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Este libro, el primero que aborda novelas históricas contemporáneas desde una perspectiva crítica, será de gran ayuda para los estudiantes y profesores de literatura y le permitirá al público en general acercarse con herramientas juiciosas al actual panorama de la literatura colombiana. Además, ya que varias de las novelas lanzan miradas literarias a los procesos de independencia y a los esfuerzos que hicieron los colombianos del pasado por constituirse en nación, es una obra muy a propósito para enriquecer con una mirada renovada las consideraciones en torno al Bicentenario.
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- Por Pablo Montoya
En este volumen se incluyen todos los premios literarios de narrativa breve del autor
Salió a la venta el volumen de cuentos recogido bajo el título La enfermedad de las niñas rubias. Este libro aglutina lo mejor de la narrativa corta del escritor Ignacio Borgoñós, avezado narrador en esta distancia donde prima la inmediatez de unas historias que llegan a lo más profundo del sentimiento.
La totalidad de los cuentos que Alfaqueque presenta en esta ocasión, están premiados en distintos certámenes repartidos por la geografía española.La enfermedad de las niñas rubias es un libro para ahondar en los caprichos del destino, en la curiosidad de las relaciones de pareja, saboreando en todo momento el gusto por una delicadeza a la hora de escribir y un compromiso por parte del autor con la literatura. La belleza, la infidelidad y el sexo se entrecruzan en estas historias que arrastran una metafísica del sentimiento y que nos hacen reflexionar sobre si la colocación de las piezas sobre el gran tablero de nuestra existencia es la correcta o no, sobre si al fin y al cabo son los pequeños detalles los que determinan un futuro difícil de enderezar, pero al que los protagonistas de estos relatos hacen frente con una dignidad envidiable.
Borgoñós es autor de las novelas Hotel Mandarache (2005), Ánimos sombríos (Premio Libro Murciano del Año 2006) y Recitando a Petrarca (Alfaqueque Ediciones, 2009) que fue Finalista en el Premio Vargas Llosa de Novela 2008. Destaca, igualmente, sus premios de cuentos y relatos ganados por toda la geografía nacional española.
Información enviada a Aurora Boreal® por Fernando Fernández Villa de Editorial Alfaqueque
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- Por Ignacio Borgoñós
Fayad sigue de cerca el modelo de Monterroso-construcción centrípeta, alta economía expresiva, intemporalidad, elaboración elíptica-y actualiza posturas en las que la narración no pretende retratar realidades o ilustrar determinadas situaciones, sino crear un orden posible que desafía la lógica causal y desestabiliza las convenciones habituales del lector. Leoncio, hombre citadino, solitario y anónimo, es el personaje de todos los relatos; a través suyo se unifican series de motivos de distinta procedencia literaria: mutación de espacios, espejos inquietantes, cruce de tiempos, sueños infinitos, juegos de dobles o insospechadas equivalencias entre arte y vida. A la manera de Kafka, Fayad crea ambientes que limitan con lo absurdo al tornar enigmático y oscuro lo trivial y cotidiano; como Cortázar, hace coincidir diferentes temporalidades en una asombrosa confusión de realidad y fantasía; siguiendo a Borges, incursiona en laberintos filosóficos y se entrega sin reservas al indefinible límite entre sueño y vigilia.
Cristo Rafael Figueroa nació en Colombia en 1953. Director del Departamento de Literatura de la Universidad Javeriana y del Porgrama de Ciencias Humanas en la misma universidad. Doctor en literatura de la Universidad Javeriana. Hace parte de los libros Seis estudios sobre la tejedora de coronas (1991) y Apuntes de la Literatura Colombiana (1994), La novela colombiana ante la crítica, 1975-1990. Sus artículos han sido publicados en revistas especializadas en Colombia y en el exterior.En efecto, Leoncio se siente extraño y desorientado cuando súbitamente desconoce su barrio y su casa: la comunidad de vecinos se transforma en aglomeración urbana, construcciones de vidrio y centros comerciales reemplazan el antejardín con pinos o la vieja aldaba del portón es a la vez el timbre eléctrico de un moderno edificio ("El otro camino"); en una calle familiar descubre asombrado que un espejo al reproducirlo le anuncia cómo irá vestido y cuál será la expresión de su rostro el día siguiente ("Un espejo después"); en otra ocasión, equivoca la vivencia de los días ("El día equivocado") y pierde un jueves del almanaque ("El día extraviado"); la confusión temporal hace que en su presente de adulto viva de nuevo un accidente de la infancia ("Historia de la cicatriz"). La incertidumbre ante la vida se acentúa cuando en la oficina, en la calle o en el apartamento, Leoncio experimenta la indefinición entre sueño y vigilia; ésta suele estar gobernada por aquél ("Sueño en colores"); al intentar liberarse de una pesadilla, cada experiencia cotidiana lo acerca más a la realidad soñada ("Anuncios del gran temblor"); cuando sueña que está soñando pierde los sueños y de inmediato inicia otros ("Pesadilla lejana"), que a su vez se transforman en laberintos infinitos ("La cama y el escritorio"). Por otra parte, el aislamiento y la conciencia de soledad de Leoncio agudizan sus sentidos hasta el punto de escuchar ruidos guardados de antaño por su memoria, entre los cuales descubre el eco de sus propias palabras nunca oídas y recuerda el momento en que las pronunció ratificando el vacío de significado de las mismas ("Ruidos en vano"). De ahí la persistente necesidad de comunicación presente en varios minicue ntos: ante la imposibilidad de conversar con un amigo, Leoncio dialoga con su propia sombra proyectada en la pared y para no perderla enciende bombillas ("Convocatoria de la sombra"); se comunica consigo mismo desdoblándose en una rata a la que no ha podido expulsar del apartamento ("Mensaje de medianoche"), o se pelea con su yo, que degradado en forma de perro sarnoso lo persigue hasta exasperarlo ("Un hombre y un perro").
Luis Fayad nació en Bogotá en 1945. Durante los años escolares se desempeñó como guionista en teatro, televisión y radio. En los años 60 empezó a trabajar como periodista de contratos libres y de planta y a publicar cuentos y notas literarias en revistas y periódicos nacionales y extranjeros. Hizo cursos de Sociología en la Universidad Nacional de Colombia. Literatura, periodismo y otras tareas relacionadas con el arte fueron sus ocupaciones hasta su viaje al exterior en 1975. En París continuó con sus ocupaciones, al lado de otras que le proporcionaban el sustento, mientras asistía a conferencias y hacía de oyente en cursos de literatura, arte e historia en universidades, escuelas superiores e institutos especializados. También ha vivido en España y en Estocolmo. En la actualidad vive en Berlín, Alemania, adonde fue invitado por el Programa Cultural de Berlín del DAAD durante un año. Se desempeña por cuenta propia como periodista, traductor del alemán al castellano y lector de su trabajo literario y conferencista en universidades y centros culturales. Publicaciones: Novela: Los parientes de Ester (1978), Compañeros de viajeLa caída de los puntos cardinales (2000), Testamento de un hombre de negocios (2004). Relato:La carta del futuro (1993), El regreso de los ecos (1993), Un espejo después (1995). Cuento:Los sonidos del fuego (1968), Olor de lluvia (1974), Una lección de la vida (1984).La inseguridad, la incertidumbre y la crisis de sentido generan en Leoncio la pregunta filosófica, la inquietud metafísica o la reflexión existencial ("El destino en una línea", "La forma del mundo", "El fin del mundo", "El centro del universo"). Finalmente, la confluencia de arte y vida desvirtúa convenciones sociales y dogmas de la cultura y le permite experimentar un orden secreto: intuye el nacimiento de una sinfonía en la confusión de ruidos callejeros ("Música privada"), identifica la realidad con un texto que continuamente se lee y del cual el lector es a su vez personaje ("Personaje en apuros"), desea comprender a cabalidad la sustancia de transeúntes representados en un cuadro, alternando para ello su condición de sujeto espectador y de objeto representado ("Galería de exposiciones"). Incluso, vive la inestabilidad de las significaciones cuando enfrenta la problemática de la escritura ("Inútil rescate"), quizá la misma que asistió a Luis Fayad a lo largo de todos los relatos de Un espejo después.
Una vez recorrida la narrativa de Luis Fayad desde 1968 hasta 1995 es claro el cruce de dos procesos mutuamente conectados en su interior: el de la escritura con sus correspondientes dinámicas expresivas y el de captación de la problemática de un espacio urbano, Bogotá entre los años sesenta y ochenta, metamorfoseada luego en cualquier urbe contemporánea. En efecto, sus formulaciones narrativas en relación con el desarrollo urbano de Bogotá se encuentran tensionadas entre la "ciudad del estado de sitio", creada a mediados del siglo XX por sectores domina ntes sin contar con la participación del ciudadano, y la "segunda fundación de la ciudad colombiana", proyecto conjunto de arquitectos, urba nistas, sociólogos, narradores y artistas en general, el cual remite críticamente a los condicionamientos que rodearon la primera fundación de la ciudad moderna con el objeto de no frustrar una nueva concepción de la misma. A su vez, los textos más recientes que hemos comentado logran crear un topos donde se reconcilian provincia y metrópoli, se reconocen las diferencias, se valora la oralidad e incluso se superan fronteras espacio- temporales para identificar problemáticas análogas entre Bogotá y otras latitudes o para conformar una urbe universal, en la cual el nuevo nómada transita solitario y desorientado al tiempo que vive la crisis del sentido.
Artículo cortesía de Luis Fayad. Artículo publicado en 1995 con motivo de la primera edición de Un espejo después. Para ordenar el libro puede contactar con www.silabaeditores.com Foto de Luis Fayad © Daniel Mordzinsky. Carátula del libro cortesía de Sílaba Editores.
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- Por Cristo Rafael Figueroa
"Estrella Errante". Ensayo y/o Cuento. Aurora Boreal se complace en apoyar y difundir el Concurso Literario XICóATL "Estrella Errante". Apertura: Mayo 1, 2010. Cierre: Noviembre 30, 2010 Salzburg - Austria.
Bases del concurso
- Para trabajos inéditos, en prosa
- Extensión máxima: 5 páginas, formato DIN A4, tipo de letra Times New Roman tamaño 14, a espacio sencillo, margen: 2 cm x 2 cm x 2 cm x 2 cm.
- Tema: "(Latino)América / Europa / año 2100"
- Idioma: español
- Género: ensayo y/o cuento.
- Envío del trabajo: enviar vía e-mail a
- Fecha límite para el envío de los trabajos: 30 de noviembre 2010.PREMIOS:
- Se otorgarán 3 premios, cada uno de 500 euros, más la publicación en los siguientes medios:
1. Magazín Cultural Latinoamericano XICóATL, Estrella Errante, bilingüe, impreso y digital www.euroyage.org
2. Revista Digital En Sentido Figurado http://www.ensentidofigurado.com/
3. Revista Cultural Carátula http://www.caratula.net/
4. Revista Cinosargo http://www.cinosargo.cl.kz/
5. Cañasanta, Revista sobre Arte y Literatura Latinoamericana http://www.canasanta.com/
6. Revista Digital Antorcha Cultural http://www.antorchacultural.com/
7. Revista Digital miNatura http://www.servercronos.net/bloglgc/index.php/minatura/
8. Revista Literaria Azul@rte http://www.revistaliterariaazularte.blogspot.com/
9. NTC ... Nos Topamos con ... http://www.ntcblog.blogspot.com/
10. Inventiva Social http://www.inventivasocial.blogspot.com/
11. Revista Aurora Boreal La revista para los amantes del español en versión impresa y digital http://www.auroraboreal.net
- Mención de Honor y publicación (bilingüe en XICóATL) de los trabajos destacados.
- Los resultados se anunciarán en el No 96 de XICóATL (Julio/Septiembre/2011) y, por la misma época, en los demás medios descritos.
El jurado está integrado por:
1. Eduardo Francisco Coiro, por “Inventiva Social”,
2. Gabriel Ruiz Arbeláez, por “NTC … Nos Topamos con …”,
3. Ricardo Acevedo Esplugas, por “miNatura”,
4. Dr. Angel Lucio Gargiulo Filippini, por “Antorcha Cultural”,
5. Judy García Allende, por “En Sentido Figurado”,
6. Daniel Rojas Pachas, por “Cinosargo”,
7. Ángel Fernández, por “Cañasanta”
8. Dr. Luis Alfredo Duarte-Herrera, por “Estrella Errante”.
Más detalles en
CONCURSO XICóATL
www.euroyage.org
A-5020 SALZBURG - AUSTRIA
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- Por Yage
Todo nos llega tarde Julio Flórez. Biografia de Gloria Serpa-Flórez de Kolbe. Editorial Planeta.
UNA AUSENCIA TOTAL DE CRÍTICA A MI LIBRO SOBRE JULIO FLÓREZMe piden mis editores que les remita algunas páginas de crítica literaria sobre mi libro Todo nos llega tarde... Biografía de Julio Flórez para su publicación. Y yo, después de buscar infructuosamente, recuerdo que no tengo ningún documento que acredite alguna crítica porque inmediatamente salió el libro, María Mercedes Carranza escribió algo en Semana que mis amigos colombianos no quisieron ni contarme ni enviarme a Alemania donde residía durante esos veinte años. Así me quedé sin saber qué dijo la finada poetisa Carranza, a quien siempre tuve un gran aprecio y respeto desde nuestras épocas de condiscípulas en la Universidad de los Andes, y cuya desaparición considero una sensible pérdida para el panorama cultural y literario del país.
El libro fue publicado por Planeta Colombiana Editorial en Bogotá, con una primera edición en 1994 y una segunda edición en 1995, es decir seis años después de mi Gran Reportaje a Eduardo Carranza publicado por el Instituto Caro y Cuervo en Bogotá, en 1978. Y ambos libros se puede decir que han marcado un éxito bibliotecario cuyas ediciones están agotadas desde hace mucho tiempo, lo que me ha movido a escribir ya una segunda edición del de Carranza, y próximamente emprenderé la segunda edición de la biografía de Julio Flórez.
Me he puesto a pensar cómo han logrado sobrevivir con éxito inagotable esos dos libros, sin haber tenido el honor de ser comentados por ninguno de nuestros valiosos críticos colombianos, y no encuentro la respuesta. Quizá los libros son buenos, según me lo han dicho extraordinarios hombres de letras y estudiosos alemanes de filología románica que han tenido oportunidad de consultarlo y leerlo en Colombia y Alemania.
Pero lo más definitivo de su éxito y que me llena de satisfacción y orgullo de autora, es que, hasta el momento, encuentro, he encontrado y sigo encontrando que todas las citas biográficas sobre Julio Flórez y su obra que aparecen en Internet, están basadas (si no copiadas...) del libro de mi propiedad, aunque muchas, casi todas las veces, no llevan créditos ni siquiera se menciona mi libro en ellas. Aún en las obras de algunos de mis amigos escritores colombianos que posteriormente han escrito algo sobre el poeta Flórez, encuentro el rastro de mi propia obra.
Y contra esto no hay ni para qué pensar en luchar. No vale la pena, al contrario, es para mí un honor que se citen bien citados los detalles de vida y obra del poeta colombiano Julio Flórez. Mi deseo sería: "que copien, bueno, que copien, pero... ¡que copien bien!"
Gloria Serpa-Flórez de Kolbe
Bogotá, 18-09-2010
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- Por Gloria Serpa-Flórez de Kolbe
Naipes marcados es un libro hecho de reflexiones sobre el mundo y la vida que reviste un carácter notablemente ascético. Es, si se puede decir así, la filosofía moral destilada por un poeta que ha acumulado años, libros y experiencias. Se trata de un moralismo muy peculiar, ya que, tomándole la palabra a Pasolini, Marcos Barnatán, consciente de las limitaciones del moralista, estampa en su libro esta máxima cautelosa: «Los moralistas siempre están mal informados». No parece que sea ese su caso, seguramente porque es el poeta que hay en el autor quien suple la falta de información del moralista.
A veces, las reflexiones surgen sin rodeos, o sea, sin autores interpuestos; otras, proceden de lecturas inspiradoras; hay también casos en los que el autor transcribe una frase aguda, a menudo taladrante, que ha leído en un libro o que ha oído a un autor, y se ha sentido impresionado y acierta a transmitirnos la impresión. La composición de Naipes marcados en forma de collage es, por otro lado, muy propia de los libros de naturaleza religiosa o moral, como se ve en el caso misal romano, que es todo él un inmenso collage o mosaico de textos diversos, en los que lo importante es el mensaje que se quiere hacer llegar al lector, no una simple cuestión de procedencias y autorías, que Marcos Barnatán, por otro lado, nunca omite. Naipes marcados es, según la impresión global que me ha dejado su lectura, una especie de vademécum poético para llevar adelante la vida o, tal vez mejor, para prepararse a morir, ya que el tema de la muerte y el del tiempo son algunos de los temas principales del libro.
En el caso de Marcos Barnatán lo leído, que tanta parte tiene en Naipes marcados, forma parte de lo vivido, incluso de lo intensamente vivido. Desde que lo recuerdo, cuando ambos teníamos dieciocho años -él recién llegado a Madrid de su natal Buenos Aires-, Marcos siempre ha sido un lector, un hombre de infinitas lecturas, un rebuscador de libros, además de autor de libros numerosos e inspirados de poesía, novela y ensayo. Y esa pasión por la lectura es la misma que desde muy joven puso en escuchar a cuantos dedican su vida a escribir. Pues Marcos no ha querido nunca leer sólo de los libros, sino leer directamente a y de los autores de los libros, lo que puede explicar una sensación que a menudo he tenido conversando con él. He sentido que me miraba como si en vez de mirarme me estuviera leyendo. Su mirada no era tanto una mirada escrutadora o examinadora como lectora. Su forma de mirar era una forma de leer.
Marcos-Ricardo Barnatán nació en el seno de una familia sefardita de origen hispano-sirio. Realizó sus primeros estudios y cursó Filosofía y Letras en su ciudad natal. Llegó a España en 1954, a los dieciocho años, donde retomó sus estudios de Letras, fue poeta "novísimo" y embajador literario de Borges. En 1965 fija su residencia en Madrid, desde donde realiza frecuentes viajes a Argentina, Francia e Israel. Ha colaborado y colabora habitualmente, en calidad de crítico literario y crítico de arte, en las principales revistas españolas e hispanoamericanas. En 1971 publicó su primera novela, El laberinto de Sión, a la que siguieron Gor (1973), Diano (1982), y Con la frente marchita (1989). Sus narraciones completas están recogidas en La República de Mónaco (Seix Barral, 2000). Entre sus ensayos destacan La Kábala (1974) y Borges, biografía total (1996). Su poesía, que comparte los planteamientos de los "novísimos" y en la que las referencias a la Cábala y a la cultura judía son una constante, resulta un personal hallazgo donde se entrecruzan la tradición castellana y las literaturas europeas en sus tendencias más cosmopolitas. Su obra poética, que ha sido traducida a numerosas lenguas, está recogida en El oráculo invocado (1984), El techo del templo (1999) y Consulado general (2000). Naipes marcados, recoge aforismos, pensamientos, frases oídas o leídas, poemas, en un recorrido vital y literario que abarca desde 1980 a 2006.
Pero no se debe confundir esta pasión por la lectura con la simple erudición. Marcos siempre ha estado muy lejos de querer ser un erudito. En realidad, aprecia tan escasamente la erudición que, en Naipes marcados, dice de ella que es el «polvillo que cae de un libro a un cráneo vacío». La erudición de Marcos es de otra clase. Tiene un carácter moral y existencial, se dirige al conocimiento de la vida y de la muerte. No es erudición, sino sabiduría o la vía que lleva a la sabiduría. Si en Naipes marcados se ven aquí y allá citas de libros y de autores que hablan delante del propio Marcos, ese carácter desprendido o de collage del libro es sólo un instrumento para lo esencial: el intento por desplegar ante el lector las claves de la sabiduría o las que el poeta estima que lo son para llevar adelante la vida.
Se trata, cómo no, de una visión pesimista de la vida. Bien lo revela la comprobación terrible de que «sólo la desgracia puede ser disfrutada en plenitud», según la estampa Marcos en su libro, o como lo sugiere la frase, leída en D'Annunzio, que Marcos se apropia legítimamente y que dice: «No conozco peor epíteto para un hombre que llamarle feliz». Lo que, sin embargo, no impide que el autor haga más adelante estas aclaraciones: «Un hombre dichoso es algo más que un hombre alegre y aún mucho más que un hombre feliz». Hasta tal punto el dolor de vivir se apodera de la existencia que, como observa Marcos en otra parte, «cuando el dolor tiraniza el cuerpo nada existe más allá del dolor». En efecto, el dolor es el gran tirano de la existencia.
La visión que Marcos Barnatán nos ofrece de la condición humana está hecha con «la mirada retrospectiva del cangrejo», para emplear palabras que Marcos entrevé en Bierce. Está amasada con una melancolía íntimamente ligada a la condición temporal del hombre, a partir de la comprobación o axioma existencial de que el tiempo es «eso que irremediablemente pierdes». De ahí que Marcos considere una prueba de lucidez «ver el presente como una catástrofe permanente».
Esta visión del tiempo y del presente se complementa con la que nos hace contemplar el pasado como si fuera «un país extranjero». Cómo iba a ser de otro modo, si Marcos Barnatán nos advierte que nunca podemos llegar a «ser amos de nuestro propio tiempo». Esta incapacidad humana de ser dueños del propio tiempo le conduce a hacer un descubrimiento muy particular cuando concibe el calendario a partir de esta observación: «Ruskin tenía sobre su mesa de trabajo una piedra sobre la que estaba escrita la palabra: "Hoy"».
¿Qué es entonces para nuestro autor la esencia de una biografía, de la historia del individuo? Escuchémosle: «Hay un comienzo que está borrado y un después que te empeñas en reconstruir. Sabes que todo está muerto y sin embargo no dejas de mirarte en las borrosas aguas del pasado». El hombre, el poeta sobre todo, vive en esa contradicción: la de sentir que todo está muerto, si se compara con la vida que late en sus anhelos, y la de poder sin embargo contemplarse en las aguas del pasado, una aguas calificadas certeramente de borrosas, aguas que tanta inspiración proporcionaron a Marcel Proust y a Murasaki Shikibu.
Ignacio Gómez de Liaño. España 1946. Licenciado y doctorado en Filosofía y Letras en la Universidad Complutense de Madrid, ha sido profesor de Estética y Composición en la Escuela Técnica Superior de arquitectura de la Universidad Politécnica de Madrid, profesor de Filosofía y Metodología de las Ciencias Sociales en la Universidad Complutense de Madrid, y desde 1998, profesor de Estética en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Complutense de Madrid. Ha sido profesor visitante de las universidades de Osaka en Japón y de Pekín en China. Es colaborador habitual de medios de comunicación, y en prensa lo ha hecho en ABC, El País, El Mundo y otros muchos periódicos y revistas. Obra: La variedad del mundo (2009), Recuperar la democracia (2008), Hipatia, Bruno, Villamediana. Tres tragedias del espíritu (2008 ), Extravíos (2007), Breviario de filosofía práctica (2005), El camino de Dalí (diario personal 1978-1989) (2004), El diagrama del primer evangelio (2003), Sobre el fundamento (2002), Iluminaciones filosóficas (2001), Filosofos griegos, videntes judíos (2000), Musapol (1999), El círculo de la sabiduría, II: Los mandalas del budismo tántrico (1998 ), El círculo de la sabiduría (1997).
A partir de estas premisas, nada tiene de raro que el autor vea el mundo «como una sociedad limitada de la que somos todos miembros de número. Sociedad limitada por la rutinaria muerte, claro». Como el tiempo, la muerte también aparece a menudo en Naipes marcados en el centro de la reflexión poética. Marcos la ve, en alguna ocasión, a través del tarot; el tarot, que en un tiempo fue una gran pasión poética de Marcos y que explica tal vez el título del presente libro. La frase a la que aludo dice: «La vidente nos mostró la carta más temida: La Muerte. "Nos espera a todos", dijo». Naipes marcados es un tarot de esa especie, un tarot en el que la vidente de este nuevo Delfos sentencioso y enigmático destaca el naipe que marca el final de toda partida.
Marcos no ignora ciertas muertes, ciertas especiales aboliciones del tiempo, marcadas ominosamente por la Historia, por lo peor de la Historia, como cuando dice, según una frase leída en Max Ernst, que para los llevados a los campos de exterminio y para los desaparecidos por causas políticas «el tiempo existe en estado de abolición». Y se permite consideraciones como esta que se titula «Aniversario»: «Si Ana Frank hubiera podido festejar hoy su 75 cumpleaños, seguramente serían apenas unos pocos los que conocieran su nombre». Que la muerte, un cierto género de muerte, pueda ser causa de notoriedad, del esplendor que otorga la notoriedad, pone la muerte bajo otra luz que el autor no rehúye, a pesar de que se trata de una especie de luz negra, terrible.
A veces Marcos Barnatán hace, de forma elíptica e indirecta, una reflexión política, generalmente inesperada y luminosa, como cuando dice que «la cartografía es la madre de todas las guerras», o como cuando, a vueltas con la memoria, añade que «Susan Sontag se permitió recordarles a los alemanes del 2003 que su país no podrá ser nunca un país normal, y se felicitó de que esa anormalidad se mantuviera viva en la memoria colectiva». No a los alemanes del 2003, sino a los españoles del 2008, les recordé en un libro aparecido ese año (Recuperar la democracia) hasta qué punto la política alemana y en particular el pensamiento político alemán, al engendrar el materialismo dialéctico y poner las bases a los nacionalismos étnicos afincados en la tierra y la sangre, había sido la causa de la aniquilación de la civilización y la cultura europea que se observa desde finales del siglo XIX al primer tercio del XX, sin que pueda decirse que el proceso haya terminado. Lo mismo, sólo que de forma historiográficamente más detallada, acabo de leer en las primeras páginas del último libro de Stanley Payne que trata de Por qué la República perdió la guerra civil.
Como poeta a la vez que como contemplador de la Historia, Marcos a veces establece sugestivas ecuaciones, como la de Cagliostro y Rasputín, o la de Bin Laden y aquel Eróstrato que incendió el templo de Artemisa el mismo año en que nació Alejandro Magno.
De la idea que el autor se ha formado de la condición temporal del hombre se deduce que el aprendizaje esencial para la vida que podemos hacer, se compendia, como querían los estoicos y los ascetas, en esta frase: «Pierde el miedo a la muerte: entonces serás libre». La vida y la muerte son aprendizajes que van unidos. Lo que remite, de alguna forma, a una frase leída por Marcos Barnatán en Henri Michaux, donde se destaca «el valor que se necesita para ser nada y nada más que nada».
Como consecuencia del interés por indagar la condición temporal del hombre está el interés del poeta por cortejar a la memoria y, también, por saber qué se debe entender por Dios.
En «Tautologismos» se hace una extraña exaltación de la memoria y se llega a proclamar que «la memoria no es lo que recordamos en la memoria». Esa exaltación a veces se le ofrece al autor en la forma, menos tautológica, de un «proyecto para el invierno» como es el de «ordenar las fotos y hacer álbumes». O en la forma de «el alma que canta», como cuando escribe: «La música está siempre presente en toda evocación de la ciudad de mi infancia. Quizá mi verdadera patria». O en la de un sueño que muestra al poeta una escena del pasado con una fecha precisa, o en la evocación de los rojos divanes de un Café que parecen invitar a la eternidad, a una eternidad ilusoria. O en una reflexión tecnológico-filosófica, como cuando Marcos observa que la tablilla de cera que Aristóteles puso en el alma para representar la memoria se ha transformado en el disco duro que sirve para custodiar la incierta memoria del hombre. Esta alusión cibernética se filtra también en otro momento, en el que el autor dice ver la expresión «I love you» como un raro virus cibernético que acaba devorando todo lo que uno tiene almacenado en el disco duro de la vida.
A veces, como ya he anticipado, el tiempo coloca al poeta, al vate diríamos más bien, frente a Dios. El autor dice haber oído a Bioy Casares que «Dios es un monosílabo que arregla todas las cosas». No obstante, define la conversión en términos más misteriosos: «Renunció al tetragama para adoptar el trigrama. ¿Se empobreció algo más que en una letra?» El momento teológico crucial del libro está cuando el autor se pregunta con Canetti: «¿Y si Dios, avergonzado de la muerte, se hubiera retirado de la Creación?». De aquí al Dios de los gnósticos sólo hay un paso. Pero Marcos se libera de la angustia teológica o cree liberarse de ella al enarbolar como hallazgo la idea de encontrarse «con un Dios tan magnánimo que le permitía rezar sin exigirle creer».
Que importa al poeta la cuestión de Dios y de la fe se ve en este otro fragmento, que dice: «Los poetas ya no creemos en los dioses y en los héroes. Por eso ya no cantamos». Pero Marcos resuelve el grave problema del estímulo poético con el recurso al aburrimiento, pues algo así deduzco de la frase leída en Bergamín que Marcos estampa en sus Naipes marcados: «El aburrimiento de las ostras produce perlas». ¿No es el aburrimiento, como pretendía Goethe en un epigrama veneciano, el padre de las Musas? Pero Marcos, de nuevo cauteloso y pesimista, añade, parafraseando a J. C. LL.: «El aburrimiento de las parejas produce adulterio».
Todavía podríamos mencionar otros temas que baraja el autor en Naipes marcados, como puede ser el sentido elitista que demuestra al tratar de los valores de la cultura y, en particular, de los valores literarios, cuando dice, de forma conscientemente incorrecta, que «la democracia casi siempre concede el triunfo al mal gusto» y que el público «cuando admira, envilece». Y aún podríamos demorarnos en otras apreciaciones de naturaleza literaria, como cuando pone de ejemplo de «cleptómana» a alguien que «no podía dejar de apropiarse de todas las metáforas que admiraba».
Pero yo, para terminar, me quedo en esa mezcla de ficción y realidad que es la vida del hombre y tal vez también su muerte, y que, en Naipes marcados, Marcos Barnatán acaricia al revelarnos el gran secreto de que el cuadro de La Gioconda que admiran tantos y tantos japoneses en el Museo del Louvre no es sino una copia del que una sala del Museo del Prado guarda en permanente soledad. Como aquel pirómano que «quemó su cama para que el fuego borrara implacable todos sus sueños», Marcos Barnatán con sus Naipes marcados ha querido quemar las naves de la poesía para, al fin, poder navegar a cuerpo descubierto.
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Ignacio Gómez de LiañoAteneo de Madrid, 18 de junio de 2010
Cortesía de Fernando Sáenz de Libros del Aire. Ver más en www.librosdelaire.com
Foto de Marcos rocardo Barnatan tomada de www.ConoceralAuotr.com
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- Por Ignacio Gómez de Liaño
Víctor Manuel Mendiola es conocido entre nosotros como antólogo en las obras Tigre la sed: antología de poesía mexicana contemporánera (1950-2005) y La mitad del cuerpo sonríe: antología de poesía peruana contemporánea. Ha publicado en México tres libros de ensayo sobre poesía hispanoamericana (Sin cera, Breves ensayos largos y Xavier Villaurrutia: la comedia de la admiración) así como las selecciones de poesía mexicana Poesía en segundos y Sol de mi antojo.
El lector percibirá en la poesía de Víctor Manuel Mendiola su preocupación por volver a determinados valores que muchas veces han sido considerados anacrónicos u obsoletos, como la recuperación de la forma y los sentidos intelectual y metafísico. Todo ello con gran rigor y modernidad en la expresión. Hay en muchos de sus poemas un claro intento por atrapar el aspecto esencial de las cosas. En su acusada preocupación formal conviven original y creativamente la expresión al modo clásico con una escritura claramente vanguardista.
«Quizá creas que lo ves a diario -escribe Diego Valverde Villena en la Introducción-, quizá creas que vives en él. Pero ahora el mundo se te aparecerá tal como nunca lo has visto, porque te lo muestra la mirada creadora de Víctor Manuel Mendiola. Quizá creías conocer el mundo, el amor. Ahora verás que eran distintos. Pasa la página mientras "te precipitas/ en lo desconocido"».
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- Por Víctor Manuel Mendiola
El paraíso recuperado (Historia libresca de un ladrón) de Róger E. Antón Fabián.
A finales del siglo veinte era fácil datar un texto del siglo diecinueve basándose en el estilo, las formas, la temática y los principios guiadores del mismo. Durante los pocos años del siglo veintiuno que llevamos nos hemos preguntado cuándo seríamos capaces en el transcurrir de esta centena, de observar características diferenciadoras del cambio de siglo en los textos que leemos. "El paraíso recuperado (Historia libresca de un ladrón)" contiene algunos detalles que nos permiten identificarlo como un relato propio del siglo veinte pero escrito en el veintiuno.
El escritor peruano Antón nos ofrece un texto que entronca la mejor cuentística latinoamericana del siglo pasado. Borges, Uslar Pietri y Cortazar se asoman entre las líneas de cada página a las que sabiamente el autor ha sabido dotarles de su propia identidad, personalidad y vida.
La historia del ladrón de libros que despluma librerías y bibliotecas con el afán de leer lo obtenido sin tener que pasar por caja, resulta atractiva desde el principio. La comparación de pagar por leer con el pagar por sexo tiene su sentido en él, ya que prefiere la conquista del robo al "falso" placer del pago. Los secundarios y secundarias, como María que se arremolinan en su vida engordan la leyenda e inflaman sus sentimientos convirtiendo su afán en riesgo y ese riesgo en descontrol de su vida, la cual sigue fluyendo suavemente entre robo y robo.
En primera persona y bien razonado, la historia de Lázaro Cortés nos devuelve al ambiente universitario de los setenta u ochenta en Perú, pero las características del protagonista le podrían ubicar en cualquier lugar en que se hable castellano. Todo lo que sobresale o subsiste en él rezuma siglo veinte por los cuatro costados, pero más que nada el estilo es el que nos traslada al tiempo en que los años empezaban por 1. Sus razonamientos y excusas para su comportamiento son tan convincentes que nos hacen plantearnos algún "alunizaje" en la FNAC o desplumar a algún amigo librero. No sin falta de altruismo la contracubierta acertadamente lo identifica como "un libro digno de ser leído y, ¿por qué no?, mejor si es robado".
Se añaden ocho relatos adicionales entre los cuales el autor experimenta en unos y consigue en otros mostrarnos su verdadero talento para el cuento. Se incluye una pequeña obra de arte como es "Muerto por tiempo indefinido" que hará las delicias de los aficionados al cuento .
Alfaqueque, Editorial bien guiada por Fernando Fernández abre con esta obra una nueva colección de cuentos, relatos y novela corta , Equipaje ligero, que promete como casi todas las obras editadas por ellos, acercar más la literatura iberoamericana a la vieja España y ofrecer a este lado del castellano oportunidades a quienes entre los de allá bien se lo merecen como Antón Fabián.
PUBLICADO POR ALFAQUEQUE EDICIONES
ETIQUETAS: EL PARAÍSO PERDIDO (HISTORIA LIBRESCA DE UN LADRÓN), RÓGER E. ANTÓN FABIÁN
Reseña publicada en la web de El Placer de la Lectura (15/06/2009)
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- Por Róger E. Antón Fabián
Nada es lo que parece en Morbo Gótico
La editorial de Cieza presenta el jueves, 10 de junio, a las 19,30 h. en la librería Escarabajal de Cartagena, Morbo Gótico, de los escritores Ana Ballabriga y David Zaplana.
En Morbo Gótico podemos encontrar desconfianza, pasión, mentiras, obsesión, asesinatos, amor, manipulación... Nada es lo que parece en esta novela negra por la que ha apostado Alfaqueque Ediciones.
En la presentación participarán Ana Escarabajal, librera, Fernando Fernández, editor, Natalia Carbajosa, escritora y los autores, Ana Ballabriga y David Zaplana.
David Zaplana nació en Cartagena (Murcia) un caluroso día de agosto de 1975. Creció en las calles de La Aljorra junto a sus tres hermanos, entre peleas de pandillas y persecuciones de perros vagabundos. Ana Ballabriga esperó un poco más y dos años después decidió venir al mundo en una agradable noche de septiembre. Las frías calles de Candasnos (Huesca) y el ser hija única hasta los ocho años la convirtieron en una niña austera, encerrada con frecuencia en la lectura e intentando, desde temprana edad, el arte de conjugar palabras. Cruzaron sus vidas en Valencia, cuando él estudiaba ingeniería y ella psicología. La atracción fue mutua tras la primera conversación, que giró en torno a una película y su peculiar personaje. Su pasión por contar historias los llevó a hilar y escribir su primera novela que hoy permanece inédita. Pronto despertó en ellos el interés por la creación audiovisual, fundando en 2006 su propia productora, Ala Deriva Films. Después de recibir varios premios por cortometrajes y relatos, en 2007 publicaron su primera novela Tras el Sol de Cartagena. Su mejor obra hasta el momento vio la luz en 2008, poniéndose el listón muy alto: Una niña preciosa llamada Carmen. Actualmente están preparando el guión de un largometraje, así como diversos proyectos para televisión, compaginándolo, por supuesto, con la elaboración de su siguiente novela.
La novela:
Nicolasa sólo tiene ocho años, avanza despacio, deteniéndose para mirar atrás cada vez que un relámpago ilumina el tenebroso pasillo de su casa madrileña. Se acerca a la puerta de la habitación y duda antes de asomarse. Sabe que no debería hacerlo, pero le puede la curiosidad. Lo que no sabe es que a partir de ese momento no volverá a conciliar un sueño tranquilo.
Dos décadas después Nicolasa es psicóloga, vive en Lisboa y se ha casado con Nuno, un policía portugués. Su relación atraviesa una crisis debido a que cada uno se plantea diferentes prioridades: ella, triunfar en su profesión; él, formar una familia.
La aparición de un cadáver con agresiones similares a dos anteriores revela la existencia de un asesino en serie. Nicolasa presiona a su marido para que se entregue a fondo en el caso y consiga un ascenso. Él accede con la condición de que lo ayude a elaborar un perfil del asesino. En ese momento, una enigmática mujer inicia una terapia en la consulta de Nicolasa, y le confiesa que se encuentra inmersa en una tortuosa relación con un hombre casado. Un hombre cuya descripción se parece demasiado a la de Nuno, su propio marido.
Para contactar con los autores:
Ana Ballabriga +34 690819271
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- Por Alfaqueque Ediciones
Nueva novela de Roberto Burgos Cantor
Una siempre es la misma
Editorial Planeta
Páginas: 272 páginas
Una joven mujer encuentra en una línea caliente su forma de sustento después de enviudar, un boxeador le desfigura la cara a la victoria y conoce la de la derrota, una empresaria se enfrenta a la ley por ofrecer remedios para la soledad. Los personajes de estas páginas son equilibristas de la vida, luchadores en medio del fracaso sin dejar de ser lúcidos, divertidos, supersticiosos, mordaces y nostálgicos.
En esta entrega Roberto Burgos Cantor explora universos difíciles e importantes, como el de los amores malogrados, la impotencia ante la desgracia, el peso de la inocencia y la desdicha, los desencantos de la madurez y la constante duda.
Una siempre es la misma es una serie de aventuras íntimas, donde cada personaje es capaz de escarbar el pasado para encontrar en ese laberinto ciego una señal que quizás le sirva para comprender el presente. Es un retrato inteligente y reflexivo sobre la incertidumbre de la vida, una bitácora de historias terriblemente humanas.
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- Por Roberto Burgos Cantor
Crímenes municipales del escritor Darío Ruiz Gómez
Por Consuelo Triviño Anzola
Si las ciudades tienen su narrador, por ejemplo, París a Proust, Dublín a Joyce, Buenos Aires a Mallea y Nueva York a Paul Auster... Medellín también cuenta con el suyo. Podría decirse que es Fernando Vallejo, pero no sería exacto, por cuanto el mundo Vallejo, aunque se sitúe en Medellín, pertenece más a sus demonios particulares. Tendríamos que preguntarnos entonces en qué consiste "narrar una ciudad". Si se trata de ver, más allá de la historia y lo anecdótico, la evolución de ese organismo vivo que es un centro urbano, con sus cambios a lo largo del tiempo; si se trata de delimitar sus contornos, de transitar por sus calles, de perderse en sus laberintos, de explorar en las grandes superficies tras el sueño consumista, e incluso de rebuscar en los vertederos de basura, o de penetrar en la intimidad de sus casas, de captar los rasgos de sus personajes, entonces Darío Ruiz Gómez es el narrador de Medellín. Sus ficciones no nombran la ciudad de Medellín, pero la dibujan con finas pinceladas, ofreciéndonos su nítida fotografía en instantes consagrados para la memoria. Sus diez libros de narrativa y sus numerosos ensayos sobre estética y urbanismo, le otorgan esa distinción.
Reconocido por la crítica especializada que ha sabido apreciar su habilidad narrativa no sólo por el dominio de las técnicas, que en su caso rompieron moldes y estereotipos costumbristas en la narrativa hispanoamericana, sino por su capacidad de bucear, como diría el crítico Isaías Peña, "en el alma del país urbano y marginal que despertaba a la industrialización". Pero más allá de la ficha, algo imprecisa, que este crítico elaboró sobre él, conviene subrayar el hecho de que su obra obedece, ante todo, a criterios estéticos, a una noción de la belleza que se expresa de manera diáfana y fluida en su poesía, en trozos como este tan vinculados al paisaje urbano: "En esta parte de la ciudad el tajo de la avenida -sin árboles, sin bancas. Sin jardineras- ha perdido casas, solares, ha roto brutalmente la continuidad de los espacios, el nombre de las gentes y los ha lanzado sin piedad a la diáspora. Muros leprosos, solares melancólicos, excrementos, basura hedionda. La relación con el cielo se ha roto también pues el espacio de los patios al desaparecer se ha llevado las confidencias de los astros, el reclamo de las estrellas fugaces, la señal necesaria de la cruz del sur". La muchacha de la leyenda.
Buceando en la literatura, con un vasto horizonte de lecturas que nos abruma, Darío se ha mantenido fiel a la literatura, sin caer en los determinismos. El escritor Umberto Valverde señalaba en él una vocación "narrativa que se erige a partir de experiencias concretas, elaboradas literariamente con una gran mesura y conciencia", porque su condición de poeta orienta su mirada, gracias a una asombrosa capacidad de encontrar la belleza en el horror de la ciudad, en la violencia que se cobra vidas por venganza, odio, envidia y rencor. Pero más allá del odio, de la orgía de sangre, el narrador es capaz de encontrar la belleza, una belleza quizás agónica e inútil, casi trágica, como la del muchacho ausente alrededor del cual se sacia la turba frenética, arrasando con el edificio que la riqueza soberbia ha levantado para humillar a los miserables, como ocurre en el cuento titulado "El muchacho". Consuelo Triviño Anzola. Es doctora en filología románica por la Universidad Complutense de Madrid. Reside en España, donde ha sido profesora de literatura hispanoamericana. Está vinculada al Instituto Cervantes. Colabora con la crítica de libros del suplemento cultural «ABCD las Artes y de las Letras», del diario ABC.Consuelo Triviño Anzola obtuvo el primer premio en el Concurso Nacional de Libro de Cuentos de la Universidad del Tolima con Cuantos cuentos cuento (1977) y fue finalista del Premio Nacional de Novela Eduardo Caballero Calderón (1997). Ha publicado Siete relatos (cuentos), El ojo en la aguja (cuentos), Prohibido salir a la calle (novela) y La casa imposible (cuentos), Una isla en la luna (novela). Además Triviño Anzola ha publicado libros de ensayo sobre autores como José María Vargas Vila, Germán Arciniegas, Pompeyo Gener y José Martí, entre otros.
Y es que las dieciocho piezas de este volumen ponen en evidencia los diversos escenarios de una realidad municipal y transnacional, donde el crimen es moneda corriente y donde los pobres son los únicos que pagan por la irracionalidad e intolerancia de los poderosos.
Sin juicios de valor ni justificaciones discursivas, la mirada del narrador tiene la objetividad de la cámara fotográfica que explora un escenario para ofrecernos, a través de los objetos y de las personas, de su aspecto, una información que debemos procesar como en "El estanque furtivo", relato que nos traslada a los años cuarenta para, a través de las estancias de la casa, descubrirnos a los amantes suicidas, víctimas de la intolerancia y del atraso provincianos; o en "Pigmalión" que nos indica de qué manera al éxito que conceden el poder y el dinero le espera la muerte. Así, obscenos nos resultan los cadáveres semidesnudos, con su aire de sensualidad, de deliberado abandono, mientras se escucha una melodía que parece acompañarlos en su viaje definitivo y fatal.
En resumen, lo que la cámara fotográfica capta en esos instantes memorables, casi épicos, esas fugaces epifanías que constituyen los 18 relatos de Crímenes municipales, es el mundo del narcotráfico, fuera de lo jurídico, que impone los códigos de honor de la mafia. Pero el dolor y la agonía de una sociedad, condenada a autodestruirse, repito, se nos presenta con una belleza y una sobriedad poco frecuentes en nuestra narrativa, lo cual no deja de ser estimulante en medio de tanto thriller un género hasta cierto punto pobre, por cuanto esquematiza el tema de la violencia, mientras pretende imponerse como el género "por excelencia" para "denunciar", según declaran algunos de sus cultores, la violencia social. Y si embargo, en estos relatos de Darío Ruiz Gómez aprendemos a mirar de otra manera, descubrimos zonas recónditas de la ciudad, padecemos su atmósfera de amenaza constante, su velocidad implacable, los cambios vertiginosos y los contrastes que nos hacen viajar en el tiempo. Percibimos el atraso y la opulencia, vislumbramos esa maquinaria de consumo que tritura hasta el alma de los más humildes a quienes sólo les queda la capacidad de soñar, como les ocurre en "Grandes superficies" a esos ancianos que matan el tiempo en el centro comercial y entran en la cámara frigorífica del supermercado, imaginando que emprenden una excursión al Polo Norte.
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- Por Dario Ruiz Gómez