Las efemérides del “Boom” (II)

alejo 080Cuando un fenómeno literario o estético logra una gran repercusión cultural, le sobrevienen epígonos por doquier. Todo el mundo quiere su pedacito de gloria, ya se sabe; incluso hay quienes, para conseguirlo, imitan sin pudor. Hasta este punto, no he dicho más que una perogrullada: cada ratón va por su queso. La cuestión se pone verdaderamente espinosa, sin embrago, cuando dicho fenómeno literario o estético se vuelve hegemónico. El prestigio que logra un determinado núcleo de autores y de obras resulta asaz contundente; de manera que, en lo sucesivo, no parece posible crear de una forma alternativa. Y esto ahoga, desde luego, cualquier exploración artística distinta. Algo parecido ocurrió con el "Boom" de la novelística latinoamericana.
Aunque hubo una gran pluralidad de estilos e inclinaciones en la narrativa de aquellos años 60 y 70, algunos rasgos generales predominaron en sus obras más emblemáticas. La búsqueda de la "novela total", por ejemplo; o la experimentación formal; o el rompimiento de la linealidad temporal. Trazas como éstas presuponen un atento trabajo de lectura; es decir, un esfuerzo para desentrañar los hilos del relato. También es cierto que ponen de manifiesto una vocación de trascendencia, una filiación de sus autores con la "alta cultura". Bueno, nada que objetar: estas características del "Boom" son tan válidas literariamente como sus opuestas. He aquí la nuez del asunto que quiero plantear.

Sucede que hacia finales de los años 60 surgió otra tendencia en la novelística de este continente. Y digo tendencia y no momento, ni generación, porque tanto el "Boom" como el "Post-boom" han sido precisamente esto: maneras de concebir el arte de la novela. Pues bien, quienes acogieron esta segunda desde el inicio de sus carreras tuvieron, durante muchos años, serias dificultades para legitimarse como escritores. Dado que la corriente mayoritaria del "Post-boom" transitó por senderos narrativos muy diferentes a los del "Boom", sus obras no parecieron entonces dignas de mayor consideración. Teniendo las perlas tan bien vistas, los lectores y la crítica no iban a molestarse en escudriñar una cantera de esmeraldas.

Alejandro José López Cáceres (Colombia, 1969). Ha publicado dos libros de ensayos: Entre la pluma y la pantalla (2003) y Pasión crítica (2010), dos de crónicas y entrevistas: Tierra posible (1999) y Al pie de la letra (2007), dos de cuentos: Dalí violeta (2005) y Catalina todos los jueves (2012), y una novela: Nadie es eterno (2012). Entre los años 2004 y 2008 dirigió la Escuela de Estudios Literarios perteneciente a la Universidad del Valle. Actualmente reside en España y es candidato a doctor en literatura por la Universidad Complutense de Madrid.

Lo primero que distinguía a esa otra narrativa era su alejamiento de la "alta cultura". Y la incorporación de manifestaciones estéticas provenientes de la entraña popular, en especial aquellas que pasaban por los medios masivos de comunicación. Entre divas y boleros, películas y tangos, galanes y tebeos, estos novelistas hallarían el mejor repertorio de tonos y de personajes para su propia literatura. De esta suerte, géneros como el melodrama y el folletín serían revisitados creativamente por ellos y, sin duda, reivindicados con sus obras. Tal es el caso de Manuel Puig, principal precursor del "Post-boom" y, posteriormente, autor de una de sus obras más señeras: El beso de la mujer araña (1976).
Durante algunos años estas dos tendencias coexistieron, se traslaparon; de allí que no sean propiamente momentos literarios. Tampoco diría que son generaciones si me remito a un pequeño pero significativo ejercicio de memoria. Pienso en tres obras muy representativas del "Boom". La ciudad y los perros (1963), Cien años de soledad (1967) y El obsceno pájaro de la noche (1970). Ahora me muevo unos cuantos años hacia adelante. La sensibilidad mayoritaria, fatigada del experimentalismo, empezó a reclamar sencillez y comunicabilidad; incluso historias de amor. Lo diré si más: los lectores y la crítica se acordaron de que, además de las perlas, existían las esmeraldas. Y las buscaron. Rememoro tres novelas típicas del "Post-boom". La tía Julia y el escribidor (1977), El amor en los tiempos del cólera (1985) y La misteriosa desaparición de la Marquesita de Loria (1979). Tal cual: Vargas Llosa, García Márquez y Donoso.
No estoy queriendo decir que los novelistas del "Boom" y del "Post-boom" sean exactamente los mismos. Sólo afirmo que cuando uno se aproxima a estas dos tendencias narrativas acierta más si piensa en obras y no en autores. Pero desde luego que en esta segunda hubo una espléndida afluencia de nuevos escritores y, sobre todo, de nuevas escritoras. Al cabo de tantas décadas transcurridas, lo que sí percibo es un cierto agotamiento del "Post-boom". Me explico: con demasiada frecuencia el parámetro de la sencillez ha devenido en simpleza, lo cual acusa desgaste. Quizá sea tiempo de recordar que, además de perlas y esmeraldas, existen rubíes y amatistas y diamantes.

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Las efemérides del “Boom” (II) enviado a Aurora Boreal® por el escritor, crítico y ensayista Alejandro José López Cáceres. Publicado en Aurora Boreal® de Alejandro José López Cáceres. Foto Alejandro José López Cáceres © Mauricio Mejía. Foto Vargas Llosa, su esposa Patricia Llosa, José Donoso, Mercedes Barcha (esposa de García Márquez), Pilar Donoso (esposa de José Donoso) y García Márquez, en Barcelona en los setenta. / CORITA tomada de http://cultura.elpais.com/cultura/2012/11/07/actualidad/1352248167_483862.html.

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