Literatura
"Hay que preferir el infierno real al paraíso imaginario"
Simone Weil
En ocasiones la literatura permite trascender la realidad para aportar nuevas percepciones en torno a conceptos anteriormente concebidos como nítidos e inmutables por la historia, la cual a menudo establece los confines del conocimiento. Si estos confines ya de por sí constituyen una barrera al conocimiento, la naturaleza colectiva de la historia también entorpece la búsqueda de la denominada "realidad", vivida tanto a nivel individual como colectivo. Impuesta desde arriba por mecanismos políticos, sociales o históricos, lo que se entiende por "historia" siempre se trata de un ejercicio colectivo que avasalla las experiencias individuales de la realidad histórica.
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- Por Michael Abbott
Ven el río marrón, pero lo pienso plateado. Todo el mundo sufre un viento que disfruto. Dicen que el pantanoso huele mal y no existe ese aroma dulce que yo recuerdo. Camino por solitarias calles que muchos acusan de inseguras. Veo puertas cerradas dentro de las cuales imagino miles de historias. Acusan de tristeza a la nostalgia. De mediocridad a la humildad.
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- Por Joaquín Doldán Lema
«Todo se mueve como un péndulo cuyo movimiento a la derecha es idéntico a su movimiento a la izquierda, porque su ritmo es el de la compensación». Dicen que esta frase tiene más de doce mil años de antigüedad y que la escribió un egipcio llamado Hermes Trismegisto.
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- Por Carlos Labbé
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- Por Víctor Montoya
A OLGA HERNÁNDEZ
A los bienes que no pueden transportarse se les llama bienes raíces. Como casas o terrenos. De ahí que alguna gente identifique su propia raíz con bienes raíces. A quién se le ocurriría una raíz móvil? No quiero hacer aquí un catálogo de bienes raíces, de los cuales jamás dispuse, pero sí del papel que desempeñan ciertos espacios en el desarrollo personal, y en particular la significación de la casa en la vida de las personas. En mi familia nunca fuimos propietarios, de ahí la categoría de mueble que una va adquiriendo por el mundo. Junto con la movilidad llegan las palabras, porque una no puede andar de aquí para allá sin tratar de hacerse entender, mientras que sí puede quedarse en casa calladita su alma y no me molestes compadre.
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- Por Esther Andradi
La semilla de la ira
Consuelo Triviño Anzola
Seix Barral, Biblioteca Breve
282 páginas
2008
Hay una escena famosa en Murder by Death, aquella deliciosa película que reunió alrededor de un crimen a celebridades como Peter Sellers, Truman Capote, Alec Guiness, David Niven y Maggie Smith... Cuando se anuncia la llegada de la famosa detective miss Jessica Marbles, parodia de la miss Marple de Agatha Christie, aparece en una silla de ruedas una anciana dama de majestuoso porte, conducida por una vulgar y robusta doncella. Todos los presentes, que no la conocen más que de nombre, se dirigen con veneración a la anciana para constatar que se trata de la doncella enferma y que la que conduce la silla no es otra que la célebre miss Marbles. Análoga escena hubiera podido contemplar el paseante que en los años veinte se hubiera tropezado en la Plaza de Cataluña con un joven gigante lleno de vitalidad pero ciego, llevado de la mano por su lazarillo, un anciano enjuto y cadavérico. El joven era Ramón Palacio Viso, venezolano, ayudante, amanuense e hijo adoptivo del anciano, don José María Vargas Vila, un autor colombiano que vendía libros en todo el mundo como si fueran pan y que era el gran autor internacional de Colombia y de Latinoamérica, así como el preferido de las editoriales españolas. Truculento y blasfemo, derrochaba insultos a porfía en medio de culebrones que hoy serían telenovelas de éxito. Sus libros, o mejor panfletos, circulaban a hurtadillas en las escuelas; eran el equivalente a la pornografía de la época. Posaba en figura de víctima y de perseguido y se jactaba de tumbar gobiernos con una frase.
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- Por Luis H. Aristizábal
La escritora Marié Rojas Tamayo con su perrita Pixie
La invisible mano del destino
La hora
Blue Morrison Sibelius von Menzel y sus mascotas: Sarah, Ray, Pixie y Marié
Ronda de las estaciones y otros poemas...
Cantar de gesta al Caballero de París
Tocar las estrellas con la punta de los dedos
Entrevista a Marié Rojas Tamayo por Enrique Pérez Díaz
Antihistoria de un príncipe encantador
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- Por Marié Rojas Tamayo
Arturo sintió llegada su hora final. Nunca sabemos cómo será, ni cuándo, ni qué se siente... sin embargo, cuando arriba el momento lo reconocemos. La única explicación plausible es que lo hemos vivido antes, muchas veces, y su huella permanece en nuestras memorias kármicas.
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- Por Marié Rojas Tamayo
Víctor Montoya
Ediciones Baile del Sol,
Tenerife, 2008.
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- Por Patricio Lerzundi