El silencio

El coronel Emiliano Pinzón no creía en aparecidos cuando asesinó a Porfirio Peñate por orinarse en la esquina de su casa. Al muerto lo recogieron sus soldados y nadie dijo nada. Ni lo miraron mal, ni se lo comentaron, nadie mencionó su nombre en el sepelio, ni mucho menos en el entierro. Ni la viuda, ni los hijos del muerto lo acusaron,ni se lo reprocharon. Jamás lo llamó el general Vega, ni el juez Pereda y mucho menos el cura Tiberio. Los vecinos y los campesinos siguieron quitándose el sombrero y bajando la cabeza cuando se lo cruzaban por las calles del pueblo.

Pero algo estaba mal, el coronel no se sentía tranquilo. ¿Qué se escondía detrás de ese silencio? ¿Por qué se hacen los de la vista gorda? En cada gesto, en cada mirada, en cada actitud creía detectar un reproche, una queja, una acusación. Te hemos salvado, ¿qué vas a hacer por nosotros? La pregunta se repetía en su mente a cada encuentro, por casual o irrelevante que fuera. En todos aquellos que lo rodeaban, desde el encopetado general Vega hasta la humilde mucama que le servía el café, percibía un reproche cómplice y la pregunta escondida entre sus palabras.

Con el paso de los días, las semanas, los meses, los años y los rangos, en su mente se fue formando una complicada conspiración, plagada de silencios, miradas, muecas y actitudes que se manifestaban por doquier. ¿Por qué nadie decía nada?, ¿acaso no había sucedido? ¿Qué clase de personas lo rodeaban? Esta pregunta lo hizo despreciarlos, ¿Cómo podían ser cómplices de algo así?

Comenzó a vagar por el pueblo con su bastón inquiriendo a todo aquel que se le cruzaba. En confesión le preguntó al ya octogenario padre Tiberio, pero este no le respondió, posiblemente porque estaba sordo y amnésico. El cura musitó algo que podía ser una plegaria, pero no le impuso Aves Marías, ni Yo Pecadores, tampoco hubo absoluciones, ni misericordia, solo una mirada cargada de incógnita.

¡Contrólese!, No ve que usted representa a la patria. Le gritó el ex general Vega, con una vena brotada en el cuello y la cara demacrada por un gesto de indignación que parecía una mueca de terror. La viuda de Peñate ya había muerto y sus hijos desaparecido. Los soldados que arrastraron su cuerpo no recordaban a ese de los muchos que recogieron por esa época.
¿Había existido Porfirio Peñate? La respuesta era solo silencio.

 

juan guevar 002Juan Ladrón de Guevara Parra nace en Bogotá, Colombia, en 1976. Cursa la carrera profesional de Estudios Literarios en la Pontificia Universidad Javeriana en Bogotá y posteriormente es becado para hacer sus estudios de postgrado en la universidad de Boston College, donde recibe su título de maestría en Literatura Hispanoamericana y Cultura. Luego de finalizar sus estudios academicos decide enforcarse en desarrollar su carrera literaria, siendo Tras la sombra del insomne su primera novela en ser publicada. Actualmente trabaja en su segunda novela.

El silencio enviado a Aurora Boreal® por Juan Ladrón de Guevara. Publicado en Aurora Boreal® con autorización de Juan Ladrón de Guevara. Foto Juan Ladrón de Guevara © Mery Morales.

Suscríbete

Suscríbete a nuestro boletín y mantente informado de nuestras actividades
Estoy de acuerdo con el Términos y Condiciones