¿Es Rubén Darío un poeta para muchedumbres?

ruben radio 250En el Prefacio de Cantos de vida y esperanza, Rubén Darío (l867-1916), escribe unas palabras enigmáticas, llenas de una oscura profecía, que todavía nos asombra, interroga, “Yo no soy un poeta para muchedumbres. Pero sé que indefectiblemente tengo que ir a ellas”. A cien años de su muerte, estas palabras nos persiguen y acusan. Estoy releyendo esas palabras de Darío, palabras que he marcado en amarillo, y que saltan de la página “Yo no soy un poeta para muchedumbres. Pero sé que indefectiblemente tengo que ir a ellas.”
¿Cuál era la idea de muchedumbres en Darío? Muchedumbre, al menos yo, la asocio con el pueblo, con la gente de la calle, los mercados, los taxistas, la muchedumbre, gente pobre, muchedumbre que viven en su pobreza de cada día. ¿Un poeta para muchedumbres? Las estadísticas, a pesar de ciertos avances en la educación de Latinoamérica, siguen siendo alarmantes, la cantidad de gente que no sabe leer ni escribir, es tristemente, impresionante.
¿Visionaba Darío a esa muchedumbre iletrada, pero que algún día, por la honestidad de los gobernantes tendría pan y letra, pan y palabra? Más y más el pueblo se ha quedado sin pan y sin palabra y la honestidad de los gobernantes nunca se ha realizado. En el tiempo de Darío la situación del pueblo, de la muchedumbre, no era mejor que ahora. El mismo se quejaba del ambiente cultural del tiempo en que le tocó nacer, y sin embargo, hay en su profecía un optimismo que encontramos en algunas de sus poesías, un optimismo no tan sólo por la mejora económica de Latinoamérica, sino por un avance en la educación y la cultura. Las estadísticas de los analfabetos en esos países que cantara Rubén, nos golpean y levantan su dedo acusador.

¿Muchedumbre?, esa gente que va obligada y amenazada a vitorear a los dictadores en las plazas de la república, dictadores dinasticos, dictadores que desgobierna en Latinoamérica. Muchedumbre que se lleva en los camiones a gritar vivas al dictador de turno, mientras que en su corazón,gritan: ¡Muera! Ningún dictador es eterno.
¿Es esa muchedumbre de la que habla Darío, en la que pensaba?, una muchedumbre que tarde o temprano rompe sus cadenas, sus cadenas de la miseria y la ignorancia, y toma un libro y lee a su Rubén Darío? Me atreveré a violentar las palabras de Darío, diré, escribiré, “Yo no soy un poeta para el pueblo, pero sé que indefectiblemente tengo que ir a él?
Y de nuevo esa interpretación de “pueblo”, ¿quién es el pueblo? Generalmente asociamos al pueblo con la clase no privilegiada, con la gente marginada, huérfana de riqueza y educación, pueblo: la que trabaja en el mercado, en labores rudas, gente que ha sido abusada a lo largo de sus vidas por el poder, el poder político y el poder económico, que los ha marginado, expoliado de sus vestiduras, expoliado y explotado. El pueblo. ¿Es ese pueblo del que habla Rubén, al que irá con su poesía? ¿Qué lo comprenderá? ¿Quién lo leerá?
Volvamos a las palabras del Prefacio, unas palabras abiertas a infinitas interpretaciones y especulaciones: “ Yo no soy un poeta para muchedumbres”, me atreveré a violentar de nuevo las palabras de Darío, diré, escribiré, “mi poesía no es para las muchedumbres, pero indefectiblemente tiene que ir a ellas”, ¿por qué mi poesía no es para las muchedumbres? Habría que pensar en aquellos poemas de Darío llenos de alusiones mitólogicas, históricas, la poesía profunda de Darío, ¿es esta poesía la que no es para las muchedumbres?, ¿la que el pueblo no puede comprender? ¿Qué pueblo, qué poesía?
ruben dario 377Y en una nota de optimismo, Rubén añade, “pero sé que indefectiblementge, tengo que ir a ellas”. ¿Por qué tiene que ir a ellas? Rubén no lo dice, ¿cuál es la poesía de Rubén que llegará a las muchedumbres, o mejor todavía, cuál es esa poesía a la cual la muchedumbre, en peregrinación, llegará a ella? Hay que llenar primero la mesa y Rubén se les dara por añadidura.
Se impone, luego, una educación de las muchedumbres en Nicaragua y en Latinoamérica. Las estadísticas sobre la gente que no puede leer ni escribir en nuestros países nos llena de tristeza, y de furia, la gente que no come, que no tiene acceso al pan y a la palabra en Nicaragua, y en nuestros países, que está privada de lo más elemental, muchedumbres que no pueden comprar el pan de cada día, hace que la cólera, la ira,contra la injusticia, invada el corazón.
La muchedumbre llegará a Rubén, o Rubén llegará a las muchedumbres, cuando ese mar de gente no tenga su plato vacío. Educar, enseñar a leer y escribir, para que las muchedumbres lleguen a Darío, o Darío llegue a las muchedumbres. Pero antes darles el otro pan.
Y sin embargo, a pesar de esa miséria cultural en que vive gran parte de nuestros pueblos, a pesar de esa miseria económica, el pueblo ha oído de Rubén. En una de mis visitas a Nicaragua, pregunté al taxista: ¿Quién es Rubén Darío? Y el hombre me constestó con orgullo: “Es la gloria de Nicaragua.” Tal vez el taxista no sabía ningún poema de Darío, tal vez no había leído ningún poema de Darío, pero tenía ese orgullo de saber que Darío es la gloria de Nicaragua.
Y a veces nos equivocamos con el pueblo, nos equivocamos siempre. En uno de los Festivales de Granada, leí en el mercado de Granada, leí a gente que vendía su vigorón, sus verduras, su sopa de mondongo, recuerdo que leí un poema religioso, “Prodigios”, sobre la aparición de Jesús y la Virgen, a la gente desposeída, y para comenzar el diálogo, les pregunté si Jesús y la Virgen aparecián a la gente. Y mientras preparaban la yuca, y las tajadas de maduro, mientras se limpiaban el sudor con el delantal, se detenían a veces para contestar mis preguntas, cada vez más acuciantes, penetrantes, sobre cuestiones religiosas, de apariciones, y sus respuestas sobre Jesús y la Virgen, hubieran hecho empalidecer a los teólogos, respuestas llenas de sabiduria no aprendida en los libros, sino en la experiencia de cada día, en la experiencia de su pobreza.
Me pregunto qué hubieran contestado, si el poema hubiera sido “Lo fatal” o “A Phocás, el campesino”, o cualquier otro poema de Rubén, lleno de esa distancia y tiempo, donde nuestra voz no alcanza. No hubieran contestado con esas explicaciones o interpretaciones que están en los libros sino con la voz de la experiencia.
Rubén, es un poeta para las muchedumbres, pero nosotros no hemos sabido llevar a Rubén a las muchedumbres. Hemos dejado a Darío en manos de los eruditos, de los darianos, y de los antidarianos y hemos traicionado la profecía de Darío de llegar a las muchedumbres, al pueblo.

 

Horacio Peña
horacio pena 002Managua, Nicaragua 1936. Poeta, escritor y catedrático de The Huston-Tillotson College and the Seminary of the Southwest de Austin, Texas. Es considerado el poeta –Nicaragüense, Estadounidense- vivo más importante. Premio Internacional Rubén Darío de poesía 1967. Miembro de La Academia Nicaragüense de la Lengua.

Material enviado a Aurora Boreal® por Horacio Peña. Publicado en Aurora Boreal® con autorización de Horacio Peña. Foto Horacio Peña © Horacio Peña. 

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