La aldea de las viudas un grito lírico y magistral por la igualdad de género en Latinoamérica

carastula_aldea_viudas_001El escritor colombiano James Cañón sorprende muy gratamente con ésta, su primera novela, que ha alcanzado reconocimiento internacional con premios como el de Mejor Primera Novela Extranjera publicada en Francia en el año de 2008. En sus trescientas cuarenta y nueve páginas se entrecruza el humor, la violencia y la equidad de género a través de procedimientos literarios claramente definidos como el realismo mágico, el realismo y la prosa lírica.

La aldea de las viudas (2009), recrea la historia de una pequeña población ubicada en las montañas de la geografía colombiana a la que llegan las guerrillas marxistas, se llevan a los hombres mayores de doce años y asesinan los remisos. El lugar se queda en manos de las mujeres que, con múltiples dificultades van perfilando una sociedad distinta hasta configurar una nueva aldea donde prevalece "la igualdad entre los individuos y los géneros".
El humor fino de Cañón es uno de los componentes que aparecen con mayor fuerza en el relato, tal vez por esta razón, los críticos apuntan hacia el realismo mágico como procedimiento predominante. Sin embargo, este humor (que no es gratuito) surge no sólo del uso de la hipérbole, sino de las circunstancias mismas del acontecimiento. Por ejemplo, cuando se agotan las hostias y no hay trigo para hacerlas, una mujer comienza a llevarle arepas pequeñas al cura y le agrega sabores hasta que todas terminan comulgando con arepitas de queso.

Las historias alternas están llenas de situaciones que producen desde una leve sonrisa hasta una carcajada. Orquídea, una de las mujeres más feas de la aldea logra conseguirse novio, pero pronto la guerrilla se lo arrebata y ella sufre una diarrea incontenible. Con el tiempo se cura y jamás volverá a tener, ni novio ni diarrea. Madame Emilia, la dueña del burdel del pueblo ejerce su oficio con mucho profesionalismo hasta el día que tiene que retirarse porque su dentadura postiza superior se le cae en una sesión de sexo oral.

Los nombres en Macondo (el pueblo en Cien Años de Soledad), están marcados por la repetición de los Aurelianos y José Arcadios, en cambio en Mariquita (así se llama la aldea en la novela de Cañón), las disertaciones del maestro Ángel Alberto Tamacá no logran convencer a sus paisanos de las bondades de marxismo, pero ellos optan por agradecerle las veladas matizadas de cerveza y bautizan a sus hijos con nombres revolucionarios. Por eso uno encuentra merodeando por la plaza a Hochiminh Ospina, a Che López, a Vietnam Calderón, a Cuba Castro, a Trosky Sánchez y hasta dos gatos, que reciben el nombre de Fidel y Castro, en una clara alusión paródica a cierto fanatismo político del siglo anterior.

Anna Heinz-González es alemana de nacimiento y española de corazón. Cursó estudios de Filología Anglo-germánica en la Universidad de Innsbruck, Austria, y Filología Hispánica en la Universidad de Valencia. Ha sido profesora de literatura en varias universidades en Alemania y Austria. Actualmente reside en España.

La obra está dividida en catorce capítulos y al final de cada uno de ellos, aparece una especie de testimonio de los actores que participan en el sangriento conflicto colombiano. El tratamiento literario tiene que ver con un realismo, a veces exacerbado hasta convertirse en naturalismo decimonónico. Estructuralmente estas historias de vida de guerrilleros, paramilitares, desplazados, campesinos, militares, están articuladas a la obra como el contexto de violencia que ocurre fuera de la aldea. Las historias de vida muestran la brutalidad de los actores del conflicto, la barbarie y la sevicia con que se enfrenta esta guerra sin sentido. Los testimonios son conmovedores. Entre ellos está el de la muerte de unos indígenas por no querer hablar sobre el sitio donde se ocultaban los guerrilleros: "Góngora dio unos pasos hacia atrás y apuntó con el revolver la cabeza del indio. Observé sus ojos: miraban en blanco más allá de nuestro líder, más allá de nosotros. Luego mire a mis compañeros y luego a Góngora, pero cuando Góngora apretó el gatillo, miré hacia otro lado. Más tarde, nos enteramos de que los guerrilleros les habían cortado la lengua a los indios mucho antes que nosotros llegáramos" (p. 226)

Estas descripciones escalofriantes que hacen parte de las crónicas y testimonios que recolecta un periodista norteamericano que cubre la guerra colombiana, le permiten al lector vislumbrar lo que pasa más allá de los linderos de la aldea, pero, que de alguna manera, tiene su réplica simbólica en Mariquita.

El escritor James Cañón nació y creció en Colombia. Después de graduarse como publicista en Colombia viajó a Nueva York a estudiar inglés. James Cañón tiene un MFA en Escritura Creativa de Columbia University. Debuta con la novela Tales from the Town of Widows & Chronicles from the Land of Men, la cual ha sido publicada en más de 20 países. La novela se publicó originalmente en inglés, la segunda lengua de Cañón. En el 2009 la editorial La otra orilla, presentó la novela en español en España con el título La aldea de las viudas, -traducción al castellano de Juan F. Merino.

En el desarrollo de esa comunidad de mujeres surge una preocupación y es la de la procreación para que ésta no desaparezca en el futuro. Intentan lograrlo con los tres "hombres" biológicos que hay en la aldea, pero Santiago y Julio fracasan. Sólo queda el cura, que pidiendo una dispensa divina, renuncia a los votos de castidad y accede a convertirse en una especie de semental, previo establecimiento de unas reglas claras, en las que sobresalen normas como las siguientes: "por respeto a Dios, todas las imágenes religiosas deberán sacarse de la habitación donde se va a consumar el acto sagrado". O esta otra, "el padre no les va a hacer el amor, sólo estará haciendo bebés, ojalá varones" y por último: "las mujeres deberán considerar la posibilidad de darle comida al padre para que se mantenga fuerte y sano, durante toda la campaña". A pesar de toda esta parafernalia, el cura fracasa y la frustración de las mujeres es mayor, lo que incide para que sus prácticas sexuales vayan derivando hacia el lesbianismo como resultado natural de sus necesidades sexuales.

El lirismo se toma la novela cuando Santiago, el joven homosexual que ha estado esperando la llegada de Pablo, su pareja, se encuentra con los despojos de un hombre que regresa para entregarle el anillo de compromiso en el último esfuerzo de esa vida que la consume una enfermedad mortal (presumiblemente el SIDA). Con dignidad y valor, Santiago cumple el ritual de depositarlo en las aguas del río donde vivieron su idilio, ante la tácita solidaridad de las mujeres, que ya por entonces han logrado aceptar que el amor está por encima de las características sexuales y es ante todo la comunión de dos seres, independientemente de su configuración biológica.

Cuando cuatro de los hombres de la aldea huyen de la guerrilla y regresan a Mariquita, su llegada choca con la normatividad y las prácticas socio culturales que imperan en la nueva sociedad. Ellos tienen que someterse a las decisiones por consenso que toma esa comunidad socialista y no a sus caprichos machistas. Son aceptados de nuevo con la condición de que funden Mariquita La Más Nueva, cerca de la actual aldea donde se trasladan con algunas mujeres y la novela se cierra con el triunfo de la vida sobre la muerte con el nacimiento del primer niño en este nuevo lugar y se impone el florecimiento de una sociedad donde el sentido del tiempo, la justicia y la libertad para esa estirpe, al contrario de lo que ocurre en Cien años de Soledad, aquí sí encuentran una segunda oportunidad sobre la tierra.

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