El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha: ¿teatro o vesania?

ian irachetaEl ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, escrito por Miguel de Cervantes Saavedra, es una novela avant la lettre que simplemente no pudo haber sida escrita en otro tiempo. Esto se debe a que ella recoge su materia de la literatura leída en la época, es decir, las novelas de caballerías, a las cuales parodia. En El Quijote, Alonso Quijano, el personaje principal, decide armarse caballero andante y salir en busca de aventuras. Parece paradójico entonces que, tras seguir y respetar los ideales caballerescos por incontables páginas, éste muera después de haber “abominado con muchas y eficaces razones los libros de caballerías.” (El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, II, LXXIV, 562) Esto verdaderamente se presenta como un non sequitur; en especial cuando consideramos que él permite que estos mismos ideales caballerescos sean los instrumentos de su destrucción: don Quijote es vencido por el Caballero de la Blanca Luna y es el mismo código caballeresco que lo obliga a regresar a la Mancha donde muere, presumiblemente, de melancolía. Pudo haber roto su palabra en cualquier momento y continuado con su “malandante caballería”. Sin embargo, sólo aborrece sus libros cuando esta acción no puede cambiar el curso de los hechos. En este ensayo utilizaré el topos del theatrum mundi como una posible explicación para el problema.

La mejor manera de entender el topos del theatrum mundi es probablemente a través de esta cita de Shakespeare: "Antonio: I hold the world but as the world, Gratiano; / A stage where every man must play a part.” (Shakespeare. The Merchant of Venice, I,I) Es importante entender que, durante la época renacentista, el concepto del mundo concebido como un giganesco escenario, en dónde “every man must play a part” (The Merchant of Venice, I,I) no era considerado como una herramienta reservada únicamente para la literatura. William J. Bouwsma asevera que la idea del gran teatro del mundo era puesta en práctica en la vida cotidiana. Bouwsma alude a los “los espejos de príncipes”, manuales que buscaban educar y refinar a una persona para las maneras de la corte, con la intención de mostrar que el theatrum mundi era verdaderamente un concepto vivido, ya que estos manuales realmente proponen disfraces para los individuos que los siguen. Tal vez un ejemplo aún más claro se ve en El Príncipe de Maquiavelo, ya que este autor “argumenta que el príncipe unas veces debe de ‘hacer de león y otras de zorro’.” (Bouwsma. El Otoño del Renacimiento, 181) Siguiendo el mismo razonamiento, Bouwsma incluso argumenta que “la reina Isabel I fue la más grande creación dramática de la época.” (El Otoño del Renacimiento, 182) Es este mismo concepto del teatro del mundo vivido en Inglaterra y la Europa continental que también se ve manifestado en El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha. Empero, ya que, en esta novela, el teatro del mundo no toma lugar en el mundo mismo, sino en una obra literaria, y, por lo tanto, hay un nivel extra de subordinación diegética, podemos decir que este theatrum mundi se desarrolla adentro de una mise en abyme1.
Aunado a esto se encuentra el hecho de que, en la segunda parte de la obra, la representación teatral (si se concede utilizar el término) de don Quijote deja de ser efectuada únicamente para beneficio del lector. En cuanto los personajes del Quijote que han leído esta misma obra interactúan con el personaje epónimo, la original “audiencia” de la representación teatral se amplía para contener tanto al lector como a estos nuevos personajes ficticios. Cabe remarcar, entonces, que el hecho de que este teatro del mundo se encuentre enmarcado en una puesta en abismo innegable conlleva el fortalecimiento del efecto causado por la idea de una realidad cuya verdad es cuestionable: para citar a Borges,
¿Por qué nos inquieta que don Quijote sea lector del Quijote? […] Creo haber dado con la causa: tales inversiones sugieren que si los caracteres de una ficción pueden ser lectores o espectadores, nosotros, sus lectores o espectadores, podemos ser ficticios. (Ficcionario: una antología de sus textos, 298)
El efecto de este proceso sobrepasa al texto mismo. Ya no es posible concebir al gran teatro del mundo como un abstracto encarcelado en las páginas de la novela, sino que, gracias a la combinación del theatrum mundi y la mise en abyme, el lector mismo se ve incluido en el juego de ficción-verdad, subjetividad-objetividad por el cual se caracteriza El Quijote.
Sin embargo, todo este razonamiento sólo es defendible si aceptamos que don Quijote es un actor en el gran teatro de la novela. Empero, para poder hacer esto, es preciso argumentar en contra de la teoría más común con la que se justifica su aparentemente contradictoria elección de defenestrar los ideales caballerescos al momento de su muerte.
Es común leer que don Quijote recupera la cordura antes de morir 2; sin embargo, hay varios puntos en la obra donde se traiciona el hecho de que Alonso Quijano tal vez nunca estuvo loco. La postura común frente a este problema literario, es, entonces, motivo de amplio debate. La cordura de don Quijote es tan justificable como lo es refutable. Sin embargo, para el propósito de este ensayo, argumentaré a su favor en tres niveles crecientes en complejidad. En primer lugar, a lo largo de la obra se utilizan adjetivos relacionados con la cordura y el entendimiento para describir la retórica de don Quijote, claro está, siempre y cuando no hable de asuntos caballerescos. Pasajes como el siguiente prueban este hecho: “Fueron [el cura y el barbero] dél muy bien recebidos, preguntáronle por su salud, y él dio cuenta de sí y de ella con mucho juicio.” (El ingenioso…, II, I, 281) Aquí se evidencia la habilidad de don Quijote para hablar ecuánimemente de trivialidades, lo que da por concluido el primer nivel del análisis de su salud mental. Hasta este momento es justificable aseverar que su vesania no afecta los aspectos más superficiales de su vida.
Sin embargo, hay otros pasajes en los que, después de convivir con un grupo de personas que inicialmente lo toman por desquiciado, don Quijote es elogiado por su gran discreción al hablar de temas con mayor complicación que “su salud.” Temas en los cuales, por lo tanto, existe mayor posibilidad de que la locura se desriele.3 Una versión “simple” de esto se puede encontrar en este mismo capítulo. Don Quijote conversa con el cura y el barbero de “esto que llaman razón de estado y modos de gobierno”. Sobre estos temas de tan alta complejidad e infinidad de opiniones, don Quijote habló “con tanta discreción en todas las materias que se tocaron, que los dos examinadores creyeron indubitablemente que estaba del todo bueno y en su entero juicio.” (El ingenioso…, II, I, 282) Ya que está establecido que su cordura se puede extender a tratar temas complicados, es importante remarcar, de todas formas, que los discursos que se ven ejemplificados en este pasaje aún se mantienen lejos de lo relacionado a la andante caballería. Hasta este momento sería posible argumentar que Alonso Quijano es un personaje cuerdo en todos los aspectos, hasta que los caballeros andantes son mencionados y que, en cuando esto ocurre, él se convierte en don Quijote. Empero, como el pasaje que será citado a continuación demuestra, la mayoría de estos discursos, sino es que todos ellos, son emitidos por la boca de don Quijote, y no la de Alonso Quijano, quien, podríamos argumentar, sólo aparece dos veces, al principio y final de la obra; por esta razón, una teoría que justifique la cordura y la locura por medio de la doble personalidad sería fácilmente rechazada.
El capítulo XXXVIII de la primera parte, “Que trata del curioso discurso que hizo don Quijote de las armas y las letras”, es un pasaje que es imperativo comentar, ya que en él conviven en cierta armonía la cordura y buen juicio de don Quijote y sus disparates caballerescos. Este capítulo, cuyo tema verdaderamente empieza en el anterior, es testigo de un discurso en el que es imposible decir en términos binarios si don Quijote es cuerdo o no. Para proporcionarle al lector una idea del contexto en el que se desarrolla este discurso, agrego que, en este punto, se encuentran sentados a la mesa de una venta don Quijote, Sancho, Cardenio, don Fernando, Dorotea, Luscinda, Zoraida y el capitán cautivo. El discurso que se engloba en este capítulo es verdaderamente una disertación de gran extensión cuyo propósito es determinar si las armas son humanamente superiores a las letras o viceversa. Durante un extenso capítulo don Quijote ofrece una panoplia de razones que lógicamente llegan a la conclusión que las armas superan a las letras. Ante ésta, todos los oyentes quedan asombrados de su entendimiento y uso de la razón. Sin embargo, este discurso empieza, tal vez de manera contradictoria, hablando de la andante caballería:
Verdaderamente, si bien se considera, señores míos, grandes e inauditas 4 cosas ven los que profesan la orden de la andante caballería. Si no, ¿cuál de los vivientes habrá en el mundo que ahora por la puerta deste castillo entrara, y de la suerte que estamos nos viere, que juzgue y crea que nosotros somos quien somos? (El ingenioso…, I, XXXVII, 200) 5
Si bien el exordio del discurso parece advertir el advenimiento de una infinidad de disparates, la forma en la que don Quijote analiza las profesiones relacionadas a las letras y a las armas, es decir, los estudiantes, escritores, y caballeros y soldados, muestra una verdadera maestría de la retórica y argumentación. 6
De tal manera, y por tan buenos términos, iba prosiguiendo en su plática don Quijote que obligó a , por entonces, ninguno de los que escuchándole estaban le tuviese por loco. (El ingenioso…, I, XXXVII, 200)
Finalmente cabe comentar un pasaje más que probablemente terminará de cimentar la duda en la mente del lector sobre la alegada locura de este tan ilustre personaje: en la segunda parte y tercera salida de don Quijote, él y Sancho terminan a causa de varias vicisitudes en el castillo de un duque y su duquesa. Éstos, amantes como son de los libros de caballerías, no tratan a don Quijote como desquiciado, sino como verdadero caballero andante. Cuando don Quijote llega al castillo es recibido con un suntuoso banquete y tremenda prosopopeya. El trato tan especial y nunca antes recibido hace reflexionar al caballero. El narrador le intima al lector que “todos, o los más, derramaban pomos de aguas olorosas sobre don Quijote y sobre los duques, de todo lo cual se admiraba don Quijote; y aquél fue el primer día que de todo en todo conoció y creyó ser caballero andante verdadero, y no fantástico.” (El ingenioso…, II, XXXI, 398) Este pasaje demuestra que todo este tiempo don Quijote ha estado jugando su rol en el theatrum mundi, sí, hacia los demás, pero también hacia sí mismo. Si nunca se creyó “caballero andante verdadero” hasta un día en la segunda parte de la historia.
Si bien he demostrado en varios pasajes que la locura de este personaje es puesta en duda, hay un sin número de capítulos que prueban lo contrario. El más célebre de éstos se encuentra en el principio de la obra: “[Y] así, del poco dormir y del mucho leer, se le secó el celebro, de manera que vino a perder el juicio.” (El ingenioso…, I, I, 15) El juego entre la cordura y la vesania simplemente no se puede pensar en términos binarios que radiquen en un fulminante diagnóstico médico. Como dice Gonzalo Torrente Ballester:
si el lector, por su cuenta, decide que el personaje no es loco, no puede evitar que el narrador le recuerde insistentemente la locura; y si, por el contrario, recibe como válida la valoración del narrador, tampoco puede evitar que, con harta frecuencia, el personaje le parezca cuerdo. (El Quijote como juego, 42)
Esto, sin embargo, está muy lejos de ser la solución al problema planteado en el exordio de este ensayo. Tal vez, la cita de Torrente Ballester simplemente abre la puerta a varias soluciones. Si el lector considera que el personaje está loco, entonces, don Quijote, en su lecho de muerte recupera la cordura ex nihilo. Si, por otra parte, el lector considera que el personaje era cuerdo, otra solución enteramente diferente tiene que ser buscada. Tal vez ésta se puede encontrar en un topos recurrente en los siglos XVI y XVII. El theatrum mundi. Probablemente el ejemplo más claro de este tópico en la obra se encuentra en el capítulo XXVI con el retablo del maese Pedro. En éste, la ficción y la realidad se mezclan en la mente de don Quijote. Los títeres de Melisendra, Carlomagno, y el rey Marsilio de Sansueña se transforman en personajes verdaderos, y don Quijote, en su intento para derrotar al rey moro ataca indiscriminadamente a los títeres. Después de la masacre, sin embargo, el teatro se acaba y don Quijote regresa a la realidad y paga por los daños que causó a Ginés de Pasamonte. ¿Es acaso esto lo que pasa en una escala mayor al final de la obra? El teatro del mundo cervantino cierra su telón, y con él muere el personaje don Quijote de la Mancha. Como dice Shakespeare,

All the world's a stage,
And all the men and women merely players.
They have their exits and their entrances, (As You Like It, II, IV)

El actor, Alonso Quijano, ya desprendido de su rol, entra en su “verdadera” personalidad y “paga” por los daños que le causó a sus amigos y familia dejando propiedades en su testamento. Toma su exit como dice Shakespeare, y concluye: “Fui don Quijote de la Mancha y soy agora, como he dicho, Alonso Quijano el Bueno” (El ingenioso…, II, LXXIV, 561).

Si bien esta teoría es marcadamente menos convencional que la otra, explica varios aspectos de la obra que frecuentemente se dejan debajo de la alfombra de la crítica: El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha siempre es discutido en términos de la parodia a las novelas de caballerías. Sin embargo, hay otro género parodiado que recibe mínima atención por el público “lector.” Este segundo género es el de la novela pastoril, y hace esporádicas apariciones a lo largo de las dos partes de la obra. Una de las más relevantes es cuando Sancho y don Quijote van en camino a Barcelona. En su trayecto encuentran un grupo de pastores fingidos:
os lo quiero decir en breves palabras. [Desde] una aldea que está hasta dos leguas de aquí, donde hay mucha gente principal y muchos hidalgos y ricos (…), nos viniésemos a holgar a este sitio, que es uno de los más agradables de todos estos contornos, formando entre todos una nueva y pastoril Arcadia, vistiéndonos las doncellas de zagalas y los mancebos de pastores. (El ingenioso…, II, LVIII, 504).

Podemos notar en este pasaje que lo que este grupo de personas está haciendo no es en demasía diferente a lo que experimenta don Quijote. La idealización de Arcadia y la tradición bucólica obligó a las doncellas a cambiar sus vestidos finos por ropa de zagalas, de la misma forma que don Quijote cambia su vestimenta por la armadura de un caballero.
Explicar la obra a través del theatrum mundi resuelve dos problemas adicionales: después de que don Quijote es vencido por el Caballero de la Blanca Luna y forzado a renunciar a la andante caballería, el personaje epónimo decide convertirse en pastor. En el capítulo LXVII, don Quijote le intima al lector sus planes para el futuro:
Yo compraré algunas ovejas y todas las demás cosas que al pastoral ejercicio son necesarias, y llamándome yo “el pastor Quijótiz” y tú “el pastor Pancino”, nos andaremos por los montes, por las selvas, por los prados, cantando aquí, endechando allí (El ingenioso…, II, LXVII, 538).

Esta resolución, sin embargo, aunque en un punto apoyada por Sansón Carrasco, el cura, el barbero y Sancho mismo nunca llega a su resolución. La razón detrás de esto nunca es expuesta, sin embargo, una explicación posible se encuentra, nuevamente, asociada al fenómeno teatral. La necesidad de actuar un papel, experimentada universalmente durante el Renacimiento, según Bouwsma, llevaba a “una imperceptible oscilación entre el papel social y ‘el verdadero yo’.” (El Otoño del Renacimiento 1550 – 1640, 184) Asimismo, este historiador argumenta que la idea de actuar un papel diferente dependiendo de la compañía con la cual un individuo se encontraba no era un hecho tan natural como lo es ahora. Principalmente son estas razones las que llevan a un odio generalizado dirigido a los actores. Un actor es entonces, una persona que, en el gran teatro del mundo, pretende ser actor que, en el “pequeño teatro”, pretende ser un personaje ficticio. De aquí se puede concluir que el odio y la desconfianza hacia los actores podría ser una razón por la cual el proyecto pastoril de Alonso Quijano falla.
El segundo problema resoluble por medio del theatrum mundi radica en la descripción topográfica de los lugares visitados por el Caballero de la Triste Figura. La representación del espacio diegético en Don Quijote está contruída a través de un juego de antinomias. Cervantes, “a las vastas y vagas geografías de Amadís opone los polvorientos y sórdidos mesones de Castilla.” (Borges, Jorge Luis. Ficcionario: una antología…, 296) En términos más abstractos, siempre hay una dicotomía que contrapone “a un mundo imaginario poético, un mundo real prosaico.” (Ficcionario: una antología…, 296) Es aquí donde entra el mundo teatral, ya que este recurso es idiomático a la representación dramática. El teatro, impedido por su propia naturaleza de poder crear una representación realista, se ve limitado a la insinuación y a la voluntad de la audiencia. Este hecho es reconocido en algunos prólogos de obras teatrales:

theater 400



 

 

 

 

En conclusión, sería tal vez posible encontrar un compromiso entre las dos teorías analizadas en este ensayo si aceptamos que el teatro es una locura, algo irracional, pueril, un juego. Una locura que acaba con el cierre del telón. Es pertinente mencionar que en varios idiomas, como el francés y el inglés, la palabra usada para la representación teatral es el verbo “jugar”. On joue un rôle. One plays a character. Alonso Quijano es un hombre que “frisaba (…) con los cincuenta años” (El ingenioso…, I, I, 15), sin hijos en quiénes concentrarse, viviendo una vida aburrida. Decide entonces convertirse en caballero andante y llevar una forma de vivir sus últimos años siendo virtuoso como sólo lo podían ser los héroes de antaño, deshaciendo tuertos y enmendando agravios. ¿Es entonces, tan imposible creer que adopta un equivalente anacrónico de lo que Taylor Colerige llama “willing suspension of disbelief” (suspensión voluntaria del escepticismo)? Su condición es locura entonces, mas pretendida, y aceptada. Después de todo hay gente hoy en día que pretende ser caballero o princesa en festivales medievales; gente que, tal vez, si tan sólo por un segundo apasionado, está convencida de vivir en el medievo. La única diferencia entre ésta y Alonso Quijano sería entonces el entusiasmo y la convicción.

 

Notas

  1. El término “en abyme” proviene de la tradición heráldica, en la cual se representaba un blasón, o escudo de armas, contenido adentro de otro. En literatura, alude a momentos en los que una historia es contenida dentro de otra.
  2. “Por último, don Quijote recobrará el juicio tras dormir ‘de un tirón, como dicen, más de seis horas’ lo cual le habría producido un humedecimiento del cerebro, que le devolvió el juicio.” (Saborido, Emilio. Entre burlas y veras: Don Quijote como un loco-cuerdo, 4)
    “Pero Don Quijote no podía vivir eternamente y es en la Segunda Parte donde empezamos a ver una lección de desengaño. (…) Don Quijote debe morir porque ha perdido la ilusión al recuperar la cordura.” (Goberna Simó, Lourdes. El juego cervantino de locura-lucidez y la variedad de interpretaciones del Quijote, 242)
    Pero eso sucede ya en el capítulo LXXII, inmediatamente antes, pues, de que don Quijote, pase a ser Alonso Quijano el Bueno, recupere su cordura y muera cristianamente.” (Hazas Rey, Antonio y Arrollo Sevilla, Florencio. Introducción. El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, XLI)
  3. El capítulo XXXVIII de la primera parte, “Que trata del curioso discurso que hizo don Quijote de las armas y las letras” se puede considerar adentro de esta categoría, ya que don Quijote es escuchado por una audiencia que lo tiene por loco y queda asombrada de escucharlo hablar con tanta elocuencia sobre las armas y las letras.
  4. Las cursivas utilizadas, no sólo en éste, sino en todos los pasajes de la obra no forman parte de la edición original y fueron agregadas para resaltar mi interpretación de la cita.
  5. Es importante remarcar que, aparte de formar el contraste entre locura y cordura que se aprecia entre el principio y final del discurso, esta cita es relevante ya que en ella se demuestra que don Quijote está totalmente consciente de lo implausible que es el hecho de que sea caballero andante en esa época y lugar.
  6. Es necesario agregar en este punto, como un “aparte” afuera de la realidad diegética del texto, que lo que permite la existencia de este discurso es la doble identidad de Cervantes. En 1570 “Sienta plaza como soldado en Nápoles.” (Belmonte, Isabel. Protagonistas de la civilización: Cervantes, 74)
  7. La traducción es mía.

 

Bibliografía:
Ballester Torrente, Gonzalo. El Quijote como juego. España: Punto Omega. 1975. Print.
Belmonte, Isabel, et al. Protagonistas de la civilización: Cervantes. Madrid: Editorial Debate. 1983. Print
Borges, Jorge Luis. Ficcionario: una antología de sus textos. “Magias Parciales del Quijote”. México: Fondo de cultura económica. 1981. Print.
Cervantes de Saavedra, Miguel. El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha. España: Real Academia Española. Print.
Goberna Simó, Lourdes. “El juego cervantino de locura-lucidez y la variedad de interpretaciones del Quijote”
En Actas del III Coloquio Internacional de la Asociación de Cervantistas. Barcelona: Anthropos. p.p. 227-42
Hazas Rey, Antonio y Arrollo Sevilla, Florencio. Introducción. El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha. Por Miguel de Cervantes Saavedra. España: Centro de Estudios Cervantinos. 1994. Print
Saborido, Emilio. Entre burlas y veras: Don Quijote como un loco-cuerdo. Sevilla: Espéculo: Revista de estudios literarios. 2009. Web.
http://www.ucm.es/info/especulo/numero41/burlasqu.html
Shakespeare, William. As You Like It. New York: Penguin Books, 1990. Print.
Shakespeare, William. Henry V. New York: Penguin Books, 1989. Print.
Shakespeare, William. The Merchant of Venice. New York: Penguin Books, 1995. Print.
Wlliam J. Bouwsma. El Otoño del Renacimiento 1550 - 1640. Barcelona: Editorial Crítica. 2001. Print.

 

ian iracheta 350Ian Iracheta
México, 1994. Escribe novela, narrativa corta, poesía y ensayo principalmente en inglés. Estudia la licenciatura en Letras Inglesas en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM y la licenciatura de Concertista de Piano Clásico en la Facultad de Música de la misma universidad. Participó en la traducción del inglés al español del libro de ensayos de Robert Louis Stevenson Virginibus Puerisque bajo la coordinación del escritor mexicano Hernán Lara Zavala a publicarse próximamente bajo el sello de la UNAM. Piensa dedicarse profesionalmente a la escritura de ficción en lengua inglesa de manera paralela a su carrera de concertista.

 

El ensayo "El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha: ¿teatro o vesania? " enviado a Aurora Boreal® por Ian Iracheta. Publicado en Aurora Boreal® con autorización de Ian Iracheta. El ensayo fue publicado anteriormente en Academia.edu.  Foto de Ian Iracheta © María García Esperón.

 

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