Maneras de amanecer

hugo figueroa 010Hugo Figueroa Brett.Venezuela 1940. Militar de graduación académica se retira con el grado de Teniente de Fragata. En 1973 gana el premio nacional de cuentos convocado por la Universidad del Zulia con su cuento Metástasis. En 1975 edita su poemario 13 Genital. En 1976 gana el premio nacional de Poesía convocado por La Universidad del Zulia con el poemario Agosto tiene un titulo distinto para mí . Edita su libro Casa de Astrid y casa 1982. Es incluido en una selección de poetas venezolanos en la Revista Poesía del Ministerio de cultura de España (1986). Publica su poemario Scargot en el 2005. Reside en  Venezuela.

 

 

Maneras de amanecer

 

Uiajábamos con Giuseppe
La andatura del viaje para conmemorar cualquier motivo que condujere a la vía con la elocuencia de esa juiciosa tranquilidad de las pascuas venecianas
yo como amanuense trataba de estar presto al primer sonajino del pez torcido que pendía de plata y alabastro desde setenta y dos eslabones del botón de la camisetta al borde deshilachado y mimo del ojal al borde de la pretina
Y cual sonaja de soto sordinatto deberia saberle que de los brodequines a las medias de lana había una pulsación de temblor que tocaba en rabia cuando el bastón corría por el cayado mimbre y sobre la baldosa escuchaba lo presto que debería estar a la partida.
Esa vez era Undine
Un hacia el norte Friulano la costa terrenal de Venecia Giulia, una tierra de marzos positivos y cotos entrelazados de aceitunas y mujeres alegres quienes cantan aún esas tonatas casi de llanto y vestidas de la norteña bruma y el filo de los Alpes apeninos.
De manera que Giuseppe estaba listo
Un borsalino comprado en Trieste casa de unos malabaristas que remataban todo por el incendio de su carromato
Y el desinterés de la citadinanza ante la abulia coja del panfleto
Si era un borsalino testa di uva grigio
Que tenía bajo la cinta de la solapa un papelito escondido
Y dos lineas escritas en azur

Tomamos Aguileia
En Aguileia dos potajes de granos y alubias ácidas con alcachofas frescas
Mórbidas y mofadas de trufas blancas alcanzadas en los tallos romeros de los cerdos de achique
De allí a Tarso de Aguileia
Historia de una muchacha albina que se sabía de memoria las maneras de Ovidio y se empeñaba en sacudir con fuerza al tercer verso su camisón y el olor de aquella vulva pura daba un respiro
hacia el balbuceo y la congoja y el almizcle
En Compolonguhetto
No se detuvo
Gritole al cabriolente que siguiera siguiera que no quería saber nada de esas aguas terrosas y mozos de escopetas
Hasta Bagmalia Arsa no nos detuvimos
En la fuente descalzamos y dimos pienso a los caballos
Y alguien lo conoció: Giuseppito e como está tu madre
El respondió
Vive
Y canta y folla
Y seguimos
No había para más mientras el pez de plata con alabastro y muda cacerola se sumía en el ojal del medio asustado
En Palmamora se pasa por el acueducto
La brisa que produce la altura y el olor a los brotes de las cerezas más
el mugir de las vacas
atildaban el tono campesino de la zona
Hasta Mareto de Capitolio
Allí tomó de una cidra enchumbada es una mezcla de cerveza y manzana
Algo muy parecido a una sopa de uvas de pinot que hacen en Marsella como si fuera una bullabesa aconservada
Pero
Transparente
Sin grumos
Así es la cidra de Mareto
Y no fuimos nosotros sino el alma quien llegó a
Santa Maria di Longa, cansados y en la tertulia de la noche me dijo
Sabes cual es el tamaño de la soledad
Le dije no
Me dijo un amigo
No hay nada más trsiste que dos amigos juntos y se fue a dormir
A la mañana me desperté y en la sala, en la repisa que da a los postigos de la ventana augura
Estaba una hoja de papel doblada
Y decía
Para Hugo, mi amigo
Estaba escrita esta esquela:

SOLITUDINE
Ma lemia urla
Feriscono
Come fumini
La campana fioca
Del cielo

Sprofandano
Impaurite.

Abrí lentamente
La puerta hacia su alcoba y me quedé de pie ante la puesta en tempolo
El estaba sentado en una silla de mimbre
Yo lo veia de espaldas
Él miraba hacia una gran ventana por donde iniciaba su viaje la alborada
Estaba desnudo
Sabía que mantenía de un pequeño chalequin sujeto
el pez de plata con alabastro y sin sonaja
Decía que era un regalo de su tatarabuelo
Quien era ayudante menor de un juez de paz
Y en unas diferencias quedó en prenda la joya que provenía del taller de Veroccio
Y
Su tatarabuelo
Pillo y asediado por el truco
Le dijeron que desapareciera el pez de plata hasta llegar a la faltriquera giuseppina
El está de espaldas y desnudo
De pronto el sol hizo ese cabeceo de estallar el primer rayo de luz
Él se levantó
Por primera vez le ví completamente desnudo
Su piel blanquísima daba de tonos albos y azulados manchado por minúsculos lunares
Su cabello recortado en la nuca y su nuca bajaba hasta la quinta vértebra lumbar
Donde hacía un torcido torpe que enderezaba de nuevo hacia el coxis
E irrumpía en el choque de sus dos glúteos fáciles en dos tres arrugas bajando
entre cabellos blancos y la separación de las piernas
que dejaban ver sus dos cojones
Uno alto redondo
Otre pequeño y delicado
recostado como estaba el uno por el otro contra la horquilla interna del saltorio derecho
En ese instante estaba incorporado
Solo
Levantó su brazo y el pez de plata cayó con ruido de tormenta y vendaval
Y se escucho su voz
La voz eterna de Giuseppe Ungaretti
Expiró:

Me ilumino
De inmensidad.

 

Hugo Figueroa Brett
Poema
Para la Navidad, para mi padre, para el hermoso recuerdo de mi padre.
Para José Francisco Ortiz
Y Para Ayerim Montilla, una mujer especial, un raro invierno.

 

 

Maneras de amanecer enviado a Aurora Boreal® por Hugo Figueroa Brett. Publicado en Aurora Boreal® con autorización de Hugo Figueroa Brett. Foto ©Hugo Figueroa.

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