014); Hispanoamericano Festival de la Lira (2019); Hispanoamericano de Poesía Juan Ramón Jiménez (2020) y Pilar Fernández Labrador (2021). Su quehacer literario se sustenta en hechos cotidianos, los cuales aborda desde la contemplación y una profunda reflexión. El autor observa el mundo que lo rodea y expone, con maestría y arte poético, todo aquello que afecta significativamente sus sentidos y su experiencia de vida. Su obra conjuga poesía y narratividad; trata sobre el amor, los deseos, la belleza, la familia, la felicidad, los recuerdos, la enfermedad, ciudades, animales y ciertas problemáticas sociales, sin dogmatismos de ningún tipo. En sus líneas también aparecen homenajes a escritores y artistas. Margarito Cuéllar es un poeta mayor y un referente obligado de la literatura hispanoamericana contemporánea.
Material de consulta:
Árbol de lluvia: antología personal 1983-1993. México: Consejo Nacional para la Cultura y las Artes/Instituto Cultural de Aguascalientes, 1994; Plegaria de los ciegos caminantes. Bogota: Universidad Nacional de Colombia, 2000; Ecuatoriales. Quito: 2006; Arresto domiciliario: antología personal 1983-2006. Punta Umbría: Aullido Libros, 2007; Estas calles de abril/Saga del inmigrante. México, 2008; Pata de perro. Bogotá: Con las uñas, 2011; Música de las piedras: poesía reunida 1982-2012. México: UANL/Editorial Práxis, 2012; Música de las piedras. Monterrey: UANL, 2012; Animalario. Monterrey: UANL, 2012; Las edades felices. Madrid; Hiperión, 2013; Baladas a las estudiantes que se gradúan: Guayaquil: El Quirófano Editores, 2013; Moléculas en movimiento vibratorio alrededor de una posición de equilibrio. México: Gobierno de Coahuila, 2016; Las edades terrestres. México: Editorial Ponciano Arriaga/Gobierno de San Luis Potosí, 2016; Teoría de la belleza. México: Instituto Sinaloense de Cultura Culiacán, Sinaloa, 2018; Nadie, salvo el mundo. Huelva: Diputación Provincial de Huelva, 2020; Señales luminosas bajo el cielo de cobre. México: Universidad Autónoma de Querétaro, 2020. Ensayo sobre la belleza y el desorden de las cosas, Salamanca: Diputación de Salamanca [en prensa], 2021.
"Domingos de poesía" es una idea original del poeta Sergio Laignelet, colaborador de Aurora Boreal®. Toda la selección y cura de los materiales por Sergio Laignelet.
Sobre Sergio Laignelet
Bogotá, 1969. Poeta colombiano residente en Madrid, editor, corrector de estilo y ortotipográfico de publicaciones educativas y culturales. Libros publicados: That's all Folks! (poemas animados). Madrid, 2017; Cuentos sin hadas. Canarias, 2010; Carnaval (plaquette). Bogotá, 2007; Malas Lenguas. Bogotá, 2005. Ediciones bilingües de CSH: Danés: Omvendte eventyr. H. Krarup trad. Copenhague, 2017; Francés: Contes á l’envers. R. Durand trad. Toulon, 2015, y Colomiers, 2017 (además, poemas suyos han sido traducidos al inglés, portugués, italiano, sueco, finés, polaco y japonés). Antología editada: Gatimonio: poemas de gatos de autores hispanoamericanos. Madrid, 2013.
Poemas publicados con autorización de ©Margarito Cuéllar. Fotografías enviadas por M.C. (Foto con conejo ©Susy Robles). Poemas publicados con autorización de ©Margarito Cuéllar. Selección de poemas: Sergio Laignelet. Material enviado a Aurora Boreal® por Sergio Laignelet. Fotografía Sergio Laignelet © Lorenzo Hernández.
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