Poesía de María Clara González

maria clara gonzalez 250María Clara González. Poeta con estudios de Literatura en la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá, Colombia. Ha publicado siete libros de poesía: Pulso interno, 1990; Corte en el tiempo, 1993; Pasajeros del viento, 1996; El lento trabajo del olvido, 2002; Eternidad visible, 2008; Habitar un umbral, 2013; No era un viernes, 2014. Participante en encuentros nacionales e internacionales de poesía- Está  incluida en diversas antologías de Colombia, Estados Unidos, Canadá, Francia Méjico y Rumania. Ha obtenido varias distinciones nacionales e internacionales: nominada al Premio Internacional de poesía en el Festival International «Curtea de Argeş Poetry Nights», Rumania 2017. Finalista Undécimo Certamen Internacional de Poesía Buenos Aires 2012; Mención de Honor Categoría Poetas Reconocidos concurso Oxford Center / Unión Nacional de Escritores, Bogotá, 1997. Ha compartido su poesía en diversos encuentros internacionales y ha sido invitada a Madrid en 1998, St. Paul Minnesota al Macalester College en el 2003; a Lima por el sello editorial Pilpinta en el 2013  y a Nueva York por Latinpoets Organization en el mismo año.

 

Selección de poemas para Aurora Boreal® por la autora

 

Búsqueda

¿Hasta cuándo la luz en la ventana
y el corazón ansioso
bebiéndosela a sorbos?

¿Hasta cuándo
la cacería de sueños
sin destino?

 

 

Voces Secretas

Visto armadura
Calzo espuelas
Ajusto el yelmo

No acallo
esas secretas voces
que lanza mi ser
al roce del metal
que intenta contenerlo

 

 

Mujer
I


Arcilla y luz
espejo que refleja
el resplandor del universo

 

II
Destino de palmera y cascada
que anhela el infinito
mientras devuelve a la tierra
esa cuota de sangre
que le adeuda

 

 

Danza

Cuando brota del fondo de la estancia
esa danza lunar oscura y grácil
el abandono de la noche me posee

Generosa
me entrego
al movimiento que me embarga

Tierra-madre
mujer-cuna y destino
¡Frágil lago de piel y de esperanza!

 


Mutacion


«...Cuándo así me acosan ansias andariegas
¡Qué pena tan honda me da ser mujer!»
Juana de Ibarbourou

No te apenes Juana
que ahora podemos
hartarnos de luna
caminar por sendas que locas invitan
abrir andariegas puertas misteriosas
y asomar la sed

Podemos ahora
como tu anhelabas
navegar por campos
caminar el mar
pero para hacerlo
sin saber el modo
¡como las serpientes cambiamos de piel!

 

Canto a la vida

No acepto los disparos
con el café del desayuno
ni el periódico
con la danza macabra de sus letras
que se solaza
con la sangre ajena

Asumo la culpa que me pertenece

Como arma
llevo un lucero en el bolsillo

 

Barawiya*

En ti mujer ignorada y solitaria
En ti, mujer que luchas por el pan de tus hijos
que sabes disfrazarte de fiera o de tortuga
que te maquillas
o vendes dulces
a esta ciudad mojada de sangre y de llovizna.

Mujer que a veces sueñas
con mañana claras y justicia
En ti, mujer andina y valerosa
sabia ─en tu silencio milenario─

Todavía florece el solsticio.

*Palabra indígena que significa mujer del solsticio

 

 

¿Amiga?

Con el amanecer
una mujer madura me visita

Sin consultarme
se viste con mi ropa
comparte mis quimeras
me prepara
para que al día siguiente
otra mujer estrene mis recuerdos

No importa si la ignoro
o le doy la bienvenida

Lo he intentado todo
—hasta el insomnio—
para evitar que llegue

Ella
en un rito monótono y oscuro
se aproxima
recicla mis palabras

Si le doy tiempo las escribe

Ignoro si es amiga o enemiga
únicamente sé
que igual que ayer
vendrá a mi encuentro

 

 

Encuentro

Si la vida
nos regala otro encuentro
te dejaré ser tu
seré
sencillamente yo

Escucharé
—cuando se unan—
la melodía
de tu música
y la mía.

 

PACTO

Por si acaso llovizna por tu calle
y quieres secar tu cuerpo
entre mis brazos

Por si el silencio te acomete
y recuerdas el lenguaje extraño
que aprendiste a mi lado

Por si regresas
a humedecer de lunas los recuerdos

por si el trópico te reclama impaciente
entre sus verdes

O por si acaso es de noche en tu morada
                                 dejaré la puerta abierta

 



Clave Secreta

Por laderas del alma
se cruzan los amantes.

Bosque de preguntas
que su umbría silencia.

Al despertar
los cuerpos son latidos:
estrellas obstinadas a pesar del olvido.

 

 

Artemisa

La diosa me encamina por la senda que dibuja un río. Mis secretos corceles se atreven a incursionar por la espesura; recojo el velo e invito la caricia del viento. Oscilan las sombras del paisaje, la verdad aparente y los árboles que van quedando atrás. Me sujeto al carruaje que asegura la vida. El abismo aún me tienta. Atravieso praderas soy de la raza del corcel alado. Tropiezo con viajeros ignotos. El camino y sus ecos me persiguen, la diosa me sonríe. Cruzo los secretos umbrales. Yo también fui llamada, ninguna sombra me persuade ya. Me someto a lo inmóvil, escancio el infinito.

 



Fractales

Entre la niebla matinal del trópico
se alza una semilla volandera
por cada día en el árbol de la vida
y germina
en el brazo de Orión de la Vía Láctea.

Los rayos solares
no parecen moverse
pero alumbran
en un profundo a h o r a.

Un ave se posa sobre el árbol.
A Europa
                     llega puntual la noche.

Entre dos luces

Entre dos luces se vislumbra el encuentro
el párpado entreabierto anticipa
los archivos de forma el signo de las cosas

Amanece

Y ese otro que mira
que nos mira
desde el espacio inmóvil
se oculta.

En la pupila
el universo continúa su curso
mientras mira. 

 

 

Palabras

Las Palabras sencillas
—mis más amados huéspedes —
desbordan esta tarde
aún cuando es otoño
y estén prestas a huir como el relámpago
                                             allá en la cordillera.

 

Material enviado a Aurora Boreal® por María Clara González. Pubicado en Aurora Boreal® con autorización de María Clara González. Fotografía de María Clara González © Carlos Aguasaco.

 

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