'En brazos de una mujer fea'

julio acosta 250Entrevista al escritor y editor  Julio Acosta

 

 

Julio Acosta nació en Buenos Aires, en 1952. Es escritor de variados géneros, guionista y docente universitario. Obtuvo en 1990 la Licenciatura en Letras en la Universidad del Salvador, de Buenos Aires. Tiene además una larga carrera como editor, con más de mil trescientos títulos en su haber. Publicó diversos libros de divulgación o crítica, con pseudónimo. Entre los más recientes, y que sí llevan su firma, figuran 100 grandes películas de siempre y 100 grandes obras de la literatura universal (Madrid, Edimat, 2012). En 1985, su libro de poemas Pequeñas cobardías fue señalado como uno de los mejores del año. Publicó relatos en distintos medios de Buenos Aires y figura en diversas antologías como, por ejemplo, en Vino para contarnos (Buenos Aires, Planeta, 2007). Su primera novela, Y la muerte llenaba la casa (1992) fue finalista del premio Clarín- guilar y segundo premio de la Fundación Fortabat. Su reciente y última novela, En brazos de una mujer fea (2014), fue finalista del premio Biblioteca Breve (Seix Barral, Barcelona). Enseña Guión en la Licenciatura de Artes Audiovisuales de la Universidad Nacional de Avellaneda (UNDAV).

 

 

Pablo Valle: —En tu novela leo varias apuestas o desafíos: situarse en un contexto histórico muy claro pero a la vez referido mediante un cuidadoso sistema de alusiones; la alternancia de un registro coloquial, hasta chabacano a veces (en el habla de los personajes, sobre todo), con un registro netamente poético, lírico; la construcción de personajes "redondos", complejos, contradictorios, con los cuales es difícil identificarse de entrada. ¿Estás de acuerdo? ¿Cómo manejaste esos desafíos? ¿Qué esperabas del "lector ideal"?


brazos mujer fea 350Julio Acosta: Empiezo por el final. No tengo un "lector ideal". Sí tengo una "lectora", pues siempre que escribo creo (y lo espero) que me leerá una mujer, en primer término; sólo en segundo, un hombre, y con cierta sensibilidad y bagaje cultural. Si me faltara el segundo, subsistiría; si me faltara la primera, no tendría incentivos para escribir.
Respecto del marco histórico, me interesa ante todo hablar de un tiempo mítico, de cuestiones humanas que prescindan de toda cronología específica. En esta novela, el marco histórico era fundamental para explicar algunas actitudes y caracteres, y se dio bien como añadidura; lo puse como un traje final y fue más que eso. Por otro lado, toda mi generación está marcada a fuego por la dictadura militar, es difícil evadirnos de ella en la vida; naturalmente, también se nos filtra en la escritura. La dictadura fue una tragedia; el menemismo, una tragicomedia. Una nos dividió (de este lado) entre héroes y sobrevivientes; el otro, entre consumidores y cómplices más o menos ruines. Lo de la mezcla de lenguajes me dio mucho placer. Mi primera novela era barroca hasta casi ser presuntuosa. Ahora jugué más. Y el resultado es más parecido a lo que soy como persona. Respecto de los personajes, cuando compruebo que se me van demasiado hacia el estereotipo, les doy un golpe de timón, aunque se quejen. Y todos debemos (me incluyo) servir a una convincente historia.

 

PV: —Me parece que como background de la novela hay un trabajo de preparación y de investigación que, además de extenso en tiempo, fue muy específico. ¿Podés contarnos algo de eso?


JA: Lo que hubo fue sí un tiempo de maduración, y no sé si deseado. Yo tenía una familia a cargo, y la escritura era casi un pecaminoso "vicio solitario". Entonces, a la fuerza, todo apresuramiento halla el matiz de la prudente espera. Tardé siete años en escribirla, y creo haber dejado de lado opciones de enfoque o resolución más espectaculares, o que me hubieran dado más lectores, de esos que buscan peripecias, sobre todo. Pero quedé conforme. Hay investigación respecto de aspectos jurídicos y médicos. Necesitaba que pasaran determinadas cosas con los personajes; en base a ello, consulté a profesionales y fui acomodando los datos objetivos a lo que la historia pedía. El resto lo pusieron las experiencias de vida, siempre y cuando cuajaran con la historia, pues sólo los escritores novatos creemos que lo que nos pasa como individuos es más importante que lo que nos pasa como especie.

 

PV: —Sin duda, no se trata de una "novela de tesis" o "con mensaje", ni mucho menos. Pero ¿podrías decirnos algo sobre cuáles fueron tus objetivos temáticos y estilísticos al encarar un trabajo tan complejo en tantos niveles?


julio acosta 350JA: Empiezo por los estilísticos. Suelo relegar la última escritura a después de leer un best-seller, de esos que frecuenta mi hijo, que es músico de rock. Eso me coloca en un tiempo de lector que me ayuda a limar los excesos "cultos" o "eruditos", y a tener presente cierta agilidad. Lo de los niveles lo logro escribiendo "por temporadas". En esta novela, cuando no podía sentarme a escribir seguido, por deberes familiares, hurtaba tiempo y escribía las partes líricas, donde iba mucho de mí, además. Así como (salvando las distancias) Flaubert dijo "Madame Bovary soy yo", lo mismo podría decir yo de la señorita M, enferma, fea y anteponiendo su voluntad a las circunstancias de vida adversas. En cuanto al mensaje, yo creo que sí lo hay. "La baraja tiene un dorso"; "No creas ninguna historia oficial, ni la del clero, ni la del gobierno, ni la de la publicidad, ni la de los correctos y bien pensantes"; o "Hasta para los tontos hay un cielo, y ese siempre cielo está aquí, viene de brazos de una mujer y es el amor".

 

PV: —Sabiendo que sos profesor de guion en la Universidad de Avellaneda, de la provincia de Buenos Aires, Argentina, es tentador preguntarte dos cosas. Una, sobre las posibilidades de una adaptación audiovisual de tu novela. ¿Qué ventajas e inconvenientes ves? ¿Te animarías a hacerla vos o preferirías una mirada ajena, con los riesgos que ello implica?


JA: Jamás asumiría yo una adaptación cinematográfica de esta novela. Lo que dije lo dije en este género, y el resultado es testimonio tanto de lo que pude hacer con esos medios como de lo que creí necesario para esa historia. Hay toda una vertiente anecdótica con la que un buen guionista y un buen director podrían lograr algo por lo menos aceptable. Con partes lucidas para buenos actores, además. Pero se deberá dejar de lado todo el aspecto lírico, o tomarlo muy por arriba. Mi talento (si lo hubo) llegó hasta allí. Mis ganas también. Ya me reclaman y me tienen preso otras historias.

 

PV: —La otra pregunta es más general (y ha merecido tratados enteros): ¿qué pensás sobre la relación entre lo literario y lo audiovisual, sobre todo en el contexto actual de (aparente) predominio de la imagen?


JA: Yo era uno de los que rezaban ya los responsos finales a la literatura en papel. Y hoy estoy asombrado de lo que están haciendo la literatura gótica y las distopías más o menos heroicas, más o menos románticas, en preadolescentes y casi niños aún. Leen un tomo tras otro con la misma pasión con que décadas atrás devoraban videojuegos. Y se van formando como lectores que luego, al menos en parte, reclamarán, esperemos, otras cosas. Por lo tanto, sigo creyendo en la convivencia entre el viejo arte de descifrar signos impresos y el de decodificar imágenes. Habrá variaciones, desbalances temporarios, etc. Pero parece que el oficio de don Gutemberg llegó para quedarse. Eso sí, deberá estar atento. También el cine, tal como lo conocimos hace años, tiene sus desafíos y sus variaciones. Y toda esta convivencia y disputa es apasionante.

 

PV: —¿Y cómo encarás esa relación en tu trabajo de enseñanza?


JA: Ante todo, lo que busco que el alumno comprenda es lo siguiente: desde Homero a la última película "pochoclera", lo que queremos y nos captura es que nos cuenten historias. Esa fascinación ante la peripecia bien armada, ese tránsito de fortuna que se obra ante nosotros, es lo que seguimos reclamando de los narradores, tengan un teclado de computadora o una cámara en sus manos. Y para ello necesariamente tenemos que ir a despertar al viejo Aristóteles, tener paciencia con sus anacronismos y sacar el oro de entre sus balbuceos de anciano. Contar historias. Eso es lo invariable.

 

brazos mujer fea 152En brazos de una mujer fea
Julio Acosta
Editorial: Seix Barral
Novela
ISBN: 9789507317712
2014

 

 

 

 

 

Pablo Valle
pablo valle Nueva 350Argentina,1961. Es profesor en Letras por la Universidad de Buenos Aires. Enseña Semiología en el Ciclo Básico Común y Problemas de Literatura Latinoamericana en la Facultad de Filosofía y Letras, de esa Universidad, y Guion en la Licenciatura en Artes Audiovisuales de la Universidad Nacional de Avellaneda. Es editor independiente, corrector, traductor, redactor, ghost writer. También fue crítico de cine (en la revista La Vereda de Enfrente) y jefe de redacción de la revista de cultura y psicoanálisis El Gran Otro. Entre otras cosas, ha publicado los relatos de Simulacros (1985), Samuráis (2012), y Cuentos para misóginos y otros cuentos (2012), y las novelas Ángeles torpes (1995, 2013), Yo, el templario (como Paul Mason, 2006), Los crímenes de la calle Barthes (2013) y La carta de Rozas (2013). También escribió los libros didácticos Cómo corregir sin ofender (1998, 2001), Guía para preparar monografías (1997, 2008) y Cómo elaborar monografías y otros textos expositivos (2013), estos dos últimos junto con Ezequiel Ander-Egg. En la actualidad trabaja adaptando al cine su novela Ángeles torpes y preparando una serie de guiones llamada Killers.

Entrevista enviada a Aurora Boreal® por Pablo Valle. Publicada en Aurora Boreal® con autorización de Pablo Valle. Foto Julio Acosta © Lucas Pérez Alonso. Carátula de la novela En brazos de una mujer fea cortesía de Pablo Valle y Julio Acosta. Foto Pablo Valle © Silvia Inés Tombesi.

 

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